Ponzanelli, inextinguibles 8 siglos de una dinastía de escultores: Gaby Ponzanelli
Eugenio Amézquita Velasco
Mujer menudita, con una gran capacidad escultórica, creatividad y producción. Se trata de Gabriela Ponzanelli, una de las primeras mujeres escultoras de una larga dinastía -de este arte de crear formas tridimensionales a partir de diversos materiales- y heredera de un legado de más de 800 años en el arte plástico, que inicia en el siglo XIII hasta llegar a nuestros días.
Gaby, como cariñosamente le conocemos los amigos, nos concede una entrevista exclusiva, acompañada de otro gran amigo, historiador y colaborador de Guanajuato Desconocido y Metro News, Rafael Soldara Luna, quien es también director del Museo de Celaya, Historia Regional.
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De izquierda a derecha: sentado, Octavio Adolfo Ponzanelli; de pie, sus abuelos César y Beatriz Ponzanelli, y sentada a la derecha, una tía. /FOTOS: Cortesía Familia Ponzanelli |
Gran cantidad de ellas realizadas de manera directa y otras en colaboración con su papá, Ricardo Ponzanelli Quintero, señala que el investigador catalán Martín M. Checa-Artasú, quien realiza sus labores en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, es quien más ha investigado sobre su familia y muy especialmente sobre el gran escultor Adolfo Octavio Ponzanelli, llegado a México a inicios del siglo XX, para realizar obras durante el gobierno de Porfirio Díaz. Mucho de lo que aquí se plasma, está basado, dijo, en las investigaciones de este docente e investigador. En esta primera entrega, nos habla de la historia de su bisabuelo, para luego, en posteriores entregas, ir conociendo de la obra de la misma Gaby Ponzanelli y cómo es depositaria del don escultórico del apellido Ponzanelli.
La historia de Adolfo Octavio Ponzanelli
"Adolfo Octavio Ponzanelli nació en 1879 en Carrara, una localidad toscana reconocida por sus canteras de mármol. Formado en el arte de la escultura dentro de una tradición familiar arraigada, su talento lo llevó a trasladarse en su juventud a París, donde se presume que fue discípulo de Auguste Rodin y que tuvo contacto con los mexicanos Dr. Atl y Amado Nervo", nos explica Gaby.
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Octavio Adolfo Ponzanelli |
"Su llegada a México se sitúa entre 1903 y 1904, aunque la fecha exacta es incierta. Un artículo publicado en The Mexican Herald el 21 de enero de 1906 menciona que “en los dos últimos años ha estado residiendo en esta capital”.
"Algunas versiones sostienen que llegó al país por invitación del arquitecto Adamo Boari, quien lo habría contratado como escultor y marmolista en el Teatro Nacional (hoy Palacio de Bellas Artes)".
"Otra hipótesis sugiere que su arribo se debió a su contratación como asistente de Leonardo Bistolfi, uno de los escultores responsables de la decoración del Teatro Nacional. Sin embargo, lo que sí está documentado es su participación como marmolista en dicho teatro, aunque a partir de 1932".
"Fue él quien adquirió en Durango las placas de ónix y mármol rojo con vetas blancas que embellecen la ornamentación art déco del hall del Palacio de Bellas Artes", declarado este edificio por la UNESCO monumento artístico en 1987.
Entre 1907 y 1910, también contribuyó como escultor y cantero en la Columna de la Independencia, trabajando bajo la dirección de Enrique Alciati. Se le atribuye la ejecución del león guiado por el niño, en bronce, así como la figura de Nicolás Bravo.
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Efigie del insurgente Nicolás Bravo, atribuida a Ponzanelli, en la columna de la Independencia. |
En sus primeros años en México, recibió encargos relevantes plenamente documentados. Entre 1906 y 1907, creó la estatuaria para la tumba del General Rafael Cravioto (1829-1903), ex gobernador de Hidalgo, en el Panteón Municipal de Huauchinango, Puebla. Elaborada en mármol de Carrara, esta obra fue encargada por la familia del político en 1905, lo que llevó a Ponzanelli a regresar a Italia en enero de 1906 para obtener el material necesario. La decoración del sepulcro se concluyó en noviembre de 1907.
Otro encargo importante, realizado entre 1907 y 1911, fue un busto de Porfirio Díaz, promovido por el abogado y político tabasqueño Manuel Sánchez Mármol. Originalmente, la escultura se colocó en un pedestal alegórico junto a figuras que representaban la paz, la guerra y la historia, junto con el águila mexicana. Asimismo, en 1909, creó un busto de Benito Juárez, por solicitud del embajador Francisco de la Barra, para ser exhibido en la galería del Bureau of American Republics en Washington.
Estos proyectos, impulsados por figuras influyentes de la política mexicana, fortalecieron su prestigio en el país y le permitieron consolidar su carrera. Desde 1904, operaba un taller de marmolería y escultura conocido comercialmente como Mausoleos Ponzanelli, ubicado en la calle Éufrates número 7, en la Ciudad de México. Este se mantuvo en funcionamiento hasta su fallecimiento en 1952, cuando sus herederos lo trasladaron a Naucalpan, donde aún persiste.
Desde su taller, Ponzanelli elaboró numerosas obras funerarias y de estatuaria conmemorativa y decorativa, aprovechando su estrecha relación con la élite política mexicana, la comunidad empresarial italiana en el país y el aprecio que su trabajo generaba entre clientes de la burguesía, la política y la Iglesia. Su estilo, caracterizado por una expresión plástica figurativa de corte clásico, complementada con alegorías mitológicas, cautivó a una clientela capaz de financiar obras escultóricas en vida o para sus sepulturas.
Se pueden encontrar esculturas funerarias de Ponzanelli en diversos panteones, como el Panteón Francés y el Panteón del Tepeyac en la Ciudad de México, así como en los panteones El Carmen y Dolores en Monterrey, el Panteón Municipal de Morelia y el Cementerio Civil de Pachuca, entre otros.
Expansión empresarial y consolidación social
Los diversos encargos no solo fortalecieron la actividad escultórica de Ponzanelli, sino que lo impulsaron a ampliar sus horizontes comerciales. En algún momento de la segunda década del siglo XX, estableció vínculos o recibió concesiones para la explotación de yacimientos de mármol en Torreón, Coahuila, y Dinamita, Chihuahua.
Posteriormente, en julio de 1914, aparece como vocal en la Compañía de Petróleo Tuxpam & Ozuluama, S.A., con sede en la Ciudad de México, encargada de la explotación de 1,194 hectáreas distribuidas en cinco bloques ubicados en Tlacolula, la ribera del río Cucharas, el río Tuxpan y Topila. Ese mismo año, adquirió una ladrillera en las cercanías de la hacienda de San José de los Leones, Naucalpan, donde años más tarde se establecería la firma Mármoles Ponzanelli.

Paralelamente, su vida social y personal también florecía. Se documenta su participación en diversas actividades organizadas por la comunidad italiana en la Ciudad de México, como su intervención en la comisión encargada de la fiesta nacional italiana del 20 de septiembre de 1907, evento que contó con la presencia de Porfirio Díaz. En el ámbito personal, el 18 de julio de 1908, contrajo matrimonio con Giovanna Conti, hija de inmigrantes italianos asentados en México desde hacía varios años.
Vinculación con la Iglesia y proyectos religiosos
Concluida la Revolución Mexicana, el negocio de mármoles y escultura mantuvo una trayectoria ascendente. En 1921, realizó el busto de Dante Alighieri, colocado en el atrio del Templo de San Pedro y San Pablo, fundado por la Compañía de Jesús en 1572 y que en ese momento estaba a punto de convertirse en la Sala de Discusiones Libres, impulsada por José Vasconcelos. La obra, esculpida en mármol, se erigió sobre un pedestal donado por el gobierno italiano en conmemoración del seiscientos aniversario de la muerte del poeta florentino.
A partir de la década de 1930, coincidiendo con el final de la Guerra Cristera (1926-1929), Ponzanelli comenzó a recibir encargos de la Iglesia católica, especialmente de la Diócesis de León y la Arquidiócesis de Guadalajara. Su trabajo en diseño de estatuaria y mobiliario religioso se extendió hasta su fallecimiento en 1952.
En León, sus primeros encargos incluyeron los mármoles que decoran el altar principal del Templo de El Señor del Hospital de Salamanca. A partir de 1935, esculpió los relieves marmóreos en los tímpanos de las puertas principales del Templo del Sagrado Corazón de Jesús, con escenas de la muerte y resurrección de Cristo, así como pasajes de la vida de Santa María Margarita de Alacoque.
En 1938, dejó su huella en la Capilla a Cristo Rey, anexa a la Catedral de León, donde desarrolló el Cristo Blanco.
En Guadalajara, recibió al menos cuatro encargos relevantes para la arquidiócesis, incluyendo dos obras en la Catedral de Guadalajara, otra en San Juan de los Lagos, y un proyecto para el Templo Expiatorio del Santísimo Sacramento, todas ordenadas directamente por el arzobispo José Garibi Dávila.
Correspondencia con el arzobispo Garibi Dávila
Documentos del Archivo Histórico del Arzobispado de Guadalajara muestran la correspondencia entre Ponzanelli y el prelado entre 1936 y 1941, revelando una relación profesional ambivalente: por un lado, marcada por el respeto y la deferencia del escultor hacia el obispo, pero por otro, caracterizada por tensiones en cuanto a pagos, precios de obra y constantes solicitudes de cambios, entendidas como órdenes.
En septiembre de 1936, el arzobispo encargó la colocación de placados en mármol en el frente del presbiterio de la Catedral de Guadalajara, con un presupuesto de 1,250 pesos. Luego, entre enero y marzo de 1939, solicitó trabajos adicionales para el zócalo, escaleras del presbiterio y diseño del sagrario. En marzo de 1937, Ponzanelli recibió un pedido especial: esculpir dos bustos del arzobispo Francisco Orozco Jiménez, considerados parte de un acto político promovido por la diócesis tapatía.
Orozco Jiménez, señalado como cabecilla de los cristeros, fue desterrado de México y regresó clandestinamente con la ayuda de monseñor Garibi. Al fallecer en 1936, no pudo ser sepultado en la Catedral, lo que derivó en una inhumación pública el 22 de febrero de 1936, convocando a una multitud en Guadalajara, reconfigurando así las relaciones entre la Iglesia y el Estado mexicano. En 1941, Ponzanelli completó la obra con una lápida sepulcral en mármol para la tumba del prelado.
Otros encargos en templos mexicanos
Entre 1937 y 1939, Ponzanelli creó un Vía Crucis para la Colegiata de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, originalmente destinado al Templo del Sagrado Corazón de Jesús en León. En 1937, diseñó las escaleras posteriores al altar mayor, en mármol blanco de Carrara, entregadas en mayo de ese año. En 1938, completó un nuevo altar en mármol rosado para la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en los Altos de Jalisco.
Su vínculo con el Templo Expiatorio del Santísimo Sacramento de Guadalajara fue particularmente significativo. Allí desarrolló dos proyectos que reforzaron la monumentalidad del recinto, considerado uno de los máximos exponentes de la arquitectura neogótica en México.
Salvador Collado Jasso y los primeros proyectos
El ingeniero agrimensor e hidrógrafo tapatío Salvador Collado Jasso, egresado de la Escuela de Ingenieros de Jalisco, destacó como proyectista del Puente Colgante del Arcediano, construido en 1894 sobre la Barranca de Huentitán, facilitando la comunicación entre Guadalajara y el norte de Jalisco.
En abril de 1899, varias notas de prensa le atribuyen la redacción de los planos del Templo del Santísimo Sacramento, aún por iniciar su construcción, y su posible rol como director de obra. Sin embargo, poco se sabe de su estilo arquitectónico.
Posteriormente, el arquitecto Ignacio Díaz Morales, quien dirigió la obra del templo entre 1931 y 1972, mencionaría que el arzobispado rechazó su propuesta debido a la cúpula barroca y la falta de proporción en el diseño.
A pesar de ello, en 1902, Collado recibió el segundo premio y la medalla de plata por su proyecto del templo en la Exposición Regional Jalisciense.
El diseño de Adamo Boari
Entre 1899 y 1900, el Arzobispado de Guadalajara encargó un segundo proyecto al arquitecto e ingeniero italiano Adamo Boari, quien ya había trabajado para la arquidiócesis, especialmente en Atotonilco el Alto. Su propuesta, de 3,800 metros cuadrados, contemplaba tres naves, una torre campanario en el lado izquierdo y una fusión de estilo gótico italiano con influencias bizantinas, inspirada en la Catedral de Orvieto (Italia, siglo XIV).
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Adamo Boari, constructor del Palacio de Bellas Artes y desarrollador del Templo del Santísimo Sacramento, en el cual participó Ponzanelli. |
Una de las modificaciones introducidas en comparación con el modelo de Orvieto fue la torre campanario de cuatro cuerpos, rematada con un gran pináculo y un reloj, en el lado izquierdo de la fachada.
El resto de la estructura mantenía una semejanza notable con la Catedral italiana, particularmente en la factura de sus puertas principales y los mosaicos que adornaban los frontones del templo.
Inicio de la construcción
Una vez que la Comisión de Construcción del Expiatorio evaluó los proyectos, optaron por los planteamientos de Boari y, en menor medida, por los de Collado. Así, entre 1901 y 1912, bajo la prelatura del arzobispo José de Jesús Ortiz y Rodríguez, comenzaron las obras, iniciando con la excavación de los cimientos y el acopio de piedra de cantera para los muros iniciales.
El arzobispo designó al canónigo Pedro Romero Arnaiz, de la Catedral de Guadalajara, para supervisar la obra, la cual, en sus primeros años, se sostuvo principalmente con sus propias aportaciones. Romero, además, había fundado el Apostolado Expiatorio Eucarístico, un movimiento religioso cuyo propósito incluía la construcción de un templo dedicado a la Eucaristía, simbolizando la expiación y el perdón de los pecados.
Para 1911, los pilares y las soleras del templo estaban concluidos. Sin embargo, la Revolución Mexicana interrumpió los trabajos en 1912, dejando el proyecto inconcluso y con deficiencias estructurales que, años más tarde, requerirían modificaciones sustanciales.
Reanudación y dirección de obras
Las obras permanecieron detenidas hasta 1919, cuando se construyó una capilla provisional, permitiendo la celebración de las primeras misas. Tras la muerte del canónigo Romero en 1924, el arzobispo Francisco Orozco Jiménez delegó la gestión al futuro cardenal José Garibi Rivera, quien, desde 1923, ya se encargaba del seguimiento de la obra debido a la avanzada edad de Romero.
Durante este periodo, en agosto de 1923, se encargó una escultura del Sagrado Corazón de Jesús al escultor queretano Agustín F. Espinosa, autor de importantes obras para el Arzobispado de Guadalajara, como la imagen de la Sagrada Familia (Jesús María, 1906), la Virgen de la Soledad en Ayo el Chico, y El Niño Jesús de la Catedral de Zapotlán El Grande.
Entre 1924 y 1930, la dirección de obras del templo recayó en el ingeniero tapatío Luis Ugarte Vizcaíno, responsable de proyectos emblemáticos en Guadalajara, como la reforma del Mercado Corona, la cúpula del Instituto Cultural Cabañas, el Palacio Municipal y el Cine Alameda. Docente en la Escuela Libre de Ingenieros, tuvo entre sus alumnos al joven Ignacio Díaz Morales Álvarez Tostado, quien posteriormente asumiría la dirección del Templo Expiatorio y resolvería sus problemas estructurales.
Díaz Morales, en su relectura del proyecto de Boari, introdujo modificaciones que reflejaban su visión sobre los estilos históricos y el gótico, dejando una impronta personal en la edificación. La construcción culminó en 1972, después de cuatro décadas de trabajo.
Últimos ajustes y consolidación del templo
Díaz Morales reforzó los pilares, reestructuró las paredes laterales y la girola, además de añadir capillas interiores y un anexo que serviría como oficinas y salón para adoraciones nocturnas. En 1991, finalizó el diseño de la Plaza del Agave, un atrio situado al frente del templo con aparcamiento subterráneo, vecino a la zona de criptas.
La relación de Ponzanelli con el Expiatorio
Ponzanelli tuvo una conexión significativa con el Templo Expiatorio del Santísimo Sacramento, donde desarrolló dos proyectos.
El primero surge en marzo de 1926, cuando el arzobispado tapatío le encargó la creación de un comulgatorio, que aparentemente nunca se concretó, debido a los años convulsos de la Cristiada (1926-1929), que afectaron a la diócesis y paralizaron las obras. Durante este periodo, el arzobispo Orozco Jiménez fue expulsado y exiliado, mientras que José Garibi asumió el papel de reorganizador de la arquidiócesis hasta su nombramiento como arzobispo en 1936.
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Rosetón del Templo Expiatorio del Santísimo Sacramento, en Guadalajara, Jalisco, construido por Ponzanelli. |
El segundo proyecto, y probablemente el último de Ponzanelli para el templo, fue la construcción del rosetón de la fachada, inspirado en el Art Nouveau y el efecto visual del paso de la luz a través del vidrio de colores.
Si bien la estructura del rosetón pudo haber imitado la Catedral de Orvieto, su diseño tenía un propósito simbólico: representar la hostia consagrada como disco solar, en sintonía con la advocación del templo. La composición incluyó 16 pilastras redondas, número asociado a la perfección cristiana, enmarcadas dentro de un cuadrado con bajorrelieves de los cuatro evangelistas, reafirmando el valor de la Eucaristía.
En 1937, el arzobispo Garibi retomó su vínculo con Ponzanelli y lo contrató para desarrollar el rosetón, presupuestado en 30,000 pesos. Originalmente, debía realizarse en mármol blanco de Carrara, con incrustaciones de mármol negro de Bélgica, pero este detalle fue eliminado debido a los costos. La estructura, de 5.76 metros por lado, abarcó una superficie de 33 metros cuadrados de cantera trabajada, con el rosetón circular dentro de un marco decorado con los rostros de los evangelistas en las cuatro esquinas.
Ajustes en el diseño del rosetón
Inicialmente, los retratos proyectados en mármol para el rosetón seguían un estilo clásico, pero el arzobispo consideró que debían modificarse y exigió que se realizaran en bajorrelieve con características hebreas. El rosetón fue construido en ocho meses en los Talleres Ponzanelli de la Ciudad de México y enviado a Guadalajara en 52 cajas, en marzo de 1938.
La colocación quedó a cargo del maestro cantero Pascasio Morales, quien trabajaba en el taller de Ponzanelli y había sido enviado a Jalisco para atender diversos encargos de la marmolería en la región.
En una carta fechada el 18 de mayo de 1938, Ponzanelli dirigió un reclamo al obispo José Garibi Rivera por una serie de modificaciones en el rosetón. Entre sus quejas, menciona que el mármol de Carrara había sido sustituido, probablemente debido a su alto costo, por mármol amarillo de Siena con incrustaciones de mármol rojo. También expresa su descontento por perforaciones en el mármol que no correspondían al diseño original.
El 9 de junio de 1938, Ponzanelli envió otra misiva al arzobispo, esta vez disculpándose por el comportamiento del cantero encargado del rosetón, quien aparentemente había descuidado la obra debido a problemas de alcoholismo. Esta situación afectó el avance del proyecto y llevó a la bendición del templo sin que la construcción estuviera completamente terminada.
Encargos adicionales: La custodia monumental
En octubre de 1938, el arzobispo Garibi solicitó a Ponzanelli el diseño de una custodia monumental, de dos metros de altura, realizada en bronce y bañada en oro de 24 quilates. Para este proyecto, Ponzanelli actuó como intermediario con Fundición Artística, empresa de la Ciudad de México encargada de fabricar la pieza, que fue valorada en 24,300 pesos.
Este encargo respondía al deseo del arzobispado de contar con una custodia de gran tamaño que resguardara la hostia consagrada, el símbolo eucarístico central del Templo Expiatorio. Las gestiones para su elaboración se prolongaron hasta inicios de 1939, momento en que la relación entre Ponzanelli y el arzobispado de Guadalajara se enfrió.
No se retomó sino hasta 1941, con la entrega de la lápida sepulcral para la tumba del arzobispo Francisco Orozco Jiménez, el último encargo que recibió por parte de la arquidiócesis.
Últimas obras de Ponzanelli
En sus últimos años de actividad, Ponzanelli dejó importantes contribuciones a la Basílica de la Virgen de Guadalupe, diseñando las estatuas de fray Juan de Zumárraga y Juan Diego, ubicadas en las escaleras que conducen al Cerrito del Tepeyac.
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La escultura de San Juan Diego, el obispo Zumárraga y la tilma de la Guadalupana; escultura en los Jardínes Vaticanos, realizada por Octavio Adolfo Ponzanelli. |
También realizó un conjunto escultórico sobre la aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, que hoy se encuentra en los jardines del Vaticano. Esta obra, tallada en mármol de Carrara, fue un regalo de la Arquidiócesis de México al Papa en turno y se entregó en 1939.
En este proyecto participó su hijo, Octavio Ponzanelli Conti (1918-1986), quien con el tiempo se convertiría en un escultor renombrado.
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Octavio Ponzanelli Conti |
En la década de 1940, con más de 60 años, Ponzanelli consolidó su actividad y comenzó a delegar trabajos a su hijo. En ese periodo, realizó encargos para la Diócesis de Cuernavaca, restaurando y reelaborando la estatua de la Virgen del Calvario, entre 1946 y 1948. Esta pieza, ubicada en la zona de El Calvario, había sido vandalizada en diciembre de 1934 por grupos anticlericales afines a Tomás Garrido Canabal.
Hoy, la escultura sigue en la Iglesia de San José El Calvario, en Cuernavaca.
Su última obra documentada, en 1946, fue un altar de mármol para el Santuario de la Virgen de Guadalupe en Coahuila, una estructura en forma de baldaquino con un arco trilobulado, que enmarca el lienzo de la Virgen de Guadalupe.
Legado
Adolfo Octavio Ponzanelli falleció en la Ciudad de México en 1952, dejando un legado artístico de gran impacto. Su obra y conocimientos fueron heredados por su familia, especialmente por su hijo Octavio Ponzanelli Conti, quien además de escultor y dibujante, fue ocasional poeta.
Entre sus obras destacan El Éxtasis en la Capilla Alfonsina, La Ola y el busto del Dr. Atl.
Asimismo, la tradición escultórica continuó con sus nietos Gabriel y Octavio Ponzanelli Quintero, mientras que la marmolería fundada por Ponzanelli sigue operando en Naucalpan hasta la actualidad. #MetroNewsMx #GuanajuatoDesconocido