Padre Miguel Ángel Hernández
Queridos hermanos y hermanas:
¿Para qué nos sirve ir a Misa?, ¿Qué nos da el confesarnos, comulgar y rezar?
Tanto como en el tiempo de San Francisco de Asís, que celebraremos este 4 de octubre, como en la actualidad, son preguntas que necesitamos, como buenos católicos tener las respuestas muy bien claras. Y más si decimos ser grandes devotos del loco de Dios, título que el propio San Francisco se puso así mismo.
Según nuestra fe, todos los sacramentos, y más aún la Eucaristía (a la que a veces ni queremos ir, pero hoy sí por la fiesta de este gran santo) nos da la fuerza de Dios, por su Cuerpo y Sangre que vamos a comulgar. Y en la confesión, nuestros pecados son perdonados, y se nos invita y fortalece con la Vida de Dios, a que esos pecados los convirtamos en virtudes.
Hasta aquí todo suena hermoso, como la fiesta llena de colorido que hacemos en honor a San Francisco de Asís, pero no nos quedemos sólo admirando a este gran santo, sino que imitémoslo, como Él, venció sus pecados y los convirtió en virtudes. Pues una persona santa, el día de hoy se considera a aquella que vivió de manera heroica las virtudes cristianas. Y pregúntate ¿cuál es la virtud que más vivió y se distinguió en el pobrecillo de Asís? Indudablemente hermanos, es la virtud de la Humildad.
Y ¿de dónde tomó fuerzas nuestro santo para vivirla? De la oración (del contacto frecuente con Dios) que es para el católico como el aire a los pulmones, sino respiramos nos morimos, sino hablamos con Dios, nuestra vida espiritual no crece en virtudes, se muere. También su fuente de fortaleza fue la Eucaristía, que tuvo tanto respeto por el Cuerpo de Cristo, que no quiso ser sacerdote, por sentirse no digno de tocar las Hostias Consagradas.
Pues al practicar la Humildad, se sentía indigno, por eso la imagen de San Francisco, la vemos con un hábito roído, hasta a veces sucio, y con la imagen de una calavera, que nos habla no que le gustara la suciedad, sino que reconociendo sus pecados, sus actos de no corresponder al Amor Infinito de Dios, hacía penitencias, no solo para sufrir por sufrir, sino para subordinar, para educar a su Cuerpo y Espíritu, que como a muchos de nosotros, deseamos sentirnos más que los demás, hasta más que Dios. Convertir la Soberbia en Humildad.
Vivir la Humildad, en parte es reconocer nuestros pecados, y el día de hoy, esto parece que a nadie le importa, pues rápidamente respondemos: “Yo no tengo pecados”. Si San Francisco nos oyera decir esto, no creo que estaría muy contento. Pues la afirmación de no tengo pecados, además de demostrar una ignorancia en los mandamientos de Dios (porque pecado es ir en contra de los mandamientos), da a conocer una soberbia disfrazada. Sí necesitamos, hermanos, reconocer que la regamos, que no somos perfectos, que hemos pecado, que necesitamos del Perdón de Dios. Y como San Francisco, hacer penitencias, para que ese pecado se convierta en virtud.
Pregúntate delante de Dios, ¿Qué pecado tienes más en tu vida? Ahora piensa qué virtud va en contra, y demos un paso más en decidir ¿Qué actos reales haré para educar mi cuerpo y espíritu?
Y la otra parte de la Humildad, es reconocer lo bueno que tenemos, las cualidades que Dios nos ha dado, este cuerpo, este planeta lleno de cosas maravillosas, las personas que nos rodean. San Francisco por eso se le veía siempre alegre, porque veía en todo la gratitud de Dios, pues todo lo consideraba regalo de Dios, por eso le decía a las cosas de la naturaleza “hermanos”, porque son criaturas de Dios, no iguales, pero sí expresiones del Amor de Dios por los hombres.
Te invito a que reconozcas tus cualidades, ¿para qué eres bueno? Pues Dios no crea cochinadas. Y eso que consideras que tienes de bueno, ten la precaución de no caer en el orgullo, pues cuando progresamos en algo, creemos que debemos presumirlo y sentirnos más que los demás, y no es así. Progresar es abajarse, es seguir reconociéndonos delante de Dios pecadores, pero al mismo tiempo alegres por lo que nos ha dado.
Esto suena hasta cierto punto loco ¿Cómo es posible que si me va bien en lo material, tengo cualidades, no las presuma, sino que las comparta en alegría con los que no nada tienen? Pero si decimos ser seguidores de Cristo, en la persona de San Francisco de Asís, debemos ganarnos delante de este mundo ese título, que le gustaba a nuestro santo: “El loco de Dios.” #MetroNewsMx #GuanajuatoDesconocido
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