Eugenio Amézquita
-La calle principal lleva el nombre del fundador de la empresa
-Su esposa, Doña Emeteria Valencia, benefactora de Celaya
-Riqueza y producción textil del Bajío
Hablar del pueblito de Soria, del municipio de Comonfort, Gto., es hablar de aroma a tradición, a tiempos antiguos y trabajo textil, así como de un asentamiento cuyas casas son propiedad de la misma fábrica que en ella está asentada desde hace muchos años.
Su ubicación
El pueblo de Soria Guanajuato se encuentra aproximadamente a 16 kilómetros de Celaya rumbo a San Miguel de Allende, pertenece al municipio de Comonfort y se encuentra a 1,850 metros de altitud.
Ubicación Geosatelital de Soria, Gto.
En su estructura, se encuentra compuesta principalmente por la fábrica textil en la que se elaboran los famosos casimires Soria, cinco calles perpendiculares a ella: Reforma, Valencia, San Fernando, Providencia y Asunción; tres calles paralelas: Don Eusebio González, Industria Guadalupe., dentro de una extensión territorial de aproximadamente un kilómetro cuadrado, cuenta además con escuela e iglesia.
Su historia
La historia de Soria, tomada de las crónicas del padre José Zavala Paz, quien en el siglo XX, en los años cincuentas, fue sacerdote en la iglesia de Soria y que al decir de Javier Rueda Hernández fue escritor, poeta y orador.
"El cargamento misterioso traído a Salamanca desde la lejana Barranca de Metlac aumentó considerablemente la fortuna, ya respetable, de Don Patricio Valencia. Desde hacia tiempo poseía este señor un expendio de loza fina y una tienda de abarrotes, con las cuales, sin ambiciones desmedidas de lucro, procuraba encontrar mayor holgura económica para su familia".
"Componíase ésta de la esposa de Don Patricio y de dos hijas: Antonia que más tarde casó con un señor de apellido Canela, y Emeteria Valencia, reconocida benefactora de Celaya, quien posteriormente sería miembro de la Venerable Tercera Orden de San Francisco, en esa ciudad, habiendo nacido ella en 1833 y que en los días del famoso hallazgo de Metlac, estaba en su más radiante y lozana juventud".
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Eusebio González Martínez |
"Acertó por aquel entonces a llegar a Salamanca un jovencito español de nombre Eusebio que cayó muy en gracia a la familia Valencia. Nacido había en las Provincias Vascongadas y precisamente en Agϋiera de Yturriotz. Por la casa paterna de Don Eusebio González y López pasaba la línea divisoria entre Santander y Vizcaya. Hacemos hincapié en estas minucias geográficas porque se creyó por mucho tiempo que Don Eusebio era de Castilla la Vieia, de la ciudad de Soria, y que a esto se debía el nombre que ahora lleva la factoría textil donde vivimos".
"Nada tiene que ver el nombre de la ciudad castellana en este caso. Más aún, como veremos más adelante cuando Don Eusebio adquirió en propiedad estos terrenos, ya llevaba el pueblo el nombre de Soria. Ignoramos a la verdad cómo haya sido exactamente el principio de los amores entre Doña Emeteria y Don Eusebio: pero las cosas sucedieron en la forma más sencilla y natural".
"Poseía Don Patricio Valencia en Salamanca, como ya hemos dicho, una tienda de abarrotes a la cual concurría frecuentísimamente el joven Eusebio González. Alguien asegura que no era más que un simple empleado de la casa Valencia y que se pasaba las horas muertas detrás del mostrador esperando pacientemente que alguien fuese a comprar un tlaco de manteca o medio real de azúcar o panocha".
"Otros aseguran que Don Eusebio era ya por aquellos días el jefe de carreros y diligencias que hacían sus viajes a la Capital de la República. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que Don Eusebio era asiduo visitante de la tienda de Don Patricio Valencia, y que al ver a las dos hermanitas enamoróse, porque acontece lo mismo en tales casos, de la más jovencita, que era Doña Emeteria".
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En Salamanca, Gto., también se reconoce la obra benefactora de Don Eusebio González |
"Acostumbrábase a la mitad del pasado siglo que los novios se valiesen de las sirvientas para concertar su matrimonio por medio de recaditos que éstas llevaban y traían. No sucedió así en esta ocasión puesto que los novios se veían con suma facilidad. Lo que sí debió acontecer fué que ella confió la resolución del sí matrimonial a los pétalos blancos de las margaritas".
"Deshojando éstas iba preguntando en presencia de su novio si era querida o no: sí..., no..., si..., no... Si alguna vez resultaba que no, ella hacía trampa para que resultase siempre que sí. La idolatraba Eusebio y con tales antecedentes y abrumada por tantos síes no hubo más remedio que festinar la boda".
"— ¿Pero con qué me caso?— preguntó angustiado Don Eusebio a un muy amigo suyo, Don Felipe Galatois que por aquellos días trabajaba como tintorero en la fábrica de Cempoala, en Celaya (más tarde trabajó en el mismo oficio en Soria y aquí murió. Doña Tranquilina su esposa lo tendió con zapatos y eso causó mucha extrañeza)".
"—Yo te facilito el dinero que necesites— contestó Don Felipe. El matrimonio se efectuó en Salamanca, y años más tarde la sociedad Valencia-González compraba el Molino de Soria al que iban anexos muchas haciendas y extensísimos campos labrantíos".
"Era un latifundio inmenso, una posesión feudal adquirida con los dineros de la Barranca de Metlac. Pero ¿desde cuándo existía el Molino de Soria? No hemos podido precisar la fecha exacta de su fundación. Más aún creemos que formóse de la manera más simple".
"En un principio se levantaron unas cuantas casitas con techo de paja o para ser más precisos unos jacalitos de pasto. Más tarde construyóse, con muy buen gusto por cierto, la casa de la Hacienda que es la actual casa grande recientemente restaurada. El periódico “El Siglo XIX” en su número 79 del 3 de abril de 1861 dá cuenta en una de sus columnas de que el Ingeniero Agrimensor, Don Antonio María Leyva, de muy distinguida familia celayense fué asesinado en el Molino de Soria el 23 de marzo de aquel año por las gentes de Ibarburen. Es la vez primera que en la Historia, y con letras de molde, encontramos el nombre de Soria".
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Tumba de Ignacio Comonfort |
"Otro testimonio valioso es el del epitafio en el panteón de San Fernando, de la ciudad de México dice así: “SACRIFICADO (Comonfort) EN EL MOLINO DE SORIA NOVIEMBRE 13 DE 1863”. Hemos buscado en la ciudad de Guanajuato en diversos Archivos para precisar exactamente la existencia oficial del Molino de Soria; pero nuestras búsquedas no han arrojado luz sobre lo que ya sabíamos con certeza por los libros viejos que poseemos en Soria. El Coronel Don Florencio Soria, jefe político de Celaya, hoy lo llamamos presidente municipal, fué dueño de este caserío y estos terrenos y de ahí probablemente vino el nombre de “Soria”, antes llamábase sencillamente “El Molino” y parece que algunos bautismos celebrados tanto en Chamacuero como en San Juan de la Vega y registrados desde a fines del siglo XVIII (mil setecientos y tantos) son de la actual Soria".
"Documentos ciertos y precisos de la casa Valencia-González no los encontramos sino hasta 1876. Al lado del molino de harina levantó el dinámico Don Eusebio la fábrica de manta “La Providencia”. Ya en Salamanca tenía unos telares de madera en los que elaboraba rebozos y manta de algodón. Soria quedó convertida en centro y pequeña capital de los negocios de la firma Valencia-González".
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Fábrica de textiles de Zempoala, en Celaya, Gto. |
"Instaláronse más tarde los telares de lana. Don Lucas Alamán compró los primeros telares ingleses que llegaron a México y los instaló en la fábrica Textil Cempoala de Celaya. Más tarde, al movimiento político del célebre historiador mexicano, los compró Don Eusebio y los trajo a Soria y con ello impulsó muchísimo la industria de la lana".
"No hemos de omitir la nobilísima acción que por aquellos días hizo la familia González, según la refiere el historiador celayense Don Luis Velasco y Mendoza: Humanamente cede en elogio sempiterno. Sobrenaturalmente esperamos que Dios le haya premiado: En su afán de perseguir a la Iglesia Católica, Lerdo de Tejada trajo a los protestantes norteamericanos y por gruesas sumas les cedió muchos de los templos católicos del país".
"Llegaron a Celaya los protestantes encabezados por el ministro Samuel Graver y se adjudicaron los mejores templos de la ciudad. Fué entonces cuando los dineros ganados tan honradamente con el concurso de los obreros de Soria, repelieron la injuria hecha a la Iglesia de Dios y a la Patria Mexicana. Don Eusebio González rescató el templo del Carmen de Celaya y su esposa Doña Emeteria, la Tercera Orden. Doña Antonia Valencia Vda. de Canela rescaté el templo de San Agustín".
"El siglo declinaba y con él la vida de Don Eusebio y Doña Emeteria: fallecieron ambos en 1893. Fueron inmensamente ricos y universalmente queridos por todos. Las clases altas los estimaban por sus virtudes y buen trato; los humildes recibían ayuda y donativos cuantiosos de sus manos. Fundaron en Soria, Celaya y Salamanca escuelas y casas de socorro para los necesitados. ¡Daban a manos llenas!"
"Fueron visitados en Soria por el Emperador Maximiliano a su paso para Dolores Hidalgo el día 14 de septiembre de 1864. Caído el Imperio los visitaban los Gobernadores del Estado de Guanajuato y los Arzobispos de Michoacán. Poseyeron todo lo que humanamente podían tener y ambicionar y sin embargo... ¡Nunca fueron felices!. . . ¡Las riquezas no siempre dan la dicha!"
"Eusebio González Martínez hijo adoptivo de Don Eusebio González López, heredero y sucesor de él en la Negociación Fabril de Soria había nacido en Trucios, Provincia de Viscaya, España. Aprovechando la paz porfiriana el nuevo dueño intensificó el trabajo y la producción del Molino y de los telares de lana y algodón".
"Las cosechas abundantísimas de trigo de esta riquísima zona del Bajío se recogían aquí. Las mieses doradas cran un mar inmenso que al impulso de las brisas dibujaban olas de oro allá en los campos. Los segadores cortaban los trigales y los hacinaban en montones colosales los cuales después eran trasladados a Soria en el lento rodar de la vieja carreta".
"Ya aquí en las eras, instaladas en los lugares que actualmente ocupan las casas del pueblo, eran trillados por un atajo de mulas. Rubio el grano y libre de la paja entraba al molino para ser convertido en blanca y finísima harina. A Soria llegaban las gavillas de trigo de todos estos campos y de aquí salían las arrobas de harina para toda la República".
"A Soria llegaban también los carros de algodón procedentes de Saltillo y Torreón y de aquí se distribuía la manta por todos lados, y muchas veces aún el algodón para otras fábricas. Séanos permitido a este propósito y para lo que hemos dicho, transcribir algunas cartas de aquellas épocas".
"Por aquél entonces también se intensificó producción de finos artículos de lana. En este largo período de paz y prosperidad construyóse gran parte de la actual Fábrica que, a no dudarlo, presentaba un aspecto mucho más risueño que ahora".
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Entrada principal a la Fábrica Textil de Soria |
"Emergía la graciosa arquitectura de un fondo esmeralda, como que la alfalfa extendía su verde tapete desde el templo actual torre hidráulica. No existían, ni las casas de los maestros, ni la botica, ni la barda poniente, ni el portón, sino que quedaban totalmente al descubierto las bellísimas construcciones del Molino, los Telares y la Casa Grande. Empezaron a ser famosos los rosales de Soria. Rosas encarnadas y blancas, botón de oro o malebrán, fragantes, exquisitas".
"Había un canal entre la Fábrica y el resto del pueblo y sobre el canal un puente levadizo. Por las noches se quitaba el puente y se cortaba la comunicación. Era algo así como un Castillo Medieval. La más sincera y franca comprensión existía entre patronos y obreros y, en ese ambiente, se trabajaba bien y se vivía mejor".
"También e] pueblo fue construyéndose en esos días por los maestros albañiles: José Valdés y Ponciano Mondragón. Antes no había más que dos calles, la de Guadalupe y la de Eusebio González, con Reforma y Valencia. Todo lo demás data de esta época. Mas en la vida humana no faltan accidentes desagradables y así tuvieron que lamentarse, entre otras cosas algunos incendios".
"En 1896 se quemó una era de trigo. Fué la admiración de toda la comarca. Una antorcha colosal alimentada por el preciosísimo grano. En la noche del viernes de Dolores de 1904 empezaron a arder los telares de mano. Los tejedores que estaban de turno, sofocaron el incendio con el agua fresca de chía, jamaica y limón que aquella tarde habían hecho en frescas y porosas tinajas coronadas de flores".
"El 10 de febrero de 1921 estalló un voracísimo incendio en los telares de pabellón si algunos se salvaron fue debido a que los obreros se arrojaron denodadamente a las llamas. Pero las gentes de Soria no eran ya aquellas que al contemplar el bellísimo cometa de 1882 creían que había llegado el fin del mundo y para escaparse de la conflagración universal huían al cerrito de la Cruz..."
"Habían ganado mucho en el terreno de la instrucción y al llegar las ideas de la Revolución Mexicana encontraron algún eco en el medio de Soria. Hubo una huelga en 1912. Cerró la Fábrica en 1915 al igual que en la otra huelga de 1923. Más como todas las cosas de los míseros mortales debe tener un fin, el periodo brillante de Don Eusebio González Martínez debía tener el suyo".
"Dícese que el origen de su ruina o la causa última, fue el que imprudentemente, sin previo aviso a la Autoridad Eclesiástica, y por su propio dictamen, convirtió en despacho el edificio que había sido templo desde 1884. Decimos imprudentemente porque Don Eusebio fue un hombre de fe profunda y arraigada".
"Con hechos elocuentísimos demostró en mil veces su catolicidad acendrada y el sumo aprecio y veneración sincera que sentía por las cosas de Dios: sostenía el culto divino; velaba por sus obreros; les socorría en sus necesidades; procuraba la educación de sus hijos. Las causas humanas de su caída fueron muchas y se encadenaron unas a otras, como un cataclismo de desdichas".
"La causa determinante fue un tanto dramática: El convoy que venía de Laredo a México aquel célebre 18 de septiembre de 1922, salió de Escobedo hacia la Capital de la República a la hora de costumbre, a las 22 horas. Noche negra como boca de lobo. En la oscuridad el tren avanzaba con valentía como gigante que lucha denodadamente en contra de su destino, y se despedía de la estación con un silbato largo, prolongado, romántico. ¡Las agudas notas de la locomotora tienen tanto sentimiento y tanta poesía!..."
"Más el ferrocarril como eterno peregrino que nunca sabe nada, que de todo se desentiende y que no siente ningún problema, ignoraba que durante todo aquel día había llovido aterradoramente. A hora temprana negros nubarrones habían entoldado el firmamento y el horizonte entero, desde Celaya, hasta San Miguel Allende, era una amenaza".
"No tardó en desatarse la tempestad furiosa y por muchas horas la lluvia estuvo cayendo en catarata torrencial. Había en las posesiones inmensas del Sr. González, un sistema de presas cuyas aguas eran empleadas para regar los trigales cuando Soria era el emporio de las cosechas. En la parte más alta del cerro estaba el vaso de Capulines: en un nivel inferior al de Galvanes y más abajo todavía el de Agapito".
"Y aconteció que el agua de la primera presa rompiendo los diques, cayó sobre la segunda y que ambas cayeron sobre la tercera. Una verdadera catarata de Niágara descendía de los montes en tropel ensordecedor, destrozando nopales, arrancando de raíz los huizaches, tronchando garambullos y barriendo cercas de piedra, hasta que cayó por fin con furia satánica sobre la vía del ferrocarril en los precisos momentos en que este pasaba jadeante en su carrera… todo quedo cubierto por las mas espesas sombras".
"Gotas de lluvia menudita caían indolentemente sobre los arrollados despojos y los siniestros escombros, y, como quien huye de un crimen, el bramido del trueno resonaba allá a lo lejos. Cuando la luz jubilosa de la mañana pintaba de rosa las siluetas de los montes, los cactus enhiestos contemplaban con filosófico estoicismo el drama de la noche anterior".
"El criterio de los ferrocarriles fue muy otro: exigió crecidísimas indemnizaciones por las vidas humanas y por el material desaparecido. Amargado por estas y otras muchas desgracias, bajaba D. Eusebio al sepulcro el 24 de diciembre de 1924".
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Bertrand et LIX - Le Monde Illustré: journal hebdomadaire, nº 352, 09/01/1864. La muerte de Ignacio Comonfort. |
La muerte de Ignacio Comonfort en Soria
Nació en Amozoc, Puebla, el 12 de marzo de 1812. Fue presidente interino de México del 11 de diciembre de 1855 al 30 de noviembre de 1857, y constitucional del 1 al 17 de diciembre de 1857. Murió en
Molino de Soria, Guanajuato, el 13 de noviembre de 1863.
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En el Templo de Soria descansan los restos de quien construyera este lugar de culto. Es de destacar la presencia de
milagros de plata localizados en este sitio, como respuesta posiblemente a favores logrados por intercesión suya a Dios. |
La Iglesia de Soria
La actual iglesia de Soria fue construida por el padre
Moisés Huerta con la cooperación de los fieles del pueblo en honor de la Santísima Virgen de Guadalupe, coronada en 1955 como reina del trabajo por el excelentísimo señor obispo del León Dr. Manuel Martín del Campo.
El padre Huerta murió el 24 de junio de 1945 y el 3 de Septiembre de 1953 sus restos momificados fueron trasladados a la iglesia que el construyó. Hoy en día, en que la mayoría de la gente ha sido desalojada del pueblo, y que solo quedan aproximadamente cincuenta familias, esta iglesia dejó de serlo para convertirse en “capellanía”.
Las casas de Soria
Construidas por los dueños de la fábrica para que ahí vivieran sus trabajadores a quienes solo les cobraban una cantidad para el mantenimiento de las mismas, cabe decir que todas las casas del pueblo están pintadas con los mismos colores: blanco y vino.
La Fábrica de Soria
Cuyas siglas puestas en la puerta de entrada significan: Negociación Fabril de Soria, que durante años ha sido la propietaria del pueblo. En el museo casa del Dr. José María Luis Mora ubicada en Comonfort existen antecedentes fotográficos de su fundación.
SORIA es una empresa en donde la tradición se junta con la modernidad. Fundada en el Bajío Mexicano en el año 1918, ha pasado por diferentes etapas de desarrollo.
Datos tomados de:
-Taller de Actualización de Informática Jurídica. Lic. Juan Ulloa Cruz
-Padre José Zavala Paz, Soria, Guanajuato. Otoño de 1954
-Javier Rueda Hernández. www.mimorelia.com