Por Eugenio Amézquita Velasco
COMONFORT.- Para comprender la ferocidad de los indios chichimecos que poblaban estas tierras, Fray Alfonso de La Rea, escribió en 1639 y se imprimió en 1643 la Crónica de la Orden de San Pedro y San Pablo de Michoacán que narra en el Libro Tercero, "Capítulo I. Del Martirio del siervo de Dios Fray Francisco Donzel, y la de su compañero".
Cita textualmente el fraile del siglo XVII que "en aquel tiempo, cuando la barbaridad del Chichimeco encarnizada con la sangre de Abel, que fueron aquellos Ministros Evangélicos protomártires del Occidente, y primer noble de sus cielos, andaba como el cruento fratricida Caín, montaraz y fugitiva por los montes, asechando los puertos, caminos, y pasajes de los cristianos, para despedazarlos, y beberles la sangre en su propio manantial".
"En ese tiempo era Guardián de la Villa de San Felipe el Padre Fray Francisco Donzel, observantísimo, y gran Ministro de aquella primer Iglesia: y por ello pudo conservarse en aquel pueblo, Frontera de Chichimecas, y corazón de su barbarismo, donde a cada paso concurrían infinitos Bárbaros: y el vía la muerte a los ojos, con tan lindo semblante, que los temores de ella, no eran sino deseos de beberla en el Cáliz del Martirio, por desatar el nudo con su corona".
"Pero sazonola Dios con mejor acuerdo, para que aquel Convento quedase primero constituido, con las leyes de su ejemplo, y radicado en el corazón de los adultos; y así la dilato a mejor ocasión".
"Viendo pues el siervo de Dios, que el dechado de su predicación, era Cristo Crucificado, y que aquel Convento no le tenía, trató de ir en persona con su compañero Fray Pedro Burguense, a Michoacán. Aunque Gonzaga dice que a México, a tratar ciertos negocios con el Virrey que entonces gobernaba, que era Don Martín Enríquez" -Virrey que ordenó la fundación de Celaya el 12 de octubre de 1570- "pero la derrota que llevaban era de Michoacán".
"Y así me persuado a esto segundo, porque cuanto el Cristo que llevaban era de los que se hacían en la Provincia. Yendo pues con la Hechura, y con escolta de soldados, para defender algún asalto no profanasen el Santo Cristo, sino que seguros los llevasen a colocar a su Convento, bajado por el puerto de Chamacuero", -hoy Comonfort- "dos leguas de la Villa de San Miguel, salieron de emboscada muchos Chichimecos con arco, y flecha, dando voces, y alaridos, y embistiendo a los dos religiosos, los soldados se retiraron, dividieron y apartaron, cual suele el montón plebeyo, a la furia del toro agarrochado: y haciendo la presa en los dos corderos, hallaron al Padre Doncel hincado de rodillas, con el Cristo en las manos predicándoles su Doctrina, y al compañero ni más ni menos a su lado: y como Lobos voraces, y Tigres de Hircania, los hicieron pedazos, siendo su inocente sangre alimento de su furor: quedando el Padre Donzel muerto, abrazado con el Cristo de rodillas, y su compañero un poco apartado".
"Luego los desnudaron y echaron suertes sobre sus hábitos, como el Fariseo sobre el Cristo, y poniéndoselos los Chichimecos, daban carreras y voces, haciendo escarnio de las pieles de los corderos, y formando escaramuzas les decían de improperios que formaba su inculta capacidad"."
"Después llegado a los Santos cuerpos, les aserraron las cabezas, y quitaron el caso redondo con las coronas, y se los ponían a modo de casquetes, haciendo de las coronas la burla que la envidia hace del bien ajeno. Pero (o bondad de Dios!) si les quitaron la corona de las cabezas, les dejaron en su lugar las del Martirio, para que con ellas adornasen los blasones de la Fe y pregonasen sus trofeos con los escritos de su sangre".
"Un soldado de los de la escolta, que al asalto se escapó a uña de caballo, llegó tan mal herido a la Villa de San Miguel, que dando el aviso del Martirio murió luego. El Beneficiado con todo el pueblo salió en persona por los cuerpos, al mismo arroyo, donde los hallaron hechos pedazos: al Padre Donzel a los pies del Cristo, y a su compañero a un lado."
"Y poniéndolos en unas andas, los llevaron con grande acompañamiento; y el Santo Cristo, rubricado con la sangre de sus siervos, le llevó el Beneficiado en sus manos. Llegados a la Villa de San Miguel" dieron sepultura a los cuerpos, con sumo gozo de su República: y al Santo Cristo lo remitieron a la Villa de San Felipe, donde está hoy con suma veneración".
"Después algunos días, los soldados que recorrían la tierra, encontraban la cuadrilla que había cometido esta crueldad, y veían que los magnates de ella traían puestos los hábitos y coronas en su propio casco, por despojos de su crueldad. Cuya memoria está hoy escrita con la sangre de los Mártires en las piedras de aquel arroyo; y así se llama el arroyo de los Frailes Mártires"".
Tomado de:
Crónica de la Orden de San Pedro y San Pablo de Michoacán
Fray Alonso de la Rea
Primera Edición 1643
Segunda Edición 1882
Tercera Edición 1945
Cuarta Edición 1991
Libro Tercero: De la Crónica de la Provincia de los Apóstoles San Pedro, y San Pablo de Michoacán, de la Regular Observancia de nuestro Seráfico Padre San Francisco. En que se contienen las vidas de algunos Varones, que en santidad resplandecieron en ella, y de algunas cosas memorables, y Custodia del Río Verde
Capítulo I. Del Martirio del Siervo de Dios Fray Francisco Donzel, y su compañero.
Introducción de Manuel Septién y Septién
Índices de Livingstone Denegre-Vaught.
México
Editorial Academia Literaria.
1991
Colección de Grandes Crónicas Mexicanas
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