Florencio Cabrera C.
"El hombre inventó la bomba atómica, pero ningún ratón en el mundo construiría una trampa para ratones" Albert Einstein.
Dos sugestivos nombres, "Enola Gay" y "Little Boy" fueron protagonistas decisivos para el final de la segunda guerra mundial causante de entre 75 y 85 millones de muertes, representando uno de los conflictos más demoledores de la historia de la humanidad. Los nombres son los del avión Super fortaleza B-29 que lanzó la primera bomba nuclear bautizada con el nombre Little boy.
La bomba atómica nace en 1942 en el proyecto secreto de investigación "Manhattan" autorizado por el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt y desarrollado en el Laboratorio de Los Álamos, N. M. siendo director el científico Robert Oppenheimer. (Una película de hace un par de años que no he visto, exhibe el tema). Un intelectual que en alguna forma colaboró en el proyecto con el que tuve apreciada amistad fue el ingeniero Mario Carota, profesor de la Universidad de California en Berkeley, que después de las explosiones sobre Japón, se convirtió en acérrimo enemigo de las armas, un pacifista, el cual, en el tiempo de la guerra de Vietnam se vino a México con su numerosa familia a realizar trabajo social a zonas rurales y marginadas.
La vida de Mario, su esposa Ethel y sus 17 hijos, entre biológicos y adoptados, merecen un libro de una vida ejemplar dedicada a rescatar de la pobreza y mejorar la vida de los desheredados.
Albert Einstein quien participó en el desarrollo de la bomba, dijo: "Si hubiera sabido que los alemanes no lograrían fabricar una bomba atómica, nunca hubiera movido un dedo", según la BBC lo escribió en una carta al presidente Roosevelt advirtiendo sobre la amenaza de Hitler que pretendía producir armas nucleares. Hechos que invitan a reflexionar sobre su significado, recapacitar sobre el papel que desempeñaron los valores cuya experiencia favoreciera la construcción de un mundo mejor.
Este 6 de agosto, octagésimo aniversario de la bomba lanzada sobre Hiroshima es algo más allá de una conmemoración o de evocar hechos que causaron desgracia, enfermedad y la muerte de miles de inocentes que modificaron la idea de hacer la guerra. Un hecho histórico que cambió el mundo. No es el reconocimiento de errores cometidos o aciertos a costa de miles de víctimas que evitaron la muerte de quizá cientos o millones de personas, no es el sacrificio de menos para salvar a más, tampoco es condenar a la ciencia que puede ser utilizada para la destrucción y la muerte.
Hoy conmemoramos el aniversario de la desventura de Hiroshima, un impacto devastador por las muertes inmediatas, por las lesiones y enfermedades posteriores causadas por la radiación, calculándose entre 140 y 166 mil a las que sumamos la segunda bomba "Fat man" lanzada 3 días después por el B-29 "Bockscar" sobre Nagasaki provocando la muerte de entre 39 mil y 80 mil vidas.
Una pregunta surge, ¿fue justificable el lanzamiento de las bombas atómicas para evitar mayor número de muertes en prolongada guerra? lo cierto es que fueron concluyentes para la rendición de Japón, guerra del Pacífico donde se calcula que, hasta antes de las explosiones habían muerto en combate más de 100 mil soldados estadounidenses y Japón había sufrido aprox. 3 millones de víctimas mortales y en menor número, de milicias de otras naciones combatientes.
Un mal recuerdo que involucra la ciencia, lo social y la ignorancia que impacta negativamente en la memoria y como afectó nuestra identidad. flokay33@gmail.com
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