Nuestra Señora de la Salud de Pátzcuaro: Su historia
Edición: Eugenio Amézquita Velasco
(En la víspera de las fiestas patronales de la Parroquia Nuestra Señora de la Salud, en la Colonia Latinoamericana, de Celaya, Gto., en la Diócesis de Celaya)
(En la víspera de las fiestas patronales de la Parroquia Nuestra Señora de la Salud, en la Colonia Latinoamericana, de Celaya, Gto., en la Diócesis de Celaya)
Sumario
I. La ciudad de Pátzcuaro.
II. Origen de la santa imagen.
III. Coronación y milagros de la Virgen de la Salud
La ciudad de Pátzcuaro
En el rico y floreciente estado de Michoacán y a los 19° 27' de latitud norte se alza la ciudad de Pátzcuaro.
Se halla situada en un valle á 2208 metros sobre el nivel del mar y á 50 kilómetros de Morelia con la cual está unida por ferrocarril. Al oeste se encuentra el lago de su mismo nombre, de aguas potables, comparable solo a los de Suiza, aunque sin la galanura que a éstos añadió el arte.
Ocupa aquél una superficie de mil kilómetros cuadrados aproximadamente y recibe las aguas de varios arroyos sin dar salida a ninguno. Está sembrado de varios islotes, entre los cuales son notables por su espléndida vegetación los nombrados Xanico у Pacanda.
Es criadero de mucha pesca, y permite aprovecharse de ella, pues sus aguas consienten la navegación en canoas. Vista la ciudad desde la loma, donde está edificada la iglesia matriz, presenta un aspecto agradable, sorprendente y pintoresco, á pesar de que las calles son tortuosas y angostas.
La plaza tiene 150 metros por cada costado, muchas casas de dos pisos y una elegante fuente que descansa en su centro y surte de agua al vecindario. En las montañas que limitan el valle de Pátzcuaro abundan las maderas finas, de las cuales los artesanos hacen objetos muy estimados y que venden con general aprecio.
En ningún pueblo de Michoacán se trabaja con tanto primor la madera fina embutida, como en Pátzcuaro, constituyendo la ebanistería y los artísticos mosaicos de plumas de colibrí, las dos principales ramas de industria de sus habitantes. La ciudad cuenta a ctualmente con unas ocho mil almas. Fué fundada por el rey tarasco Veapani II, quien estableció en ella el asiento de sus dioses principales y la morada de sus más importantes sacerdotes.
Según algunos lengüistas, Pátzcuaro significa lugar de llantos y lutos, porque atestigua la tradición, que los indios tarascos iban allí á llorar á sus muertos y sacrificados. Otros afirman que significa Lugar de alegria, y realmente merece llamarse así por hallarse casi á las márgenes del bellisimo lago, y sobre todo por encerrar el devoto santuario de Nuestra Señora de la Salud. En ese poético templo, como la perla en su nacarada concha, se oculta la imagen de la Reina del cielo, que es el embeleso de los michoacanos, el consuelo de sus penas y el refugio donde se acogen cuando se desencadenan las tempestades de la vida.
Allí acuden en santas romerías los indígenas de las regiones calientes, frías y templadas del Estado. En verdad es altamente conmovedor oír a los indios, que al renovar á diario los ramilletes de cándidas flores de Chumbaca, le dicen á María Santisima en su armonioso idioma tarasco: Naná-Yurixe; zantrini cuiripen vehcouchea maripechen; Thuquire santa Dios Naná embaecá; Madre Virgen, ruega por nosotros: Santa Madre de Dios.
Origen de la Santa Imagen
El origen de la devota imagen de nuestra Señora de la Salud se remonta á los primeros tiempos de la conquista de Méjico por los Españoles, siendo bien notable el procedimiento de su fabricación y el material en ella empleado.
Acostumbraban los indios tarascos en tiempo de su gentilidad á formar los simulacros de sus falsas deidades con una pasta compuesta de medula del tallo del maíz perfectamente seca y molida, mezclada con los falsos bulbos de una epifita llamada en su idioma Таtzingueni. Esta mezcla, en las proporciones debidas producía una masa bastante manejable y con ella se modelaban las figuras. Con semejante material y según los procedimientos de los artistas españoles, fabricaron los indios de Pátzcuaro, bajo la inmediata dirección del Ilmo. Sr. D. Vasco de Quiroga, primer Obispo de Michoacán, la veneranda imagen de la Santísima Virgen de la Salud. Parece que esto sucedió el año 1538 (1).
El Sr. Obispo la colocó en modestísimo altar del hospital que erigió en Pátzcuaro bajo la advocación de
Santa María. Quedaron con esto los enfermos y desvalidos de la raza indígena encomendados al patrocinio de la que es Consuelo de los afligidos; y bien pronto comenzó la santa imagen á derramar tales gracias y beneficios sobre cuantos allí acudían, que su fama y devoción se extendió por toda la comarca y le mereció el titulo de Salud de los enfermos.
Una de las curaciones más notables fue la del Doctor D. Juan Meléndez Carreño, persona de gran reputación literaria, muy estimada por su saber y virtud. Al poco tiempo de su curación milagrosa fue nombrado cura de Pátzcuaro en 1690. Dedicóse con empeño al servicio y culto de Nuestra Señora de la Salud, y acrecentó su devoción procurando desde luego que los sábados por la noche saliese en procesión la veneranda efigie, acompañada del clero, personas principales y el pueblo, para que en medio de luces y con música se cantara y rezara á coro por las calles el Rosario de la Soberana Señora. Él fue también quien consiguió adornarla con vestidos muy valiosos y artísticos, a pesar de la viva oposición que le hicieron los indios y no pocos españoles.
En 1691 proyectó levantarle un templo, y al efecto se recogieron cuatro mil pesos de limosnas. No pudo tan preclaro sacerdote ver concluida su obra, dejando esta gloria y este consuelo para su sucesor, el cual en 8 de Diciembre de 1717 logró bendecir la iglesia que actualmente existe, celebrándose esta dedicación con gran pompa por espacio de ocho dias.
Coronación y Milagros de la Virgen de la Salud
En 1890 el Ilmo. Sr. Dr. D. José Ignacio Arciga, Arzobispo de Michoacán, ordenó que se hiciera la decoración del Santuario y se construyera un nuevo altar para la veneranda imagen, teniendo la satisfacción de ver terminada su obra y dedicarla con gran solemnidad el 8 de Diciembre de 1893. Entonces nació entre los hijos y vecinos de la ciudad de Pátzcuaro la idea de pedir a la Santa Sede fuese coronada la Virgen de Nuestra Señora de la Salud. Acogido el pensamiento por el Prelado, gestionó lo conducente á ella, y sus súplicas fueron favorablemente despachadas, según consta del Breve pontificio de 5 de Abril de 1898.
La ceremonia de la coronación se verificó el 8 de Diciembre de 1899 en medio de grandes y suntuosas fiestas, colocando el Ilustrísimo Sr. Arciga casi moribundo, la áurea corona en las sienes de la amada y reverenciada imagen. Tarea larga, aunque agradable, seria referir todos los milagros que se dicen obrados por la Santisima Virgen mediante su santa imagen.
Buen testimonio de ello dan los incontables exvotos que tapizan los muros de la antesacristia del Santuario, y sobre todo lo atestiguan los numerosos desvalidos que a todas horas están de rodillas ante sus aras. Para mayor gloria de Dios y de la Santisima Virgen consignaremos aqui cuatro de los que relata el P. Pedro Sarmiento, de la Compañía de Jesús, en una antigua novena.
En el año de 1692 se retardaron tanto las aguas de Pátzcuaro y sus contornos, que estaba ya casi mediando Junio y el cielo parecía de bronce, sin esperanza alguna de que lloviera. Los labradores, viendo la asoladora sequia que castigaba sus campos y temerosos ante la pérdida irreparable de sus cosechas, recurrieron por remedio á la Santísima Virgen de la Salud, y al efecto suplicaron al digno párroco, Sr. Meléndez Carreño que saliera la Señora en procesión por las calles, y que se le cantara un novenario de misas con toda la solemnidad posible.
Accedió fácil y gustosamente el piadoso cura á la petición de los labradores; y habiéndose prevenido y dispuesto las cosas necesarias y concernientes a la procesión, vinieron señores sacerdotes para llevar la santa imagen en andas durante la procesión proyectada.
Eran las doce del día, y el cielo estaba tan despejado y limpio de nubes como puede estarlo en el mes de abril; pero lo mismo fue descubrir la santa imagen y comenzar a sacarla de su nicho que luego instantáneamente con pasmo universal fue visto cubrirse de espesas nubes el horizonte, y a poco empezó a caer suave llovizna, que se aumentó y agrandó por momentos, de tal manera, que llovió sin interrupción, copiosa y abundantemente hasta las tres de la tarde, quedando ya desde entonces reanudadas las aguas para todo su tiempo regular.
Por este último beneficio rindieron todos afectuosas gracias a la Sma. Virgen, Nuestra Señora de la Salud, la cual en las mismas circunstancias otorgó semejante beneficio a los ciudadanos de Guadalajara, estando allí su santa imagen peregrina (2), y después acá lo ha repetido varias veces a los vecinos de Pátzcuaro.
Cuando se colectaron limosnas para erigir el Santuario, llegó un día copia de la santa imagen a la villa de Colima. Había allí un hombre muy enfermo; y sabiendo este que era llevada al lugar Nuestra Señora de la Salud, pidió que lo sacasen a recibir a la Señora a las puertas de la villa.
Cumplieron su deseo, y afrontado con la milagrosa imagen, le pidió en voz alta que, si convenía para su salvación, le concediese la salud como Madre de ella, y sino, que lo sacara de este mundo en paz. A la mañana siguiente se hizo conducir a la iglesia con ánimo de velar todo el día a la Virgen de la Salud; confesó y comulgó, y encomendándose luego muy de veras a la santa imagen, acabó su vida expirando en el mismo tiempo de su oración, manifestando así la Santísima Virgen de la Salud que había oído y despachado favorablemente las humildes y piadosas súplicas de aquel buen cristiano, concediéndole la muerte en tan dichosas circunstancias, porque no le convenía la vida para salvarse.
Los religiosos franciscanos de S. Diego, moradores de Aguas Calientes deseaban afectuosamente obsequiar con sus fervorosos cultos a la Santísima Virgen de la Salud, peregrina y huesped en su país. Y para ese efecto la trajeron en solemne procesión por las calles d ela ciudad hasta la iglesia, y la colocaron en un altar que le tenían ya dispuesto y bellísimamente engalanado.
Había a la sazón en el convento un hermano lego de la misma orden, que por enfermedad se hallaba impedido y baldado de medio cuerpo. A este religioso le trajeron a la iglesia a presencia de la Santísima Virgen; y poniéndole con mucha fe y devoción la santa imagen sobre la cabeza, sintióse repentinamente bueno y sano, con tal expedición de todos sus miembros, que pudo al siguiente día asistir con notable consuelo de su alma y servir con ternísima devoción a la misa que cantaron sus hermanos religiosos en honor de la Señora.
Pasó todo el día con el mismo regocijo, dando muchas gracias a Dios y a su Santísima Madre, que por medio de la bendita imagen lo había libertado de su penoso accidente, devolviéndole entera salud. Más, después que se recogió a su celda y durmió toda aquella noche, despertó a la mañana con el mismo antiguo accidente, sin haber precedido causa a la cual pudiese atribuir prudencialmente esta recaida intempestiva; por lo que los demás religiosos, y todos cuanto la supieron, la juzgaron justamente por milagrosa, no menos que la salud poco antes recuperada; y habíendo ido el R.P. Guardián a visitar y consolar al fraile nuevamente enfermo, le dijo; "Sin duda, hermano, que no le convenía la salud para su salvación; pues habiéndosela concedido la Santísima Virgen tan fuera de toda regla, se la ha quitado de la misma suerte; consuélese, tenga paciencia, y confórmese con la voluntad de Dios".
Fue recibida la santa imagen en una hacienda junto a Zacatecas, llamada San Pedro; y convocado el demandadero con la campanilla a los vecinos para rezar el rosario, vino entre ellos un arriero que se había alojado por ahí cerca. Rezó éste en compañía de los demás con mucha devoción el Rosario a la Santísima Virgen; volvió después a su recua y se puso a atar y componer cargas, porque el tiempo estaba tempestuoso: estándolas componiendo, le cayó sobre la cabeza un rayo que le hizo pedazos el sombrero, le abrasó el vestido y a él le dejó sin habla y sin sentido.
Así estuvo tres días, al cabo de los cuales vuelto en su acuerdo, invocó a la Santísima Virgen de la Salud, que pensaba haber sido su libertadora para que no muriese del rayo. Dióle por esto a la gran Reina muy afectuosas gracias. Muchas personas de Zacatecas que vieron el sombrero hecho pedazos y juntamente las señales que el rayo había dejado estampadas en el cuerpo de este hombre venturoso por haber sido tan señaladamente favorecido de Nuestra Señora de la Salud de Pátzcuaro.
NOTAS:
(1) Según nota Padilla, en su Historia de la conquista del reinо
de Nueva Galicia, el que enseñó á los tarascos la aplicación de la
pasta de maíz á la estatuaria fue Matías de la Cerda, el más famoso escultor que à estos reinos pasó de Europa cuando se pobló América, y fue el primer maestro de donde se ha derivado de padres á hijos el oficio que hoy es común en los indios de la sierra de Michoacán, cuyas imágenes se conocían en todo el reino, especialmente Santos Cristos.
(2) Llámanse en Méjico imágenes peregrinas, las copias de las afamadas y milagrosas que llevan los demandaderos que recogen limosnas.
Autoridades (Fuentes).- Romero. Noticias para formar la Historia y estadística del Obispado de Michoacán - Novena y noticias históricas de la venerable imagen de Ntra. Sra. de la Salud de Pátzcuaro, Méjico, Tipografía de "El Tiempo", 1901 - Álbum de la coronación de Nuestra Señora de la Salud.
Tomado de:
América Mariana
o sea Historia Compendiada de las Imágenes de la Santísima Virgen más veneradas en el mundo
R.P. Félix Alejandro Cepeda
Misionero Hijo del Inmaculado Corazón de María
Tomo I
Capítulo VI
Págs. 163-170
México-Barcelona
1905