El vestigio de que el celayense Mons. Manuel Antonio Ocio y Ocampo existió: una calle

Eugenio Amézquita Velasco

Las actuales generaciones quizá desconozcan que un celayense fue el octavo obispo de Cebú, en las Filipinas, en pleno siglo XVIII, además de ser el primer obispo en la historia de la noble y leal Celaya. Se trata de Manuel Antonio de Ocio y Ocampo.

Una calle de esta ciudad lleva sus apellidos: Ocio y Ocampo. Pero de ahí no se entran en más detalles. 

Había yo querido investigar más sobre este insigne celayense y poco fue lo que pude encontrar. Su cuna, sus estudios, su presencia en Celaya. Pero fue un importante hallazgo el localizar un trabajo de 87 páginas realizado por el investigador Juan Carlos Ruiz Guadalajara denominado "En lo más dilatado de la Monarquía; Manuel Antonio de Ocio y Ocampo, la Nueva España y el horizonte filipino", publicado en la revista Historia Mexicana, vol. LXI, núm. 3, enero-marzo, 2012, pp. 849-933. El Colegio de México, A.C. Distrito Federal, México. 

Catedral Metropolitana de Cebú

Al final de este extenso artículo les compartiremos las notas, las fuentes documentales y todos esos elementos necesarios de la investigación histórica realizados por este detallado investigador.

Si bien, he de reconocer que el trabajo de Ruiz Guadalajara no abunda en el aspecto de la espiritualidad de este insigne celayense nacido en el siglo XVII sino que se concentra en aspectos muy humanos, administrativos, los vericuetos de la política de estado y la parte de la fragilidad humana. 

Da precisiones sobre la genealogía de este obispo de Cebú y sus estudios además de su carrera eclesiástica. Pero el brillo del sacerdote se da precisamente en una importante obra de misericordia realizada a las que se les denominada mujeres incontinentes, de las cuales el lector conocerá y encontrará más adelante.

Sin embargo, el celayense Ocio y Ocampo realizó obras y acciones históricas muy interesantes que nos recuerdan precisamente las características de las personas de estas tierras del Bajío: hombre trabajador, estudioso, de insignes letras y capacidades que permitieron frenar injusticias y afrentas y proteger también a la Iglesia.

Una buena parte de la investigación de Ruiz Guadalajara busca situar al lector en la época y antecedentes de México y las Filipinas. Quise iniciar mi artículo seleccionando lo que me pareció medular de la obra de Ruiz Guadalajara sobre Ocio y Ocampo: su familia, su obra en México y en las Filipinas. 

Presentación

"Esta es la historia de un novohispano que nació en Celaya en el ocaso del siglo XVII y que terminó sus días enfermo e investido como obispo de Zebú, el rincón más apartado de la cristiandad hispánica, en 1737". (1)

"Su nombre: Manuel Antonio de Ocio y Ocampo, descendiente de hidalgos y cristianos viejos de Zamora, en el reino de León". 

"Como muchos personajes de su tiempo, la vida de Manuel Antonio incluye episodios propios de una novela de aventuras, mas todo lo que a continuación se asienta dista mucho de ser una ficción literaria. La increíble distancia entre Celaya y Zebú, en las islas Visayas del archipiélago filipino, es tan sólo un elemento que dimensiona los múltiples caminos que nuestro personaje recorriera en su trayectoria vital, caminos que si bien nos permiten profundizar en la comprensión de un periodo de la Nueva España, nos muestran sobre todo la forma en que muchos de sus habitantes se integraron a la gran movilidad generada en el interior de esa gigantesca entidad política conocida como Monarquía Hispánica, la cual tuvo en las islas Filipinas el punto final de su expansión en el marco de la repartición 
que del orbe hiciera el papado en los Tratados de Tordesillas de 1494". 

"El Archipiélago fue así la última frontera de la cristiandad en Asia, muy diferente a otras y preservada desde la Nueva España por el delgado aunque constante hilo del galeón y su ruta transpacífica". 

"A pesar de la distancia, las Filipinas y todo lo que representaron nada tenían de ajeno para los novohispanos; muy por el contrario, fue una realidad de ida y vuelta, mucho más familiar de lo que la actual población mexicana se pueda imaginar. Por  ello, antes de abordar a nuestro personaje y su momento, este ensayo se remontará al siglo XVI para explorar el proceso que culminó con la integración del espacio filipino a la dominación hispánica, así como el impacto social, económico y cultural que ello provocó en la Nueva España".
 
"Sólo así podremos acercarnos a la vida de Manuel Antonio y contemplar las entrañas de una realidad que se comenzó a desintegrar hace 200 años".

Los Ocio y Ocampo: Origen y Destino

Ruiz Guadalajara narra en su investigación que "no obstante haberse integrado a la migración hacia la América hispánica en el siglo XVII, los Ocio y Ocampo lograron hacer de la Nueva España su tierra prometida".
 
"No fue un camino sencillo y tampoco ajeno a las ventajas que en la época proporcionaba la hidalguía. Si bien es posible que algunos en lo más dilatado de la monarquía los Ocio o algunos Ocampo migraran hacia diversas zonas de la  Monarquía en el siglo XVI, lo cierto es que el apellido compuesto que nos ocupa fue producto del matrimonio entre  Sebastián de Ocio e Isabel de Ocampo, “hijos dalgo”, cristianos viejos, “notorios de sangre”, de nobles antepasados y principales de la ciudad de Zamora en el reino de León, donde les eran guardadas todas las preeminencias y honras propias de su estirpe. Como tales hidalgos, los Ocio y los Ocampo se distinguían a sí mismos como dedicados a  los oficios del gremio del Estado, característica que mantuvieron sus descendientes en América". "

"Los datos sobre Sebastián de Ocio aún son escasos en nuestras investigaciones. Su matrimonio con Isabel lo habría realizado hacia 1605, el mismo año en que comenzó a circular impreso Don Quijote y en el periodo de la unión entre los reinos ibéricos. Por alguna razón que desconocemos, tal vez la muerte de Sebastián, los hijos de esta unión se dispersaron."

"La hija mayor, María de Ocio y Ocampo, partió en 1623 rumbo a Panamá,  Provincia de Tierra Firme, acompañando a su esposo Joan de Burgos, quien había sido nombrado por el rey oidor de aquella Audiencia Gobernadora. María contaba entonces con 18 años de edad y se iba en compañía de su madre Isabel y de su hermana Leonor, de 15 años". (42) 

Esta misma Leonor de Ocio y Ocampo, en 1644 tiene un hijo nacido en Querétaro, producto de su matrimonio con el capitán Juan Caballero de Medina: Juan Caballero y Ocio, considerado patrono y benefactor de obras religiosas.

Rodrigo Pacheco y Osorio, Marqués de Cerralvo.
XV Virrey de la Nueva. España

"Un año después Rodrigo Pacheco Osorio, Marqués de Cerralvo, fue enviado por Felipe IV a la Nueva España como su virrey. Entre los muchos criados y servidores que formaban su casa se encontraba un niño de 12 años, Álvaro de Ocio y Ocampo, registrado como paje del nuevo virrey por los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla encargados de verificar el embarque de pasajeros en la  flota de 1624". (43) 

"El pequeño Álvaro, en apego a la tradición familiar, había sido colocado al servicio de una casa noble para iniciar sus oficios al servicio del Estado, decisión que lo llevó hacia la Nueva España en un camino sin retorno". 

"Así, Cerralvo arribó a la ciudad de México y en noviembre de ese mismo año asumió el mando, ejerciéndolo hasta 1635". 

"Poco sabemos sobre las actividades de Álvaro en este periodo, salvo el hecho de que su cercanía con el virrey y su condición de descendiente de hidalgos le valieron lo suficiente para iniciar su propio camino. En algún momento el joven Álvaro amplió sus intereses hacia una de las zonas más importantes del reino de la Nueva España, la Provincia de los Chichimecas del Obispado de Michoacán, territorio que habían arrebatado los conquistadores españoles y sus aliados indígenas a los nómadas guamares, guachichiles y zacatecos, y en el que se había desarrollado uno de los procesos de poblamiento más complejos en la historia de la expansión hispánica hacia el norte de las antiguas culturas sedentarias en la segunda mitad del siglo XVI". 

"Se trataba de un territorio que en los inicios del siglo XVII había ya consolidado un rosario de pueblos, villas y  congregaciones españolas de labradores, y que a manera de circuito urbano articulaba social y económicamente a minas, haciendas y ranchos, además de ser el corredor más importante hacia la Tierra Adentro". 

"En 1635 el ya para entonces don Álvaro de Ocio y Ocampo se encontraba casado con Gertrudis Palenzuela y Molina, y le había sido otorgado el cargo de alcalde mayor de la Villa de León y Minas de Comanja, en lo más dilatado de la monarquía además del grado de capitán a guerra en las fronteras del rey".

En 1635, Álvaro Ocio y Ocampo, residente en la Villa de la Concepción de Celaya 

"Sin embargo, en ese mismo año se declaraba como vecino de la ciudad de México y residente en la Villa de Nuestra Señora de la Concepción de Celaya, también en la Provincia de los Chichimecas. Álvaro tenía además bajo su cargo el cobro del tributo a indios laboríos, negros y mulatos libres en la jurisdicción de León, así como la administración de los reales azogues destinados a Comanja". 

"Y mientras el alcalde se movía entre México y León, su casa, su esposa y su prole tuvieron como sede la villa de Celaya, donde los nuevos Ocio y Ocampo, ya como criollos novohispanos,  proliferarían para el servicio de Dios y de su Rey". (44)

"Así, los descendientes varones de este zamorano integraron una primera generación dedicada a los cargos públicos, la propiedad de la tierra y los negocios en la zona de Celaya, donde rápidamente consolidaron su influencia y sus intereses, cuidando siempre de mantener su “limpieza de sangre” y su patrimonio mediante enlaces matrimoniales con españolas criollas o peninsulares".

"Contamos con noticias sobre al menos tres hijos de Álvaro: Sebastián, Agustín y Juan, todos nacidos en Celaya, como los primeros Ocio y Ocampo novohispanos". (45)

Uno de los Ocio y Ocampo funda Dolores

"Sebastián, por ejemplo, había sido alcalde ordinario de Celaya y procreado al menos dos varones, Bartolomé y Álvaro, este último nacido en 1678; ambos siguieron la carrera eclesiástica, siendo Álvaro el más destacado en su trayectoria al obtener el grado de licenciado en sagrados cánones, ser cura beneficiado del partido de Guadalcázar en el obispado de Michoacán entre 1707 y 1710 y, posteriormente, fundar en 1711 la congregación española de Nuestra Señora de los Dolores en la misma diócesis". (46)

"Por su parte el hermano de Sebastián, Agustín de Ocio y Ocampo, tuvo título de capitán, fue dueño de haciendas en  la jurisdicción de Celaya y terminó avecindado en Querétaro, donde tenía entre otros negocios un obraje de paños y bayetas; sabemos que en su segundo matrimonio tuvo dos hijos que también fueron capitanes, Joseph y Agustín, este último muy bien casado hacia 1750 con Josepha Cuervo de Villaseca, hija del general Ildefonso de Cuervo y Valdez". (47)

"En los hermanos Sebastián y Agustín encontramos un punto en común: ambos conocieron la viudez e incluso uno de ellos las segundas nupcias". 

"En el caso de Juan, el tercer hermano y el más importante para nuestro tema, la situación fue diferente".

SIGLAS:
AGI: Archivo General de Indias
AGN: Archivo General de la Nación

NOTAS:
(1) Agradezco a la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla la beca de estancia con que me apoyó entre septiembre y noviembre de 2010 y que me permitió concluir este ensayo.
(42) AGI, Contratación 5387, núm. 31.
(43) AGI, Contratación 5389, núm. 1.
(44) AGN, Archivo Histórico de Hacienda, vol. 1429, exp. 22, ff. 410-421. 
(45) Sus descendientes, es decir, la segunda generación novohispana de 
los Ocio y Ocampo, se caracterizaron por su inclinación predominante hacia el estado eclesiástico, no sólo por vocación sino como una vía para lograr prestigio y ascenso social.
(46) AGN, Universidad, vol. 368, ff. 749r.-750v.; AGN, Indiferente Virreinal, 4749, exp. 45. 
(47) AGN, Capellanías, vol. 277, exp. 16; AGN, Tierras, 666, 1r.-30v

BIBLIOGRAFÍA:
Juan Carlos Ruiz Guadalajara - "En lo más dilatado de la Monarquía; Manuel Antonio de Ocio y Ocampo, la Nueva España y el horizonte filipino", publicado en la revista Historia Mexicana, vol. LXI, núm. 3, enero-marzo, 2012, pp. 849-933. El Colegio de México, A.C. Distrito Federal, México.