Articlulos por "Historia"

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Abasolo Abel Cureño Academia de Artes BFB Acambaro Acámbaro Accidentes Accion Acción clásicas ACIPrensa Activación Física Acto Cívico Actores Acuarela Acueducto Solís-León Adolescencia Adopcion AERIBAC Africa Agencia de Modernización Innovación y Desarrollo Agropecuario Agricultores Agricultura Ajedrez Alabanceros Alamo Country Club Alejandro Marcial Alejandro Marcial Hernández Alerta Amber Alfonso Amadeo Ochoa Tapia Alfonso Zúñiga Ramírez Alianzas Alicia del Lago AMANC Amanda del Llano Ambiente campirano Amelia Sierra Amelia Wilhelmy America colonia America colonial AMIDA Amistad Ana María de López Tena Andocutín Andrés Soler ANEUAAAN ANEUAAAN AC Ángel Espinosa de los Monteros Ángel Garasa Ángel T. Sala Animacion Animales Aniversario Aniversarios Antigua Grecia Antigua Roma Antiguo Egipto Antiguo Testamento Antonio Aguilar Antonio Banderas Antonio Vivaldi Año 1900 Año 1932 Año 1934 Año 1935 Año 1937 Año 1938 Año 1939 Año 1940 Año 1941 Año 1942 Año 1943 Año 1944 Año 1945 Año 1946 Año 1947 Año 1948 Año 1949 Año 1950 Año 1951 Año 1952 Año 1953 Año 1954 Año 1955 Año 1956 Año 1957 Año 1958 Año 1959 Año 1960 Año 1961 Año 1962 Año 1963 Año 1964 Año 1965 Año 1966 Año 1967 Año 1968 Año 1969 Año 1970 Año 1971 Año 1972 Año 1973 Año 1974 Año 1975 Año 1976 Año 1977 Año 1978 Año 1979 Año 1981 Año 1982 Año 1983 Año 1984 Año 1985 Año 1987 Año 1988 Año 1989 Año 1990 Año 1991 Año 1992 Año 1993 Año 1994 Año 1995 Año 1996 Año 1997 Año 1998 Año 1999 Año 2000 Año 2001 Año 2002 Año 2003 Año 2004 Año 2005 Año 2006 Año 2007 Año 2008 Año 2009 Año 2010 Año 2011 Año 2012 Año 2013 Año 2014 Año 2015 Año 2016 Año 2017 Año 2018 Año 2019 Años 1900 Años 1910-1919 Años 20 Años 30 Años 40 Años 50 Años 60 Años 70 Años 80 Años 90 Apaseo Apaseo el Alto Apaseo el Grande Apaseo en Corto 2025 Arcadia Salvaterrense Arcangeles Miguel Rafael y Gabriel Archivo Histórico Arco Iris II Arcoiris II Arcos Argelia Matus Arlequines Celayenses Armando Velasco Arqueología Arquería Arquidiócesis de Morelia Arreglista Arte Arte Basáltico Arte Plástico Arte sacro Arte y Cultura Artes marciales Artes Plásticas Artesanias Artesanías Artesanos Articulos Artículos Artista plástico Artistas Asesinos en serie Asociación Civil Luz y Justicia. 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Edición: Eugenio Amézquita Velasco

-Los Tarascos se opusieron al Imperio Mexicano y al Emperador Motecuhzuma, obligándolos a fortificar sus fronteras en el reino.
-Motecuhzuma liberó y nombró a un valiente capitán Tlaxcalteca, Tlathwicole, para liderar la guerra contra el reino de Michoacán.
-En un primer enfrentamiento, el ejército mexica no logró hacer retroceder a los Tarascos, demostrando que su valor era igual.
-Para vencer al numeroso ejército mexica, el Rey de Michoacán ideó un ingenioso y memorable ardid de guerra.
-Los Tarascos fingieron una retirada y abandonaron abundantes bastimentos de comida y bebida en el campo de batalla.
-Los guerreros mexicas, más hambrientos que belicosos, soltaron sus armas para comer y beber en exceso.
-Al debilitarse los mexicas con el vino y el festín, los Tarascos regresaron para hacer un gran destrozo en el ejército.
-Muchos Tecos y Matlatzingas cautivos de esta victoria se asentaron en la provincia de Michoacán, fundando pueblos.
-Las armas de la guerra incluían arcos, flechas, macanas y cachiporras. Los cautivos eran sacrificados y sus cuerpos exhibidos.
-Los nobles Tarascos solo podían usar ricas joyas y vestimentas de guerrero tras haber capturado a un prisionero en batalla.

En que se demuestra el valor de los Tarascos, y se cuenta un ardid memorable de guerra contra los Mexicanos.

La mejor ejecutoria para probar el esfuerzo y valentía del Rey de Michoacán, y de sus militares escuadrones, es haberse opuesto siempre al Emperador Mexicano; que como consta de la Monarquía Indiana, tenía sujetos a su vasallaje casi a todos los Reyes comarcanos, consiguiendo a fuerza de repetidos embates muy esclarecidas victorias. Esto mismo deseaba conseguir su orgullo en el dilatado Reyno de Michoacán; pero encontró tal resistencia a sus designios en el Rey Tarasco, que se dio por contento con reforzar las fronteras en la raya de ambos Reynos, teniendo siempre fortificados sus presidios, y en continua vela sus centinelas.

En tiempo que gobernaba el Imperio de México el famoso Emperador Motecuhzuma habiéndole presentado un Capitán de los Tlaxcaltecas cautivado en la guerra, y de tan famoso nombre, que al oírlo nombrar los enemigos huían despavoridos de su presencia, no permitió lo sacrificasen a sus Dioses; mas antes lo puso en su libertad, y le hizo muchas y aventajadas mercedes, dándole permiso para volverse a su tierra; pero nunca el Capitán Tlathwicole, (que así se nombraba) quiso aceptar la libertad, antes pedía con constancia le ofreciese a los Dioses.

Motecuhzuma complacido de su valor no asistió a la petición del Tlaxcalteca, y en este tiempo que le prolongó la vida, se le ofreció hacer guerra a los de el Reyno de Michoacán. Fiando, pues, de la valentía de este cautivo, lo mandó llamar, y le hizo Capitán General del Ejército; el cual, aunque enemigo de la gente que llevaba, la gobernó como si fuera propia. Marchó con todo su campo y plantando sus Banderas en las fronteras del Tarasco, que eran Tlaximaloyan, Marabatio, Tzitacuaro, Acambaro, Tzinapecharo, presentó la batalla a su enemigo.

Oída la publicación de guerra por el Tarasco, acalorado de su furor nativo, tocó al arma, y se arrestó a la pelea con tan gran denuedo, que llegada la hora del combate no hizo poco el Mexicano en reprimirlo. 

Hubo de ambas partes muchas muertes, y heridas, y no hizo retroceder el gran Tlaxcalteco al Ejército, Tarasco del lugar que le halló prevenido. Nuestro insigne Torquemada dice: "les quitó mucha plata y oro el valiente Capitán a los Tarascos, pero si batallaban cuerpo a cuerpo en el campo, sin petos ni coseletes, poco pudo ser el oro que cogiesen, fuera de algunos collares o manillas de oro que usaban los Magnates, y otro tanto es verosímil dejarían los Mexicanos en las vueltas y refriegas que trabaron con los Tarascos. 

Lo que es digno de ponderar en este hecho, es que un Ejército del Señor más poderoso del Occidente, comandado de un General tan valiente, no le hiciese dar un pie atrás al Tarasco, ni le invadiese alguna de sus fronteras, con que se ve claro, que competía el un valor con el otro, y que si no se conocía ventaja en el esfuerzo, quedaran iguales en las militares empresas.

Muy digna de celebrarse fue la ardidosa batalla, y la más ilustre victoria, que consiguió el Rey de Michoacán contra el poderoso orgullo de Motecuhzuma; pues cuando más colérico y picado de los pasados encuentros esperaba ocasión oportuna para desahogar sus iras, se le ofreció una a su parecer muy del intento, y para darle expediente alistó cuadrillas y dispuso el más numeroso ejército que hasta entonces se había visto. La noticia de este formidable ejército llegó con presteza a los oídos del Tarasco, y conociendo ventajas en lo numeroso de la gente, que no equivalía en la tercera parte, le puso en consternación y advirtiendo que no le bastaban las manos de los suyos, por ser respecto de las enemigas tan diminutas, se valió de un ardid de guerra en que era muy ingenioso. 

Mandó juntar con abundancia bastimentos de comida y bebida, y haciéndola conducir en hombros de Indias, finge marchando su ejército hasta verse al frente al campo del Emperador Mexicano y en vez de encuadrar a sus soldados, plantar sus estandartes y bajar sus pabellones, fueron tendiendo en el campo la comida y bebida, por todo el lienzo que cogía la copia militar de México, al embestirlos dieron a correr los Tarascos, fingiéndose fugitivos, y los Mexicanos los seguían ya como victoriosos.

Dieron de improviso en la comida y bebida abundante, que el campo les ofrecía, y ellos más hambrientos que belicosos, soltando las armas se entregaron a comer y beber muy de propósito. Cuando ya les pareció a los Tarascos tendrían enervadas las fuerzas con la abundancia del vino, volvieron muy de pensado sobre ellos haciendo tal destrozo en el ejército, que los más quedaron muertos, y muchos cautivos de los Tecos y Matlatzingas; siendo hasta hoy funesto monumento de esta victoria los innumerables huesos que se ven en el campo que media entre Marabatio y Tzitacuaro. 

Los Tecos cautivos que eran de ánimo belicoso fueron llevados a la Corte del Rey Caltzonci y a la ciudad de Pazcuaro, donde permanecieron muchos años con mucha lealtad, como inferiores y sujetos a la valentía industriosa del Rey Tarasco. Los Matlatzingas, primeros fundadores de el grande y copioso Pueblo de Charo, parece dar a entender el M. R. P. Fr. Alonso de la Rea fundarían a Charo en esta ocasión, aunque no lo expresa por lo claro, pero me asienta más la fundación que el V. P. Fr. Diego de Basalenque describe en la historia de su muy santa Provincia de San Nicolás de Michoacán, y es en esta forma:

La gente de este Pueblo no es Tarasca, y es de una lengua singular que se llama Pirinda, por estar en medio de los Tarascos: por otro nombre se llama Matlantzinga, trayendo denominación de Toluca de adonde eran nativos. Llamábanles así los Mexicanos porque les hacían las redes con que pescaban en sus lagunas. Su venida a esta Provincia de Michoacán se halló escrita en un libro antiguo, que uno de los primeros bautizados escribió en lengua Pirinda. En tiempos antiguos de la gentilidad (dice la relación) hubo un Rey en Tzintzuntzan a quien llamaban Characu, que quiere decir el Rey niño, en cuyo tiempo les iban haciendo guerra y entrando por su Reyno, por la parte del Poniente, los Indios Tecos y otros parciales suyos, que lo ponían en aprieto.

No bastando sus soldados para reprimir a estas gentes enemigas, se valió de los vecinos de su Reyno, cuales eran los Matlaltzingas, gente belicosa y adversa a los Mexicanos, a quienes por fuerza reconocían con los tributos. Pidióles socorro y salieron del partido de Toluca seis Capitanes con su gente, hechos los conciertos de lo que les habían de dar por esta expedición militar. 

Llegaron a Michoacán y fueron muy bien recibidos del Rey que les despachó bien proveídos a la guerra con otros de sus soldados. Portáronse los Matlaltzingos con tanto esfuerzo en la batalla que conocidamente ellos alcanzaron la victoria, dejando muchos de los enemigos muertos en aquellos campos, y muy escarmentados los que escaparon con la vida. 

Volvieron a verse con el Rey haciéndole por menuda relación de sus triunfos, y queriendo este remunerar sus hazañas dándoles los premios concertados, pidieron se les diese la paga de su trabajo concediéndoles tierras para avecindarse en su Reyno por cuanto les agradó mucho el temple benigno de aquella tierra, y el agrado que experimentaban en los Tarascos, obligándose por este beneficio que solicitaban de servir al Rey en todas las guerras que se le ofreciesen. Túvolo él Rey a muy buena suerte y les dio a escoger las tierras y lugares que fuesen más de su gusto, teniéndolo él muy especial de que se quedasen en su Reyno Capitanes tan valerosos.

Señalaron estos para su domicilio y población desde los términos de Tirepetio hasta la raya de Andapárapeo. Las familias más nobles fundaron en Charo, contentándoles aquel sitio más que otro, por los tres ríos que fecundan su circunferencia; las familias menos nobles se situaron en Santiago Undameo, motivándoles a elegir este puesto el cristalino río que baja de aquellas sierras: del resto de los Indios plebeyos se compuso la población de los altos que en estos tiempos se nombran de Jesús y Santa María. Quedó el nombre de Charo al Pueblo principal porque quiso el Rey niño honrarle con su mismo nombre, y de la voz Charao, que quiere decir tierra del Rey niño, quedó sincopado el Charo que ha conservado hasta los tiempos presentes.

Para conclusión de este Capítulo solo resta saber de qué armas se valían unos Reynos contra otros, y el trágico fin que tenían los cautivos apresados en la batalla. Usaban de arcos y flechas, teniendo para rebatir las de los contrarios petos y rodelas, y también se valían de macanas, que son como alfanjes muy anchos de madera fuerte y tostada, y en ocasiones que llegaban a estrecharse era horrendo el estrago que hacían con las cachiporras, quebrantando de un solo golpe los cascos al más valeroso y fuerte. El tiempo que destinaban para la guerra era después de las cosechas, siendo en esto avisados para que no padeciesen los sembrados, ni se talasen sus campos, como sucede en las guerras de continuo.

Tenían en mucho que su Señor y Rey fuese esforzado, y para dar muestras de serlo acostumbraban que ni los Señores, ni sus hijos se pusiesen joyas de oro, ni de plata, ni mantas ricas de labores, ni plumajes en la cabeza, hasta que hubiesen hecho alguna valentía, matando o prendiendo por su mano a alguno, o algunos en la guerra; por lo cual cuando la primera vez el Rey o Señor prendía por su brazo a alguno, luego despachaba sus mensajeros para que de su casa le trajesen las mejores joyas y vestidos que tenía, y que corriese la voz de que el Rey o Señor había prendido por su sola persona en la guerra, un prisionero o más, y vueltos los mensajeros con las ropas, vestían con ellas al prisionero, y poniéndole en unas andas lo traían como en triunfo y salían a recibirlo con trompetas, bailes y cantos, saludándole primero que al Rey o Señor que lo había cautivado.

Toda esta honra fingida duraba hasta la fiesta del sacrificio, en que lo vestían de las insignias del dios de la guerra, y subido al lugar común de los sacrificios, lo sacrificaba el Ministro más principal por ser, ofrenda de Rey o Señor supremo. Con la sangre del corazón rociaban las cuatro partes del mundo, y la otra sangre recogida en un vaso remitían al Señor que lo había prendido, y con ella mandaba rociar todos los ídolos de su patio en hacimiento de gracias por la victoria. Sacado el corazón echaban a rodar por las gradas abajo el cuerpo, y allí, cortada la cabeza, la ponían sobre un palo, como hoy lo hacen con los ajusticiados. Desollábanle el pellejo, y rellenado de algodón, llevábanlo a colgar a la casa del Rey o Señor por memoria del hecho; de las carnes hacían otras ceremonias, que por ser tan crueles no son dignas de que se expresen. Después de esto podía el Señor o Rey ataviarse y usar de ricas joyas en las fiestas, y guerras, y ponerse en la cabeza ricos plumajes, que era la insignia de los valientes.


FUENTE:
Espinosa, Isidro Félix de. "Crónica de la Provincia Franciscana de los Apóstoles San Pedro y San Pablo de Michoacán".  
México: Imprenta de Ignacio Escalante, 1899. 312 p.  

Detalles complementarios:
-Autor: Fray Isidro Félix de Espinosa (1679–1755), aunque esta edición fue publicada póstumamente por recopiladores franciscanos.
-Contenido: Relato detallado de la fundación, expansión y personajes clave de la provincia franciscana en Michoacán, desde el siglo XVI hasta el XVIII.
-Valor histórico: Fuente primaria para el estudio de la evangelización en el Bajío, la organización conventual y la vida religiosa en la Nueva España.


Francisco Rivas Castro¹

-Dos vírgenes del siglo XVI fueron piezas clave en la conquista espiritual de México y la pervivencia de antiguas creencias.
-Una pintura y dos esculturas, la primera en el códice de Cuauhtlancingo, la otra en Naucalpan, guardan una historia de sincretismo.
-La Virgen de los Remedios se impuso sobre santuarios dedicados a deidades del agua y la lluvia, como en Cholula y Naucalpan.
-Anales de San Juan Tlilhuaca revelan el descubrimiento de la Virgen de los Remedios por un cacique indígena en 1528.
-Un antiguo petrograbado en el cerro Moctezuma podría vincular el culto a Venus con el santuario de Naucalpan.
-La devoción por la imagen de la Virgen Conquistadora de Cortés se remonta a la época de los guerreros tlaxcaltecas.
-El Códice de Cuauhtlancingo, una joya del siglo XVII, exalta la ayuda indígena a la conquista y la obtención de tierras.
-La fiesta de la Virgen de los Remedios es un "drama cultural" donde se entrelazan tradiciones prehispánicas y católicas.
-Las peregrinaciones a Cholula, comparable a la Meca, confirman la importancia histórica del culto a la Virgen de los Remedios.
-Santuarios y fiestas patronales se mantienen como espacios de resistencia y cuestionamiento a las estructuras de poder.

En este trabajo se aborda la importancia de dos esculturas y una pintura con la representación de una temprana virgen conquistadora en el códice Cuautlancingo, Puebla. Por otro lado, también se analizan dos esculturas de la Virgen de los Remedios del siglo XVI, patrona de dos santuarios importantes de México. Se analizan elementos de la cosmovisión antigua y cómo se sincretizaron durante la época novohispana con la imposición de la Virgen de los Remedios, en el temprano siglo XVI. Se plantea que la pequeña escultura que se resguarda en el templo de San Francisco, Puebla, fue la que se pintó en el códice de Cuautlancingo, Puebla y muy probablemente sea la misma que se resguarda en el templo citado. Se expone material gráfico de códices, imágenes novohispanas y fotografías de la época actual, para exaltar el tema del título del trabajo.

Nada más impresionante que descubrir la vida espiritual de un pueblo a través de sus imágenes de culto, pues en ellas se manifiesta la concepción que cada cultura tiene del mundo (cosmovisión). En la Nueva España, las imágenes conviven también con elementos del humanismo europeo. Todas en conjunto, reflejan un complejo de símbolos que dan cuenta de la riqueza espiritual de la época. En los santuarios ² y las fachadas de los edificios, en sus interiores, los objetos de ornato y de culto en las obras escultóricas o en aquellas salidas de las manos de los múltiples pintores, todos estos elementos culturales configuran así un libro que está en un diálogo perpetuo con quienes saben interpretarlo. El significado de los santuarios y las imágenes revelan la realidad y cosmovisión de cada época histórica y su mundo, que aún enriquece nuestro mundo contemporáneo. La sobreposición sistemática de símbolos y edificios de los poderes o su sustitución siguiendo un trazo previo, reviste valores culturales distintos, de aquello que se representa por comodidad, transformando el perfil estético y el aspecto plástico de las masas arquitectónicas. Las razones que contribuyeron a la sobreposición sistemática se ligaban al prestigio de ciertos centros que emanaban poder aún después de la conquista. Estos centros fueron fuentes de prestigio, por sus características topográficas, eficientes puntos de referencia y como lugares de ubicación de la propia conquista (Sartor, 1992:24) ³.

Los Santuarios de la virgen de los Remedios de Naucalpan, Estado de México y Cholula, Puebla

Existen dos santuarios dedicados a la virgen de los Remedios en el Altiplano mexicano. El primero, fundado sobre la pirámide de Cholula (Tlachihualtepetl-cerro hecho a mano) Puebla. Y el de San Bartolomé en San Juan Totoltepec, Naucalpan, Estado de México, ubicado al occidente de la cuenca de México. La particularidad de ambos es que se construyeron sobre antiguos lugares de culto con pirámides prehispánicas dedicadas a deidades del agua y la lluvia (el de Puebla) y a dos deidades del maguey y el pulque: Mayahuel y Totoltecatl en el cerro de Totoltepec de Naucalpan. La primera ampliamente representada como la madre creadora en los antiguos códices mesoamericanos. Y el segundo se pintó como uno de los innumerables dioses del pulque en los códices Tudela del Rey y Magliabechiano. Es importante anotar que en Cholula no existe aparentemente la relación maguey-Virgen de los Remedios en la iconografía de la santa imagen, pero hay que recordar la existencia del mural de bebedores que se pintó en una de las etapas constructivas del antiguo Tlachihualtepetl. Este mural data del año 200 d.n.e., y es el único dedicado a la ingestión ritual de pulque, lo cual podría tener una relación simbólica de larga duración con las deidades del pulque, los mantenimientos y el culto a la Virgen de los Remedios en épocas posteriores, lo cual vincularía a ambos santuarios e imágenes con el culto a las deidades del maguey y los mantenimientos.

Antes del culto en Puebla y México, sabemos que en Yucatán se estableció la primera Diócesis en México en 1518, con la aprobación del Papa León X ⁵. Durante la invasión española, se tiene referencia de por lo menos dos pequeñas esculturas de la virgen de tamaño pequeño. Se trata de la conquistadora, que menciona Bernal Díaz del Castillo y Hernán Cortés. Se menciona que al llegar a Tenochtitlan, convencen al gobernante mexica en turno para colocar a un lado de Huitzilopochtli a la virgen española. Aunque también, tenemos que considerar la existencia de otras imágenes arzoneras (que viajaban con los militares en sus incursiones) tales como la escultura de la virgen conquistadora que aún existe en el templo de San Francisco, Puebla ubicada sobre el cofre de plata que contiene el cuerpo incorrupto de San Sebastián de Aparicio en Puebla. Por lo que pienso, fueron por lo menos dos imágenes de la virgen conquistadora que posteriormente se llamaron de los Remedios. Una que Cortés les regaló a los Tlaxcaltecas incondicionales, que después entregaron a los franciscanos de Puebla, y la que se encontró bajo una planta de maguey el cacique de San Juan Totoltepec en 1528 en las inmediaciones de Naucalpan como lo anotan los Anales de San Juan Tlilhuaca de la región de Azcapotzalco ⁶.

Las primeras referencias de la virgen de los Remedios en la cuenca de México

La primera referencia sobre el descubrimiento de la escultura de la Virgen de los Remedios, la encontramos en los Anales de San Juan Tlilhuaca, de la región de Tlatelolco-Azcapotzalco, estos anales son también conocidos como Anales de Juan Miguel, los cuales narran hechos relevantes de los años de 1519 a 1662 (Monjars et. al, 1989, Vol. I: 255-260). En este documento, se escribió en náhuatl: "1528 Nican Ipan monexti tzino cihuapilli Totoltepec. 1528 Apareció la reina la niñita de Totoltepec".

Respecto a la existencia de la primera ermita dedicada a la virgen de la victoria (posteriormente llamada de los Remedios) tenemos la siguiente información: Avalando la antigüedad y construcción y culto de la Ermita de los Remedios, encontramos por las dichas actas de cabildo que para el año de 1528 ya se tomaba como referencia la existencia de la Ermita. Así en la sesión de cabildo de la ciudad de México del 31 de julio de ese año, se hace concesión de un sitio a uno de los ciudadanos precisamente en el rumbo de los Remedios. En este día a pedimento de Alonso de Villanueva, los dichos señores le hicieron merced de un sitio redondo que se dice Ecueco ⁷ que está en términos de Tacuba, junto a la Ermita de Nuestra señora de los Remedios, yendo a la Ermita sobre la mano derecha, que en lo alto de él están unas casillas. Y con todos los árboles que están en dicho claro para que pueda hacer huerta o viña. Y así mismo le hicieron merced, que junto a dicho cerro en la parte de abajo, puede poner un asiento de ovejas sin perjuicio de las tierras y labranzas de los indios. Y mandáronle dar título de ello en forma, con tanto que si algún señor de la tierra tiene derecho a las dichas casas o huertas, que lo compre y lo pague y traiga certificación de la ciudad (Miranda Godínez, 2001:42) ⁹.

Es importante mencionar que esta primera ermita se construyó sobre un antiguo Cu (templo; pirámide) del cerro Totoltepec, aunque en la época actual no se observa ningún dato arqueológico que así lo corrobore. Por otro lado, existe un sitio arqueológico a 500 m en línea recta hacia el noreste del santuario de Naucalpan, que lo he identificado con el sitio ceremonial denominado por las fuentes históricas como Otoncalpulco, actualmente. En este sitio arqueológico, aún es posible observar un gran petrograbado de la época del Epiclásico (650-850 d.C), el cual puede estar relacionado con un posible significado astronómico y con la observación y culto a Venus (Rivas Castro, 1997a) ¹⁰. Este lugar (cerro Moctezuma), puede corresponder al descrito por varias fuentes históricas, donde se resguardaron los españoles en su huida hacia la región de Teocalhueyacan (hoy Tlalnepantla) después de la derrota que les infligieron los mexicas.

El culto a la virgen de los Remedios en Cholula, Puebla

Existen referencias gráficas tempranas relativas al establecimiento del culto a la Virgen de los Remedios, se trata del Códice de San Juan Cuauhtlancingo ¹¹ ¹², perteneciente a la feligresía de San Pedro Cholula, Puebla (Starr, 1899) ¹⁹. Este lugar está muy cerca del Tlachihualtepetl (pirámide de Cholula, donde se edificó el santuario dedicado a la santísima imagen). El contenido central está dedicado a exaltar la ayuda brindada por los nobles guerreros locales durante las incursiones bélicas hacia el altiplano central mexicano, el servicio prestado para tratar de convertir al cristianismo a los pueblos conquistados y procurar su bautismo, bien por medio de la persuasión y en otras ocasiones por la fuerza. Si hacemos énfasis a esta situación podemos plantear la hipótesis de que la primera imagen arzonera de la virgen Conquistadora que Hernán Cortés entregara a unos Tlaxcaltecas sea probablemente en este lugar, dados los servicios prestados al conquistador. Sabemos que esta pequeña imagen de la virgen se encuentra actualmente en el templo de San Francisco en la capital de Puebla. Cuauhtlancingo se ubica a 6 Km en línea recta de la pirámide, también se ubican al NE los pueblos de Tecuanipa, Malacatepec, y Xaliztintla, que fueron gobernados por el Señor Tepoztecatzin en tiempos de su gentilidad. Con respecto a la virgen, se anotó en la descripción del códice lo siguiente: "......Esta purísima Virgen que veis aquí es la que trajo Don Fernando Cortés, Marqués del Valle, y lo que se dignó ilustrar con la luz del evangelio a los que estábamos sumergidos en las tinieblas de la idolatría, ella es la misma que no pocas veces se dejaba ver en el aire y entre las nubes y nos ayudaba cuando teníamos necesidad de pelear, y convertir a la fe a algunos pueblos; y cuando llegábamos a conseguirlo, en acción de gracias, y para que su hijo santísimo bendijera a los nuevos creyentes. La sacábamos en procesión pública, y entonces yo le formaba un ramillete de flores de la tierra que tengo y se le puso por nombre Acatopitlan, por que estas flores las destiné exclusivamente para esta hermosa virgen llamada por Don Fernando Cortés, Marqués del Valle: La virgen conquistadora, la virgen de los Remedios...".

Según Starr (op.cit:36). Tal vez aquí se originó el culto y la devoción de la imagen que tenían los cholultecas y que se veneraba en el templo cristiano edificado en la cima de la pirámide del Tlachihualtepetl. Aunque también informa que la primera imagen de la virgen conquistadora se encontraba en la iglesia de Santa Clara en Puebla, basándose en un opúsculo de Don Joaquín Alsabe, que fue cura de la feligresía de Cholula. Aunque Sarmiento Tepoxtecatl (2009) ¹⁸ informa que el códice de Cuautlancingo es una copia pintada entre 1650-1700 (Mediados del siglo XVII o principios del siglo XVIII) ¹⁹ también refiere que puede ser una copia de documentos más tempranos del siglo XVI, lo cual es muy probable. Yo estoy de acuerdo respecto a esa antigüedad, al igual que Noguez en su estudio sobre la identificación de Doña María Ilamatecuhtli de Tenanquiyahuac (2006: 6-23) ²⁰.

Como lugar de culto, Cholula, tiene una profundidad histórica reconocida, al igual que la del cerro de San Juan Totoltepec, Naucalpan. George Kubler (1968:115) considerando la orientación actual de Cholula ha comentado lo siguiente: "Por lo menos tres diferentes ejes de orientación aparecen en Cholula, la cuadrícula misma se halla 17 fuera de los puntos cardinales, en el sentido de las manecillas del reloj, al igual que en sitios precolombinos como el de Teotihuacan". Autores más recientes como Tichy (1974; 1976) ²¹ al hacer referencia a la orientación de templos prehispánicos; trazo de ciudades, de campos de cultivo y templos cristianos coloniales y al referirse a la orientación del cristiano ubicado en la punta de la pirámide de Cholula, encontró un valor que oscila entre los 25-26 al este del norte. Que la vinculan al grupo de estructuras que tienen importante asociación con la observación solar en equinoccio de invierno. Kubler anotó en un trabajo temprano sobre Cholula que la orientación general de la ciudad antigua, coincide con la de Teotihuacan: "Las plataformas piramidales están colocadas sobre la línea del solsticio del sol del 21 de junio, con objeto de marcar la vuelta del año, cuando los días son más largos" (op.cit:116). Respecto a la importancia del santuario de Cholula como lugar de peregrinación, Kubler anota lo siguiente: "Al este de la cuenca de México, el principal punto de peregrinación fue Cholula que tenía una gran pirámide hecha a mano Tlachihualtepetl-, la cual existió por siglos como la casa del dios de la lluvia, ahí asistían señores de otros reinos a confirmar a sus gobernantes". Las Casas (1967, I:262) describió a Cholula como "La madre de la religión en toda la Nueva España" y Gabriel de Rojas en 1581, la comparó con Roma y la Meca ya que los peregrinos venían desde 100 a 200 leguas a la redonda (Rojas 1927:62) ⁴. El templo de Quetzalcoatl de Cholula adquirió más importancia en la era del Postclásico cuando se conmemoraba el nacimiento y la muerte del hombre dios que atraía bastante a la adoración de tan trascendente figura del siglo décimo (1985: 313-316) ²².

La veneración de las dos pequeñas esculturas; la de Naucalpan y la de Cholula, bajo apariencias de culto cristiano, permitió que sobrevivieran viejas creencias donde se sincretizaron antiguas deidades prehispánicas con nuevas advocaciones de santos y vírgenes. Esta estrategia, les permitió a los nativos no ser centro de observación y castigo de los extirpadores de idolatrías, esta situación los volvió invulnerables a la observancia de ortodoxia del culto cristiano.

Reflexiones sobre las fiestas

Si consideramos la fiesta como un texto o drama cultural en la que los protagonistas comunican en un lenguaje ritual ²³ , que constituye información acerca de su cosmovisión (percepción del mundo), como reflejo del orden social, mediante el cual actúan sobre su universo cultural y material ²⁴. En las sociedades clasistas, los fenómenos culturales son multifacéticos, sus manifestaciones se expresan de manera comunitaria, dividiendo sus funciones ideológicas y sociales. Así, los factores de clase, etnia y localidad transforman las formas culturales, incluso, en instituciones hegemónicas como el catolicismo romano, donde experimentan un proceso de localización y diferenciación según las necesidades de las diferentes clases sociales. En las fiestas patronales como las de la virgen de los Remedios en Naucalpan y Cholula, son manifestaciones de religiosidad popular y creaciones culturales de varias clases sociales, resultante históricamente hablando de la confluencia entre el catolicismo popular español y las religiones indígenas precolombinas (Giménez, 1979:13) ²⁵. Para analizar las fiestas ya sean prehispánicas o contemporáneas, es necesario tomar en cuenta su ubicación en las estructuras de clase y de poder, para conceptualizarlas como fenómenos ideológicos que surgen y se reproducen dentro de un proceso histórico. La fiesta de la Virgen de los Remedios, así como otras manifestaciones de religiosidad popular, reside en su contenido sociopolítico y en las implicaciones de los valores sociales y morales que encuentran su expresión simbólica de manera ritual. La religiosidad popular se caracteriza por una exuberancia ceremonial comunitaria, donde participa el pueblo, bajo la autoridad de sus oficiales laicos tales como: mayordomos, generales y capitanes de danza y líderes urbanos autónomos del control pastoral (como los grupos de danza de concheros).

Es bien sabido que desde la época prehispánica, las celebraciones, fiestas y sistemas de cargos, tuvieron un papel de gran importancia, en la religión, la política y la economía. La fiesta es un conjunto de rituales y ceremonias formalmente dirigidas a lo sobrenatural, pero arraigadas en estructuras materiales, mediante las cuales la gente transmite su percepción de la realidad, con el objeto de transformarla, aunque sea por un momento. De esta manera, la fiesta se transforma en una cuestión de poder que se relaciona con la producción, circulación y consumo de mercancías y símbolos en los cuales los distintos grupos que intentan legitimar o cuestionar sus proyectos y relaciones (Masferrer y Boege, 1986). La fiesta es una forma de intercambio cultural y simbólico entre las tradiciones, grupos populares, instituciones y niveles superiores de la sociedad y los poderes sobrenaturales. En este contexto, considero que los sitios de culto (los Santuarios) y las imágenes poseen una naturaleza dialéctica, ya que vinculan existencialmente, a pueblos campesinos, obreros, corporaciones de oficios, con otros sectores de la sociedad, en cuanto a la lealtad, la fe y las creencias representados por el símbolo religioso de la virgen de los Remedios, como culto central, que provee un espacio de cuestionamiento e impugnación a las estructuras dominantes.

Algunas reflexiones

La realidad profunda de la mentalidad indígena se ha conservado durante siglos, y en la actualidad se siguen resignificando elementos de raíz prehispánica que permanecen en ambas fiestas. La de Cholula y la de Naucalpan, las cuales siguen conservando los citados elementos. El culto mariano en el altiplano mexicano, se sincretizó básicamente con las deidades de los mantenimientos, los dioses del aire, el agua, la lluvia, manantiales y lagos, así como con las múltiples manifestaciones de los dioses del pulque, a los cuales se les veneraba en la época de la recolecta de cosechas en la parte alta de los cerros naturales y en los artificiales (p.e, en el Tlachihualtepetl y el Otoncalpulco) en Cholula, Puebla, y Totoltepec en la cuenca de México. Por otro lado, se han mantenido las liturgias básicas de vigilias, ayunos, procesiones, peregrinaciones, danzas y múltiples ofrendas, matizadas con antiguos trajes, danzas y actitudes de raigambre indígena, reflejadas en la fiesta patronal que se verifican en ambos santuarios todos los años del 1 al 8 de septiembre.

Bibliografía

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-- Kubler, George Las Peregrinaciones precolombinas en Mesoamerica, in Pre-Columbian Pilgrimages in Mesoamerica. En Fourth Round Table of Palenque, edited for M. Greene Robertson, pp. 313-316, 1985.
-Mac Cafferty, Geofrey G Mountain of Heaven, Mountain of Earth: The great Pyramid of Cholula, and sacred Landscape, in Landscape and Power in Ancient Mesoamerica. Rex Koontz, Kathryn Reese-Taylor, Anabeth Hendrick, editors, West view Press a member of the Perseus Book Group. USA, 2001, pp.279-316.
-Masferrer, Elio y Eckart Boege Presentación, en Religión Popular, Hegemonía y Resistencia. Eckart Boege et al edits, Cuadernos de trabajo, No.6, ENAH, México, 1986.
-Miranda Godínez, Francisco Dos cultos fundantes: Los remedios y Guadalupe (1521-1649). Historia documental. El Colegio de Michoacán, México, 2001.
-Noguez, Xavier Cosmovisión, género y poder. El códice de Cholula y doa María Ilamatecuhtli de Tenanquiyahuac, en Expresión Antropológica, Nueva Época, No 26, enero-abril de 2006, pp. 6-23, Estado de México.
-Relación Geográfica de Cholula. En: Relaciones Geográficas del siglo XVI, Tlaxcala, Tomo segundo. Edición de René Acuña, UNAM, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Etnohistoria, serie Antropología, No. 59, México, 1985.
-Rivas Castro, Francisco Un petrograbado con posible significación astronómica en el Otoncalpulco, Naucalpan, Estado de México, en Cuicuilco Revista de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Nueva Época, Vol, 5, No 12, enero-abril, pp.109-126. 1997a.
-Sarmiento Tepoxtecatl, Florentino Breve Historia del Códice Cuautlancingo Versión html del archivo: [http://whp.uoregon.edu/mapas/mapadecuauhtlantzinco/BreveHistoria.doc](http://whp.uoregon.edu/mapas/mapadecuauhtlantzinco/BreveHistoria.doc). 2009.
-Mario Sartori Arquitectura y Urbanismo en Nueva España, siglo XVI. Colección Arte Novohispano, Editorial Azabache, México, 1992.
-Seler, Eduard The Mexican Painting of Cuautlancingo. Seler Collected works in Mesoamerica Linguistics and Archaeology. Laberyntos, 1990, Vol. I.
-Starr, Frederick The map of Cuautlancingo or Códice Campos. University of Chicago Press, Depth of Anthropolology, Bulletin, III, 1898.
-Tichy, Franz Explicación de las Redes de Poblaciones y terrenos como testimonio de la ocupación y la planificacin del Altiplano Central en el México Antiguo. Comunicaciones del Proyecto Puebla-Tlaxcala, No. 11, 1974, pp. 41-52, México.
-Orientación de las pirámides e Iglesias del altiplano en: Sobretiro de Comunicaciones, Fundación Alemana para la Investigación científica del Proyecto Puebla-Tlaxcala, México, IV, 1976.

Anotaciones al pie de página

1.  Arqueólogo, Maestro en Historia y Etnohistoria y Dr. En Antropología, Investigador titular de la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH, Docente de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de 1989 a la fecha. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel, 1. Ponencia presentada el 22 de septiembre de 2014, en el II Encuentro de Etnografía de las religiones, Santuarios y Peregrinaciones, BUAP, Facultad de Filosofía letras y Colegio de Antropología Social, Puebla.
2.  El Santuario es un lugar santo en el que el hombre se encuentra con lo numinoso, lo sobrenatural y la divinidad. Los santuarios implican el concepto de separación, idea que encontramos en el concepto santo, que implica estar guardados, para evitar la profanación. Son lugares inviolables que luego se transforman en venerables; es decir, lugares en los que se adora, se venera a la divinidad. En la teofanía o hierofanía, el hombre constituye un culto, que a su vez está conformado por ritos (Diez Taboada, 1989:268-281).
3.  Mario Sartori Arquitectura y Urbanismo en Nueva España, siglo XVI. Colección Arte Novohispano, Editorial Azabache, México, 1992.
4.  Así lo consignó Gabriel de Rojas en la Relación Geográfica de Cholula (Acuña, 1985:132).
5.  Mariano Cuevas, Historia de la Iglesia en México. Editorial Patria, México, 1946.
6.  Anales de Juan Miguel (Anales de Tlaltelolco y Azcapotzalco, 1519-1662), Preparado junto con Byron Mac Afee, publicado como se conserva en el Archivo Barlow de la UDLA, Puebla, carpeta 208, pp. 2-18, en Obras de Robert H Barlow, vol., 2. Tlatelolco, Fuentes e Historia, editado por: J Monjars Ruiz, Elena Limón, María de la Cruz Paílls, INAH-UDLA, 1989, México.
7.  Es importante aclarar que en la paleografía de esta acta de cabildo se lee Ecueco-en el lugar del aire- (Rivas Castro, 1997a).
8.  Efectivamente, es un cerro redondo como se representó en el plano de la región de Tacuba del siglo XVIII, publicado por Emma Pérez Rocha, 1978.
9.  Francisco Miranda Godínez Dos cultos fundantes: Los Remedios y Guadalupe (1521-1649). Historia documental. El Colegio de Michoacán, México, 2001.
10. Francisco Rivas Castro Un petrograbado con posible significación astronómica en el Otoncalpulco, Naucalpan, Estado de México, en Cuicuilco Revista de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Nueva Época, Vol, 5, No 12, enero-abril, pp.109-126. 1997a.
11. El Códice de Cuautlancingo fue pintado con colores de aceite sobre papel europeo en la segunda mitad del siglo XVII (1650) o durante el XVIII (1700), (Bandelier, 1884; Glass, 1964; Wood, 2003).
12. De acuerdo a los datos ofrecidos por Frederick Starr en 1898. Existían dos documentos independientes, el primero contenía 27 hojas colocadas en 3 filas horizontales con 27 escenas y 29 textos escritos en Náhuatl, al margen exterior se hallaba la traducción al español.
13. El segundo documento contenía 17 hojas, seguramente colocadas por Campos, sobre un cuadro.
14. De éstas, 13 eran copias del primero y las 4 restantes son copias de unas originales que no aparecen en el primero.
15. El contenido central esta dedicado a exaltar la ayuda brindada por los nobles guerreros locales durante las incursiones bélicas hacia el altiplano central mexicano, el servicio prestado para tratar de convertir al cristianismo a los pueblos conquistados y procurar su bautismo, bien por medio de la persuasión y en otras ocasiones por la fuerza.
16. Otros pasajes reiteran su propia conversión, bautismo y valor que los llevaron a recibir un escudo de armas a través de una Cédula Real, y tierras.
17. La autoría del documento se atribuye al príncipe Tepoztecatl, al parecer máxima figura de poder dentro de la comunidad.
18. En las imágenes contenidas aparecen los principales caciques de Cuautlancingo: Cacalotl, Cencamatl y Sarmiento.
19. Además se hace referencia, mediante texto en náhuatl e imágenes a los conquistadores: Señor Don Fernando Cortés, Bernal Díaz del Castillo y Pedro de Alvarado. También aparece el Hueytlatoani de México-Tenochtitlan, Moctezuma, capturado y llevado en andas por Chalco.
20. Los nobles guerreros de la región, Citlalpopocatzin y Mecamitzin o Ytzcamitzin (Starr, 1898), se muestran como personajes conversos y fieles ayudantes de los españoles.
21. Matlaquelletzin (la que teje la vestimenta de los caciques). Y finalmente, Tecpazotzin, según se muestra en la copia de Tulane, Teopaxotzin en el texto de Starr y Tecpaxotzin en la traducción de Campos de la BNAH, actor que se resistía a convertirse al cristianismo, pero que finalmente accede. Todos estos protagonistas desarrollan sus actividades en los lugares más importantes en el documento, y que geográficamente han sido identificados en el estado de Puebla: Tecuanipan, Malacatepec y Xalitzintla, pueblo donde se extendió la merced y cédula real de Cuautlancingo.
22. En Quimixtlan, Tlaxcala, se despidieron los españoles de los guerreros Cuautlancingas antes de salir hacia Europa.
23. Se hace alusión a Tlamimilolpan en el estado de México, y Chalco se representa como los límites del poderoso monarca, Moctezuma.
24. Jalapa, Veracruz, fue el sitio donde se encontraron las huestes españolas y la nobleza local después de haber desembarcado en el Golfo de México, para posteriormente servir como guías en las expediciones bélicas hacia el altiplano central.
25. También son mencionados pequeños poblados aledaños y lugares cercanos. Por las escenas ahí contenidas, el documento ha sido catalogado como parte de los códices históricos (Glass, 1964).
26. Pero de acuerdo a la temática general es fácil reconocer que los habitantes de Cuautlancingo, necesitaban sustentar el apoyo dado a los españoles, y de ese modo solicitar a la corona española la posesión de tierras.
27. Dicho de otra manera, en el códice se hace hincapié en reiteradas ocasiones, la repartición de tierras del que fueron objeto, por nuestro valor y por que creímos en dios.
28. Xavier Noguez Cosmovisión, género y poder. El códice de Cholula y Doña María Ilamatecuhtli de Tenanquiyahuac, en, Expresión Antropológica. Nueva Época, No.26, enero-abril de 2006, Gobierno del Estado de México, Subdirección de Rescate y Conservación, Toluca, México, pp.6-23.
29. En Cholula se veneraba a Quetzalcoatl como advocación de 9 lluvia Chiconahui quiahuitl, uno de los nombres de Tlaloc según Caso (1961:95).
30. Posteriormente, al cambiar el culto, se edificó el templo dedicado a Ehecatl-Quetzalcoatl- (Serpiente emplumada; el viento).
31. Es importante mencionar que según las representaciones del Tlachihualtepel (la gran pirámide) en la Historia Tolteca-Chichimeca, se relaciona a un sapo o rana que se pintó en la cima de la pirámide.
32. Es interesante anotar que Mac Cafferty (2001: 279-316) y Noguez (2006: 6-23), proponen que existe un nombre calendárico bajo el sapo-rana: 7 flor, tema por demás interesante que retomaré en una extensión de la investigación que sobre las deidades de Cholula, estoy realizando.
33. Quetzalcoatl-Ehecatl se concebía como transportador de las lluvias benéficas para los cultivos, y elemento primordial para el surgimiento, desarrollo y madurez de los mantenimientos en la época prehispánica, también asociado a la bóveda celeste y a las deidades diurnas, como aparece en relación con Yohualli Ehecatl en una de las páginas del códice Borgia y el Vaticano B.
34. Franz Tichy Explicación de las Redes de Poblaciones y terrenos como testimonio de la ocupación y la planificacin del Altiplano Central en el México Antiguo. COMUNICACIONES DEL PROYECTO Puebla-Tlaxcala, No. 11, 1974, pp. 41-52, México.
35. Orientación de las pirámides e Iglesias del altiplano. Sobretiro de COMUNICACIONES de la Fundación Alemana para la Investigación científica del Proyecto Puebla-Tlaxcala, México, IV, 1976.
36. George Kubler Las Peregrinaciones precolombinas en Mesoamerica, in Pre-Columbian Pilgrimages in Mesoamerica. En Fourth Round Table of Palenque, edited for M. Greene Robertson, pp. 313-316, 1985.
37. Retomo la propuesta de Bloch quién conceptualiza a los rituales como procesos dialécticos con una estructura dual, asimétrica jerarquizada, son parte de los procesos sociales que reproducen la ideología las jerarquías y asimetrías de los sistemas de clasificación que estructuran una cultura.
38. Los procesos rituales siempre deben estudiarse desde la Etnografía y la Historia. Reconstruyendo las transformaciones que experimenta un sistema ritual. A largo plazo, se pueden distinguir los elementos que se van adaptando a diferentes circunstancias, a través de la identificación de los elementos estructurales que permanecen relativamente constantes a través del tiempo, lo cual constituyen las prácticas que fundamentan una cultura (Bloch, 1986: 11 y 194), que facilita la experiencia colectiva de unir una tradición ancestral ininterrumpida (Good, 1994).
39. Considerando que los dramas culturales, más bien constituyen una ideología distribuida y controlada por agregados sociales determinados de acuerdo a una posición en una estructura sociopolítica y económica.
40. Gilberto Giménez Cultura Popular y Religión en el antiguo Anáhuac. Centro de estudios Ecuménicos, México, 1976.


Eugenio Amézquita Velasco

-La ruta de Hidalgo no es sólo historia militar: es símbolo patrio, geografía viva y memoria compartida por pueblos y regiones.  
-Catorce estados están ligados al paso del prócer; su tránsito físico se convirtió en emblema de unidad nacional y conciencia popular.  
-El itinerario insurgente y prisionero abarca 318 días; cada tramo revela decisiones, errores, gestos y silencios del caudillo.  
-La ruta es propuesta abierta: se corrige, se debate, se reconstruye con fuentes, inferencias y crítica historiográfica rigurosa.  
-El paisaje, el clima y el encierro influyeron en Hidalgo; su andar fue también reflexión sobre su vida, su causa y su legado.

La ruta que recorrió Miguel Hidalgo y Costilla, tanto como insurgente como prisionero, posee un valor emblemático que trasciende la historia militar o la biografía personal. Es una geografía simbólica que vincula al prócer con cada lugar por donde pasó, desde ciudades hasta rancherías. 

Haya hecho algo relevante o simplemente transitado, su paso basta para ser consignado. A pesar de las críticas de Alamán y sus seguidores, Hidalgo permanece como símbolo de la independencia, y los sitios de su itinerario participan de ese mito nacional.

Si se enumeran los estados actuales que corresponden a los territorios por donde pasó Hidalgo, se cuentan catorce: Guanajuato, Michoacán, México, Distrito Federal, Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas, San Luis Potosí, Nuevo León, Coahuila, Durango y Chihuahua, además de Querétaro por la conspiración y Colima por su labor como párroco. 

Muy pocos personajes históricos están ligados a una geografía tan extensa. Benito Juárez es otro. Esta amplitud territorial ha contribuido a que figuras como Hidalgo sean reconocidas no sólo por sus acciones, sino por haber pisado físicamente gran parte del país, convirtiéndose en emblemas de unidad nacional.

El itinerario aquí presentado está calendarizado día por día. No se trata de la ruta de todos los ejércitos insurgentes, ni siquiera de la de Allende, que no siempre coincidió con la de Hidalgo. Se sigue la ruta del caudillo, con ejército o sin él. En muchos casos hay fuentes suficientes para asegurar el tránsito en determinada fecha; en otros, sólo inferencias, sobre todo en los tramos del norte. Por ello, esta ruta se propone como abierta a correcciones y precisiones.

En algunos casos, se discrepa de versiones anteriores que sirvieron para colocar estelas con cabeza de águila y la inscripción “Ruta de Hidalgo”. El ejemplo más notable es el trayecto de Aculco a Valladolid, donde se propone una nueva interpretación sustentada en fuentes especializadas. 

La mayoría de los días del itinerario incluyen algún evento relacionado con Hidalgo, desde hechos relevantes hasta acciones menores como la expedición de boletas rubricadas. Estos detalles, aunque aislados, permiten ubicarlo en tiempo y espacio, y revelan aspectos poco atendidos del movimiento.

La ruta abarca 318 días: 187 como insurgente, de Dolores a Baján, y 131 como prisionero. Esto representa un 58.8% del tiempo como líder y 41.1% como cautivo. Aunque menor, el tiempo como prisionero es significativo y plantea el problema de su prolongada ejecución, así como la escasez de datos sobre esa etapa. 

Dentro de su fase insurgente, se distinguen dos momentos: con mando supremo, de Dolores a Pabellón, y sin mando. En esta etapa se observan las oportunidades del movimiento y su aprovechamiento o descuido por parte de Hidalgo, destacando su larga estancia en Guadalajara.

La ruta, aunque termina en el fusilamiento del protagonista, provocó una herida mortal en la dominación española, como señaló Edmundo O’Gorman. A partir de ella se abren nuevas investigaciones y rutas, pues la prolongación del movimiento se debió a una estrategia propia de Hidalgo: nombrar comisionados en los cuatro puntos cardinales. Ellos y sus sucesores fueron el relevo hasta la consumación de la independencia.

Como fenómeno geográfico, la ruta plantea el condicionamiento espacial del movimiento y de la vida misma de Hidalgo. Las regiones de la cuenca del Lerma, la subcuenca del río La Laja, el Bajío, la sierra minera de Guanajuato, las comarcas entre las intendencias de Guanajuato y Valladolid, las montañas entre esta última y la de México, el alto Lerma y el valle de Toluca, y la sierra de Las Cruces —escenario de batalla y actor climático— fueron determinantes. Su elevación, el viento y el frío de noviembre contribuyeron a la deserción de muchos insurgentes habituados a climas más benignos.

En cuanto al proceso psicológico de Hidalgo, los trayectos del norte —montañas áridas, desiertos, oasis— le ofrecieron otra perspectiva del movimiento, de su papel y de su vida. El camino a Chihuahua como prisionero y los meses en el calabozo le propiciaron una reflexión sobre logros, fracasos, excesos y faltas, no sólo del movimiento, sino de sus 58 años de existencia. #MetroNewsMx #GuanajuatoDesconocido


Eugenio Amézquita Velasco

-Los líderes insurgentes intensifican reuniones secretas en Querétaro, Dolores y San Miguel el Grande rumbo al levantamiento.  
-Josefa Ortiz de Domínguez organiza tertulias encubiertas; el corregidor comienza a sospechar del alcance conspirativo.  
-Hidalgo instruye a artesanos y campesinos en Dolores; Allende y Abasolo reclutan hombres y armas en San Miguel el Grande.  
-El virreinato aún no detecta el plan, pero los criollos ya coordinan rutas, mensajes y puntos estratégicos para el alzamiento.  
-Riva Palacio y Alamán coinciden: el 27 de agosto fue decisivo, aunque sin proclamas, la conspiración ya estaba en marcha.

A 215 años del día en que México se encontraba al borde de su transformación histórica, los registros de México a través de los siglos, dirigida por Vicente Riva Palacio, y Historia de Méjico, escrita por Lucas Alamán, permiten reconstruir con precisión lo que sucedía el 27 de agosto de 1810. Aunque no hubo batallas ni proclamas públicas, los líderes insurgentes ya estaban en plena actividad conspirativa, preparando el levantamiento que estallaría semanas después.

En Querétaro, las reuniones secretas se intensificaban en casa del corregidor Miguel Domínguez y su esposa, Josefa Ortiz de Domínguez. Disfrazadas como “academias literarias”, las tertulias reunían a criollos decididos a romper con el régimen virreinal. Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Abasolo y José Mariano Jiménez mantenían comunicación constante con Miguel Hidalgo, quien desde Dolores comenzaba a preparar a sus feligreses para la insurrección.

Según México a través de los siglos, Hidalgo impartía clases de filosofía y ética, y hablaba de justicia y libertad con artesanos y campesinos. Allende y Abasolo, por su parte, organizaban la logística militar en San Miguel el Grande, reclutando hombres y reuniendo armas rudimentarias. La fecha original del levantamiento era octubre, pero los preparativos ya estaban en marcha.

Lucas Alamán, en *Historia de Méjico*, ofrece una visión más crítica. Señala que el movimiento carecía de estructura sólida y que los líderes actuaban por ambición más que por proyecto político. Sin embargo, reconoce que para finales de agosto, la conspiración ya había sido detectada por algunos funcionarios, aunque sin intervención formal. Alamán destaca la imprudencia de Josefa Ortiz al permitir reuniones en su casa, lo que facilitaría su posterior denuncia.

El virrey interino Francisco Javier Lizana y Beaumont aún no había tomado medidas, y el nuevo virrey, Francisco Javier Venegas, no asumiría el cargo sino hasta septiembre. Mientras tanto, en el Bajío, las ciudades de Guanajuato, Celaya y San Miguel el Grande respiraban efervescencia política. Los criollos, excluidos de los altos cargos, veían en la crisis europea una oportunidad para reclamar autonomía.

La vida cotidiana seguía marcada por celebraciones religiosas, cosechas rurales y ferias locales. Pero bajo esa aparente normalidad, los líderes insurgentes tejían la red que daría paso al Grito de Dolores. El 27 de agosto fue un día de silencio estratégico, donde la conspiración se afianzó y los actores clave se comprometieron con la causa.

En Dolores, Hidalgo mantenía su papel como párroco, pero ya había comenzado a utilizar su influencia para formar conciencia entre sus feligreses. Se reunía con comerciantes, artesanos y campesinos, hablándoles de los abusos del régimen colonial y de la necesidad de un cambio. En San Miguel el Grande, Allende y Abasolo trabajaban en la organización de las tropas, identificando simpatizantes y asegurando rutas de comunicación.

En Querétaro, Josefa Ortiz de Domínguez se convertía en pieza clave. Su casa era el centro de operaciones, y ella misma se encargaba de coordinar mensajes entre los distintos nodos de la conspiración. Su esposo, el corregidor Miguel Domínguez, comenzaba a sospechar del alcance de las reuniones, aunque aún no había denunciado formalmente la actividad.

La conspiración, aunque aún secreta, comenzaba a mostrar signos de expansión. En Celaya, Guanajuato y otras ciudades del Bajío, los rumores sobre una insurrección circulaban entre los sectores populares. La vigilancia por parte de las autoridades virreinales se intensificaba, y algunos correos eran interceptados, lo que obligó a los conspiradores a extremar precauciones.

En el plano cultural, agosto era tradicionalmente un mes de celebraciones religiosas en honor a la Asunción de la Virgen. Las parroquias organizaban procesiones y misas solemnes, y los mercados se llenaban de productos agrícolas. En Dolores, Hidalgo participaba en estas actividades, pero también aprovechaba para promover lecturas ilustradas entre los jóvenes. Su biblioteca incluía obras de Rousseau, Voltaire y Montesquieu, que influían en su pensamiento político y social.

En el plano científico, no se registran descubrimientos relevantes en esa fecha, pero es importante señalar que Hidalgo mantenía una pequeña red de intercambio intelectual con otros sacerdotes ilustrados. Estas conversaciones, aunque discretas, contribuían a la formación de una conciencia crítica entre los criollos.

Ambas obras coinciden en que el 27 de agosto de 1810 fue un día de actividad conspirativa intensa, aunque sin hechos públicos. Los líderes estaban en sus respectivas ciudades —Hidalgo en Dolores, Allende en San Miguel, Josefa en Querétaro— y mantenían comunicación secreta. La fecha marca el punto de máxima tensión antes del estallido, que ocurriría el 16 de septiembre.

A 215 años de distancia, ese día representa el umbral de la insurrección. Las fuentes coinciden: aunque sin proclamas ni enfrentamientos, la insurrección ya estaba en marcha. México, aún virreinato, comenzaba a despertar. #MetroNewsMx #GuanajuatoDesconocido


J. Jesús Rodríguez Frausto

Edición: Eugenio Amézquita Velasco
Diseño patrocinado por Hotel Posada Chamacuero

-La fundación de Comonfort (Chamacuero) ha sido malinterpretada. Varios autores dan fechas y detalles erróneos, evidenciando anacronismos históricos.
-El Dr. José Guadalupe Romero afirmó que la fundación de Chamacuero fue en 1561 para frenar ataques indígenas a frailes franciscanos.
-Don Pedro González dice que Chamacuero ya existía como una aldea chichimeca-tarasca, siendo fundada para españoles en 1572.
- La fecha de fundación, el 1º de enero de 1572, es incorrecta. Ningún virrey de apellido Velasco gobernaba en esa época.
-Un pleito en el Archivo General de la Nación revela la historia de la colonización del valle, un conflicto entre indios y herederos españoles.
-En 1543, el virrey Antonio de Mendoza concedió a doña Leonor de Alvarado una merced de tierra para una estancia en Chamacuero.
-Cristóbal de Estrada, mayordomo de doña Leonor, asentó y pobló la estancia con ganado, esclavos negros e indios en 1544.
-En 1570, indígenas de Acámbaro demandaron a los herederos de doña Leonor, alegando su derecho sobre el valle de Chamacuero.
-Los indígenas de San Francisco de Chamacuero se negaron a irse del valle, aun si les quemaban sus casas, mostrando resistencia.
-La sentencia de 1570 absolvió a los indios, permitiéndoles quedarse, pero prohibiéndoles expandir su población en la estancia.

Tal parece que la configuración del terreno determina las dificultades o facilidades que podamos tener para conocer los orígenes de algunas de nuestras poblaciones. Si la topografía es agreste e intrincada, la información del pasado de los asentamientos humanos allí establecidos, presenta no pocas dificultades; no así, los que se encuentran emplazados en las extensas, fértiles y hermosas planicies.

Un ejemplo exuberante de lo que acabamos de decir lo tenemos en nuestro celebérrimo Bajío. Pocas son las poblaciones aquí establecidas que presenten dificultades, para determinar las circunstancias en que surgieron a la vida, y llama verdaderamente la atención el hecho de que hasta ahora los investigadores nos comencemos a dar cuenta de que existe esta riquísima veta de historia guanajuatense.

Entre los autores más conocidos que se han ocupado de Comonfort, antes Chamacuero, tenemos al Dr. José Guadalupe Romero, quien en su obra clásica, dice al referirse a esta población: "Habiendo mantenido muchos años los indios bárbaros emboscados en los cerros que rodeaban Chamacuero y habiendo dado muerte a los religiosos franciscanos Fr. Francisco Doncel y Fr. Pedro Bourgeme, que iban para la villa de San Felipe, el virrey, para evitar estos asaltos, mandó fundar a Chamacuero, por los años de 1561. Se encargaron de la conquista espiritual los padres de San Francisco, y levantaron allí un magnífico convento que parece no llegaron a concluir..." (1).

Don Pedro González, por su parte, al ocuparse del tema, escribe: "Chamacuero, voz del tarasco que significa 'lugar donde se cayó el cercado', ya existía cuando don Francisco de Velasco, caballero comendador de la orden de Santiago, hermano del visorey don Luis, el mozo, por comisión, de éste fundó como presidió o villa de españoles, el día 1º de enero de 1572, porque habiendo causado muchísimos daños a las poblaciones recién establecidas el indio general de los chichimecas Maxorro, se necesitaba hacer cesar sus continuas depredaciones. Parece improbable la tradición de que la Sra.marquesa de Jalpa hubiera cedido el terreno para la ubicación del pueblo, sencillamente porque no existía entonces dicha señora..."(2).

El impacto que causó este autor, todavía no termina, pues otros autores continuaron sustentando su dicho, con más o menos palabras, en lo expresado por el señor González. Fulgencio Vargas, dice al referirse a Comonfort: "Antigua aldea chichimeca-tarasca. La fundación legal se remonta al 1º de enero de 1572, conforme a la cédula real expedida por el virrey don Luis de Velasco, el segundo, quien, al efecto comisionó a su hermano don Francisco, para qué 'fundará un presidio o villa de españoles; porque habiendo causado muchísimos daños a las poblaciones recién establecidas el indio chichimeca Maxorro, se necesitaba hacer cesar sus continuas depredaciones'..." (3).

El historiador Manuel Sánchez Valle, en su estudio geográfico sobre el Estado de Guanajuato, que como el de don Fulgencio, ha sido libro de texto en los centros de enseñanza superior guanajuatenses, escribe al respecto que "el 1º de enero de 1572 se fundó el presidio de Chamacuero -Comonfort - de acuerdo con la cédula expedida por el virrey Luis de Velasco, el primero, para evitar que los pames de la Sierra Gorda, atacaran los convoyes que se dirigían a Zacatecas y asesinaran a los que iban a ellas, con grave perjuicio del quinto de su majestad y de su real servicio..." (4).

La cantidad de errores que desgraciadamente se continúan divulgando, saltan a la vista y hasta se puede decir que agreden. Ninguno de los autores acierta e insisten en consignar notorios anacronismos. Todos sostienen que Chamacuero, hoy Comonfort, se fundó el 1º de enero de 1572, en virtud de una cédula real, expedida por el virrey don Luis de Velasco que, como vemos, unos dicen que fue el primero y otros que fue el segundo, y resulta que en el año de 1572, ninguno de los Luises de Velasco ocupaban el palacio virreinal. Hablan también de don Francisco de Velasco, como hermano de don Luis el mozo, cuando en realidad lo era del viejo y, consecuentemente tío de don Luis segundo.
En cuanto a la categoría de la población, ninguno de los autores acierta, pues mientras unos dicen que Chamacuero se fundó como un presidio o como villa de españoles, otros lo califican de una simple aldea chichimeca-tarasca; mas la realidad es otra, según se desprende de un interesantísimo expediente que se conserva en el Archivo General de la Nación, relativo a un gran pleito, en el que los contendientes fueron los indios de Acámbaro y los de Chamacuero, contra los menores Luis de Moscoso, el joven, y su hermana doña Isabel de Figueroa, hijos y herederos de Luis de Moscoso y de doña Leonor de Alvarado.

Al conjuro de las respuestas que se dieron a las preguntas formuladas en los interrogatorios, presentados por una y otra parte, nos encontramos en condiciones de consignar algunos fragmentos muy importantes de la historia de la colonización del extenso y fértil valle de Chamacuero y en especial, de la estancia de indios, llamada en sus principios San Francisco de Chamacuero. El expediente es algo voluminoso y por lo mismo el investigador ha tenido que trabajar un poco, para seleccionar el material de mayor significación, sin importar su procedencia, que bien pudo ser de origen indígena o bien de origen español.

La versión que dan estos últimos sobre la colonización del valle de Chamacuero, es desde luego un tanto parcial; pero no por ello interesante. Cristóbal de Estrada, por ejemplo, vecino de la Ciudad de México y con 50 años de edad, declaró al respecto, que "por el año de 1543... estando este testigo en casa de doña Leonor de Alvarado, madre de los dichos menores y por mayordomo suyo, se trataba del pleito en esta real audiencia, entre los indios del pueblo de Cuautitlán e la dicha doña Leonor de Alvarado e sus hijos, sobre que se echasen las vacas y yeguas que la dicha doña Leonor y sus hijos, a la sazón tenían en las estancias del dicho pueblo de Cuautitlán".

"Y que a esta sazón, el Ilustrísimo señor visorrey, don Antonio de Mendoza, visorrey e gobernador que fue de esta Nueva España, que es en gloria, presente Hernán Pérez de Bocanegra, encomendero que era del dicho pueblo de Acámbaro, mandó llamar ante sí a este testigo e le dijo, que los dichos ganados que la dicha doña Leonor e sus hijos tenían en las estancias del dicho pueblo de Cuautitlán, no se podían dejar de echar de allí, por el perjuicio que venía e daños que hacían los naturales"

"Y que el dicho Hernando Pérez de Bocanegra le había dicho, que en los Chichimecas, en la parte e lugar donde agora está la estancia de Chamacuero, había en aquel valle y en torno a las ciénegas, que a la sazón allí había, disposición para que su señoría Ilustrísima, en nombre de su majestad, le pudiese hacer merced de algunos sitios de estancias, para los dichos ganados, a la dicha doña Leonor e sus hijos, y que este testigo, como persona que tenía a su cargo las haciendas de los susodichos, sacase del dicho pueblo de Cuautitlán los dichos ganados e los llevase a la estancia de Chamacuero, donde al presente están"

"Y así luego, hizo merced el señor visorey a la dicha doña Leonor de Alvarado del dicho sitio de estancia para ganado mayor, que se contiene en el título e merced, en esta causa presentado. Y que este testigo luego, por principio del mes de enero de 1544, fue al dicho pueblo de Cuautitlán e dijo a los indios principales del dicho pueblo, cómo quería sacar las vacas y yeguas de allí e los susodichos le dieron cantidad de indios del dicho pueblo, para llevar el dicho ganado a la parte e lugar de Chamacuero, donde al presente está"

"Y que el dicho Hernán Pérez de Bocanegra, escribió una carta a un criado suyo que estaba en la labranza de Apaseo, que al presente no se acuerda el nombre, que mostrase a esta testigo el dicho valle de Chamacuero e que, guardando el perjuicio de las estancias en el dicho título contenidas, asentase la dicha estancia de que a la dicha doña Leonor se le había hecho merced. Y así este testigo la asentó e pobló, con vacas e yeguas de la dicha doña Leonor de Alvarado y de sus hijos y con un esclavo negro y otros esclavos indios, que guardaban el dicho ganado en la parte el lugar donde hoy, dicho día está asentada"

"Y que este testigo, en todo tiempo que asentó la dicha estancia, nunca vio ni oyó que por ninguna persona, española ni indios, le fuese hecha contradicción alguna, antes siempre este testigo ha visto que después que se asentó la dicha estancia, hasta que la dicha doña Leonor murió, siempre la tuvieron que poseyeron quieta e pacíficamente en paz de indios y españoles e de todas las demás estancias que a la sazón había, sin contradicción de persona alguna..."

Otros vecinos españoles de la capital del virreinato, como Manuel de Villegas, de más de 40 años, que dijo tener, hacia 1570, año en que se presentó esta "probanza" de parte de los herederos de doña Leonor de Alvarado, aseguró que "había tiempo de más de 24 años que este testigo vido que Cristóbal de Estrada... pobló la estancia de Chamacuero, con ganados de la dicha doña Leonor y este testigo no vido ni oyó decir que nadie se lo contradijese, antes... le parece que Hernán Pérez de Bocanegra, vecino de esta ciudad (de México), debió de ser el que le encaminó la estancia y asiento de Chamacuero, como vecinos e grandes amigos que eran..." Gabriel de Aguilera, de más de 50 años, declaró por su parte que "la estancia de Chamacuero e otra que está entre el estancia que dicen del Romano y entre la estancia que dicen Las Camadas, las cuales vido este testigo gozar quieta y pacíficamente a la dicha doña Leonor, todos los días que vivió ella, y a sus hijos hasta el día de hoy... y este testigo sabe que fue y es una de las primeras estancias que en el dicho valle de Chamacuero se poblaron..."(5)

La cédula real a la que todos los testigos hacen referencia, se encuentra en el Archivo General de la Nación; está concebida en los siguientes términos: "merced a doña Leonor de Alvarado. -Yo, don Antonio de Mendoza, etc., por la presente doy licencia y facultad a vos, doña Leonor de Alvarado, viuda mujer que quedásteis y finásteis de Gil González Dávila, difunto, para que en torno de unas ciénegas, que están en Los Chichimecas, podáis hacer y asentar una estancia en que tengáis vuestros ganados del sitio".

"De la cual y en nombre de su majestad, os hago merced, y tomada por vos la posesión de ella sea de vos y de vuestros herederos y sucesores y de quién de ellos hubiere título con ellas, homo tal podáis disponer a quien quisiéredes y por bien tuviéredes, con tanto que no sea la Iglesia ni monasterios mi hospital ni otra persona eclesiástica. La cual dicha merced os hago con tanto que no sea en perjuicio de su majestad ni de otro tercero alguno, ni de las estancias que por mí y en nombre de su majestad está hecha merced a Hernán Pérez de Bocanegra y payo Vázquez y a Hernán Pérez Hidalgo y a Juan Martín y Payo Vázquez, y a Hernán Pérez Hidalgo y a Juan Martín su compañero, en torno a las dichas ciénegas. Y mando que de ella no seáis despojada, sin primero seais oída, por fuero y Derecho vencida ante quienes como debáis"

Y termina este mandato real: "Fecho en la Ciudad de México, en 28 días del mes de agosto de 1543 años. Don Antonio de Mendoza, por mandato de su excelencia, Antonio de Turcios".(6)

Llama la atención el hecho de que ninguno de los testigos hable algo sobre la actuación de alguna autoridad que, representando al virrey, hiciera entrega legal de su estancia a doña Leonor de Alvarado o a alguien en su nombre. Cristóbal de Estrada, dice escuetamente que él había sido quien había sentado y poblado la estancia de Chamacuero, sin referirse en alguna forma a la toma de posesión previa. Además, don Antonio de Mendoza, no delega su autoridad en otra que efectuará este trascendental acto jurídico, que después se hizo cotidiano e indispensable. ¿Era que apenas se iniciaba la gran colonización estanciera en nuestra región? Posiblemente esa fue la causa, pues no tardó mucho en incluirse ese indispensable requisito.

Al parecer, durante los últimos años de vida de doña Leonor de Alvarado -murió el año de 1551 -no tuvo dificultad alguna con sus vecinos estancieros españoles que ya estaban, ni con los que vinieron después. Los problemas surgieron para sus herederos, cuando los indígenas del pueblo de Acámbaro presentaron una información testimonial, alegando tener jurisdicción sobre el valle de Chamacuero y estancias de indios allí establecidas.

Sobre el particular, el indio Domingo pita, expresó en 1570, que "de más de 28 años y 40 años a esta parte y al tiempo que se hizo la merced de la dicha estancia de ganado mayor, y al tiempo que se pobló, que le parece que habrá 27 años, poco más o menos, conforme a la merced que le fue dada a entender, sabe e vido este testigo que había en el dicho valle indios chichimecas y otomíes poblados, que eran antiguamente sujetos a la dicha cabecera y pueblo de Acámbaro".

"Y después vido este testigo que por estar algunos indios derramados e mal poblados, los mandaron juntar en poblaciones y congregaciones, y algunos de los que estaban poblados en el dicho valle de Chamacuero, se vinieron al pueblo de Acámbaro, su cabecera, y otros al pueblo de Apaseo, sujeto a la dicha cabecera, a donde estuvieron un poco de tiempo y después se volvieron al dicho valle a poblar e labrar sus tierras, especialmente los más de las dichas tres estancias de San Francisco, San Agustín e San Lucas, que están pobladas en el dicho valle".

Otro indígena, Francisco Nutzutzi, dijo que "ha visto que antes que se hiciese la merced del dicho sitio de estancia, que le fue dado a entender, que puede haber 27 años que se hizo a la dicha doña Leonor, vido que este testigo que había indios chichimecas y otomíes poblados en el valle de Chamacuero, que eran sujetos de la dicha cabecera y pueblo de Acámbaro y que vido… que se mandaron recoger y congregar en los pueblos donde eran naturales y así vido… que algunos de ellos se vinieron a este pueblo de Acámbaro, su cabecera, y otros al Pueblo de Apaseo, sujeto de Acámbaro, y a cabo de cierto tiempo que estuvieron fuera de dicho valle de Chamacuero, que sabe… que eran sus propias tierras, se volvieron a poblarlas e labrarlas, especialmente los de las dichas tres estancias…"

El indio Juan Patamo ratifica todo lo anterior, así como Baltasar Vázquez, que no sé de qué calidad era. Patamo agregó, además,  "que en la propia tierra donde al presente están fundados y asentados los dichos indios, de más de 28 años a esta parte, ha visto este testigo indios chichimecas poblados e fundados con sus casas y labranzas y había cues y edificios y albarradas, que antes parecía que había habido mayores poblaciones de gente…"

Francisco Nutzutzi, expresó que "antes que en el dicho valle de Chamacuero se hiciesen merced del dicho sitio de estancia de ganado mayor, a la dicha doña Leonor, había habido y había población de indios chichimecas y otomíes y así, aunque después algunos se despoblaron y dejaron sus tierras en la parte e donde al presente están fundados y poblados los dichos sitios de estancias de San Francisco, San Agustín e San Lucas, y alrededor de ellas quedaron muchos edificios de cues, paredones y albarradas, por donde claramente se ve e parece haber habido en el dicho valle poblaciones de indios y no haber sido tierra baldía ni despoblada..."

Domingo Pita ratifica que "junto y a la redonda de ellas había albarradas e paredones y cimientos y edificios antiguos y cues, por donde claramente se muestra haber sido poblaciones de indios y no haber sido tierras baldías..."

Dispuestos a llegar hasta sus últimas consecuencias en el pleito que se ventilaba, los indígenas de Acámbaro, llegaron hasta afirmar que la estancia de doña Leonor de Alvarado no estaba bien emplazada. El testigo Martín Xofre, dijo que "sabe e vio e ve que entre la estancia que la pregunta dice y la ciénega que pasa un río caudal y sabe que el primer asiento de la dicha estancia, fue más arriba de donde al presente está, mil pasos de marca, poco más o menos, no donde al presente está, lo cual sabe asimismo un Cristóbal de Estrada, que fue el primero que la sentó e tomó la posesión de la dicha estancia, por la dicha el doña Leonor, al tiempo que se fundó..."

El indígena Juan Patamo afirmó que "cerca ni a la redonda, donde al presente está la casa del estancia de ganado mayor... ni tan cerca de allí, desde antes que se poblasen, no ha habido ni hay ciénega alguna, y que lo demás no lo sabe..." Juan Cuaqui, "indio principal e natural que dijo ser de la estancia de Santa María Culhuacán, sujeta al pueblo de Oririapúndaro, de la lengua chichimeca, de edad de 70 años y por su aspecto así lo parece... examinado por Juan Fernández Chirinos, intérprete de la lengua tarasca e otomí y Francisco Parajo, indio intérprete de la lengua chichimeca e tarasca, dijo que sabe y ha visto que cerca e  a la redonda, donde está la dicha estancia... con más de una legua, no ha habido ni hay ciénega ninguna..."

Durante los años cincuenta del siglo XVI, los indios volvieron a ocupar estancias en el Valle de Chamacuero, siendo una de ellas, y en la misma forma, la de San Francisco, precisamente hacia el año de 1563. Sobre el particular Diego Morales, dijo que "puede haber ocho años, poco más o menos tiempo, que siendo este testigo mayordomo de la dicha estancia y hacienda de Chamacuero, vinieron a este testigo siete indios e indias con sus hijos forasteros, que dijeron ser naturales de Coroneo y de Jilotepec, y dijeron a este testigo que les diese a dónde estuviesen y que servirían en la dicha estancia, en lo que se les mandase, por el terrazgo de las tierras".

"Y este testigo, viendo que entonces era provecho para le dicha estancia, por el poco servicio que había en ella, pidió licencia a Antonio de Oliver, que en aquella sazón tenía a su cargo las dichas haciendas, si lo haría, el cual le mandó que los recibiese para el dicho servicio y este testigo los sustentó en la dicha hacienda, y de la propia hacienda le daba maíz y de comer a ellos y a sus mujeres e hijos, hasta que vino el tiempo de sembrar".

"Y entonces -continúa Diego Morales -los puso y asentó en los términos de la dicha estancia, a donde labrasen y que por el terrazgo sirviesen a la dicha estancia, en lo que se les mandase. Asimismo fue concierto que hiciesen una sementera de maíz para la dicha estancia, y así lo hacían y acudían con el maíz de ella a la dicha estancia, conforme a lo que el testigo concertó con ellos".

"Y después, pareciéndole a este testigo que no estaba bien seguro de ellos, los llevó a México e les dio caballos de la dicha estancia en que fuesen, e los puso con el dicho Antonio de Oliver e le hicieron una escritura de concierto, en el que dicho Antonio de Oliver, como persona a cuyo cargo estaban dichas haciendas, les arrendaba las tierras en que fueron puestos por este testigo, porque sirviesen a la dicha estancia en lo que les mandase, y que cada y cuando qué no lo hiciesen e fuese voluntad de los dichos menores, los pudiesen echar de las dichas tierras y términos de la dicha estancia y que hubiesen e fuesen obligados a salir de ellas".

"Y así se hizo la dicha escritura, que este testigo no sabe en cuyo poder está, más que el dicho Antonio de Oliver sabrá razón de ello, a la cual dicha escritura, este testigo se remite, y esto y al dicho concierto sobre este testigo que fueron testigos un Juan Franco, que vive en Apaseo, y fue intérprete un fulano Castañeda, que vivía con el dicho Oliver..."

Cristóbal de Estrada, el hombre que asentara la estancia de Chamacuero, en nombre doña Leonor de Alvarado, el año de 1544, dijo al respecto que "puede haber el tiempo que la pregunta dice, poco más o menos, que este testigo fue a la dicha estancia de Chamacuero, estando en ella por criado y mayordomo de la dicha estancia un Diego de Morales, y este testigo vido que estaban cuatro o cinco indios, cerca de dicha estancia poblados, en un rincón de tierra, hacia la estancia a donde agora, los dichos indios están poblados, que dicen San Francisco, que estará a distancia del sitio de las casas y corrales de la dicha estancia, 800 a 900 pasos".

"Que este testigo dijo al dicho Diego de Morales, que como tenía y consentía allí a dichos indios, el cual respondió a este testigo, que eran indios de tierra de Jilotepec o Izmiquilpan, que se iban huyendo de sus tierras por malos tratamientos e vejaciones que recibían, y que habían dicho que querían estar allí y servir en la dicha estancia, y que les dejasen sembrar sus maíces y ajíes, en el dicho rincón de tierra, porque es buena y que en recompensa de ello, servirían en la dicha estancia, aderezando casa y corrales e labrarían las sementeras, que para la dicha estancia se hacían, y que cuando no lo hiciesen, los echasen de allí cada y cuando que quisiesen".

"Y este testigo halló a los dichos indios, los cuales le dijeron lo mismo que el dicho Diego de Morales le había dicho, que declarado tiene, el cual mostró a este testigo un papel que contenía lo que dicho tiene en esta pregunta, que lo tenían concertados los dichos indios con el dicho Diego de Morales, el dicho concierto. Este testigo después acá le oyó decir diversas veces, que el dicho Diego de Morales dio el dicho concierto Antonio Oliver, tutor y curador que era de los dichos menores, por lo cual este testigo cree y tiene por cierto..."

Esto es algo, no es todo, lo advierto, de la versión blanca, sobre el origen de Comonfort, antes Chamacuero; ahora conozcamos la de los morenos, la de los indígenas, que nunca aceptaron del todo el dicho de los españoles. Veamos ahora que nos dice sobre el particular nada menos que don Francisco Ventura, "indio principal de la estancia de San Francisco, de la lengua otomí, de edad de más de 35 años y que este testigo es principal y natural de la dicha estancia de San Francisco". Fijémonos, don Francisco Ventura dice tener más de 35 años y ser natural de la estancia de San Francisco de Chamacuero, ¿Entonces, 35 años antes existía ya esa estancia de indios?

Don Francisco Ventura declaró que "está poblado en ella, con la gente que tiene a su cargo, y que no quería que rechacen de ella, pero que no por eso dejará decir la verdad. Examinado por Domingo Hernández, indio intérprete de la lengua otomí, en mexicana, y por Luis Pérez y Diego Pérez, españoles, intérpretes de la mexica en española, dijo que ... puede haber 12 años -esto lo decía en 1570 -poco más o menos tiempo, que su padre de este testigo y este testigo con él y otros cuatro indios con él, naturales del pueblo de Jilotepec, vinieron al dicho valle de Chamacuero y allí comenzaron a labrar un pedazo de tierra".

"Y estando un día labrándola, llegó allí un español que se llamaba Morales, que la sazón residía en la estancia de ganado, que estaba poblada en los dichos términos, y les dijo que pues labraban allí la tierra, en los términos de ella que les había menester. Que había menester que le fuesen a hacer ciertas paredes de casa, en la dicha estancia, y ayudar en lo demás que hubiese menester".

"Y así vido, este testigo que le hicieron las paredes y casa en dicha estancia, y cuatro años le sirvieron en lo que había menester, sin paga alguna. Y pasado el dicho tiempo, no quisieron servir más a la dicha estancia, hasta agora, que si no se lo pagan, no quieren servirles ni hacer ninguna cosa, si no es pagándoselo..."

En otra parte de su declaración, don Francisco Ventura, insistió en que "sirviendo en la dicha estancia, al tiempo y sazón que dicho tiene, su padre de este testigo, e los demás, vinieron al dicho valle, otros indios otomíes chichimecas y poblaron en el dicho valle, en términos de la dicha estancia y servían en ella, como los demás".

"E vido este testigo que los españoles e mayordomos que tenían y tienen a cargo la dicha estancia de ganado y haciendas, venían a este testigo ya los naturales que están poblados en los términos de ella, más indios de los que estaban, sino que los echarían del dicho valle. Y así, algunas veces les quitaban los azadones y las herramientas con que labraban, y vido este testigo que cuando les decían que se fuesen, les respondía los naturales, que hiciesen lo que quisiesen, porque ellos no se habían de ir del valle de Chamacuero, aunque les quemasen las casas".

"Y sabe este testigo que él y los demás naturales, que están poblados en el dicho valle de Chamacuero, está muy cerca de la dicha estancia y en los términos de ella, más que ellos no hace ningún daño, ni perjuicio en ella, ni en los ganados... Y que si algún daño viene a la dicha estancia y ganados, cree este testigo que lo hacen indios chichimecas flecheros, que andan por los campos haciendo mal y daño, porque los que están poblados en el dicho valle, no tienen arcos y flechas, ni hacen daño alguno, antes van a servir a la dicha estancia, cuando es menester pagárselo..."

Otro testimonio interesante, es el de don Alonso Martín, "indio natural que dijo ser del estancia de San Francisco, que está poblada en el valle de Chamacuero, de la lengua otomí..." expresó no saber su edad, pero por su aspecto, le calcularon más de 30 años, "primo de don Francisco, principal del estancia de San Francisco de Chamacuero, y que reside y es natural de la dicha estancia, y que reside  en ella con su mujer e hijos..."

"Examinado por los dichos intérpretes, dijo, que... puede haber 11 años, poco más o menos, que este testigo vino de la provincia de Jilotepec a poblar a esta estancia de San Francisco, donde su padre estaba, que se decía Pedro Cuautli, que asimismo era natural de Jilotepec, el cual estaba en dicha estancia, donde el presente están. Que consigo tenía cinco indios con sus mujeres e hijos que todos eran deudos e parientes, naturales de Jilotepec, y fueron a un Diego de Morales, español, mayordomo que era de la estancia del dicho Luis de Moscoso, que les diese dónde pudiesen estar y asentar sus casas, dentro de los términos de la dicha estancia, y el dicho Morales los halagó y les dijo y señaló donde habían de asentar sus casas y estar en los términos de la dicha estancia, y que sirviesen a ella en lo que pudiesen y que no servían a él, sino a Alonso de Avila y a Gil González de Ávila..."

Como vemos, hay ciertas contradicciones en las versiones de unos y otros. Para los aborígenes, el valle de Chamacuero estuvo poblado desde la época prehispánica, por naturales de origen otomí y chichimecas, sujetos al pueblo de Acámbaro; que las comunidades allí establecidas, sufrieron periódicamente mudanzas, dejando despoblado el valle, una de esas ocasiones fue cuando se ordenó, ya en la época virreinal, la reducción y congregación de pequeñas comunidades de indios a pueblos de mayor población.

Hasta cierto punto, el valle de Chamacuero se encontraba poco poblado en los cuarentas del siglo XVI, mercedándose entonces varias estancias a españoles, entre ellos a doña Leonor de Alvarado, en la que por cierto no aparece para nada la palabra Chamacuero. En los cincuentas volvieron nuevamente los otomíes y chichimecas a ocupar algunos lugares de dicho valle, surgiendo entonces las estancias indígenas de San Agustín, San Lucas, así como la de San Francisco, motivo de nuestro estudio.

Para los españoles nada de lo anterior cuenta, sino desde el año de 1562 -1563, cuando se firmó el convenio en virtud del cual, los naturales podían permanecer en la estancia que habitaban, siempre que sirvieran al estancia de los herederos de doña Leonor, con opción de que si no lo hacían así, serían desalojados. Pero los otomíes que habían regresado hacia 1558, procedentes de la provincia de Jilotepec, parece no tomaron muy en serio tales condiciones y decididos a quedarse para siempre, comenzaron a trazar calles y plazas e inclusive construyeron su iglesia, donde eran adoctrinados por sacerdotes y religiosos, hecho muy significativo en que todos los testigos, blancos y morenos, estuvieron de acuerdo y no lo pudieron ocultar al declarar el año de 1570, circunstancia que sin duda se tuvo muy en cuenta para dictar por las autoridades virreinales la siguiente sentencia:

"En el pleito, que es entre partes de la una Luis de Moscoso y doña Isabel de Figueroa, hijos de Luis de Moscoso y doña Leonor de Alvarado, su mujer, y Francisco de Escobar, su procurador en su nombre, y de la otra Francisco Arias, español y Álvaro Ruíz, su procurador, y los indios que están poblados en la estancia nombrada San Francisco, en el valle de Chamacuero, y Cristóbal Pérez, su procurador, sobre que el dicho Francisco Arias y los indios, dejen la tierra de la estancia de Chamacuero libre desembarazada, para que los dichos Luis de Moscoso y doña Isabel de Figueroa, y los demás que es en el pleito:

"Fallamos, atento a los autos y méritos de este proceso, que debemos declarar y declaramos las tierras y lo demás, que en el dicho valle de Chamacuero tiene el dicho Francisco Arias, estar en perjuicio de los dichos Luis de Moscoso y doña Isabel de Figueroa, a el cual mandamos las deje por tierra y pasto de la dicha estancia y no las labre ni cultive en manera alguna so pena de $200 para la Cámara de su majestad".

"Y en cuanto a lo tocante a los dichos indios, les absolvemos y damos por libres y quitos, de lo que en esta razón les piden y demandan los dichos menores, con que en la población que al presente tienen hecha en la dicha estancia de San Francisco, no se extiendan ni alarguen en la parte de la estancia de los dichos Luis de Moscoso y doña Isabel de Alvarado. Y por esta nuestra sentencia definitiva, así lo pronunciamos y mandamos. Sin costas. "Don Martín Enríquez. Rúbrica. -doctor Vasco de Puga. Rúbrica. -El doctor Villanueva. Rúbrica. -El doctor Pedro Farfán. Rúbrica".

"Dada e pronunciada fue esta sentencia definitiva de suso contenida, por los señores presidente e oidores desde la Audiencia real de la Nueva España, estando haciendo audiencia pública, en la Ciudad de México, viernes 4 días del mes de agosto de 1570 años. Estando presentes Francisco de Escobar, Álvaro Ruíz e Cristóbal Pérez, procuradores de las partes, a los cuales luego se la notifiqué en sus personas".(7)

Tal es el material histórico, rigurosamente inédito, que ha venido a revelarnos algo sobre los orígenes de Comonfort, de nuestro Estado de Guanajuato. En todo el encontramos también un ejemplo más de lo que en mi concepto fue LA CONQUISTA TRASTERRADA en nuestra región.

Fuentes consultadas

(1)    Noticias para la historia y la estadística del obispado de Michoacán. Por el Dr. José Guadalupe Romero. México, 1862. Pág.222.
(2)    Geografía Local del Estado de Guanajuato. Por Pedro  González, Guanajuato, Gto., 1904. Tip. De la Escuela Industrial  Militar "J.O.G." Pág. 272.
(3)    Geografía Elemental del Estado de Guanajuato. Por Fulgencio Vargas. 1940. Pág.91.
(4)    Geografía del Estado de Guanajuato. Por Manuel Sánchez Valle. Guanajuato, Gto., 1953. Pág. 140.
(5)    Archivo General de la Nación. Ramo de Tierras. Tomo 24, Exp. 5 a Fs. 7 a la 35.
(6)    Archivo General de la Nación. Ramo de Mercedes. Tomo II a Fs. 143 vta. Exp. 351.
(7)    Archivo General de la Nación. Ramo de Tierras. Tomo 24, Exp. 5 a Fs. 7 a la 35.


Edición: Eugenio Amézquita Velasco

- Desde 1585, México ha encendido el cielo con pólvora en celebraciones religiosas, civiles y patrióticas: 440 años de tradición luminosa.
- La llegada del virrey Villamanrique marcó el inicio de los fuegos de artificio en Nueva España, inaugurando los icónicos toritos de fuego.
- En el siglo XVII, luminarias, cohetes y artillería simbolizaban devoción, regocijo político y fidelidad al monarca en todo el país.
- Beatificaciones, pestes, fundaciones religiosas y nacimientos reales se celebraban con luces que convertían ciudades en cielos estrellados.
- La pirotecnia mexicana trascendió el espectáculo: fue instrumento de cohesión social, fe compartida y narrativa visual del poder.

“Hacer demostraciones de regocijo con fuegos”, “Se ordena gastar lo de costumbre en pólvora” o “Esta ciudad hizo las manifestaciones de alegría que le fue posible con disparos de cámaras, salvas de artillería, luminarias, cohetes y ruedas de fuego”, se volvieron lugares comunes en los preparativos y en los reportes oficiales de cada fiesta religiosa, política o mundana ocurrida en la Nueva España, fuegos con los que quedó testimonio de que los vasallos eran fieles al monarca, al mismo tiempo que daban fe de su culto divino.

Para aquellos que creen que la pirotecnia inició en México, por motivos religiosos hace casi cuatro siglo es y medio, están equivocados.

 Fue cumplido cabalmente el precepto que mandaba santificar las fiestas, lo que sucedió solemnemente, entre humos, olor a cera y a pólvora, vistas de ensueño y grandes truenos. Se volvieron inevitables los fuegos en las fiestas que requerían la asistencia de todos los sectores sociales (principales autoridades civiles y eclesiásticas: Ciudad, tribunales, audiencia y virrey, distintas “religiones o institutos”, la universidad, los gremios, o los indios de las parcialidades) desde sus vísperas, en su día y, en su caso, en su octavario, y en las que se señaló siempre que los artificios, fueron “grandes”, “buenos”, “vistosos”, “lucidos”, “magníficos” o “costosos”. 

Para los que piensan, con mirada "jacobina" de que los "culpables" de la llegada de la pirotecnia a México fueron los religiosos o el clero, para alentar e iluminar las fiestas y devociones religiosas, están totalmente equivocados. En base a los datos de la historiadora María del Carmen Vázquez Mantecón, investigadora del IIH de la UNAM.

Cuando los jesuitas celebraron públicamente y con mucha gala, durante ocho días del mes de noviembre de 1578 la llegada de varias reliquias de santos enviadas por el papa Gregorio XIII, sólo hubo, en cuanto a fuegos se refiere, luminarias para la noche de la víspera (y mucha cera ardiendo en los altares en los demás días) que, junto con el concurso de la gente, según lo escrito por un entusiasmado cronista, “fueron cosa de admiración”.(1) 

Sería, sin embargo, fue hasta el año de 1585, cuando se registrara la primera solemnidad en la que fueron empleadas luces de pólvora, con objeto del recibimiento del virrey Marqués de Villamanrique. 

El Cabildo ordenó en esa ocasión, que se pusieran luminarias de ocote por toda la Plaza Mayor, las puertas de las casas reales y la azotea del Ayuntamiento, si bien, lo más asombroso e interesante, fue que —y esto sí era una novedad— para regocijo de los habitantes de la ciudad de México, fueron ofrecidos doce novillos de carne y hueso. Sus astas, unidas a otras postizas que embarraron con alquitrán y entretejieron con cohetes, estallaron acompañando su carrera, inaugurando no sólo los juegos de artificio, sino también la perdurable y gustada tradición mexicana de los toritos de fuego.(2) 

Un año después, ya no se detuvo la costumbre de utilizar fuegos de artificio en las fiestas públicas, especialmente en la dedicada a San Hipólito y al homenaje del real pendón. Para el Cabildo de 1586, no había “demostración de regocijo más acomodada” que de arcabucería, artillería, cohetes y otros tipos de pólvora.(3) 

El siglo XVII se inició con abundantes luces y fuegos para sus fiestas monárquicas, civiles y religiosas, además de las miles de luminarias de ventanas y azoteas y de las hogueras en las calles. El ingenio, primor y sutileza de los oficios, entre los que no faltó el de cohetero, quedó inmortalizado desde el poema que, hacia 1602, escribiera sobre la ciudad de México Bernardo de Balbuena.(4) 

En la celebración de la capital en septiembre de 1605 por el nacimiento del príncipe Felipe, las “muchas invenciones de pólvora y fuego”, cuajaron la ciudad con tantas luces, que según fray Juan de Torquemada, “mirada de fuera parecía un cielo muy estrellado”.(5) 

Para el mismo homenaje, la ciudad de Mérida previno en 1608 “todas las fiestas y regocijos posibles para manifestar su contento”, subrayando el cronista del suceso, el estallido de “los más posibles” fuegos de artificio.(6) 

Entre las fiestas monárquicas cuyas luces duraron más días y se distinguieron por su espectacularidad, deben señalarse hacia el fin de esa centuria, las del matrimonio de Mariana de Neoburgo con Carlos II (en la capital se pusieron tablados con linternas para que el público pudiera verlas, en un festejo que en tuvo lugar los días 28, 29 y 30 de abril de 1691). En cuanto a asuntos religiosos, hubo luminarias, cohetes y fuegos de artificio en la dedicación del templo de la Profesa el 30 y el 31 de julio de 1610, fiesta que se sumó en esa ocasión a la de la beatificación de Ignacio de Loyola (7) y en la festividad a San Gregorio Taumaturgo y a San Nicolás Tolentino ese año y los siguientes. 

Destacaron en ese sentido, los dedicados a festejar las beatificaciones (en 1614 y en 1620 respectivamente) de Teresa de Jesús y de Francisco Javier y luego las canonizaciones de ellos dos en 1622, incluida ese año la de San Ignacio de Loyola —que presentó, entre otros fuegos, novedosas luminarias con varias figuras de globos, pirámides o estrellas y otras armadas con pez y alquitrán. Además, los hubo cada 3 de diciembre en la fiesta de San Francisco Javier, que se consideraba “de ciudad”, por ser él uno de sus patronos menores. Igualmente, en la solemnidad (con sus vísperas) para el mexicano “San” Felipe de Jesús, que empezaron desde 1629 con motivo de la publicación de la bula apostólica que anunció su beatificación.(8) 

Acompañaron, del mismo modo, a la Virgen de los Remedios cuando era traída a la capital para que mitigara pestes y desastres; a la “fiesta continua del Santísimo Sacramento” que se exponía en catedral y en varias iglesias; a la Virgen de la Limpia Concepción cuando se dio a conocer la bula que declaró ese “misterio” dogma de fe en septiembre de 1662, y en su fiesta anual cada 8 de diciembre; a la dedicación de varias iglesias como la de la Concepción, Jesús Nazareno, San Bernardo, San Agustín (en esta última los fuegos de la primera noche costaron 400 pesos) y a la colocación en 1695 de la primera piedra para la iglesia nueva del Santuario de la Virgen de Guadalupe.(9) 

Tampoco habían faltado en la celebración al Santísimo Sacramento en el día de Corpus y en su octava;(10) en la beatificación de “Santa” Rosa en 1671 (en la que los fuegos fueron descritos como “extremados”, siendo un lego de Santo Domingo que estuvo en Roma el que los fabricó);(11) en la de la canonización de San Francisco de Borja en 1672; en la de la beatificación del “santo rey” don Fernando en 1673; en la de la beatificación de “San” Francisco Solano y otros doce santos mártires franciscanos en 1677, o, entre otras, en la de la canonización de San Juan Sahagún en 1696.(12) 

Desde la primera década del siglo XVII en la Nueva España, se extendió el culto a Santa Bárbara, patrona en la Metrópoli de los artilleros y los artificieros. Acá fue invocada para la protección contra los truenos, la borrasca y la muerte prematura,(13) tal como lo hicieron los soldados españoles que vinieron a la conquista y al poblamiento, que, agregaban a la lista a los incendios.(14) 

En la devoción popular novohispana, era común la plegaria “Santa Bárbara doncella líbranos de una centella”,(15) mientras en la ciudad de Guadalajara, San Clemente fue escogido como el abogado y protector contra las tempestades y los rayos.(16) 

Sin embargo, algunos miembros de su Ayuntamiento hacia 1639, pensaban que por la poca devoción y veneración que se le tenía, Dios Nuestro Señor “se había servido enviar muchas desgracias de muertes con rayos”. Por lo mismo, decidieron promover su fiesta cada 23 de noviembre (y apoyarla con cincuenta pesos con la intención de que no faltaran luminarias, fuegos y muestras de regocijo) para que fuera intercesor con su divina majestad, a la que rogaban aplacara su ira y suplicaban tuviera misericordia “de esta ciudad y reino”.(17) 

Otras solemnidades dedicadas a las autoridades y a las corporaciones civiles y eclesiásticas, invariablemente contaron con luminarias, si bien no siempre tuvieron artificios de fuego.(18) 

Cuando sí los hubo, se echó la casa por la ventana. La Universidad de Mérida festejó su fundación en noviembre de 1624, utilizando para sus propias luminarias mil cargas de leña que llegaron desde los pueblos comarcanos, y en cuanto a los fuegos, que fueron proveídos por el Ayuntamiento (fogueras, cohetes, barrepies y cámaras) “entretuvieron y alegraron juntamente a la ciudad”.(19) 

Con respecto al agasajo de virreyes en la ciudad de México, los fuegos sobresalieron, por ejemplo, cuando se dio a conocer la noticia de que “su excelencia” Luis de Velasco ocuparía de nuevo el cargo de virrey en 1607,(20) o cuando fueron ofrecidos al Marqués de Villena en 1640 por su entrada, descritos ya en su época como “excelentes”.(21) 

Ocurrieron también en el bautizo de un hijo del virrey Tomás Antonio de la Cerda conde de Paredes y marqués de la Laguna en julio de 1683, donde para deleite de “un gran concurso”, se quemaron en la noche frente al palacio “doce invenciones de fuego grandes”.(22) 

Corporaciones importantes como el Tribunal de la Santa Inquisición, abastecieron sus propios fuegos, como la que en ese siglo celebraba todos los años el 17 de septiembre a su patrono Pedro Arbués (entonces beato, antes famoso inquisidor aragonés) para quien en el año de 1667, fueron invitados varios “maestros coheteros” que presentaron sus posturas.(23) 

Más modestos pero no menos solemnes, fueron los de la profesión de la monja María Francisca en el convento de las capuchinas en agosto de ese mismo año, donde la víspera, hubo “grandes fuegos hasta las nueve de la noche” ofrecidos por el oidor Juan Sáenz, padre de la susodicha.(24) 

Otra fiesta famosa era la del gremio de los plateros a su patrono y abogado San Eligio o San Eloy, celebrada cada 25 de junio, quedando registrada especialmente la del año de 1697 en el diario de viaje de G. F. Gemelli Careri por su gala. 

Llamó la atención de este extranjero, que si bien ese mismo día era el cumpleaños de la virreina, no hubo ningún tipo de festejo para ella, suponiendo este trotamundos, que se debía a la prudencia del señor virrey (José Sarmiento de Valladares, conde de Moctezuma) que siendo de Galicia “no quería gastar sus haberes en esas vanidades”.(25)  (Fin de la primera Parte)

Referencias

1 Carta del Padre Pedro de Morales de la Compañía de Jesús. Para el muy reverendo padre Everardo Mercuriano, General de la misma Compañía, con licencia en México por Antonio Ricardo, año de 1579, edición, introducción y notas de Beatriz Mariscal Hay, México, El Colegio de México, 2000, p. 22 y 106. 

2 Archivo Histórico del Distrito Federal Carlos de Sigüenza y Góngora [en adelante AHDF], Actas de Cabildo, 348a., 9 de noviembre de 1585. Este asunto, por su importancia para esta historia, será tema especial de otro apartado. 

3 Ibidem, 11 de agosto de 1586. Por otro lado, aunque no se trata propiamente de un contexto festivo, se ha afirmado que en la temprana escenificación de El Juicio Final de fray Andrés de Olmos en Tlatelolco, fue empleada la pólvora en las ocasiones en las que aparecían el Anticristo o los demonios, con base en el supuesto texto en náhuatl traducido al inglés por el canadiense John Hubert Cornyn. Véase al respecto el escrito de Roberto Sánchez Sánchez, “El uso de la pólvora en el ejemplo llamado Juicio Final (1533) de fray Andrés de Olmos”, La pirotecnia en Tultepec, México, Ayuntamiento Constitucional de Tultepec, 2000, p. 26. Otros autores, sin embargo, señalan que hay muchas dudas con respecto a que ese texto sea el original de Olmos, hipótesis con la que coincido. Véase, por ejemplo, Georges Baudot, Utopía e Historia en México, Madrid, Espasa-Calpe, 1983, p. 142. Esto encontraría apoyo en la Séptima Relación de las Diferentes Historias Originales de Chimalpan, edición de Josefina García Quintana, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2003, p. 241, quien mencionó una escenificación en Tlatelolco en 1533, sobre cómo terminaría el mundo, sin aludir en ningún momento a la pólvora, pero sí a la admiración y asombro de los mexica. También en lo dicho por Bartolomé de las Casas en Apologética Historia Sumaria, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1967, t. I, p. 334, donde relata que hubo otras representaciones del Universal Juicio posteriores a esa (como el representado en la capilla de San José de los Naturales en México ante el arzobispo Zumárraga y el virrey Antonio de Mendoza en una ceremonia
en la que participaron ochocientos actores indígenas), de las que tampoco nombra uso de pólvora o empleo de fuego.

4 Bernardo de Balbuena, La Grandeza Mexicana, México, Porrúa, 1985, p. 82 [poema publicado por primera vez en 1604]: “¿Pues quien dirá del humo los dislates, que envueltos suben en estruendo y brasas, sobre el ligero viento y sus embates? 

5 Juan de Torquemada, Monarquía Indiana, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1976, v. III, p. 358 y AHDF, Actas de Cabildo, 9 de septiembre de 1605. 

6 Diego López Cogolludo, op. cit., p. 459-461. En Mérida ocurrió en el año de 1608. 7 Andrés Pérez de Rivas, Crónica e Historia Religiosa de la Provincia de la Compañía de Jesús de México en Nueva España, México, Imprenta del Sagrado Corazón de Jesús, 1896, t. I, Libro segundo, capítulo Iv, p. 242-254. 

8 AHDF, 359a., 26 y 30 de septiembre y 27 de octubre de 1614, 29 de febrero de 1616, noviembre y diciembre de 1618, enero de 1619; 362a., 4, 11 y 16 de noviembre de 1620; 363a., 6 de septiembre, 3 de octubre y 8 de noviembre de 1622; “Relación de las fiestas que se hicieron en esta ciudad de México en la canonización del glorioso S. Ignacio y S, Francisco Javier en 26 de noviembre de 1622 y por todo su octavario” [26 de noviembre a 5 de diciembre], en Julio Alonso Asenjo, “No se podía hacer más”. Relaciones de las fiestas por la canonización de Ignacio de Lo-yola y Francisco Javier en México (1622) y Puebla (1623), texto crítico, paleografía y anotaciones de Julio Alonso Asenjo, en Teatresco, Revista de Antiguo Teatro Escolar Hispánico, n. 2, 2007, http://parnaseo.uv.es/. Véase, asimismo, Baltasar de Medina, Vida de San Felipe de Jesús, México, Jus, 2005, p. 144 [primera edición: 1683]. De acuerdo con el Cabildo en su sesión del 12 de enero de 1629, se dedicó el 5 de febrero, fecha en la que se conmemorará en lo sucesivo. Según Baltasar de Medina, ese día, México mostró su hidalguía, sin perdonar la corte, gasto alguno en altares, procesión, máscara de regocijo e invenciones de fuego. 

9 Respectivamente en 1655, 1688, 1690, 1692 y 1695. 

10 AHDF, Fiestas Religiosas 1694-1867, v. 1066, exp. 1. Es interesante constatar que entre 1694 y 1728, no varió presentar para el Corpus “siete artificios”, cuatro el primer día y tres en el octavario. En ese mismo expediente y para estas últimas fechas, quedan registrados asimismo los nombres de los “maestros coheteros” que los fabricaron y el monto (46 pesos los primeros seis años y 45 el resto) que cobraron por ello.

11 Antonio de Robles, Diario de sucesos notables (1665-1703), 3 t., México, Porrúa, 1946, t. I, p. 95. 

12 Gregorio M. De Guijo, Diario, 1648-1664, 2 t., México, Porrúa, 1952, t. I, p. 206-207, 214-215, 243-244; t. II, p. 9, 36-37, 110-111, 179-1780; y Robles, op. cit., t. I, p. 112, 131 y 220; t. II, 168-169, 204-205, 223-224, 277, 278, 279-80, 313 y 314; t. III, p. 14 y 38. 

13 Pierre Ragon, “Los santos patronos de las ciudades del México central (siglos XVI y XVII)”, Historia Mexicana, v. lII, n. 2, octubre-diciembre de 2002, p. 370, 378 y 386. 

14 Herón Pérez Martínez, “Un texto iconográfico novohispano: las fachadas de la catedral de Valladolid”, en La catedral de Morelia, edición de Nelly Sigaut, Zamora, El Colegio de Michoacán/Gobierno del Estado de Michoacán, 1991, p. 98-99. Este autor señala, además, otros patrocinios de la santa, como la invocación que hacían de ella los mineros, o los estudiantes, o para las tormentas. 

15 También el refrán de origen hispano: “Nomás cuando relampaguea se acuerdan de Santa Bárbara”. Ibidem. 

16 20 de noviembre de 1636, Actas de Cabildos de la Ciudad de Guadalajara, edición de Juan López, Ayuntamiento de Guadalajara, 1984, v. 2, p. 7. 

17 30 de abril de 1639, Actas de Cabildos de la Ciudad de Guadalajara, Juan López (edición), Ayuntamiento de Guadalajara, 1984, v. 2, p. 23-24. Guillermo Prieto, por su parte, al contar sobre las costumbres mexicanas de la Semana Santa al mediar el siglo XIX, sostuvo que el Domingo de Ramos, en los atrios de los templos, se veían bosques de palmas, que una vez benditas, “poseían la virtud de preservar del rayo”. 

18 En muchas ocasiones, las luminarias fueron una obligación (bajo pena) para la gente de la capital, que debía ponerlas en sus casas para “demostración de contentamiento”. 

19 Relación de los actos y fiestas de fundación de la Universidad de Mérida Yucatán en 1624, en Rafael Patrón Sarti, La Universidad de Mérida Yucatán. Relación de los actos y fiestas de fundación en 1624, Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán, 2013, p. 144. 

20 AHDF, Actas de Cabildo, 356a., junio de 1607. 

21 AHDF, 369a., 30 de junio de 1640. 

22 Antonio de Robles, op. cit., t. II, p. 50. 

23 Archivo General de la Nación [en adelante AGN], Inquisición, v. 608, exp. 5 y Francisco de Solano, Las voces de la ciudad. México a través de sus impresos, 1539-1821, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1994, p. 185. 

24 Ibidem, p. 229. 

25 Giovanni Francesco Gemelli Careri, Viaje a la Nueva España, Universidad Nacional Autónoma de México, 1976, t. II, p. 116-117.

Tomado de:
Cohetes de regocijo
Una interpretación de la fiesta mexicana
María del Carmen Vázquez Mantecón
Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Históricas
2017
264 páginas
(Serie Historia General, 35)
ISBN 978-607-02-9484-6
https://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros
/cohetes/682.html

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