Articlulos por "El santo del dia"

3-D Abel Cureño Acambaro Acámbaro Accion Actores Adolescencia Adopcion Africa Alabanceros Alicia del Lago Amanda del Llano Ambiente campirano Amelia Wilhelmy America colonia America colonial Amistad Andrés Soler Ángel Garasa Ángel T. Sala Animacion Animales Aniversarios Antigua Grecia Antigua Roma Antiguo Egipto Antiguo Testamento Antonio Aguilar Antonio Banderas Año 1932 Año 1934 Año 1935 Año 1937 Año 1938 Año 1939 Año 1940 Año 1941 Año 1942 Año 1943 Año 1944 Año 1945 Año 1946 Año 1947 Año 1948 Año 1949 Año 1950 Año 1951 Año 1952 Año 1953 Año 1954 Año 1955 Año 1956 Año 1957 Año 1958 Año 1959 Año 1960 Año 1961 Año 1962 Año 1963 Año 1964 Año 1965 Año 1966 Año 1967 Año 1968 Año 1969 Año 1970 Año 1971 Año 1972 Año 1973 Año 1974 Año 1975 Año 1976 Año 1977 Año 1978 Año 1979 Año 1981 Año 1982 Año 1983 Año 1984 Año 1985 Año 1987 Año 1988 Año 1989 Año 1990 Año 1991 Año 1992 Año 1993 Año 1994 Año 1995 Año 1996 Año 1997 Año 1998 Año 1999 Año 2000 Año 2001 Año 2002 Año 2003 Año 2004 Año 2005 Año 2006 Año 2007 Año 2008 Año 2009 Año 2010 Año 2011 Año 2012 Año 2013 Año 2014 Año 2015 Año 2016 Año 2017 Año 2018 Año 2019 Años 1900 Años 1910-1919 Años 20 Años 30 Años 40 Años 50 Años 60 Años 70 Años 80 Años 90 Apaseo el Alto Apaseo el Grande Archivo Histórico Armando Velasco Arreglista Arte Arte Basáltico Arte sacro Artes marciales Artesanias Artesanías Artesanos Articulos Artículos Artistas Asesinos en serie Asociación Plástica Celayense Atarjea Atletismo Atotonilco Audio Aventura espacial Aventuras Aventuras marinas Aves/Pajaros Baile Bandas de Viento Bares Barrio de San Antonio Barrio de Tierras Negras Basado en hechos reales Batallas de Celaya Beatos Belico Bélico Biblia Biografico Blanca Estela Pavón Boletín Bomberos Botargas Boxeo Buddy Film Caballeros de Colón Café Cultural de Acámbaro Cajeta Canal 22 Canal Once Cantantes Cantinflas Cañada de Caracheo Capa y espada Capilla de Nuestra Señora de los Dolores Capillas Carlos Francisco Rojas Gomez Carlos Francisco Rojas Gómez Carlos López Carlos López Moctezuma Carlos Orellana Carmen Montejo Carritos de Navidad y Posadas Casa de la Cultura de Celaya Casa del Diezmo de Celaya Catastrofes Celaya Celaya Bonita 1 Celaya Bonita 2 Celaya en Grande Celaya en Paz Celaya Saludable Celebraciones Celos Centro Cultural El Nigromante Centro Humanitario Caminemos Juntos Certamenes Chachita Charlton Heston Chispitas del Lenguaje Christiane Martell Ciencia ficcion Cine Cine épico Cine Español Cine familiar Cine independiente USA Cine Mexicano Cine Religioso Ciudades Patrimonio de la Humanidad Cocina Cocina Navideña Cocineras tradicionales Colaboradores Colegios & Universidad Colegios y Universidad Colonialismo Colonias Columba Dominguez Columnistas Comedia Comedia de terror Comedia dramatica Comedia juvenil Comedia romantica Comic Comida tradicional Comonfort Compositor Conciertos Concursos Conferencias Conservatorio de Música de Celaya Consuelo Frank Consuelo Venancio Coroneo Coros Corridos Cortazar Crimen Cristo Cronistas Cuenta Cuentos Cultura Cursos Cyberpunk Dagoberto Serrano Sánchez Dante Gabriel Jimenez Muñoz Ledo Danzas Prehispánicas David Carracedo David Niven David Reynoso Delegación Regional de Educación Zona Este Delia Magaña Dengue Deporte Devociones Dia de los Fieles Difuntos DIF Celaya Diocesis Diocesis de Celaya Diócesis de Celaya Diplomados Direccion de Formacion Artistica Distopia Doblaje Docentes Doctor Mora Documental Dolores del Rio Dolores Hidalgo Domingo Soler DOXIDI Drama Drama carcelario Drama de epoca Drama romántico Drama Social Eclipse Solar 2024 Edad Media Eduardo Vivas Educación Ejercito El Evangelio del día El Hermano Asno El santo del dia Elecciones Emilio "Indio" Fernandez Emilio Fernández Emma Rodríguez En Directo Enfermedad Enrique Lucero Enrique R. Soriano Valencia Enseñanza Epoca de Oro del Cine Mexicano Ernesto Fiance Ernesto Gomez Cruz Esclavitud Escritores Escuelas Primarias Espacio Publicitario España Espionaje Espiritualidad Estanislao Schillinsky Etnias Eugenio Amezquita Eulalio Gonzalez "Piporro" Eventos EWTN Televisión Exequias Exportaciones Exposiciones Extraterrestres Fabian Solano Familia Fantasmas Fantastico Fantástico Ferias Fernando Fernandez Fernando Rey Fernando Soto "Mantequilla" Festival de la Tortilla Ceremonial Festivales Festividades Fiestas Fiestas Patronales Filipinas Fin del mundo Flor Silvestre Florencio Cabrera Foro TV Foros Culturales Fotografías Frailes Franciscanos Franciscanos Francisco Rabal Francisco Sauza Vega Francisco Seva Rivadulla Fray Elías del Socorro Nieves OSA Fray José Pérez OFM Freddy Fernandez Fruta de horno Futuro postapocaliptico Ganadora de Oscars Gastronomía German Valdes "Tin Tan" Gloria Mange Gloria Morel Gobierno del Estado Gore Gran Depresion Guadalupe Radio Guanajuatenses en el cine Guanajuato Guanajuato Desconocido Guerra Chino- Japonesa II Guerra Civil Española Guerra de Cuba Guerra de Independencia 1810 Guerra de Secesion Guerra de Vietnam Guerra Fría Guerras Napoleonicas Hector Suarez Historia Historia de Celaya Historiadores Historias cruzadas Historico Holocausto Holocausto nuclear I Guerra Mundial Iglesia Iglesia Católica Ignacio Lopez Tarso Ignacio López Tarso II Guerra Mundial Imágenes Impuesto Predial Indulgencias Infancia Infantil Ing. Bulmaro Fuentes Instituto Municipal de Cultura y Arte de Celaya Internet Internet/Inormatica Intriga IPN Irma Dorantes Isis Rodríguez Italia Jalpa de Cánovas Jaral del Progreso Jet-Li Joaquín Cordero Joaquín Pardave Joaquín Pardavé John Wayne Jorge Arvizu Jorge Martínez de Hoyos Jorge Mistral Jorge Negrete José Alfredo Jiménez Jose Carlos Ruiz José Elías Moreno Juego Juegos olimpicos Julio Aldama Julissa Katy Jurado La India Maria La Retama Editorial Laura Casillas León Leonardo Amezcua Ornelas Leyendas Libros Lince Mayor Liturgia de las Horas Lo importante es la familia Lola Beltran Luis Aguilar Luis Felipe Rodriguez Luis Leal Solares Luis Velasco y Mendoza Luisa Aguilar Lyka Madonnari Mafia Magia Manolo Fabregas Manuel "Loco" Valdes Manuel Palacios "Manolin" Mapas Marcelo Chavez Maria Elena Marques Maria Felix María Félix Maria Gentil Arcos Martha Valdez Marvel Comics Más Empleos Mauricio Garces Mayra Gutiérrez Medicina Mediometraje Melodrama México Travel Channel Mi Columna Miguel Arenas Miguel Inclán Miguel Manzano Mimí Derba Mineral de Pozos Miniserie de TV Mitologia Moisés Argüello Molcajete Mons. Víctor Alejandro Aguilar Ledesma Monstruos Movimiento Cristero Municipio de Celaya Municipios Muñecos Museo de Celaya Historia Regional Museo de Celaya Octavio Ocampo Musica Música Música en vivo Musical Navidad Nazismo Neo-noir Nivel Básico Noreste de Guanajuato Noticias Novela Novenarios Nuestra Señora de los Remedios Nuevo Testamento Obispo Obispo Emérito Obituario Obra Publica Ocio y Ocampo OFM Oliver Hardy Oraciones Oratoria Orden de Frailes Menores Orgulloso de Celaya Oscar Pulido Otomíes Padre Fernando Manriquez Cortes Padre Rogelio Segundo Escobedo Pamela Naomi Morales Lopez Pandemia Panegírico Parábola Parodia Parroquia de Jesus Nazareno Parroquias Patrimonio de la Humanidad Pax Televisión Pedro Armendariz Pedro Armendáriz Pedro de Urdimalas Pedro Infante Pelicula de culto Pelicula de episodios Peliculas Películas Peliculas con Valores Peliculas de valores Peliculas Gobierno del Estado Peliculas Religiosas Peplum Peregrinaciones Periodismo Personajes Pesca Pintora Pintores Pintura Pobreza Policia Policiaco Politica Precuela Prehistoria Presbìteros Presentaciones Procesión del Silencio Procesiones Programa de Gobierno Protección a Niños y Niñas Provida Provincia Franciscana de los Santos Francisco y Santiago en México Provincia Franciscana de San pedro y San Pablo de Michoacan Pueblo Mágico Pueblos Mágicos Purisima Concepción de Celaya Purísima del Rincón Racismo Radio Rafael Rivelles Rafael Soldara Luna Ramon Valdes Reactivacion de la Economía Realismo Magico Recetas Recetas escolares Religion Religión Religiosidad popular Remake Rene Cardona Revolucion Francesa Revolucion Mexicana Revolución Mexicana Revolucion Rusa Road Movie Roberto Cañedo Robin Williams Robos & Atracos Robots Romance Rosita Arenas RT Rugby Sacerdotes Sala Salvador Zúñiga Salvatierra San Juan de la Vega San Luis de la Paz San Miguel de Allende San Salvador Consuelo de los Afligidos Santa Casa de Ejercicios de Atotonilco Santa Cruz de Juventino Rosas Santa Misa Santuario de Jesús Nazareno Sara Garcia Sara Montiel Satira Secretaria de Desarrollo Economico y Sustentable Secretaria de Educación de Guanajuato Secretaria de Salud de Guanajuato Secretaría de Turismo Secuela Secundaria General José María Morelos y Pavón Semana Santa Señor de los Trabajos Señor del Llanito Serie de TV Sierra Gorda Siglo IV Siglo VII Siglo XI Siglo XII Siglo XIII Siglo XIX Siglo XV Siglo XVI Siglo XVII Siglo XVIII Sobrenatural Soria Star Wars Steampunk Stop Motion Submarinos Superheroes Supervivencia Susana Guizar Talleres de Danza Tarimoro Teatro Tecnologico Nacional de Mexico en Celaya Telefilm Telenovelas Televisión Templo de la Tercera Orden Templo de San Francisco Templo de San Francisco de Celaya Templo del Carmen Templos Temporada Navideña Tenor Jesús Humberto Palato Pescador Terraza 5 Terror Terrorismo Thriller Titanic Toma de Posesion Toros Tortillas ceremoniales Trabajo/empleo Tradiciones Tradiciones religiosas Tresguerras Turismo Turismo Religioso TV Cuatro TV UNAM Ubicaciones Universidad de Celaya Universidad de Guanajuato UTSMA Valentín Mancera Venganza Viajes en el tiempo Victoria Vida campirana Vida Rural Vidas de santos Video Videos Virgen de Guadalupe Virgen Maria Viruta y Capulina Vitola Volcanes Western Whatsapp Wolf Ruvinskis Xichú Ximhai XV Festival Internacional de Narracion Oral Palabras al Viento
Mostrando las entradas con la etiqueta El santo del dia. Mostrar todas las entradas

septiembre 02, 2020


Redacción

Nació en la ciudad de México en 1580.

Muy joven entró en la Orden de San Agustín. Ya sacerdote, pidió ser enviado a las misiones.

En Manila ocupó primero durante seis años el cargo de maestro de novicios. Por fin en 1612, se embarcó para Japón. En 1613 el emperador Taicosama expulsó a todos los misioneros.

Bartolomé regresó a Manila, pero a petición de sus fieles, al cabo de cinco años pudo volver disfrazado a Japón, donde trabajó quince años.

Al fin, traicionado, lo aprehendieron, y después de muy crueles suplicios, lo hicieron morir a fuego lento, el 3 de septiembre de 1632.

septiembre 01, 2020


Redacción

Gil o Egidio, significa: “el que protege y es protegido” (viene de égida, que era una piel de cabra que protegía).

Una crónica del siglo X cuEnta de San Gil lo siguiente:

Era natural de Atenas, en Grecia. Se dedicaba por largos tiempos a la más ferviente oración y obtuvo del Espíritu Santo el Don de la Sanación.

Un día en pleno invierno se encontró en la calLe con un paralítico muy pobre que tiritaba de frío. Se puso a orar con él y luego le regaló su chaqueta de lana. Y sucedió que al colocarle tal chaqueta al paralítico, éste quedó curado de su enfermedad. Con esto aprendió Gil el gran poder que tienen ante Dios la oración hecha con fe y las ayudas que se dan a los pobres. Vendió entonces las muchas posesiones que tenía y dio el dinero a los pobres y él se dedicó a orar y a meditar en las Sagradas Escrituras.

Estando un día dedicado a orar por horas y horas, de pronto oyó los lamentos de un pobre hombre al cual lo había mordido una serpiente venenosa y se retorcía en medio de atroces dolores, hinchándose de manera alarmante. El santo se le acercó, le pidió que tuviera mucha fe en el poder y el amor de Dios, y después de orar un buen rato junto a él le impuso las manos y el otro se deshinchó y quedó curado. Otro día estando en el templo, un hombre poseído de un demonio empezó a dar gritos desaforados. Gil se le acercó y se dedicó a orar a Dios por él, y el espíritu malo, dando un enorme grito se alejó y dejó al otro en paz.

Pero estas sanaciones físicas y espirituales empezaron a complicarle la vida, porque todo el mundo lo buscaba para pedirle que orara por enfermos y poseídos de malos espíritus, y le rendían muchos honores como a un gran santo con grave peligro de que él se llenara de orgullo. Dispuso entonces alejarse e irse a vivir a un sitio solitario dedicado a la oración y a la meditación.

Se subió a un barco en Atenas y se fue hacia Marsella en Francia. Durante el viaje estalló una horrible tempestad. El reunió a los pasajeros  y marineros y se dedicaron a rezar juntos con gran fe y la tempestad se calmó. Luego, al llegar a Marsella se hospedó en casa de una mujer muy piadosa, y de pronto oyó unos gritos angustiosos. Preguntó qué era aquello y la buena mujer le contó que su hija padecía de espantosos dolores por la artritis. Gil se le acercó, la invitó a orar con fe, le impuso las manos pidiendo la intervención del Espíritu Santo, y la enferma quedó curada. Ante esta noticia empezaron a llegar muchas personas a pedirle curaciones, y él se retiró a una región deshabitada, junto a un río, a dedicarse a la oración.

Y allá en esa soledad encontró a otro monje de su mismo país, ya anciano y muy especializado en la oración y en la meditación, y bajo su dirección logró Gil hacer grandes progresos en el modo de orar y de meditar. Los campesinos de los alrededores, al conocer la presencia de los dos santos monjes, empezaron a llegar a pedir oraciones, y conseguían maravillosas curaciones. Gil decía siempre que todo se debía era únicamente a las plegarias de su anciano maestro e instructor. Pero un día llegaron unos campesinos a pedir la sanación para un enfermo grave, y el monje anciano no estaba ese día por allí.

Gil les rogaba que aguardaran a que el otro llegara, pero ellos le decían que confiaban en su oración y en su don de sanación. Al fin, ante tantos riesgos le impuso las manos, rezando con mucho fervor, y el enfermo quedó completamente santo. Este hecho maravilloso hizo que se extendiera su fama por toda la región, y él, ante el peligro de una demasiada popularidad, se despidió de su anciano amigo y se fue a orar a otra región más solitaria y alejada.

Y sucedió que allá donde Gil se fue a vivir no había casi nada qué comer. Y un día, permitió Dios que llegara junto a su cueva una cabra, la cual se hizo amiguísima del santo y durante mucho tiempo le proporcionó leche muy saludable para su alimentación. Pero sucedió un día que el jefe político y militar de esa región estaba de cacería por esos montes y sus perros persiguieron furiosamente a la pobre cabrita. Esta alcanzó a correr a gran velocidad hasta la cueva donde el monje estaba en la oración y los cazadores al verla entrar allá, dispararon una flecha. El santo levantó el brazo para proteger el animalillo, pero la flecha se le clavó en la mano. Al llegar el jefe de la expedición quiso curarlo de su herida, pero él respondió: “déjenme así, que esta herida me sirve para pagarle a Dios mis muchos pecados”. Y tal herida lo acompañó desde entonces hasta su muerte, y le servía para pagar pecados propios y ajenos.

El jefe aquel se encariñó mucho por San Gil porque le parecía que era un verdadero hombre de Dios. Empezó a llegar a visitarlo y a pedirle consejos, y le ofrecía montones de regalos, que el santo nunca aceptaba. Al fin un día ante tanta insistencia para que recibiera algún obsequio, el monje le dijo:
En vez de darme regalos a mí, más bien gaste su dinero en construir un gran convento para que los jóvenes que quieren llegar a ser santos, lo logren conseguir”.
Al otro le pareció formidable la idea, y le ofreció construir allí un gran convento, pero con la condición de que Gil fuera el superior de esa comunidad. Y tuvo que aceptar. Y fue ordenado de sacerdote, y empezaron a llegar jóvenes de muchas regiones, y bajo la dirección del venerable penitente hacían admirables progresos en santidad. Por varios siglos fue famoso en Francia el convento de San Gil.

Un día fue a visitarlo un jefe militar que había cometido un gran pecado. Durante la misa, el santo sintió que Dios le comunicaba que aquel hombre debía arrepentirse de una gran falta. Al terminar el santo sacrificio lo llamó aparte y le contó lo que Dios le había comunicado. El otro se echó a llorar y exclamó: “Ese pecado me venía atormentando por muchos meses. Gracias padre porque me libra de este remordimiento”: El santo le dio la absolución y el otro se fue lleno de paz y alegría.

Otro día sintió que una voz le decía: “El primer domingo de septiembre te irás al reino eterno”: Empezó a prepararse con mucha oración y mucho arrepentimiento de sus pecados y dando gracias a Dios por tantos favores recibidos, y así sucedió: el primer domingo de septiembre se quedó dormido en la tierra, para despertar en el cielo.

En la Edad Media iban muchas peregrinaciones a visitar la tumba de San Gil, en el convento de su mismo nombre. En el mundo hay más de mil parroquias que llevan el nombre de este santo. Es Patrono de los tullidos, de los mendigos y de los que son mordidos por las serpientes. Que el Señor conceda a muchos más del Don de la sanación.

agosto 31, 2020


Redacción

Se le llama Nonato (no-nacido) porque nació después de morir su madre. Ella murió al dar a luz. Después de la muerte le hicieron cesárea para que el niño pudiera nacer.

Ramón significa: "protegido por la divinidad" (Ra=divinidad. Mon=protegido). San Ramón nació en Cataluña, España, en 1204. Muy joven entró en la Congregación de Padres Mercedarios que se dedicaban a rescatar cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Argel. Lo recibió el mismo San Pedro Nolasco, fundador de la Comunidad.

Pocos años después de haber entrado de religioso fue enviado con una gran cantidad de dinero a rescatar a los católicos que estaban esclavizados por los musulmanes en Africa. Allá gastó todo el dinero en conseguir la libertad de muchos cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de donde habían sido llevados secuestrados por los enemigos de nuestra religión.

Cuando se le acabó el dinero se ofreció el mismo a quedarse como esclavo, con tal de que libertaran a algunos católicos que estaban en grave peligro de perder su fe y su religión por causa de los atroces castigos que los mahometanos les infligían.

Como entre los musulmanes está absolutamente prohibido hablar de la religión católica, y Ramón se dedicó a instruir en la religión a sus compañeros de esclavitud y aun hasta a algunos mahometanos, le dieron terribles tormentos y lo azotaron muchas veces hasta dejarlo casi muerto. Y al fin, como no se callaba, le amarraron la cara a una correa a la cual le echaron candado, para que no pudiera hablar, y no abrían el candado sino cuando iba a comer.

El jefe musulmán, con la esperanza de que Ramón volviera a España y le llevara más dinero para rescatar cristianos, lo dejó en libertad. Pero se dedicó a hablar de nuestra religión a cuantas más personas podía. Esto hizo arder en cólera a los mahometanos y lo volvieron a encarcelar y a atormentar. Al fin San Pedro Nolasco envió a algunos de sus religiosos con una fuerte suma de dinero y pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió a España.

Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX lo nombró Cardenal. Pero San Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso.

El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en la dirección de la Iglesia, y el humilde Cardenal emprendió el largo viaje a pie. Pero por el camino lo atacaron unas altísimas fiebres y murió. Era el año 1240. Apenas tenía 36 años. Pero había sufrido y trabajado muy intensamente, y se había ganado una gran corona para el cielo.

A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos.

agosto 30, 2020


Redacción

En vano el hombre ha pretendido medir los caminos del Señor. Dice el autor del sagrado libro de la Sabiduría: " ¿Qué hombre podrá conocer el consejo de Dios y quién podrá atinar con lo que quiere el Señor?" (Sab 9, 17).

La vida de Santa Rosa de Lima, primera mujer canonizada del Muevo Mundo, es una buena prueba de ello.

Nació nuestra santa en Lima, capital del Perú, de padres de origen español, modestos de condición. Su verdadero nombre era Isabel. Cambió su nombre por el de Rosa al recibir el sacramento de la Confirmación.

Desde su más tierna edad, cuando empiezan a despuntar los atractivos femeninos, Rosa experimentaba una atracción cada día mas desbordante hacia la santidad, la virginidad, la devoción, el amor al retiro, un extraordinario espíritu de penitencia. Es decir, sentía una resolución de seguir, como dice el Evangelio, el camino estrecho y desusado del sacrificio de sí misma para encontrar a Dios. Esta ansia de seguir un camino diferente le atrajo toda clase de insultos, burlas y humillaciones por parte de su familia, en especial de sus padres, quienes veían con verdadero terror el derrotero de su hija.

Nadie crea, sin embargo, que sus anhelos de santidad eran falsos y artificiales. Rosa les manifestaba a sus padres la más extraordinaria de sus ternuras: la del sacrificio por su bienestar.

El día en que su padre fracasó en el negocio de una mina, con el consiguiente desajuste económico, Rosa se transformó en la más sufrida de sus hijas, ayudándolo a sostener económicamente el hogar, trabajando diariamente en la huerta y cosiendo hasta altas horas de la noche.

Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Santa Rosa sacrificó por el bien de sus padres y hermanos hasta los ideales ascéticos de su alma, que la orientaban a recluirse en algún convento.
Esta fue la razón por la que los padres y familiares de la santa jamás la pudieron comprender. La incomprensión se transformó en guerra despiadada cuando Rosa llegó a sus años juveniles. A toda costa, para salvarla -como ellos decían-, pretendieron obligarla a contraer matrimonio. Fueron diez largos años de lucha. Ni las súplicas ni los insultos, ni los golpes, ni los desprecios lograron vencerla.

Desalentados por tanta constancia, los padres de Rosa le permitieron ingresar en la Tercera Orden de Santo Domingo y vivir prácticamente recluida en una cabaña construida en la huerta de su casa.
Desde entonces, Santa Rosa de Lima, se entregó a todas las manifestaciones de su muy peculiar vida ascética: penosísimas mortificaciones de su maltrecho organismo, alternadas con ejercicios de oración y meditación hasta el éxtasis y el agotamiento corporal. Todo esto, unido a las pruebas de rechazo y desprecio de parte de los miembros de su familia, nos hace apreciar la calidad y el grado de su amor hacia Dios y hacia sus semejantes.

Ya para entonces, la fama de santidad de Rosa había traspasado los umbrales de su casa y de su ciudad. Nobles y plebeyos, sacerdotes y hombres de negocios, se acercaban con respeto o con curiosidad a su morada. Entre ellos sobresalía la familia de don Gonzalo de Massa, funcionario del gobierno. Su esposa, conociendo a fondo la vida de Rosa, le tenía enorme cariño. Anhelaba tenerla en su propio hogar. Finalmente logró su propósito. Ahí vivió los últimos tres años de su vida.

Con tantos sufrimientos Dios la había preparado para el último combate. Una modestísima y larga enfermedad la purificó más en este mundo. A menudo se le oía decir:
Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame, en la misma medida, tu amor".
Santa Rosa de Lima murió el 24 de agosto de 1617, apenas a los 31 años de edad. El Papa Clemente X la canonizó en 1617. Fue la primera santa americana canonizada.

El código evangélico de las bienaventuranzas.
“Queridos amigos: El programa evangélico de las bienaventuranzas es trascendental para la vida del cristiano y para la trayectoria de todos los hombres. Para los jóvenes es sencillamente un programa fascinante. Bien se puede decir que quien ha comprendido y se propone practicar las ocho bienaventuranzas propuesta por Jesús, ha comprendido y puede hacer realidad todo el Evangelio.
Ciertamente el ideal que el Señor propone en las bienaventuranzas es elevado y exigente. Pero por eso mismo resulta un programa de vida hecho a la medida de los jóvenes, ya que la característica fundamental de la juventud e la generosidad, la apertura a lo sublime y lo arduo, el compromiso concreto y decidido en cosas que valgan la pena, humana y sobrenaturalmente. La juventud está siempre en actitud de búsqueda, en marcha hacia las cumbres, hacia los ideales nobles, tratando de encontrar respuestas a los interrogantes que continuamente plantea la existencia humana y la vida espiritual. Pues bien, ¿hay acaso ideal más alto que el que nos propone Jesucristo?”
Juan Pablo II, Discurso a los jóvenes en Lima, Perú, 2 de febrero de 1985.

agosto 29, 2020


Redacción

La fiesta de hoy originalmente recordaba la consagración de la basílica de san Juan Bautista en Sebaste (Samaria), en donde fueron probablemente guardados sus restos. En el siglo IV, la basílica fue destruida por los paganos.

San Marcos nos cuenta, en el capítulo 6, los detalles de este martirio. El evangelista san Juan nos explica, en  el capítulo 3, 22-30, el motivo por el que Juan el Bautista no tenía miedo de atacar en público la vida escandalosa del rey Herodes Antipas. El precursor era “amigo del novio” y, por este amor profundo, no le importaba “perder la vida”.

Herodes Antipas, tetrarca de Galilea , hijo de Herodes el Grande, el asesino de los niños de Belén se había separado de su legítima esposa y vivía en público con Herodías, la esposa de su medio hermano Filipo y, a la vez, su sobrina.

“No te es lícito vivir con la mujer de tu hermano”, le decía Juan el Bautista a Herodes en su cara. En el corazón del hombre elegido por Dios en el seno de su madre Isabel, ardía el celo por la observancia de los mandamientos.

Juan sabía que reprender a los poderosos era arriesgar la propia vida. De hecho, Herodes lo hizo encerrar en el calabozo de su castillo casi inexpugnable en Maquerone, al oriente del mar Muerto. Sin embargo, se les permitía a sus discípulos visitarlo y recibir sus consejos. Los mandó a que fueran a hacerle a Cristo la pregunta decisiva que lo inquietaba en su aparente abandono por aquel Dios a quien había consagrado su vida austera: “¿Eres tú el Mesías o debemos esperar a otro?” . Sabemos la respuesta de Cristo, que hace alusión a sus milagros mesiánicos y afirma” que los pobres son evangelizados”. Alaba a Juan el Bautista con las palabras: ”No hay entre los nacidos de una mujer, un profeta más grande que Juan. Pero el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él”.

En el espectáculo sangriento de la muerte del profeta inocente vemos toda la perversión del hombre caído y de la mujer sin Dios. Según la creación, la mujer está destinada al cariño y a la vida. Aquí se convierte en una bestia sanguinaria cuyos instintos feroces no conocen ningún límite. Vemos, por una parte a Juan, que había proclamado a Cristo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; y por otra parte la fiesta de Herodes con todas sus consecuencias: lujuria, cobardía, borrachera, injusticia y muerte, es decir, con todo el pecado del mundo.

En el prefacio de San Juan el Bautista reza la Iglesia “Juan bautizo con agua, que habría de quedar santificada, al mismo autor del bautismo, quien mereció dar el testimonio supremo de su sangre”.

Juan defendió especialmente la santidad del matrimonio. También la Iglesia de nuestros días debe continuar este testimonio y decir con claridad “No te está permitido”.

Ciertamente la Iglesia ama a los que yerran, pero odia el error . Cuando el mundo se conforma con una moral cómoda y quiere negar la validez de la ley divina, la voz, la voz profética tiene que levantarse. Ningún problema matrimonial se resuelve sin la verdad profunda que pronuncio san Juan: “Es preciso que él crezca y que yo disminuya” (Sn Jn 3, 30). Por el poder mesiánico de Cristo se logran las curaciones más difíciles, pero es necesario valorizar también sus palabras:
Bienaventurado el que no se escandaliza de mí”.
"Es verdad que la estabilidad y la santidad del matrimonio están amenazadas por las nuevas ideas y por las aspiraciones de muchos. El divorcio, introducido por cualquier motivo, inevitablemente cada vez resulta más fácil de conseguir, y gradualmente se acepta como un hecho normal de la vida. La posibilidad de conseguir el divorcio en el campo de la ley civil hace cada vez más difíciles, para todos los matrimonios estables y duraderos… Tened una alta estima por la maravillosa dignidad y gracia del sacramento del matrimonio. Preparaos para el mismo con celo, ahora. Creed en el poder espiritual que este sacramento de Jesucristo ofrece para reforzar la unión matrimonial y superar todas las crisis y problemas de la vida entre dos… Un verdadero amor y la gracia de Dios jamás podrán permitir que un matrimonio se convierta en relación egoísta de dos individuos que viven uno junto al otro por intereses propios de cada uno."
San Juan Pablo II. Homilía en Limerich (Irlanda), 1º de septiembre de 1979.


agosto 28, 2020



Redacción

Agustín es, probablemente, el santo más humano y universal de la antigüedad. Al leer sus Confesiones penetra en las profundidades del corazón humano y se alaba la misericordia de Dios, que obró tal milagro de conversión en un pecador.

La ciudad de Tegaste, en el norte de África, donde nació el 13 de noviembre de 354, pronto fue demasiado pequeña para el hijo de un pagano voluble y de una cristiana pacífica y muy devota. Sin haber recibido el bautismo y más parecido, en sus inclinaciones, al padre que la madre, odió la escuela y la vida ordenada. En la escuela de altos estudios de Cartago, se unió a una muchacha que le dio un hijo, al que, en forma atrevida, puso por nombre “Adeodato” (“regalo de Dios”).

Cuando murió su padre, su madre, Mónica, oró por el hijo perdido. Pero éste impasible antes sus penas, buscaba más bien su propia gloria en la poesía y en la oratoria. La mística más obscura del oriente, la doctrina de los maniqueos, lo tuvo obsesionado durante muchos años.

Deshecho por la muerte repentina de su mejor amigo, creyó poder liberarse de sus sórdidas heréticas ideas, cambiando de escenario. Sigilosamente, una noche se embarcó a Roma, engañando a su madre a la que dejó inconsolablemente abandonada.

Gracias al prefecto pagano de la ciudad de Roma, se le concedió una cátedra de oratoria judicial en Milán, la sede imperial.

Para entonces, Agustín se había convertido en un escéptico que negaba todo conocimiento de la verdad.

Dos elementos lo ayudaron en su conversión: la palabra de Dios y lo razonamientos del obispo Ambrosio.

Un día, al leer la carta a los romanos, encontró el capítulo 13, que lo hirió como una espada: “La noche está muy avanzada y se acerca ya el día. Despojémonos, pues de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz” (Rm 13,11). En ese momento, su alma ensombrecida vio la claridad y decidió seguir el llamado de Dios, “dejando comilonas, borracheras y toda clase de libertinaje”. En la noche de Pascua del año 387, después de una preparación cuidadosa, Agustín fue bautizado por el obispo Ambrosio en Milán, junto con su hijo Adeodato. Lo inundó una dicha indescriptible.

Con el surgimiento de la fe de su infancia, deseó regresar a su patria. En Ostia, mientras esperaba una oportunidad propicia para embarcarse, murió su madre Mónica, y poco después de haber llegado al África murió también Adeodato.

En contra de sus deseos y a petición del pueblo, el obispo Valerio lo ordenó sacerdote para ser su sucesor en el año 396, en la sede episcopal de Hipona. Durante treinta años desempeño el sagrado cargo. En el círculo de sus amigos, sacerdotes y seglares, vivió los consejos evangélicos predicando en medio del pueblo con celo juvenil. Importante era también su apostolado por cartas teológicas con el mundo intelectual de entonces.

Por su propia experiencia brilló en él la convicción de que la fe es un don divino de la gracia misericordiosa. Cada fiel era para él una oveja amada de Cristo. Por los pobres, viudas y huérfanos, sacrificó hasta el último centavo del patrimonio de la Iglesia de Hipona siempre estaba en dificultades financieras.

Protegió a la Iglesia de África cuando los donatistas atacaron a los fieles católicos con asesinatos e incendios. Hasta el último minuto se enfrento en su lucha espiritual a los arrianos, pelagianos y maniqueos.

Trabajó durante trece años para contraponer al paganismo su “Ciudad de Dios”, la visión cristiana del mundo de entonces.

Su mirada se dirigía ante todo al interior, a los milagros de Dios en el alma humana. Esto dio a sus obras filosóficas y teológicas aquella unidad grandiosa que se reflejó profundamente en el desarrollo de la vida teológica y espiritual de la Iglesia de los siguientes siglos.

Su existencia terrenal no iba a acabar en paz. El año de 429, las hordas de los vándalos irrumpieron en las florecientes ciudades de la costa norte del África y sitiaron Hipona. Durante el tercer mes de sitio Agustín enfermó de fiebre. Ordenó que le colocaran los salmos penitenciales en la pared junto su lecho y pidió a sus amigos que lo dejaran solo. Así murió el más grande pensador de África, el 28 de agosto de 430.

Con él sucumbió el milenario imperio romano ante el embate de los germanos y nació, en medio de dolores de parto un mundo nuevo. Al ser trasladados los restos del obispo de Hipona a Pavía, también su espíritu genial, que había abierto las profundidades del destino humano, se trasladó hacia los países europeos, para reposar en el nuevo hogar de un cristianismo, entonces joven.

¿Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva! ¡Tarde te amé! Tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y me lancé deforme sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, peor yo no estaba contigo. Aquellas cosas que sin o estuvieran en ti, no existirían, me retenían lejos de ti. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillante y resplandeciente, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.
San Agustín, Confesiones, X, 27, 38.

agosto 27, 2020


Redacción

Mónica significa: “dedicada a la oración y a la vida espiritual”:

Esta santa mujer se ha hecho famosa por haber sido la madre del gran Agustín y por haber logrado la dificilísima conversión de su hijo.

Mónica nació en Tagaste (al norte de África) a unos 100 Km. de la ciudad de Cartago, en el año 332.
Sus padres encomendaron la formación de sus hijas a una mujer muy religiosa pero muy fuerte en su disciplina. Ella no las dejaba estar tomando bebidas entre horas pues les decía: “Ahora cada vez que tengan sed van a tomar bebidas para calmarla. Y después cuando sean mayores y tengan las llaves de la pieza donde está el vino, tomarán licor y esto les hará mucho daño”. Mónica le obedeció los primeros años, pero después ya mayor, empezó a ir a escondidas al depósito y cada vez que tenía sed se tomaba un vaso de vino. Mas sucedió que un día regañó fuertemente a un obrero, y este por defenderse le gritó: “¡Borracha!”. Esto la impresionó profundamente y no se le olvidó nunca en la vida, y se propuso no volver jamás a tomar bebidas alcohólicas. Y lo consiguió. Pocos meses después fue bautizada y desde el bautismo su conversión fue admirable.

Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de la soledad y espiritualidad, pero sus padres dispusieron que tenía que casarse con un señor llamado Patricio. Este era un buen trabajador pero terriblemente malgeniado, y además mujeriego, jugador y sin religión, ni gusto por lo espiritual. La hará sufrir lo que no está escrito y por treinta años ella tendrá que aguantar los tremendos estallidos de ira de su marido que grita por el menor disgusto, pero éste jamás se atreverá a levantar la mano contra ella. La creía demasiado santa para atreverse a golpearla. Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor, Agustín, la hizo sufrir por decenas de años.

En aquella región del norte de África, donde las gentes eran sumamente agresivas, las demás esposas le preguntaban a Mónica por qué su esposo que era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, no la golpeaba nunca a ella, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió: “Es que cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando él grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos, y yo no acepto la pelea, pues… no peleamos”. Esta fórmula se ha hecho célebre en el mundo y ha servido a millones de mujeres para mantener la paz en casa.

Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande para con los pobres, nunca se oponía a que ella se dedicara a estas buenas obras. Y quizás por eso mismo logró su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que el año 371 Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo hiciera la suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado harto la vida a la pobre Mónica. Un año después de su bautismo, murió santamente Patricio, dejando a la pobre viuda con el terrible problema de que su hijo mayor Agustín, era un rebelde incorregible.

Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que su hijo mayor era extraordinariamente inteligente, y por eso lo enviaron a la capital del estado, la ciudad de Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Pero Agustín tuvo la desgracia de que su padre no se interesaba nada por sus progresos espirituales. Sólo le importaba que sacara buenas notas, que brillara en las fiestas sociales y que sobresaliera en los ejercicios físicos, pero acerca de la salvación de su alma, no se interesaba ni le ayudaba en nada. Y esto fue fatal para él, pues fue cayendo de mal en pero por pecados y errores.
Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez peores. Que el joven llevaba una vida nada santa. Que en una enfermedad, ante el temor a la muerte se había hecho instruir acerca de la religión y se había propuesto hacerse católico, pero que sanado de la enfermedad había abandonado el propósito de hacerse bautizar. Y finalmente, que se había hecho socio de una secta, los Maniqueos, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el diablo. Y Mónica que era bondadosa pero no cobarde ni floja, al volver su hijo a vacaciones y al empezar a oírle mil barbaridades contra la verdadera religión, lo echó sin más de casa y le cerró las puertas, porque bajo su techo no quería albergar enemigos de Dios.

Pero sucedió que en esos días tuvo Mónica un sueño en el cual vio que ella estaba en un bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo y que en ese momento se le acercaba un personaje muy resplandeciente y le decía: “Tu hijo volverá contigo”, y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narró al muchacho el sueño tenido, y él le dijo lleno de orgullo que eso significaba que la mamá se iba a volver maniqueísta como él. Pero ella le respondió: “En el sueño no me dijeron: “La mamá se irá a donde su hijo”, sino: “tu hijo volverá contigo””. Esta hábil respuesta impresionó mucho a Agustín, quien más tarde la consideraba como una inspiración del cielo. Esto sucedió en el año 377. Faltaban todavía 9 años para que Agustín se convirtiera.

Por muchos siglos ha sido muy bien comentada la bella respuesta que un obispo le dio a Mónica cuando ella le contó que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió: “Es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas”. Esta admirable respuesta y lo que había oído en sueños, la llenaban de consuelo y esperanza, a pesar de que Agustín no daba la menor señal de arrepentimiento.

Cuando tenía 29 años, el joven decidió irse a Roma a dar clases allá. Ya era todo un doctor. La mamá se propuso irse con él para librarlo de peligros morales. Pero Agustín le hizo una jugada tramposa. Al llegar junto al mar le dijo a Mónica que se fuera a rezar a un templo, mientras él iba a visitar a un amigo, y lo que hizo fue subirse a un barco y salir rumbo a Roma, dejándola sola allí. Pero Mónica no era mujer débil para dejarse derrotar tan fácilmente. Tomó otro barco y se dirigió hacia Roma. Más al llegar allá supo que su hijo se había ido para el norte de Italia, a Milán, a dar clases. Y hacia esa ciudad viajó también la valerosa mujer.

En Milán, Mónica se encontró con el santo más famoso de la época, San Ambrosio, arzobispo de esa ciudad. En él encontró un verdadero padre lleno de bondad y de sabiduría que la fue guiando con prudentes consejos. Además Agustín se quedo deslumbrado ante la enorme sabiduría y la poderosa personalidad de San Ambrosio y empezó a escucharle con profundo cariño y a cambiar sus ideas y a entusiasmarse por la religión católica.

Y sucedió que en año 387, Agustín al leer unas frases de San Pablo sintió una impresión extraordinaria y se propuso cambiar de vida. Envió lejos a la mujer con la cual estaba viviendo en unión libre, dejó sus vicios y malas costumbres. Se hizo instruir en la religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hizo bautizar.

Agustín, ya convertido, dispuso volverse con su madre y su hermano, a su tierra, en el África, y se fueron al puerto de Hostia a esperar barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba en esta vida que era la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando allí en una casa junto al mar, por la noche al ver el cielo estrellado se puso a hablar con Agustín acerca de cómo eran las alegría que tendremos en el cielo, y ambos se emocionaban comentando y meditando los goces celestiales que nos esperan. En determinado momento exclamó entusiasmada:
¿Y a mí qué me puede ya amarrar a esta tierra? Ya he obtenido mi gran deseo, el de verte cristiano católico. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios”.
Poco después le invadió la fiebre, y en pocos días se agravó y murió. Lo último que pidió a sus dos hijos fue que no se olvidaran de rezar por el descanso de su alma. Murió en el año 387 a los 55 años de edad. Miles de madres y de esposas se han encomendado en todos estos siglos a Santa Mónica, para que les ayude a convertir a su esposo o a sus hijos y han conseguido conversiones admirables.

La pintan como vestida de monja (porque así se vestían en ese tiempo las mujeres que se dedicaban a la vida espiritual, huyendo de los adornos de la vanidad) y con un bastón de caminante, en recuerdo de los viajes que hizo buscado a su hijo para convertirlo, y con un libro en la mano, para no olvidar que fue la lectura de una página de la Biblia lo que obtuvo que Agustín se decidiera a convertirse definitivamente.

Santa Mónica: que sigas rogando por las madres y sus hijos, por las esposas y sus maridos, y por todos nosotros los pobres pecadores que necesitamos convertirnos.
HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE Y SERÁS FELIZ (S. Biblia).

agosto 26, 2020


Redacción

José Miguel Serra y Ferrer, llamado desde su canonización San Junípero Serra. (Petra, España, 1713 - San Carlos, México, 1784)

Fue un religioso franciscano español. Profesó en 1731 en el convento de franciscanos de Palma, donde cambió su nombre de nacimiento por el de Junípero. En 1738 fue ordenado sacerdote y se doctoró en teología. De estos años se conservan compendios de sermones dictados por él en sus diferentes itinerarios sacerdotales.

En 1749 viajó a México como misionero apostólico junto a otros religiosos, entre ellos Francisco de Palou, que sería su biógrafo. Destinado a la región de Sierra Gorda, ejerció diferentes cargos directivos en los conventos franciscanos de Ciudad de México.

Tras la expulsión de los jesuitas de la Baja California, fueron los franciscanos quienes ocuparon las misiones de esta región y, al iniciar las tropas españolas la conquista de la Alta California en 1769, fray Junípero y sus misioneros participaron activamente en el descubrimiento de Monterrey, a la vez que se consagraban a la tarea evangelizadora de los indígenas. En su labor fundadora establecieron las misiones de San Diego (1769), San Carlos (1770), San Antonio (1771), San Francisco (1776) y San Buenaventura (1782); algunas de ellas acabarían convertidas en grandes urbes, como San Francisco (fundada en honor a San Francisco de Asís) y San Diego (en honor a San Diego de Alcalá).

Las misiones fundadas por los franciscanos acogieron a miles de indios, y la severa actitud de Serra frente a las autoridades militares, en defensa de los indígenas de los territorios conquistados, le llevaría a enfrentarse con todos los comandantes militares que trató.

El profundo respeto que despertaría más adelante su labor se ha mantenido hasta nuestros días. En 1988, como culminación de un proceso que se había iniciado en 1934, Fray Junípero Serra fue beatificado por Juan Pablo II; en 2015 fue canonizado por el papa Francisco.


agosto 25, 2020



Redacción

San Luis nace en Poissy el 25 de abril de 1214. A los doce años, tras la muerte de su padre -Luis VIII-, es coronado rey de los franceses bajo la regencia de su madre, Doña Blanca de Castilla, que lo educó cristianamente. En 1234 asume el gobierno, esforzándose sobre todo por establecer la justicia y la paz en su reino. En su vida personal se dedica a la oración, la penitencia y la caridad para con los pobres y desamparados, a quienes frecuentemente sienta a su mesa, lavándoles los pies y sirviéndoles él mismo, a imitación de Cristo.

En 1248, Luis IX parte hacia Tierra Santa para liberarla; pero es hecho prisionero. Tras el pago de un rescate, regresa a su reino e inicia grandes reformas, entre ellas la prohibición del duelo judiciario (o “duelo de Dios”). Funda hospitales y monasterios, y realiza su gran proyecto: la construcción de la “Sainte-Chapelle” como un santuario de luz y vidrio colorado destinado a acoger las reliquias, sobre todo la corona de espinas de Cristo, que adquirió del emperador de Constantinopla. Dona a su hermana, la beata Isabel, las tierras de Longchamp para construir una abadía para las monjas de Santa Clara.

Durante su reinado se vive un periodo de gran evolución cultural, intelectual y teológica. Luis dialoga con san Buenaventura y san Tomás de Aquino; y junto a su capellán, Robert de Sorbon, funda la Sorbona en 1257. Sigue con gran atención los trabajos finales de la catedral de Notre Dame, en particular los rosetones y los pórticos. Así, París se convierte en la ciudad más prestigiosa de la cristiandad de Occidente gracias a su universidad, la Sainte-Chapelle y Notre-Dame.

La mayor preocupación política de Luis IX es pacificar y reconciliar a los enemigos y terminar con los conflictos, especialmente aquéllos entre Francia e Inglaterra. Desea también regresar a Tierra Santa y convertir al sultán de Egipto. Con este intento llegará hasta Cartago, actual Túnez; pero allí, soldados y nobles comienzan a caer víctimas de la peste. El propio rey Luis, que ayudaba a cuidar a los enfermos y los moribundos, fallece a causa de esta enfermedad el 25 de agosto del 1270.

No sorprende que su proceso de canonización inicie dos años después de su muerte, considerando los milagros y curaciones que se verifican ante su tumba. En  1297, tras una larga investigación, el Papa Bonifacio VIII eleva a los altares a Luis IX. El rey de Francia es uno de los primeros laicos en ser canonizado.

Luis IX se esforzó toda su vida para que reinasen la justicia y la paz, conjugando su vocación de cristiano y de hombre de Estado. Los soberanos de Europa lo buscaron por su sabiduría. Su sentido de la justicia y su amor a Dios y a los pobres han llegado hasta nosotros también mediante los símbolos con los cuales es representado: la cruz, la mano de la justicia y el cíngulo de los Terciarios franciscanos, de los cuales es el Santo Patrono.

agosto 24, 2020


Redacción

Los evangelistas sólo mencionan el nombre de Bartolomé y relatan que fue designado por Jesús para formar parte del grupo de los Doce y que fue enviado a predicar el Reino de Dios. Su nombre, sin embargo, siempre parece estar unido al del apóstol Felipe.

Esto nos hace pensar que Bartolomé y el pescador Natanael, de Caná de Galilea, eran la misma persona. San Juan, al principio de su Evangelio, nos describe la vocación de Natanael.

Natanael sí tenía la misma profesión, pero no la misma manera de vivir de Andrés y de Pedro, de Santiago y de Juan. Natanael parece más reservado, más pensativo que los demás del grupo de los apóstoles pescadores. Mientras que los otros reparaban las redes y conversaban alegremente, él prefería meditar en la historia de su pueblo sentado bajo la sombra de una higuera. Así lo sorprendió Felipe con una noticia súbita: "¡Hemos encontrado a aquél del cual escribieron Moisés y los profetas en la ley antigua: es Jesús, el hijo de José de Nazaret!".

Felipe había preparado muy bien sus palabras, que, sin embargo, no produjeron el efecto deseado. Natanael no se conmovió y con ironía le contestó a Felipe: "¿Acaso de Nazaret puede venir algo bueno?" (Jn 1, 46). Felipe no tenía deseos de discutir: "¡Ven tú mismo y los verás!". Lo condujo delante del extraño rabbí de Nazaret. Por las palabras que el Señor le dirigió, Natanael reconoció de inmediato que su mensaje penetraba hasta lo más profundo del corazón humano. Comprendió la desbordante alegría de sus compañeros y se disiparon sus propias dudas. En voz alta confesó ante todos aquellos a quienes hasta entonces consideraba débiles y engañados: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel" (Jn 1, 49).

Estas palabras fueron pronunciadas de manera sincera y varonil, y así, por este reconocimiento, afrontó la muerte Natanael-Bartolomé.

El día de San Bartolomé ha sido desde la Edad Media el día festivo de los carniceros y curtidores, seguramente por los instrumentos de su martirio, con los que ordinariamente se le representa.





agosto 22, 2020



Redacción

En 1954 el Papa Pío XII, instituyó la fiesta Litúrgica del Reinado de María al coronar a la Virgen en Santa María la Mayor, Roma. En esta ocasión el Papa también promulgó el documento principal del Magisterio acerca de la dignidad y realeza de Maria, la Encíclica Ad coeli Reginam (Oct 11, 1954).

El pueblo cristiano siempre ha reconocido a María Reina por ser madre del Rey de reyes y Señor de Señores. Su poder y sus atributos los recibe del Todopoderoso: Su Hijo, Jesucristo. Es Él quien la constituye Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles.

Juan Pablo II, el 23 de julio del 1997, habló sobre la Virgen como Reina del universo. Recordó que "a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el Concilio de Efeso proclama a la Virgen 'Madre de Dios', se comienza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este ulterior reconocimiento de su dignidad excelsa, quiere situarla por encima de todas las criaturas, exaltando su papel y su importancia en la vida de cada persona y del mundo entero".

El Santo Padre explicó que "el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión. (...) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia".

"La Asunción favorece la plena comunión de María no sólo con Cristo, sino con cada uno de nosotros. Ella está junto a nosotros porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro cotidiano itinerario terreno. (...). Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida".


agosto 21, 2020



Redacción

En un altar a la entrada de la basílica de San Pedro en Roma, está sepultado el Papa a quien la primera guerra mundial causó un inmenso dolor. La inscripción de la sencilla lápida dice: "Papa Pío X, pobre y, con todo, rico, de corazón tierno y humilde, defensor invencible de la fe católica, empeñado en renovar todo en Cristo, piadosamente pasó a mejor vida el 20 de agosto de 1914".

“Pobre y, con todo, rico”. Hubo un tiempo en el que el pequeño “Beppino” Sarto, descalzo, caminaba diariamente los cinco kilómetros desde Riese a Castelfranco, donde estaba la escuela, con un pedazo de pan en la bolsa y los zapatos colgados al hombro, ya que los ingresos como cartero y empleado municipal obligan a papá Sarto a una vida de riguroso ahorro.

El muchacho, despierto, curioso y siempre dispuesto al gracejo, soportaba con humor todas estas carencias y, cuando obtuvo una beca y pudo entrar al Seminario de Padua, su laboriosidad no conoció límite. Por fin, a los 23 años, fue ordenado sacerdote. Como capellán de Tómbolo, regalaba su escaso salario. Trabajaba sin descanso en el día y estudiaba hasta muy entrada la noche.

Siendo párroco de Salzano, en la época del cólera se sacrificó por sanos y enfermos, saqueó el armario de su hermana y el obispo lo tuvo que amonestar para que cuidara su salud. Cuando le llegó la inesperada noticia de que había sido nombrado obispo de Mantua, lloró como un niño. Nueve años más tarde, vestido con la púrpura de cardenal, entraba a Venecia profusamente engalanada.

Si alguno hubiera creído que su tenor de vida iba a cambiar y que su gobierno tendría la ostentación de un príncipe eclesiástico, se habría equivocado completamente. Fueron precisamente los barrios más pobres de la ciudad los que visitaba más a menudo, y muchos sacerdotes quedaron sorprendidos al verlo llegar y oírlo platicar como un padre o un amigo.

Para ahorrar unas cuantas liras, en julio de 1903 llegó al cónclave de Roma provisto con  su boleto de regreso. En cuanto su nombre se escuchaba más y más, él, con los ojos humedecidos por el llanto, rogaba a los cardenales que escogieran a uno más digno. En vano. Precisamente el pobre y humilde hijo de un cartero había sido designado por la Providencia, en una época llena de orgullo por su poder y su técnica.

“Un defensor invencible de la fe católica”. Probablemente los racionalistas del incipiente siglo XX esperaban que Pío X, bastante desconocido en el mundo científico, fuera a estar de acuerdo con sus ideas.

Desde los primeros decretos y encíclicas se vio que el nuevo Papa no iba a ceder en principios fundamentales del catolicismo, ni siquiera para lograr la armonía entre el Estado y la Iglesia.
En Francia se desencadenó la lucha cultural. Los bienes de la Iglesia fueron incautados. La Cruz fue alejada de las escuelas, se perseguía a los sacerdotes y empleados de la Iglesia.

En Portugal, la revolución de 1911 también se dirigió contra la Iglesia. Aún en Italia no faltaron las tensiones entre el gobierno masón y la Curia, aunque Pío X, ya desde Mantua y en Venecia, había procurado establecer relaciones amistosas con las autoridades.

“Empeñado en renovarlo todo en Cristo”. En estas palabras se revela la verdadera meta de su pontificado. De allí sus avanzadas encíclicas en casi todos los ámbitos de la reforma eclesiástica interna: la nueva creación del Derecho Canónico, la constitución de un Instituto Bíblico Pontificio, el mejoramiento del catecismo y del breviario, las prescripciones sobre la educación y la formación científica de los jóvenes clérigos, la simplificación de la Curia romana, la preocupación por el canto gregoriano y los clásicos en la música eclesial, el estímulo a los políticos y reformadores sociales católicos, el fomento del trabajo misionero en todos los continentes.

De una importancia incalculable para las generaciones venideras, llegaron a ser sus enseñanzas y normas sobre la recepción diaria de la Santa Comunión y de la Primera Comunión de los niños pequeños.

“Piadosamente pasó a mejor vida el 20 de agosto de 1914”. Los sucesos aciagos que sobrevinieron apresuradamente en el período de su gobierno no pasaron por él sin dejar sus huellas. Activo y amable, un hombre de amplia comprensión, recibía visitas tanto de jefes de Estado como de pobres peregrinos de su patria chica.

¿Sabían ellos que el anciano en el trono de San Pedro, arrodillado durante muchas horas del día y de la noche, clamaba a Dios por el bien de los pueblos? No pudo resistir la matanza de los hombres; como una de las primeras víctimas de la guerra mundial, expiró el 20 de agosto de 1914. Mientras aún en vivía una parte de la generación sobre la que extendió su mano santificadora, el 3 de junio de 1951 la Iglesia lo beatificó. Tres años después el gran Papa reformador fue declarado santo por su sucesor, el Papa Pío XII.

“Haced todo lo que podáis para garantizar la dignidad sagrada del misterio eucarístico y el profundo espíritu de la Comunión eucarística, que es un bien peculiar de la Iglesia, como pueblo de Dios y, al mismo tiempo, la herencia especial transmitida a nosotros por los Apóstoles, por diversas tradiciones litúrgicas y por tantas generaciones de fieles, a menudo testigos heroicos de Cristo, educados en “la escuela de la Cruz” (redención) y de la Eucaristía”.
Juan Pablo II, El Misterio y el culto de la Eucaristía, n. 11.

agosto 20, 2020


Redacción

Son características en la vida de San Bernardo la cruz de los peregrinos que iban a Jerusalén, y la voz de Cristo: " ¡Sígueme!".

En balde sus hermanos trataron de ganarlo para una vida de vanidad, nobleza y riqueza. A los 20 años, Bernardo se decidió por la regla de la Orden de los cistercienses, fundada por San Norberto, la cual significaba riguroso trabajo manual en silencio y penitencia. Pronto lo siguieron a Citeaux treinta hombres, entre ellos cuatro de sus cinco hermanos (el más pequeño lo haría también cuando tuviera edad suficiente).

Se establecieron en el “Valle de las hierbas amargas” y en pocos años lo convirtieron en un “Valle claro” (Claraval), fundado en 1115, y tres años más tarde, Tres Fontanas. Se le atribuye a San Bernardo la fundación de 68 monasterios durante su vida.

Su personalidad y sus penitencias podrían parecer una austeridad fanática, si su dureza no hubiera sido transfigurada al mismo tiempo por un tierno amor a la Virgen María y por una conmovedora compasión por Cristo crucificado. No emprendía ninguna predicación, ninguna obra, sin una previa glorificación apasionada a María. La confianza en su perpetuo socorro resuena en el “Acordaos, oh piadosísima Virgen María”.

En el servicio a la virginal Madre de Dios, Claraval se convirtió en fuente de aquel amor caballeresco-monacal a María, sin el cual uno no se puede imaginar la Edad Media.

¿Qué razón obligó a este orador y místico a abandonar la soledad de Claraval, en contraste con sus propias enseñanzas, para intervenir activamente en la historia de su tiempo? Solamente una cosa pudo lograrlo: la preocupación por la Iglesia. Por este amor a la Iglesia, dirigió enérgicas cartas contra el lujo de algunos obispos demasiado mundanos, contra la corrupción moral del bajo clero y de algunos religiosos, contra la ocupación de las sedes episcopales y abadías por favoritos indignos. Él no temía exponer este asunto ante el rey o ante el Papa. Nadie podía desoír su voz; había llegado a ser conciencia reclamante en la Iglesia.

Durante el cisma de los dos antipapas, Inocencio II y Anacleto II, fue San Bernardo quien se decidió por el más digno, por Inocencio, y quien, con entusiasmo incansable, impulsó su causa. También con los Papa siguientes, sobre todo con su antiguo alumno y hermano en la Orden, Eugenio III, él podía actuar sin temor a que se le contradijera.

Bernardo rechazó la elección al episcopado en dos ocasiones, y siguió siendo monje.

En Occidente la paz iba ganando terreno, pero en Oriente los turcos se apoderaron de Tierra Santa y profanaron el sepulcro del Salvador. Bernardo ni siquiera se atrevió a pensar en esta desgracia: en un llamado ardiente, le exigía al Papa que anunciara una nueva Cruzada, y el Papa Eugenio lo nombró predicador de ella.

En Vézclay, Bernardo se ganó las simpatías de Francia y de su rey, Luis VII, Se enviaron mensajeros y cartas a casi todos los príncipes de Alemania y, finalmente, llegó el día en que las columnas de los ejércitos su pusieron en marcha bajo la protección de San Miguel. La Cruzada terminó en un rotundo fracaso. Unos cuantos miles, pertenecientes a la nobleza alemana y francesa, regresaron a la patria. Las viudas y los huérfanos lloraban a causa de la sangre derramada, de la cual Bernardo se quería hacer responsable.

Sentía ahora la angustia mortal del abandono, la que siempre lo conmovió de manera especial durante la contemplación de la Pasión de Cristo. Y en la noche del 20 de agosto de 1153, su vida mortal desembocó en la fuente de toda vida.

“Cristo, en cuanto evangelizador, anuncia ante todo un reino, el Reino de Dios; tan importante que, en relación a él, todo se convierte en “lo demás”, que es dado por añadidura. Solamente el Reino es absoluto y todo el resto es relativo”.
E. N., n. 8.

agosto 19, 2020

Redacción

"El sacerdote requiere tres eternidades: la primera, para prepararse; la segunda, para ofrecer dignamente el santo Sacrificio de la Misa; la tercera, para agradecerle a Dios su gracia".

El joven sacerdote que opinaba esto de la profesión que había elegido, acababa de ofrecer su Primera Misa en la mañana de Navidad de 1625. Siendo estudiante en el colegio de los jesuitas en Caen, había colocado su anillo en el dedo de una imagen de María, para comprometerse con la Virgen Inmaculada.

En París se había adherido a los oratorianos, que le habían ordenado sacerdote. Pero ahora se hacían patentes las consecuencias del escaso cuidado por su salud, que se derrumbó a pesar de la solicitud de sus superiores, quienes lo enviaron durante dos años a una hacienda para que se recuperara. Gracias a la Sagrada Biblia, pudo soportar tan largo período de inactividad. Fue su única, pero también su mejor preparación para el período de cincuenta años en que se le llamó el gran “pescador de almas” de toda Francia.

La peste causaba estragos en su patria chica cuando Juan Eudes comenzó su primera misión. Las iglesias y los confesionarios estaban vacíos, pero en los hospitales había trabajo hasta el agotamiento. Nuevamente enfermó de gravedad.Mientras tanto explotó la furia de la guerra religiosa que lanzó a hugonotes, católicos, calvinistas y jansenistas, unos contra otros.

Apenas restablecido, Juan emprendió la lucha. La Orden le encargó la dirección de la misión en el norte del país. Ejércitos de campesinos y ciudadanos fluían hacia su púlpito y su confesionario.
Nuestro santo pasaba las noches en vela ante el Santísimo. Las monjas le ayudaban a orar por la conversión de los pecadores. A los sacerdotes, él mismo les daba conferencias pastorales.

Durante cincuenta años el heroico misionero caminó de aldea en aldea. Sólo una cosa le preocupaba: ¿Estaría capacitados los sacerdotes para proseguir su labor? Su conciencia se lo decía cada vez con más claridad: tenía que fundar seminarios para sacerdotes. Si no lo podía realizar en su Orden, lo haría fuera de ella. Cuando no pudo superar la oposición de sus superiores, prefirió separarse de los oratorios antes que cruzarse de brazos.

Bajo su dirección, en 1643, surgió en Caen una nueva asociación de sacerdotes seculares, con la meta expresa de organizar misiones populares para aliviar la falta de sacerdotes. La llamó “Congregación de Jesús y María”. A los pocos años había organizado seis seminarios de sacerdotes y formado cientos de parroquias. Un semejante efecto benéfico tenían la Hermandad de Nuestra Señora de la Caridad y la de Nuestra Señora del Refugio, fundadas por él, que se encargaban de las penitentes y de las prostitutas.

Se le pagó con ingratitudes. Varios escritos difamatorios calumniaron su buena reputación. Temporalmente se le retiró el permiso de predicar y de confesar. Fue calumniado hasta delante del Papa. Por esta razón la congregación sacerdotal fue reconocida hasta después de su muerte. Cuando se le prohibió presentarse en público, tomó la pluma. Sólo Dios sabe cuánto bien produjeron durante muchos años su Catecismo popular y su Manual de la vida sacerdotal.

Mucho antes de que Santa Margarita María Alacoque fomentara la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, San Juan Eudes ya la tenía como objetivo de su vida. De idéntica manera promovió la devoción al Inmaculado Corazón de María.

En plena actividad hasta el último minuto de su vida, murió el 19 de agosto de 1680, cuando tenía casi 80 años de edad. Fue canonizado en 1925 por el Papa Pío XI.

Dirigirse al Corazón de Cristo y al Corazón Inmaculado de María.
“Os invito a volver conmigo los ojos al Corazón de Cristo, signo elocuente de la divina misericordia, “propiciación por nuestros pecados”, “nuestra paz y reconciliación” para recibir el empuje interior a fin de detestar el pecado y convertirse a Dios, y encuentren en ella la benignidad divina que responde amorosamente  al arrepentimiento humano.
Os invito al mismo tiempo a dirigiros conmigo al Corazón Inmaculado de María, Madre de Jesús, en la que “se realizó la reconciliación de Dios con la humanidad…, se realizó verdaderamente la obra de la reconciliación, porque recibió de Dios la plenitud de la gracia en virtud del sacrificio redentor de Cristo”. Verdaderamente, María se ha convertido en la “aliada de Dios”, en virtud de su maternidad divina, en la obra de la reconciliación”.
En las manos de esta Madre, cuyo “Fiat” marcó el comienzo de la “plenitud de los tiempos”, en quien fue realizada por Cristo la reconciliación del hombre con Dios y en su Corazón Inmaculado –al cual he confiado repetidamente toda la humanidad, turbada por el pecado y maltrecha por tantas tensiones y conflictos—pongo ahora de modo especial esta intención: que por su intercesión la humanidad misma descubra y recorra el camino de la penitencia, el único que podrá conducirla a la plena reconciliación”. 
R.P., n. 35.

agosto 18, 2020


Redacción

Elena significa: “Antorcha resplandeciente”.

Esta gran santa se ha hecho famosa por haber sido la madre del emperador que les concedió la libertad a los cristianos, después de tres siglos de persecución, y por haber logrado encontrar la Santa Cruz de Cristo en Jerusalén.

Nació ella en el año 270 en Bitinia (al sur de Rusia, junto al Mar Negro). Era hija de un hotelero, y especialmente hermosa.

Y sucedió que llegó por esas tierras un general muy famoso del ejército romano, llamado Constancio Cloro y se enamoró de Elena y se casó con ella. De su matrimonio nació un niño llamado Constantino que se iba a hacer célebre en la historia por ser el que concedió la libertad a los cristianos.

Cuando ya llevaban un buen tiempo de matrimonio sucedió que el emperador de Roma, Maximiliano, ofreció a Constancio Cloro nombrarlo su más cercano colaborador, pero con la condición de que repudiara a su esposa Elena y se casara con la hija de Maximiliano. Constancio, con tal de obtener tan alto puesto repudió a Elena. Y así ella tuvo que estar durante 14 años abandonada y echada a un lado. Pero esto mismo la llevó a practicar una vida de santidad.

Pero al morir Constancio Cloro, fue proclamado emperador por el ejército el hijo de Elena, Constantino, y después de una fulgurante victoria obtenía contra los enemigos en el puente Silvio en Roma, el nuevo emperador decretó que la religión católica tendría en adelante plena libertad (año 313) y con este decreto terminado tres siglos de crueles y sangrientas persecuciones que los emperadores romanos habían hecho contra la Iglesia de Cristo.

Constantino amaba inmensamente a su madre Elena y la nombró Augusta o emperatriz, y mandó hacer monedas con la figura de ella, y le dio plenos poderes para que empleara los dineros del gobierno en las obras buenas que ella quisiera.

Elena, que se había convertido al cristianismo, se fue a Jerusalén, y allá con los obreros que su hijo, el emperador, le proporcionó, se dedicó a excavar en el sitio donde había estado el monte Calvario y allá encontró la cruz en la cual había crucificado a Jesucristo. Para saber si era verdadera la cruz, tocó con ella a una mujer que padecía una gravísima enfermedad, y la enferma se curó instantáneamente.

Después dividieron la Santa Cruz en tres partes: una la dejaron en Jerusalén, la otra la enviaron a Constantinopla (donde estuvo su hijo Constantino) y la tercera la enviaron a Roma al Sumo Pontífice.

Dice San Ambrosio que Santa Elena aunque era la madre del emperador, vestía siempre con mucha sencillez y se mezclaba con la gente pobre y aprovechaba de todos los dineros que su hijo le daba para hacer limosnas entre los necesitados. Que era supremamente piadosa y pasaba muchas horas en el templo rezando.

En Tierra Santa hizo construir tres templos: uno en el Calvario, otro en el monte de los Olivos y el tercero en Belén. Gastó su vida en hacer obras buenas por la religión y los pobres, y ahora reina en el cielo y ruega por nosotros que todavía sufrimos en la tierra.

QUIEN HONRA A SU MADRE ES COMO QUIEN ENCUENTRA UN TESORO
(S. Biblia – Eclesiástico).

agosto 16, 2020


Redacción

El emblema nacional de Hungría siempre ha sido la corona de San Esteban, aquella noble y antiquísima diadema, con la cruz inclinada, insignia de su unidad nacional y de la cultura cristiana. El día en que el joven rey Esteban se la puso en sus sienes, Hungría comenzó a destacar por primera vez en la historia de Europa.

El padre de Esteban llevaba todavía el cetro como primero entre los gobernantes con los mismos derechos, pero no se interesaba en otros países más allá de las fronteras de Hungría. Esteban, en cambio, ya desde joven, participaba con entusiasmo en los magnos planes que querían realizar conjuntamente el joven emperador Otón III y el Papa Gregorio V.

El santo obispo Adalberto, quien por entonces atravesaba Hungría y Bohemia, dejó en nuestro santo, con su recia personalidad, una huella imborrable. A Esteban le habían encomendado recibir al famoso héroe de la fe en la frontera y acompañarlo para salvaguardarlo. En el año 995, Adalberto le confirió a Esteban el sacramento de la Confirmación.

Poco tiempo después, Esteban se puso en marcha hacia Baviera para casarse con Gisela, hermana del que posteriormente sería el emperador San Enrique. Junto con su esposa alemana llevó a muchos caballeros y monjes a su patria, que iban a ser los cofundadores y portaestandartes de una nueva Hungría cristiana.

Esteban no ocultó sus intenciones; por eso nada tuvo de extraño el que los corifeos del paganismo hubieran tratado de derrocarlo a causa de sus creencias. Asimismo influyó el hecho de que, con mano firme, empuñara las riendas del gobierno, dominando la actuación arbitraria de la alta nobleza, dando órdenes precisas para que se devolviera la libertad a numerosos esclavos cristianos, pagando por ella una moderada indemnización, y que se tomaran medidas muy severas contra las costumbres supersticiosas de su pueblo. Todo esto contribuyó a crear una atmósfera de descontento inicial.
Esteban conocía a sus magiares. No se precipitó. Les dio el tiempo necesario para que experimentaran las bendiciones de la nueva religión en sí mismos y en su patria.

De Italia y de Alemania llamó a varios sacerdotes y los designó como misioneros y maestros del pueblo. Con suma prudencia fundó conventos, cabildos y escuelas, bien distribuidos por todo el país.
La fundación del arzobispado de Grau y de otros obispados lo independizó de la influencia eclesiástica del obispado de Nassau. Todas estas medidas comprobaron la firme voluntad de Esteban de acabar con los últimos restos del paganismo, no mediante ordenanzas punitivas, sino por medio del Evangelio mismo, que llevó hasta las tiendas más apartadas de los pastores en la región de la Pusta.

El vicario de Cristo en Roma, el Papa Silvestre II, bendijo con alegría la obra realizada en tan pocos años por el joven príncipe de Hungría, y le envió una diadema consagrada. En medio del júbilo popular, el gran Esteban fue proclamado rey. Así pues, su poder terrenal quedó firmemente arraigado. El comercio floreció, protegido por la paz y la justicia. En Roma, en Constantinopla y en Jerusalén, con real magnanimidad, Esteban fundó conventos húngaros para hospedar a sus numerosos paisanos que, celosos de su nuevo credo, llegaban en peregrinación a los santuarios de la cristiandad.

Para asegurarle a su hijo el dominio en Hungría, quiso declararlo coregente durante su propia vida. Aún se conserva la “amonestación” que deseaba dirigir a Emerico cuando éste subiera al trono, y que constituye un testimonio conmovedor de sus propios principios. Encarecidamente le pedía conservar con fidelidad el credo católico y confesarlo ante todo el mundo, fomentar el bien de la Iglesia y honrar al clero.

El 8 de septiembre de 1031 iba a coronar a Emerico, pero éste murió el 2 de septiembre. Su muerte fue el golpe más duro que sufrió el santo rey Esteban, ya envejecido.

“La catequesis familiar precede, pues, acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis. Además, en los lugares donde una legislación antirreligiosa pretende incluso impedir la educación en la fe, o donde ha cundido la incredulidad o ha penetrado el secularismo hasta el punto de resultar prácticamente imposible una verdadera creencia religiosa, la iglesia doméstica es el único ámbito donde los niños y los jóvenes pueden recibir una auténtica catequesis”.
C.T., n. 68.

agosto 15, 2020


Redacción

En el monte Sión de Jerusalén, cerca del Cenáculo, se encuentra la abadía benedictina “Dormitio Mariae”; que quiere recordar la muerte de María y su Asunción a los cielos. Es probable que María compartiera, no por necesidad de la criatura caída, sino por amor, la muerte de su divino Hijo. No tenemos certeza sobre el lugar donde murió.

La Biblia menciona  a María por última vez en Pentecostés, cuando recibió al Espíritu Santo en el Cenáculo de los Apóstoles, y quedó así constituida como “Madre de la Iglesia”. Probablemente acompañó al Apóstol San Juan a Efeso, puesto que el Divino Maestro se le había encomendado desde la Cruz. En esta ciudad se conserva la casa donde, según la tradición, vivió sus últimos años.

El Concilio de Efeso, el año 431, definió solemnemente que María es “Madre de Dios” y el emperador oriental Mauricio mandó celebrar la fiesta de la Asunción de María el 15 de agosto hacia el año 600.

En Roma encontramos, desde el siglo VIII, la fiesta del 15 de agosto con el nombre “Natalicio de Santa María”.

En la fe del pueblo, en la tradición y en el arte cristiano, la Asunción de María al Cielo en cuerpo y alma es una de las verdades aceptadas con mayor entusiasmo. De manera que no resultó ninguna novedad que el Papa Pío XII la haya promulgado como dogma, el día de Todos los Santos del Año Santo de 1950.

Delante de 600 obispos, definió en la bula Munificentissimus Deus la Asunción de María con las siguientes palabras: "Habiendo orado insistentemente a Dios habiendo pedido la luz del Espíritu de verdad, para gloria del Dios todopoderoso, que hizo a María objeto de tan señalados favores; para honor de su Hijo, rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para el acrecentamiento de la gloria de su Santísima Madre y para el acrecentamiento de toda la Iglesia, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y por nuestra propia autoridad, declaramos y definimos que es un dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del Cielo, al terminar su vida mortal".

La fiesta de la Asunción, y podemos añadir de la Coronación de María, es la gloriosa recompensa de Dios a los demás misterios de la vida de María, desde el anuncio del ángel hasta su martirio junto a la Cruz. Sin embargo, no podemos ver las prerrogativas de María en forma aislada; debemos preguntarnos qué significa su exaltación para nosotros y para la Iglesia.

No debemos despreciar al cuerpo humano, como lo hacen las religiones paganas que ven en el cuerpo una cárcel del alma o lo consideran como raíz de todo mal. El hombre íntegro ha sido creado por Dios, y Dios vio que su creación era buena. El hombre íntegro en cuerpo y alma está destinado a participar en la gloria del “Primogénito de entre los muertos”, Cristo resucitado. "Creo en la resurrección de los muertos", María asunta al lado de Cristo Rey es prenda visible de esta verdad esencial de nuestra fe.

No debemos tampoco pervertir la dignidad del cuerpo humano, hasta cometer idolatría con lo que debe ser “templo de Dios”. San Pablo afirma que ningún fornicario ni adúltero participa del Reino de Dios (cfr. Ef 5, 5). Hay personas que pecan por debilidad y se arrepienten; pero también hay gente que pervierte a los demás haciendo negocios inmorales con toda clase de pornografía y perversión. Para éstos no habrá asunción, sino más bien les convendrá, como dice Cristo, que sean arrojados, con una piedra de molino atada al cuello, a las profundidades del mar (cfr Mt 18, 6).

Los textos litúrgicos de la fiesta, presentan a María como la gran señal en el cielo de la lucha decisiva entre Dios y Satanás. La devoción mariana no es un sentimentalismo particular sin compromiso, sino la consagración del hombre total y de la Iglesia universal a María. El gran Papa mariano, Pío XII, llamó a María asunta “la vencedora en todas las batallas de Dios”.

Sobre la solemnidad del 15 de agosto encontramos también una hermosa explicación del Papa Pablo VI en su carta El Culto mariano (n. 6).
La glorificación de María.
“La Iglesia, mirando hacia el futuro, medita en él a la luz de María asunta, partiendo del propio pasado.
La “Mujer vestida de sol” del Apocalipsis de Juan es, al mismo tiempo, la Mujer que después del pecado del hombre fue introducida en el centro mismo de la lucha contra el espíritu de las tinieblas.
Habla de ello el libro del Génesis. Recordemos las palabras de Dios-Yahvé dirigidas al Tentador: “Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer” (Gén 3, 15). Y el Apocalipsis lo confirma: “El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse al niño en cuanto naciera” (12, 4).
Nos encontramos en el punto central de las luchas que se desarrollan en la tierra, desde el comienzo de la historia del hombre (cfr. Gaudium et spes, n. 13).
La serpiente del libro del Génesis, el dragón del Apocalipsis es el mismo espíritu de las tinieblas, Príncipe de la mentira, que, rechazando a Dios y todo lo que es divino, se ha convertido en la “negación” encarnada.
La historia del hombre, la historia del mundo se desarrolla bajo la presión incesante de esta negación originaria de Dios llevada adelante por Satanás, negación del Creador por parte de la creatura. Desde el comienzo y desde el momento de la tentación de los primeros padres, y luego durante todas las generaciones de los hijos e hijas de la tierra, él trata de introducir su “no serviré” en el alma del hombre.

agosto 14, 2020


Redacción

Raimundo Kolbe nació el 7 de enero de 1894 en Zdunska-Wola (Polonia). Sus padres, pobres tejedores de lienzos, le enseñaron a leer y escribir, ya que no tenían dinero para mandarlo a una escuela pública. Una farmacéutica le dio gratuitamente las primeras clases de latín.

Estando en el Seminario, se decidió a ingresar en la Orden franciscana. En el noviciado tomó el nombre de Maximiliano. Durante sus estudios de teología, en Lemberg, Maximiliano sorprendió a sus superiores y compañeros por sus cualidades de escritor y técnico.

Ya ordenado sacerdote contrajo una grave tuberculosis pulmonar, pero milagrosamente recibió la curación de manos de María Inmaculada.

Para contrarrestar los avances de la masonería en su patria, fundó con grandes sacrificios, una revista titulada “Los Caballeros de la Inmaculada”: Su misma comunidad le puso obstáculos. Tuvo que instalar su pequeño taller en Grodno, un monasterio semiabandonado. Allí la necesidad lo obligó a convertirse, después de sus labores de sacerdote, en escritor, redactor, tipógrafo y e impresor de su querida revista. Sin embargo, su amor a María y a las almas le ayudó a superar todos los contratiempos.

Cinco años más tarde, ya era demasiado pequeño el viejo monasterio de Grodno. Sobre un terreno que le fue obsequiado, cerca de Varsovia, comenzó a principios del invierno de 1927 la construcción de una ciudad de barracas, llamada Niepokalanow (Hacienda de la Inmaculada).

El auge de la publicación de “Los Caballeros de la Inmaculada” llenó de alegría el corazón de P. Kolbe y de sus colaboradores. Alcanzó una tirada de millones de ejemplares; se habían creado revistas especiales para los niños y para el clero; se distribuía, por fin, un diario católico entre el pueblo. Pero Niepokalanow  era al mismo tiempo una escuela de santidad, donde, aparte de las labores diarias, nunca se omitían tres horas y media de oración y de meditación.

Unos estudiantes japoneses orientaron sus anhelos de apostolado al lejano Oriente. A principios de 1930 viajó a Nagasaki, junto con cuatro hermanos, y ya en mayo pudo publicar el primer número de una nueva revista japonesa. A pesar de su precaria salud, construyó una nueva central misionera, con asombro de todos, en un declive a espaldas de la ciudad de Nagasaki.

El Capítulo provincial, sin embargo, lo eligió guardián de Niepokalanow y tuvo que regresar a Polonia, puesto que "a través de la voz de los superiores habla la Inmaculada". Como por milagro, Niepokalanow quedó intacto durante los combates por la conquista de Varsovia, en el otoño de 1939.

El 17 de febrero de 1941 apareció la policía secreta alemana para llevarse al padre Maximiliano y a cuatro padres más. A mediados de mayo fue internado en Auschwitz. Allí tenía que arrastrar pesados troncos, desde la mañana hasta la noche. Un preso de la manzana 14, a la cual pertenecía el padre Maximiliano, logró huir. Fueron designados diez presos para expiar, con la muerte, aquella fuga. Se escogió al azar y sus números se anotaron. Antes de ser llevados hacia la cámara de tortura, un preso se adelantó y pidió que se le permitiera morir en lugar de uno de los sentenciados, que tuviera esposa e hijos. A la pregunta: "¿Quién eres tú?", solamente contestó: "Un sacerdote católico". Hasta los verdugos del Tercer Reich respetaron tal valor de abnegación y sacrificio.

Después de efectuado el cambio, avanzaron los diez hombres condenados; el último era el padre Maximiliano, quien se sacrificaba por un padre de familia desconocido.

El padre Maximiliano Kolbe fue beatificado por el Papa Pablo VI en presencia del mencionado padre de familia, al cual le había salvado la vida.Y por un designio de la Divina Providencia fue él quien llevó las ofrendas en la Misa de beatificación de su salvador. Su canonización tuvo lugar el 10 de octubre de 1982.

….”Esta victoria de la fe y del amor, la ha conseguido en este lugar un hombre, cuyo nombre es Maximiliano María; su apellido Kolbe; profesión (como se escribía de él en los registros del campo de concentración): sacerdote católico; vocación: hijo de San Francisco. Nacido de padres sencillos, laboriosos y devotos tejedores, cerca de Lodz; por gracia de Dios y por decisión de la Iglesia: beato. En este lugar del terrible estrago que supuso la muerte para cuatro millones de hombres de diversas naciones, el padre Maximiliano, ofreciéndose voluntariamente a sí mismo a la muerte en el búnker del hambre por un hermano, consiguió una victoria espiritual similar a la del mismo Cristo.
¿Puede todavía extrañarse alguien de que el Papa, nacido y educado en esta tierra; el Papa, que ha ido a la sede de San Pedro hasta la diócesis en cuyo territorio se halla el campo de Oswiecim, haya comenzado su primera encíclica con las palabras “Redemptor Hominis” y que la haya dedicado en conjunto a ala causa del hombre, a la dignidad del hombre, a las amenazas contra él y, en fin, a sus derechos inalienables que tan fácilmente pueden ser pisoteados y aniquilados por sus semejantes? Es suficiente revestir al hombre de un uniforme diverso, amarlo con instrumentos de violencia, basta imponerle la ideología en la que los derechos del hombre quedan sometidos a las exigencias del sistema, completamente sometidos, hasta no existir ya de hecho”.
Juan Pablo II, Homilía en el campo de concentración de Brzezinka, Polonia, 7 de junio de 1979.

agosto 13, 2020


Redacción

Se dice que Ponciano nació en Roma. Sucedió a San Urbano I como obispo de Roma el año 230. Se sabe que en su pontificado reunió un sínodo que confirmó la condenación contra Orígenes de Alejandría.

En los principios de la persecución del emperador Maximiano, el Papa Ponciano fue desterrado a Cerdeña, isla descrita como insalubre, y ahí renunció a su oficio. La tradición sostiene que le quitaron la vida a palos en el año 235. Algunos años después, el Papa San Fabián trasladó sus restos al cementerio de San Calixto en Roma.

El mártir llamado Hipólito, que la Iglesia celebra también hoy, fue probablemente un presbítero romano que vivió en la primera parte del siglo II. Fue hombre muy instruido y escribió obras importantes en griego. Se le considera discípulo de San Ireneo; San Jerónimo lo llama “elocuente y santo varón”: Se opuso al Papa San Ceferino por diferencias en el modo de proceder, y también al Papa San Calixto I.

El año 235 fue desterrado a Cerdeña, junto con Ponciano y ahí murió, reconciliado con la Iglesia. Su cuerpo fue trasladado al cementerio de la Vía Tiburtina, en Roma.

 “Dado que Jesús, el Hijo de Dios, manifestó su amor entregando su vida por nosotros, nadie tiene mayor amor que el que entrega su vida por él y sus hermanos (cfr. I Jn 3, 16; Jn 15, 13). Pues bien: algunos cristianos, ya desde los primeros tiempos, fueron llamados y seguirán siéndolo siempre, a dar este supremo testimonio de amor ante todos, especialmente ante los perseguidores. Por tanto, el martirio, en el que el discípulo se asemeja al Maestro, que aceptó libremente la muerte por la salvación del mundo, y se conforma a Él en el derramamiento de su sangre, es estimado por la Iglesia como un don eximio y la suprema prueba de amor. Y, si es don concedido a pocos, sin embargo todos deben estar prestos a confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirlo, por el camino de la cruz, en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia”.
L.G., n. 42.

agosto 12, 2020


Redacción

Esta santa fue la más activa colaboradora de San Francisco de Sales en la fundación de la comunidad de las Hermanas de la Visitación.

Nació en Dijon (Francia) en 1572. Era hija del Presidente del Parlamento de esa región, el Sr. Fremiot, hombre muy distinguido y apreciado. Su santa madre murió cuando la niña apenas tenía 18 meses, y toda la educación de la futura santa en sus primeros años corrió por cuentas de su padre, el cual supo encaminarla hacia la consecución de una gran personalidad.

Cuando la niña tenía apenas unos ocho años, llegó a su casa un protestante el cual decía que no era posible que Dios convirtiera una hostia en el cuerpo de Cristo. La jovencita se preguntó “¿Sabe Ud. El Credo?”. -Claro que sí, respondió el otro- “¡Pues dígalo!”. Y el protestante empezó a decir: Creo en Dios Padre Todopoderoso… En ese momento Juana lo interrumpió exclamando: -¡Uy, no diga Ud. Eso de que Dios es Todopoderoso!...- ¿Por qué? -¡Porque si Dios no puede hacer que una hostia se convierta en el cuerpo de Jesucristo, ya Dios no es Todopoderoso!-. El otro no fue capaz de responderle.

En 1592, al cumplir Juana sus 20 años, se casó con el Barón de Chantal, un aguerrido militar, que poseía un castillo cerca al de la familia de la joven. En adelante ella se llamará la Señora Fremiot de Chantal. Su matrimonio transcurrió felizmente por nueve años, y tuvieron tres hijas y un hijo. Pero en 1601 el esposo, salió a cacería y a uno de sus compañeros se le disparó el arma y lo hirió mortalmente. Ya moribundo el Sr. Chantal hizo jurar a Juana que no tomaría ninguna venganza contra el que lo había herido, y murió santamente. Ella quedaba viuda, de sólo 29 años y con cuatro hijos pequeños. Fue después madrina de los hijos del que había matado a su marido, y para demostrar que sí perdonaba totalmente, ayudó siempre a esta familia.

Por dos años le pidió a Nuestro Señor la gracia de encontrar un director espiritual que la encaminara hacia la santidad. Y una vez en sueños vio a un sacerdote alto y venerable, y oyó una voz que le decía: “Eses es” -Ella no lo había visto nunca antes. Y en el año 1604 San Francisco de Sales fue a la ciudad de Dijon a predicar la Cuaresma, y Francisca asistió a sus sermones, y tan pronto lo vio la primera vez, se dio cuenta de que este era el sacerdote que le había sido indicado en el sueño. Por su parte San Francisco fijó su atención en una señora de riguroso luto que le atendía muy esmeradamente su sermón y al terminar la predicación le preguntó al Sr. Arzobispo quién era la tal señora. -“Es mi hermana- le dijo el prelado- y mañana se la presento”. Al día siguiente llevó a su hermana Juan a visitar a Monseñor de Sales.

Desde el primer día en que se encontraron, San Francisco de Sales y Santa Juana de Chantal, se dieron cuenta de que estaban destinados a ayudarse fuertemente en lo espiritual el uno al otro. La santa hizo con él una confesión general de toda su vida, y le pidió que fuera su director espiritual. Esta amistad santa le hará progresar mucho en la perfección. El personal de servicio que había en el Castillo de Dijon, donde Juana vivía, comentaba: “Esta señora ha cambiado como la noche al día, desde que recibe consejos del santo obispo de Sales. Ahora es mucho más amable y bondadosa”.

La viuda Juana se dedicó a educar a sus hijos de la manera más esmerada que le era posible, y a administrar muy bien los bienes que le había dejado su marido, y a repartir cuantiosas limosnas a los pobres. Había hambre y escasez en el país y cada día una gran fila de mendicantes llegaba al castillo a recibir abundante comida y buenas atenciones médicas. Ella misma visitaba en sus ranchos a los que estaban postrados y asistía a los enfermos más repugnantes y abandonados. Todo el numeroso personal de trabajadores de sus fincas rezaba las oraciones por la mañana y por la noche, asistía a misa cada domingo y recibía instrucciones religiosas cada semana. La amaban como a madre cariñosa.

Su inmenso deseo era el de hacerse religiosa, pero San Francisco se oponía a ello, porque primero tenía que educar bien a sus hijos. Finalmente cuando estos ya estuvieron bien formados y preparados para triunfar en la vida, el santo aceptó que se fuera de religiosa. Pero entonces su padre y sus hijos se opusieron totalmente. El papá se le arrodilló llorando, a suplicarle que no se alejara de los suyos, pero ella seguía inconmovible en su determinación de seguir su vocación. Su hijo se acostó en la puerta diciendo que tendría que pasar sobre él si quería irse de religiosa. La valiente mujer, pasó sobre el cuerpo del muy amado hijo, y casi desmayada por un inmenso pesar se alegó llorando y partió velozmente hacia el sitio en donde iba a empezar su labor de religiosa. Todos sus parientes se alegrarán después y se felicitarán por tener de familiar a una religiosa de tanto prestigio y de tan grande santidad.

San Francisco de Sales había preparado con muchos años de oración y de meditación la fundación de una nueva comunidad de religiosas. Las llamó Hermanas de la Visitación de la Sma. Virgen. El santo obispo encontró en Juana Francisca la mujer ideal para que le dirigiera su comunidad de mujeres. Así que en 1610, los dos santos emprendieron la fundación de esta nueva Congregación que tantos triunfos religiosos le iban a proporcionar a la Iglesia Católica.

Esta comunidad tenía la especialidad de que recibía personas aun con graves defectos, y muy pobres, con tal de que tuvieran un fuerte deseo de llegar a la santidad. San Francisco repetía que cada casa religiosa es un hospital de almas a donde acuden quienes tienen el alma enferma, pero desean conseguir su curación espiritual.

Pronto se hizo popular en el mundo el Reglamento tan bondadoso y humano que el santo de Sales redactó para sus religiosas de la Visitación. Se propuso que no fuera “ni demasiado duro para las débiles, ni demasiado suave para las fuertes”: El santo quería que la bondad, la mansedumbre y la humildad fueran las características o distintivos de sus religiosas, y santa Juana y sus compañeras se propusieron llevar a la práctica lo mejor posible estos ideales del santo fundador.

Para ellas y para las demás mujeres que desearan llegar a la santidad por medios fáciles y sencillos, compuso San Francisco tres libros formidables que han hecho inmenso bien en todo el mundo “La Práctica del amor de Dios” (el preferido por Santa Juana) y que la llevó a ella a un altísimo grado de amor hacia nuestro Señor. “Las conversaciones Espirituales” (que son charlas que el santo les hacía a las religiosas cuando iba a visitarlas y que la Madre Chantal y sus compañeras fueron copiando cuidadosamente) y “El arte de aprovechar nuestras faltas” que no fue redactado como libro por el santo, sino que ha sido extractado de los centenares de cartas que él escribió a las personas a las cuales proporcionaba dirección espiritual por correspondencia. Estos escritos sumados a su libro más famoso “La introducción a la Vida Devota” (o Filotea) llevaron a la Madre Chantal y a sus compañeras a un altísimo grado de espiritualidad.

En 1622 murió San Francisco de Sales, dejándola sola al frente de una numerosa comunidad, recién fundada, y luego llegó la peste que acabó con buena parte de las religiosas de su comunidad. Además de todo esto, la alta sociedad no dejaba de criticarla y burlarse de ella por haberse entrado de religiosa (San Francisco le escribía una vez: “Si Ud. se hubiera casado nuevamente con un señor riquísimo, la gente no la criticaría, pero como se dedicó a servir al Creador del cielo y de la tierra, ahora sí que la critican sin compasión. Animo: trabajar y hacer el bien incansablemente, y dejar que murmuren hasta que se revienten").

Cuando San Francisco de Sales murió, se encargó de la dirección espiritual de Juana y de sus religiosas, San Vicente de Paúl, y este santo dejo de ella el siguiente retrato espiritual: “Era una mujer de gran fe y sin embargo tuvo tentaciones contra la fe toda su vida. Aparentemente había alcanzado la paz y la tranquilidad del espíritu, pero en su interior sufría terribles pruebas, tentaciones abominables y una sequedad espiritual que la hacía sufrir mucho. La vista de su propia alma la atormentaba. Pero en medio de tan grandes sufrimientos jamás perdió la serenidad y el buen genio, y todo lo hacía por amor a Dios y por la salvación de las almas. Por eso la considero como una de las almas más santas que haya habido sobre la tierra”: Magnífico elogio hecho por un gran santo, acerca de una santa admirable.

En 1641 había visitado ya uno por uno los 65 conventos que su comunidad tenía en varios países. Tenía 69 años. Le había dicho a Nuestro Señor: “Puedes destruir y cortar y quemar todo lo que en mí y en mi vida te parezca que es necesario sacrificar para cooperar a la extensión de tu reino”. Y Dios le había aceptado su generoso ofrecimiento. Extenuada y falta de fuerzas a causa de tanto trabajar y sacrificarse por la salvación de las almas, expiró santamente el 13 de diciembre de ese mismo año. El Papa la declaró santa en 1767.

Author Name

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.