Por Eugenio Amézquita Velasco
Fotos: Cortesía Historiador Rafael Soldara Luna

El historiador Luis Velasco y Mendoza, autor de la obra en cuatro tomos "Historia de la Ciudad de CELAYA" narra otro hecho importante sucedido el 12 de octubre pero de 1909: la Coronación Pontificia de imagen de la Purísima Concepción de CELAYA, Reina, Madre, Patrona, Protectora de los celayenses.

En su Tomo Tercero, de las páginas 202 a la 204, narra el hecho que a continuación les compartimos a nuestros lectores.



"Otro acontecimiento no menos ruidoso que el que se preparaba" -uno señalado previamente con motivo de los 100 años del Inicio de la Independencia de México, en 1910-, y de suma importancia para los celayenses: la coronación canónica de la venerada Imagen de la Purísima Concepción, Patrona de Celaya, ocupó de lleno su atención, e hizo que por todos los ámbitos de la ciudad reinara una sana alegría y un júbilo indescriptible".


"Las gestiones que con ese objeto se habían llevado a cabo, primero ante el Arzobispo de Michoacán, y después ante la Santa Sede, dieron el resultado apetecido; y S. S. Pío X, entonces reinante, en Breve de 10 de Agosto de 1908, concedió permiso para que en su nombre, el Illmo. Sr. Arzobispo de Michoacán, Dr. Don Atenógenes Silva, coronara a la taumaturga Imagen; fijándose el 12 de Octubre de 1909 para que tuviera lugar acto tan majestuoso, por ser el aniversario de la fundación de Celaya, la del Descubrimiento de América, y la de la coronación de la "Sma. Virgen de Guadalupe", efectuada en el año de 1895".



 "La víspera del gran día, se encontraban ya en Celaya con el fin de asistir a la ceremonia, los Illmos. Arzobispos: Dr. Don Atenógenes Silva, de Michoacán; Lic. Don José de Jesús Ortiz, de Guadalajara; y Dr. Don Leopoldo Ruiz y Flores, de Linares; y los Obispos: Dr. Don José de Jesús Portugal, de Aguascalientes; Lic. Don Manuel Rivera, de Querétaro; Dr. Don Amador Velasco, de Colima; y Dr. Don José Othón Núñez, de Zamora; encontrándose también, con el mismo objeto, numerosísimo clero secular y regular de México, Guadalajara, Querétaro, Pátzcuaro, León, Morelia, Zamora, Salamanca, Salvatierra, etc., etc., así como un gran número de forasteros, deseosos de presenciar los imponentes actos que se iban a desarrollar".



 "En el tren de las 3 p. m. de ese mismo día, y procedentes de México, llegaron a la ciudad, el Excmo. Sr. Delegado Apostólico, Mons. Don José Ridolfi, Arzobispo de Apamea, y el Illmo. Sr. Arzobispo de Puebla, Dr. y Mtro. Don Ramón Ibarra y González. En la estación de Apaseo, multitud de gente presenció llena de entusiasmo el paso del Dgno. Representante de S. S. Pío X; y en la Estación de Celaya, la exaltación de la multitud no tuvo ya límites". 



"Más de cinco mil almas esperaban la llegada del Excmo. Sr. Ridolfi; y apenas este señor descendió del tren, un aplauso prolongado y entusiastas "vivas", lo saludaron tanto a él como al otro ilustre viajero. Los Illmos. Arzobispos y Obispos llegados con anticipación, acompañados del R. P." guardián "de San Francisco, Fray Odorico Peñaflor, y del Sr. Provisor de la Mitra de Querétaro, Canónigo Lic. Don Manuel Reynoso, dieron la bienvenida a los Illmos. Sres. Ridolfi e Ibarra; y una comisión de seglares compuesta por los Sres. Alfredo Fink, Lic. Antonio Campos, Octavio Ortega y Leopoldo Garduño, les ofrecieron sus respetos, acompañándolos en carruajes hasta sus alojamientos; mientras las campanas de todos los templos y una salva de cohetes anunciaban a los habitantes de Celaya, la entrada del Excmo. Sr. Delegado Apostólico en la ciudad".



 
"El solemne acto de la coronación, tuvo lugar el día fijado; y nunca hasta entonces había visto la población ceremonias tan grandiosas y deslumbradoras como las de ese 12 de Octubre. Todo contribuyó a su magnificencia: el fastuoso decorado del templo de San Francisco, donde se llevó a cabo el ritual prescrito en esos casos por la Iglesia; la majestad de los Prelados, revestidos con sus ricos ornamentos episcopales; los armoniosos y místicos acordes de la música sacra; y el fervor y entusiasmo de la nutrida concurrencia; cuyo arrebatamiento llegó al paroxismo cuando vio colocar por el Arzobispo de Michoacán, agobiado bajo el peso de la enfermedad que minaba su existencia, el símbolo material de dignidad, realeza y poderío, en la cabecita de la venerada Imagen que, al ser traída de España, fue Patrona de Celaya por decisión unánime de sus habitantes, casi desde a raíz de haberse ésta fundado, en el año de 1570; tanto que en ese instante la  exaltación de la multitud no pudo ser contenida y estalló en gritos y "vivas" clamorosos, que retumbaban estruendosamente en las altas bóvedas del templo".
 
"Y si el cariño de un pueblo fuera susceptible de medirse por las demostraciones y presentes que pueda ofrecer al objeto de su amor y de su culto, seguramente que el de Celaya sería inmenso, porque aparte de la rica corona de oro, de medio metro de altura, cuajada completamente de gemas preciosas, entre las que había: mil seiscientas perlas, mil brillantes de diversos tamaños, y cuarenta piedras de color, tales como: amatistas, esmeraldas, rubíes, topacios y zafiros, que ofrendó a la Santa Imagen, hizo también derroche de ingenio y de esplendidez iluminando feéricamente y adornando con profusión las calles y plazas de la ciudad; y su entusiasmo se exteriorizó además en los festejos profanos, en los que no faltaron: serenatas, fuegos de artificio, banquetes y veladas artísticas, que dejaron un recuerdo imborrable, tanto entre el vecindario, como entre los incontables visitantes que, deseosos de asistir a las solemnidades, acudieron a Celaya en esa memorable ocasión". #GuanajuatoDesconocido