*Por Eugenio Amézquita Velasco*

Se narra en la obra del General Vicente Riva Palacio, "México a través de los siglos" la llegada de las tropas insurgentes a Celaya y la entrada de los mismos a la ciudad, deteniéndose a la altura del actual templo parroquial de San Antonio, así como lo sucedido momentos después y la creación del Ayuntamiento Insurgente y su salida hacia Guanajuato capital.

El Maestro y Pintor guanajuatense Luis Valentín, plasma con el colorido que le es representativo, dos de los momentos de la presencia del Sr. Cura Don Miguel Hidalgo y Costilla en su presencia en CELAYA, a través de dos pinturas recientemente inauguradas y puestas en comodato -junto con otra obra de tema de las Batallas de CELAYA- en el Museo de CELAYA, Historia Regional que tan atinadamente dirige el Lic. e Historiador Rafael Soldara Luna.

El momento de la llegada al templo de San Antonio, en la hoy calle de Insurgentes y que hace unos 60 años tuvo a las afueras de este sitio la cabeza de águila de la Ruta de Hidalgo -esquina de 20 de Noviembre e Insurgentes- y la presencia del Padre de la Patria en el Jardín Principal celayense, a las afueras de la antigua Casa Real, hoy edificio de la Presidencia Municipal de CELAYA.


Dice textualmente la obra que "rodeando la sierra de Guanajuato con dirección aparente hacia Querétaro, los independientes al llegar a Chamacuero cambiaron bruscamente de rumbo enderezándolo a Celaya y pernoctando en la hacienda de Santa Rita. Durante este nuevo trayecto se les fueron agregando voluntarios en número tan considerable, que en la mañana del día 20, al llegar ante Celaya, el ejército insurgente constaba de veinte mil hombres".


"Hidalgo intimó rendición á la ciudad, pues por un oficio interceptado en el pueblo de San Juan de la Vega pudo presumir que el subdelegado don José Duro intentaría quizás la defensa. La intimación estaba concebida en estos términos: 

«Nos hemos acercado á esta ciudad con el objeto de asegurar las personas de todos los españoles europeos. Si se entregan a discreción, serán tratadas sus personas con humanidad; pero si por el contrario, se hiciese resistencia por su parte y se mandaré dar fuego contra nosotros, se tratarán con todo el rigor que corresponde á su resistencia: esperamos pronto la respuesta para proceder. Dios guarde á ustedes muchos años. Campo de batalla, setiembre 19 de 1810".  —Miguel Hidalgo. — Ignacio Allende. 

P.I).— En el momento en que se mande dar fuego contra nuestra gente, serán degollados setenta y ocho europeos que traemos á nuestra disposición.—Hidalgo. — Allende. — Señores del Ayuntamiento de Celaya.»" 


"Pero el subdelegado Duro y el jefe militar don Manuel Fernández Solano no estaban apercibidos á la defensa, y en consecuencia salieron violentamente para Querétaro, seguidos de pocos soldados y de todos los españoles residentes en aquella población".

*La entrada solemne a Celaya*

"El día 21 hizo Hidalgo su entrada solemne en Celaya, adonde se incorporaron á su ejército dos compañías del regimiento provincial. El cura de Dolores iba a la cabeza de sus tropas, rodeado de Allende, Aldama, Abasolo y los jefes de más graduación, precediéndole el cuadro de la Virgen de Guadalupe tomado en el santuario de Atotonilco; seguíale la música del regimiento de la Reina, escoltada por cien dragones del mismo cuerpo al mando de un oficial que alzaba un estandarte con el retrato de Fernando VII, y en seguida marchaban las masas compactas de la infantería y caballería". 


"En este orden desfilaba el ejército, cuando un tiro disparado, quizás casualmente, fue la señal para el saqueo: las masas insubordinadas de que estaba formada la gran mayoría de aquel improvisado ejército, unidas a la clase baja del pueblo de Celaya, se desparramaron por las calles, forzando las puertas de las tiendas y apoderándose de los efectos almacenados en ellas. Algunas horas duró este lamentable desorden, que no eran parte a evitar los esfuerzos de los principales jefes de la revolución". 

"Alamán dice en su Historia que Aldama, indignado por lo que estaba pasando en Celaya, manifestó su disgusto al cura de Dolores, quien le contestó que él no sabía otro modo de hacerse de partidarios, y que si Aldama lo tenía, se lo propusiese". 


"Lejos de nuestro ánimo la intención de disculpar lo que es esencialmente inexcusable; deploramos que en los orígenes de la independencia de México aparezcan esas manchas que amortiguan el brillo de las causas más nobles; pero examinando estos tristes sucesos con la serena imparcialidad de la historia, y juzgándolos con la calma que aseguran los ochenta años que de aquella época nos separan ya, nuestro criterio no puede ser el ardiente y apasionado del escritor que acabamos de mencionar".

"Testigo de los sucesos que refiere, educado con principios diametralmente opuestos á los que sirvieron de base á la revolución de independencia, actor prominente en la política nacional, á poco de consumada la emancipación y cuando los odios estaban recientes y las heridas vivas; hombre de ardientes pasiones e historiador de sucesos contemporáneos, Alamán escribió una obra de partido, y su historia es una inmensa diatriba contra la independencia de México y sus autores". 


"En la especie que acabamos de citar se ve su empeño en arrojar sobre el Padre de la independencia toda la culpa de los horrores que presenció aquella época angustiosa. Esto no es digno del que al empuñar la pluma del historiador debiera tener siempre en el corazón y en la conciencia la máxima que inspiró al inmortal autor de los Anales, cuando juzgó á los hombres y á las cosas de su tiempo sin odio y sin favor". 

"Aceptando como cierta la contestación que Hidalgo dio á Aldama con motivo de los desórdenes en Celaya, ella no expresa más que la fatal exigencia de la guerra, y de una guerra como la iniciada en Dolores, eminentemente insurreccional: del pueblo contra la autoridad, de las muchedumbres contra el gobierno, de los que carecían de toda suerte de elementos contra los que todo lo poseían en abundancia; de una guerra que debían sostener en los primeros momentos turbas indisciplinadas á las que no podía exigirse ni templanza en la victoria, ni conciencia exacta de su grandiosa misión, ni instintos mejores que los que su ignorancia y abyección les inspiraban". 

"Si hubiéramos de condenar todos los horrores de la guerra de independencia, si pretendiésemos que ella se hubiese llevado á cabo sin que la humanidad ni la historia deplorasen más calamidades que las inherentes á la guerra misma, aparte de mostrar una ignorancia indisculpable acerca de la situación de México a principios del siglo XIX, tendríamos que convenir con los correligionarios de Alamán en que es preferible la quietud de la servidumbre á las fecundas tempestades de la libertad".

En tanto que las masas del improvisado ejército cedían ante los esfuerzos de sus jefes para contener el saqueo, la tropa disciplinada de los regimientos que habían abrazado la causa de la independencia se ocupaba en trasladar á la tesorería de los insurgentes las considerables sumas de dinero que los españoles, antes de retirarse á Querétaro, habían depositado en los sepulcros del convento del Carmen, adonde también se hallaba guardada con anterioridad una cantidad no despreciable que las autoridades realistas recogieron pocos días antes del pueblo de Chamacuero", hoy Comonfort, Pueblo Mágico..

"Restablecida en lo posible la tranquilidad pública en Celaya, Hidalgo, al día siguiente, 22, nombró subdelegado de aquella localidad al abogado don Carlos Camargo; hizo que se reuniesen los regidores que habían quedado en la población para que proveyesen á cubrir las vacantes del cuerpo municipal, y convocó á junta á los principales jefes del ejército con el objeto de fijar la posición militar de cada uno de ellos, medida que exigían imperiosamente las circunstancias, que hacía indispensable el portentoso aumento que hora tras hora iban teniendo las filas de los independientes, y que no debía aplazarse ya, en víspera de las grandes empresas que los principales caudillos estaban dispuestos á intentar. La junta de militares, reunida en las orillas de la ciudad y en presencia del cuerpo de ejército, nombró á Hidalgo capitán general, á Allende teniente general y confirió otros empleos de menos categoría á los demás jefes. Concluida esta importante tarea, el jefe de la insurrección se trasladó á las Casas del Ayuntamiento y arengó á los munícipes que acababan de instalarse, recomendándoles el mayor celo en pro de la causa de la independencia, y salió luego con dirección á su alojamiento seguido de inmensa multitud que le aclamaba entusiasmada; al llegar, dispuso que se colocase en el balcón el cuadro de la Virgen de Guadalupe, y presentándose con Allende, Aldama, Abasolo y los demás jefes dirigió al pueblo un discurso que fue aplaudido con verdadero frenesí".

Engrosado más y más el ejército, y engreídos sus jefes con la buena suerte que hasta entonces les había acompañado, salieron uno y otros de Celaya el 23 de setiembre con el intento de atacar á Guanajuato. Detuviéronse algún tiempo en Salamanca e Irapuato, adonde  nombraron nuevos funcionarios municipales y agregaron á sus filas las compañías sueltas del regimiento del Príncipe que guarnecían ambas poblaciones. El 28 de setiembre llegaban á la hacienda de Burras, distante seis leguas de Guanajuato, desde cuyo punto intimó Hidalgo la rendición á la plaza".


*Bibliografía*:
México a través de los siglos
Historia general y completa del desenvolvimiento social, político, religioso, militar, artístico, científico y literario desde la antigüedad más remota hasta la época actual
Publicada bajo la dirección del General D. Vicente Riva Palacio
Tomo Tercero
La Guerra de Independencia
Escrita por D. Julio Zárate
México
Ballescá y Compañía, Editores
2, Avenida del 5 de Mayo, 2
Barcelona
Espasa y Compañía, Editores
221, Calle de Cortés, 223
Páginas 110-112