Fiesta de Nuestra Señora de los Remedios: 1 de septiembre
Eugenio Amézquita Velasco
La advocación de Nuestra Señora de los Remedios surge en España durante el siglo VIII, en el contexto de las invasiones musulmanas. Se le invocaba como remedio contra los males físicos y espirituales, especialmente en tiempos de guerra y peste.
Su culto se consolidó en regiones como Alcántara (Extremadura) y Tolosa (Vasconia), donde se veneraba como protectora de los cristianos y abogada en las batallas.
La verdad de la primera Imagen de la Virgen María, evangelizadora en nuestra tierra. Es la primera imagen de la Virgen venerada en América, la más antigua que se conserva. Hernán Cortés y sus hombres desembarcan en tierras mexicanas el 14 de febrero de 1519.
De acuerdo con la tradición histórica, Juan Rodríguez de Villafuerte, capitán en su tropa, trajo a territorio americano esta imagen de la Virgen de los Remedios “para su consuelo”; era un regalo de su hermano que al entregársela le había dicho que tuviera mucha confianza porque a él le había librado de los peligros de las batallas en que se había hallado y esperaba que le sucediera lo mismo en el Nuevo Mundo.
La bendita imagen de Nuestra Señora de los Remedios estuvo presente en la primera misa que se realizó en México, en territorio continental, oficiada por el padre mercedario, fray Bartolomé de Olmedo, y con los primeros 20 bautismos de las mujeres que fueron ofrecidas a Cortés y sus hombres, entre ellas Doña Marina o, la Malinche, en la desembocadura del Río Grijalva en Tabasco, el 17 de marzo de 1519.
El 25 de ese mes, Cortés fundó la primera Villa dedicada a Nuestra Señora de las Victorias, que es un nombre alternativo al de los Remedios.
Bernal Díaz del Castillo narra cómo La Cruz y la imagen de nuestra Señora con el Niño Jesús en sus brazos, eran mostrados a los caciques y gente principal de los pueblos adonde llegaban los españoles y eran recibidos y les daban el anuncio de la salvación en Cristo. Después, se celebraba la santa misa y, al retirarse, dejaban una cruz con un cuadro de la Virgen.
Estando Hernán Cortés en Tenochtitlan y buscando erradicar el culto que los aztecas profesaban al ídolo Huitzilopochtli, ordenó al Capitán Rodríguez de Villafuerte que colocara la imagen de la Virgen de los Remedios en el altar del ídolo, donde solían efectuarse los sacrificios humanos, para mostrarles que era a Jesús, descansando en el regazo de la Santísima Virgen María, a quien debían adorar.
Allí fue expuesta la imagen de la Virgen de los Remedios por unas semanas, a pesar de los inútiles esfuerzos de los indios por retirar la imagen, pues se les pegaban las manos. Fue hasta que estalló la guerra con los aztecas, que los españoles la retiraron del templo y la llevaron consigo.
Durante la derrota del 30 de junio de 1520, Cortés tuvo que retirarse precipitadamente de Tenochtitlan y a esa fecha se le conoce como la Noche Triste.
Exhausto y desmoralizado, el conquistador y sus hombres llegaron a San Juan Totoltepec, una villa cercana, donde se localiza el verdadero árbol de la Noche Triste: un multi centenario, gigantesco, majestuoso y muy bien conservado sabino o ahuehuete, donde Cortés lloró su inicial derrota y decidieron pernoctar en un cue o adoratorio de piedra que les sirvió de refugio. Los abatidos conquistadores encontraron un remanso de paz, confiando en que la Madre de Dios los conduciría a la victoria definitiva.
Pero durante ese retiro en la Noche Triste, la pequeña imagen fue escondida bajo un maguey. Probablemente se perdió su ubicación porque durante años no se supo nada más de aquella imagen labrada en madera.
Sin embargo, un año después caería Tenochtitlan y Hernán Cortés en agradecimiento a la protección que experimentaron de nuestra Señora de los Remedios y sin tener la imagen aún, pues se hallaba oculta, mandó construir una ermita en el lugar donde pernoctaron (San Juan Totoltepec), distinto al que actualmente ocupa la Basílica, que fue el que indicó la Imagen.
Hacia 1540, un indio cacique, de nombre Juan Ce Cuautli o Juan de Águila caminaba por los parajes cercanos al pueblo de Tacuba y vio a la Señora en el cielo “que con voz sensible le decía, hijo, búscame en ese pueblo”.
Al comentarlo con los frailes de Tacuba, cuyo templo se estaba construyendo y en el que Ce Cuautli participaba, estos no le creyeron y le pedían una señal, la cual se dio cuando, laborando el cacique en la construcción del templo de Tacuba, sufrió un grave accidente que lastimó la columna al grado que se le daba por muerto.
Lo condujeron a su casa, donde la Virgen se le apareció y lo sanó, dándole un cinto de cuero, similar al de los agustinos, por el que logró la perfecta salud, lo que maravilló a los frailes, que le aconsejaron que informara qué quería “la Señora del Cielo”.
Poco tiempo después, debajo de un maguey, Juan de Águila (Juan Ce Cuautli) encontró la pequeña imagen de madera que había desaparecido desde 1520 y la llevó a su casa en San Juan Totoltepec.
Primero la conservó en su casa y después le construyó una ermita donde la Señora del Cielo le manifestó quería permanecer y, en sueños vio cómo los ángeles construían un espléndido santuario, en el cerrito llamado Otomcapulco (barrio de otomíes), hoy Cerro de los Remedios.
La obra de esta ermita fue de paredes de piedra y barro, su techo pobre y pajizo, era una casa pequeñita y allí estuvo la imagen 25 años. La noticia del hallazgo de la imagen llegó a los españoles, quienes la habían venerado desde el principio de la conquista, así como también los nativos, quienes encontraron en ella consuelo en medio de sus dificultades.
Así, por la devoción a la Virgen se hermanaban, españoles e indígenas.
Algunos años más tarde, la devoción a Nuestra Señora de los Remedios se fue extendiendo poco a poco por todas partes y las autoridades civiles construyeron en 1575 el santuario donde hoy es venerada la imagen.
Tanto el virrey Martín Enríquez, como el arzobispo de México, Pedro Moya Contreras, coincidieron favorablemente en la realización del proyecto.
El primero lo costeó, y el segundo se mostró satisfecho de poder bendecir la obra cuando esta fuera terminada. El santuario fue comenzado en 1574 y concluido a finales de agosto de 1575.
Más de medio siglo después, el 25 de marzo de 1629, se inició la construcción de la torre, la cúpula y el crucero. En el interior, la bóveda se enriqueció con aplicación de bellos adornos de yeso.
Antes de las muchas transformaciones de que fue objeto, el santuario tuvo una casa principal para dar alojamiento a pobres y a peregrinos; y aposentos para virreyes, arzobispos, oidores, inquisidores, personas principales y convidados especiales.
Desde 1577 hasta 1922, la Virgen de los Remedios fue llevada más de 75 veces en procesión solemne desde su Santuario a la Catedral de México, como remedio de las necesidades públicas.
La gente recurría a la Virgen de los Remedios para pedir su protección y ayuda en las terribles sequías, epidemias, inundaciones o temblores que de vez en cuando azotaban a la ciudad.
Su imagen recorrió la Calzada México-Tacuba en vistosas y multitudinarias procesiones. Las autoridades eclesiásticas y civiles -incluyendo al propio virrey y sus consejeros- trasladaban a la Virgen desde su santuario en las afueras de la ciudad para colocarla durante meses en la catedral de la Ciudad de México.
De estas famosas procesiones que conmovían a la ciudad, dan fe las Actas del Cabildo de la Ciudad. En estas actas se encuentra el interesante motivo de cada una, las personalidades que la acompañaban, los admirables festejos a la ida y regreso de la Imagen, la dignidad de las andas, el coche y las magníficas ofrendas.
Desde entonces, han sido y son muchos los fieles que acuden a ella para implorar su protección y ayuda, dejando testimonio de su eficaz intercesión en los exvotos.
Son cientos de miles de devotos al año, que acuden para agradecer a nuestra Señora el remedio a sus angustias y sufrimientos y recibir su consuelo y fortaleza. Algunas peregrinaciones tienen más de 100 años de realizarse año con año, incluso una con más de 300 años.
El 4 de octubre de 1906 la Vicaría fija de Nuestra Señora de los Remedios es erigida Parroquia por el Arzobispo de México, Don Próspero María Alarcón, designando al primer párroco al Pbro. Santiago Garza Treviño.
Al erigirse la diócesis de Tlalnepantla en 1964 el santuario quedó en la misma y fue su primer obispo, Fray Felipe de Jesús Cueto. Él fue quien el 19 de octubre de 1974 hizo la coronación Pontificia de la Virgen de los Remedios como Reina de la Diócesis, del Clero y del Seminario Diocesanos.
El 22 de octubre de 1991, Manuel Pérez Gil, primer arzobispo de Tlalnepantla, por decreto de S.S. Juan Pablo II, la proclama Patrona de la Arquidiócesis de Tlalnepantla.
El 23 de octubre de 1999 se eleva el santuario a Basílica. #MetroNewsMx #GuanajuatoDesconocido