Eugenio Amézquita Velasco

Dos vidas entretejidas por la fe, el silencio y la esperanza: Santa Ana y San Joaquín, padres de la Virgen María, representan el origen humano del misterio cristiano, figuras discretas pero esenciales en la historia de la redención.


-Ana y Joaquín, padres de María, encarnan la espera fiel de la promesa mesiánica desde la humildad y la devoción.
-Según apócrifos, su esterilidad se transformó en bendición con el nacimiento milagroso de la Madre de Dios.
-Son venerados desde los primeros siglos del cristianismo, aunque no figuran explícitamente en la Biblia.
-Su culto floreció en Oriente y Occidente con liturgias, iconografía sagrada y patronazgos diversos.
-Artistas como Giotto, Durero y Rafael los retrataron como ancianos nobles, símbolo de esperanza y fe.
-Más que padres biológicos, son los fundadores espirituales del nuevo pacto divino en la historia cristiana.


Santa Ana y San Joaquín son venerados en la tradición cristiana como los padres de la Virgen María. Aunque sus fechas de nacimiento y fallecimiento no son precisas, la tradición los sitúa en el siglo I a.C. y los vincula con Jerusalén o sus alrededores. Sus nombres provienen de tradiciones judeocristianas: "Ana" significa "gracia" y "Joaquín”, “preparado por Yahvé”. No se conocen los nombres de sus padres con certeza, aunque algunos textos apócrifos especulan con genealogías más amplias para situarlos en un linaje davídico.

Las fuentes históricas y hagiográficas
  
Los evangelios canónicos no mencionan directamente a Ana y Joaquín, pero los evangelios apócrifos, como el Protoevangelio de Santiago (siglo II), narran su historia: una pareja anciana y estéril que, tras años de oración, recibe el milagro del nacimiento de María. 


Estos textos configuran la base de su culto. Padres de la Iglesia como San Juan Damasceno hicieron referencia devota a Ana en sus sermones. El Martirologio Romano los incluye desde el siglo XVI, y encíclicas papales han reforzado su importancia como modelo de padres piadosos.

Su trayectoria de vida y vocación espiritual
  
Según la tradición, Joaquín fue expulsado del Templo por no haber engendrado descendencia, lo que lo llevó al retiro espiritual. Ana, en soledad, prometió consagrar su hijo a Dios si se le concedía uno. Una revelación angelical anunció el nacimiento de María. Su vida se interpreta más por lo que dieron al mundo —la Madre del Salvador— que por lo que hicieron en vida. No se les atribuye martirio, pero sí una existencia marcada por la prueba espiritual y la recompensa celestial.

Culto y legado posterior
  
Fueron canonizados por aclamación popular antes de que existiera el proceso formal. La Iglesia celebra a Santa Ana el 26 de julio y a San Joaquín, conjuntamente o el 16 de agosto según el calendario litúrgico. Son patronos de abuelos, padres, carpinteros y de mujeres embarazadas. Se les rinde homenaje en santuarios como Sainte-Anne-de-Beaupré en Canadá, y en iglesias desde Etiopía hasta España. 

Su iconografía incluye a Ana enseñando a leer a María, y a Joaquín portando una vara florecida, símbolo de elección divina. Pintores como Giotto los representaron en la Capilla Scrovegni; Durero los retrató en grabados devocionales; Rafael los incluyó en escenas de la familia sagrada, plasmando su dignidad silenciosa.

Interpretación crítica y cultural
  
El relato de Ana y Joaquín condensa la tensión entre historia y teología. Aunque sus vidas no están documentadas por fuentes históricas verificables, su papel como ancestros del Mesías les otorga una función simbólica poderosa. Son puente entre la antigua y la nueva alianza. 

En contextos coloniales, Santa Ana fue usada como modelo de maternidad y obediencia; en movimientos feministas actuales, se revisa su figura como imagen de resiliencia espiritual. Su veneración continúa influyendo en comunidades indígenas, órdenes religiosas como las Hijas de Santa Ana, y movimientos que reivindican lo sagrado en lo doméstico.

Los milagros atribuidos
  
Diversos milagros se les atribuyen, especialmente relacionados con la fertilidad y la protección materna. En Sainte-Anne-de-Beaupré se documentan curaciones milagrosas. En México, Santa Ana es invocada por mujeres que desean concebir. 

La devoción a San Joaquín, aunque más discreta, ha inspirado testimonios de paz familiar y reconciliación paternal en múltiples culturas.

Oración de intercesión

Santa Ana y San Joaquín, padres benditos de María,  
intercedan por las familias que hoy buscan fortaleza espiritual.  
Con su ejemplo de fe en medio de la espera, sostengan nuestra esperanza.  

Ana, que creíste cuando todo parecía perdido,  
ruega por las madres que aguardan vida con temor y amor.  
Joaquín, hombre justo, silente y ferviente,  
ampara a los padres que hoy sienten el peso de la responsabilidad.  

Padres santos del misterio cristiano,  
denos la gracia de criar con ternura y sabiduría.  
Que nuestros hogares sean santuarios donde florezca la fe.  

Santa Ana, maestra de la Virgen,  
enséñanos a educar con virtud y devoción.  
San Joaquín, protector fiel,  
guíanos en el deber sin perder la alegría.  

Por su intercesión, que nuestras vidas sean ofrecidas a Dios  
como lo fue la vida de su santa hija.  
Amén.

Fuentes consultadas

- Protoevangelio de Santiago (traducido del griego)(https://www.earlychristianwritings.com/text/infancyjames.html)  
- Catholic Encyclopedia (en inglés) (https://www.newadvent.org/cathen/01538a.htm)  
- ACI Prensa – Devoción a Santa Ana  
- Santopedia – Santa Ana y San Joaquín  
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