David Carracedo
Cronista de Comonfort, Gto.
-La fiesta de los Remedios en Comonfort se celebra dos veces: el 1 de septiembre y la última semana de noviembre.
-El templo de los Remedios se alza en la falda del cerro, dominando el paisaje y el corazón devocional del municipio.
-Las danzas, tenanches y músicos realizan velaciones rituales antes de cada fiesta, con ceremonias en el atrio y el templo.
-Las peregrinaciones llegan desde Jalpilla, San Miguel, Celaya y Neutla, recibidas con música, danzas y sahumerios.
-En la fiesta de septiembre hay juegos a caballo; al ganador se le entrega un pollo recolectado por la comunidad.
En el lugar donde antiguamente había un centro ceremonial, los pobladores españoles —siguiendo la estrategia que tan buenos resultados les daba— decidieron construir una capilla. Años después, a mediados del siglo XVII, a un lado de esa capilla original construyeron un templo dedicado a la advocación de María como Nuestra Señora de los Remedios.
Se dice que esta advocación era muy venerada por los conquistadores españoles. Lo cierto es que hoy día sigue siendo muy venerada, no sólo por los habitantes del municipio, sino por los habitantes de toda la región.
La fiesta tiene varias singularidades. Para empezar, consta de dos fiestas: una realizada el primero de septiembre, según el calendario religioso, y otra mucho más concurrida, ubicada en la última semana de noviembre.
Una singularidad adicional es la ubicación del templo y su atrio. El templo está en la falda del Cerro de los Remedios, una bella elevación que domina el paisaje comonforense y que destaca unos doscientos treinta metros por sobre la altura del pueblo. Por lo mismo, el templo está muy por encima del nivel de la calle, aproximadamente unos ocho metros más arriba. Esta diferencia de niveles se resuelve mediante una rampa de pendiente continua, de unos tres metros de ancho, que va de la calle a la puerta del templo.
El atrio es muy grande: tiene sesenta metros de fondo y más de cuarenta de ancho. Todo este espacio adicional está agrupado en una serie de explanadas escalonadas, con alrededor de un metro y medio de diferencia entre cada una, que son ampliamente utilizadas en las muchas actividades que conforman la fiesta.
Previo a la realización de ambas fiestas, las danzas (y al decir “las danzas” nos referimos a los danzantes, los músicos y los cargueros) realizan una velación, pudiendo coincidir dos de ellas en un mismo día (son ocho o nueve en total). Para iniciar la velación, la danza llega al templo y permanece en la puerta del atrio. Los tenanches bajan y los reciben. La recepción implica una breve ceremonia en donde el sahumador los persigna y repite el proceso hacia los cuatro puntos cardinales. Hasta entonces, la danza puede acceder al atrio. Entra y, en mitad del camino, se realiza un ritual similar en un nicho que soporta una cruz atrial y es conocido como “el calvarito”.
Después, la danza y los tenanches entran al templo. Tras otro breve ritual, salen caminando hacia atrás y pasan a la capilla lateral, donde depositan sus ofrendas. Después se ubican en una de las terrazas del atrio y bailan unas horas. Más tarde se hace la ofrenda de tamales u otros platillos.
En la fiesta de noviembre también hay una velación llamada “de las ánimas” y otra “de la novena”. En ambas participan todas las danzas.
Los tenanches, las danzas y la música de banda acuden a recibir las peregrinaciones que llegan de cada uno de los cuatro puntos cardinales: una del rumbo de Jalpilla, otra de San Miguel, de Celaya y de Neutla.
El día 2 de septiembre se realizan diferentes juegos de habilidad a caballo. Al ganador de cada juego se le regala un pollo que previamente se recolectó en la comunidad.
Publicar un comentario