Profr. José Luis Felipe Rodríguez Palacios
Cronista de San Miguel de Allende
“¿Acaso de verdad se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea jade, se quiebra;
aunque sea de oro, se rompe;
aunque sea plumaje de quetzal, se desgarra;
no para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.”
Poema náhuatl
Alrededor de la sola palabra “muerte”, el hombre ha tenido diversas expresiones en la pintura, la escultura, la arquitectura, el teatro, la música, la danza, la comida, etc.
El mestizaje es, para muchos, la mezcla de lo indígena con lo español. Pero si consideramos todas las etnias existentes no sólo en toda América, sino en el actual territorio de la República, y añadimos al origen español a los fenicios, griegos, cartagineses, romanos, suevos, vándalos, alanos, visigodos, y sobre todo la huella árabe, podremos descubrir una rica mina para tratar de encontrar el origen de costumbres y tradiciones.
Los árabes introdujeron la idea de ofrecer comida anualmente a los muertos, pero ellos lo aprendieron de los egipcios. Tal vez en el origen estén también los celtas, ya que el último día de su calendario coincide con el 1 de noviembre, y en esa fecha honraban a sus difuntos. En varias oleadas invadieron a los íberos, antiguos habitantes de la península.
Sumado a lo anterior, los nahuas celebraban la fiesta de los muertecitos o *Micailhuitzintli*, y en el décimo mes a los muertos mayores o Hueymicailhuitzintli. Estas conmemoraciones también estaban relacionadas con el ciclo agrícola, pues por estas fechas llegaban las heladas. Los indígenas les temían y, a decir del cronista Durán: “se apercibían con ofrendas, oblaciones y sacrificios”.
En la tradición española encontramos que noviembre era el mes de las ánimas, a las que se les rendía culto en diversas formas. Los indígenas y los invasores establecieron así un sincretismo que, con diversas expresiones, permite focalizar un eje que hoy se descubre en los estudios de las manifestaciones culturales de sus civilizaciones.
En el caso local, don Félix Luna menciona que además de los niños y los adultos, el primero y segundo día de noviembre, el 31 de octubre algunas comunidades celebraban el Día de los Abrojos, dedicado a los no natos, a quienes también se festejaba.
Tratar de llegar a un punto único para conocer el significado de las ofrendas a los muertos es como intentar apresar el agua en el cuenco de nuestras manos. Cada comunidad, cada familia, manifiesta su versión como la auténtica, lo que provoca en el observador una confusión natural. Varían los elementos y, aun los coincidentes, explican los simbolismos de forma diferente, aunque en el fondo sí partan de una misma intención.
La tradición se nos está escapando frente a la invasión de facetas ajenas a nuestra idiosincrasia. Según la forma, podemos inferir su origen chichimeca y, en nuestra región, otomí. En Chiapas, el chamula se va a un rincón, enciende unas velas y se pone a platicar con sus muertos. En algunas comunidades sobrevive el temor a ser fotografiado, por la creencia de que al tener nuestra imagen, la persona se apoderará de ella.
Semblanza
José Luis Felipe Rodríguez Palacios tiene 71 años de edad. Estudió la Normal Primaria en San Miguel de Allende; la Licenciatura en Educación Media con especialidad en Ciencias Sociales en la Normal Superior de Querétaro; y la Maestría en Ciencias de la Educación en el Instituto Pedagógico de Estudios de Posgrado, en Celaya, Gto.
Laboró para la Secretaría de Educación de Guanajuato (SEG) como docente, director, supervisor y jefe de sector. Está jubilado. A partir de 2011 fue nombrado Cronista Municipal. Participa en la XHSQ FM, 103.3. En redes sociales tiene un blog, en Facebook e Instagram. Ha publicado artículos sobre la historia de San Miguel y sus tradiciones en diversas revistas.
Libros publicados: Los Locos, una realidad de locura (2018) y Los Imagineros de San Miguel de Allende (2021). #MetroNewsMx #GuanajuatoDesconocido

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