La fiesta de la Purísima Concepción, de Dolores: mucho más que tradición

Guanajuato Desconocido
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Eugenio Amézquita Velasco

-La Inmaculada Concepción, joya del Templo de la Tercera Orden, es centro de fervor en Dolores Hidalgo.
-La devoción mariana en la Cuna de la Independencia es un patrimonio espiritual heredado por generaciones.
-En 1906, los gremios obreros tomaron las riendas de la novena, tradición que sigue viva hasta hoy.
-La imagen anónima y de 143 cm de altura resistió hasta el general Calleja, quien se postró ante ella en 1810.
-El Templo de la Tercera Orden, segundo más antiguo de la ciudad, ha sido remozado y embellecido por la fe.
-Su Coronación Canónica en 1954 fue un evento histórico que abarrotó este lugar
-La última gran celebración de la Coronación se vivió en 2004 con miles de fieles y obispos en las calles.

El corazón de Dolores Hidalgo, Guanajuato, late al ritmo de una fe secular, siendo la venerada imagen de la Purísima Concepción de María el eje de una tradición inmemorial que se custodia en el templo de la Tercera Orden. 

Basándose en los escritos del Presbítero Zacarías Barrón Falcón y la recopilación del Pbro. Juan Galván Sánchez -actual rector del templo-, un folleto de 2005 documentó la historia de esta imagen, destacando que al honrar a María, nos ponemos en sintonía y comunión con los católicos de todas las épocas. El sacerdote afirma que esta celebración es un estímulo para el vivir cristiano y une a todos los que aman a la Madre de Dios.

Desde tiempos inmemoriales, muchas generaciones de dolorenses han dirigido sus ruegos y acciones de gracias en el Templo de la Tercera Orden, confiados en la intercesión de la Purísima ante Jesucristo. La fiesta local reviste un modo muy peculiar: aunque elementos como los cohetes, el castillo y la banda de guerra son folklóricos y profanos, sirven como "puente" para captar la grandeza de María. 

Las procesiones con la Bendita Imagen por las calles se comparan con el caminar del cristiano en este mundo, siguiendo a Jesús, el fruto bendito de su vientre. La Eucaristía, celebrada por varios días con la participación de los gremios, es el acto litúrgico más sagrado que concluye el recorrido, siendo el mejor homenaje a María hacer la voluntad de Su Hijo.

El 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX solemnemente decretó el dogma de la Inmaculada Concepción de María, un culmen de investigación teológica y la respuesta oficial de la Iglesia a un anhelo popular, que fue impulsado incluso por emperadores, reyes -como Felipe II de España-, órdenes religiosas y obispos. 

Este dogma se basa en la Sagrada Escritura -El Arcángel San Gabriel la saluda como llena de gracia- y la enseñanza de los Santos Padres, defendiendo que la Bienaventurada Virgen María fue preservada de toda mancha de pecado original desde el primer instante de su Concepción, por gracia especial de Dios. Desde mediados del siglo XIX, la fiesta se celebra con júbilo en todo el mundo católico y de modo especial en este templo dolorense.

El presbítero Zacarías Barrón escribió que el Templo de la Tercera Orden es el segundo más antiguo de la ciudad, solo después de la Iglesia Parroquial, cuya primera piedra se colocó en 1712. La construcción del Templo que cobija a la Purísima se inició años más tarde, cerrándose el arco del coro en 1755. 

Fue erigido por devotos para servir de templo de la Tercera Orden, prevaleciendo este nombre sobre otros históricos como "Capilla de Jesús" (hasta 1793), "Santa Escuela" (1794), "Capilla del Calvario" (1795-1804) e "Iglesia de Guadalupe" (1879).

El templo luce un sobrio estilo barroco; su altar mayor es corintio, probablemente modificado en 1875 y coronado por una imagen al óleo de la Virgen de Guadalupe. De los demás altares, solo el de Nuestra Señora del Refugio tiene fecha de 1840. 

La hermosa escultura central de la Inmaculada Concepción es una obra de arte anónima de 143 centímetros de estatura, representando a una jovencita de unos 15 años. Su antigüedad es tal que ya estaba en el templo antes de la Proclamación de la Independencia, pues el 20 de octubre de 1810, el general brigadier Félix María Calleja del Rey se postró ante ella para dar gracias por haber tomado el desguarnecido pueblo de Dolores sin disparar un solo tiro.

La devoción se arraigó y el novenario se celebró con sencillez hasta 1854. El entusiasmo creció anualmente y en 1906 se organizaron los gremios obreros, repartiéndose entre ellos los días de la novena, práctica que perdura hasta la fecha. 

En 1907 se logró exponer al Santísimo Sacramento durante todo el día del novenario, lo que antes solo se hacía el 8 de diciembre. A partir de 1938, los gremios se hicieron cargo del templo deteriorado: los carniceros pavimentaron el presbiterio con mosaico y obsequiaron un cáliz de plata dorada; Don Onésimo Rodríguez costeó el pavimento de la nave central; curtidores y huaracheros dotaron de arbotantes y candiles; y los panaderos regalaron un equipo de sonido, un copón grande e iluminaron la fachada con reflectores. 

La última modificación material importante fue en 1985 con el cambio de piso de mosaico por uno de barro, en el 175 aniversario del inicio de la Independencia.

El homenaje más significativo fue la Coronación Canónica en Diciembre de 1954, cien años después de la Proclamación del Dogma. Los carniceros propusieron obsequiar la corona de oro y la aureola, los panaderos y el comercio mayor el vestido, mientras los demás gremios cubrieron los gastos de la fiesta. La corona de oro y piedras preciosas sintéticas, así como la aureola de plata dorada, fueron fabricadas por el orfebre poblano Francisco López. 

La luna de plata dorada fue encargo de los choferes y electricistas. El 1 de diciembre de 1954, la imagen fue trasladada al atrio de la Parroquia de los Dolores, donde 12 mil habitantes y vecinos abarrotaron el lugar. Tras una Misa Pontifical de más de cinco horas, la procesión llevó a la imagen, luciendo su corona, de regreso a su templo. 

En 2004 se celebraron las bodas de oro de este histórico evento. El 7 de diciembre de ese año, Mons. Lázaro Pérez Jiménez, entonces obispo de Celaya, presidió la Eucaristía en el atrio de la Parroquia ante miles de personas, concluyendo con una gran procesión que recorrió varias calles de la ciudad para llevar a la Purísima de regreso a su templo.

Poema a la Purísima Concepción, de Dolores Hidalgo

Oh, Madre Inmaculada, luz del cielo,
En Dolores tu Templo nos espera,
Tu imagen nos regala gran consuelo,
¡Y al verte el alma canta placentera!

Tu historia en un folleto se ha guardado,
escrito por el Padre Galván Sánchez,
Tu manto de pureza ha cobijado,
¡Y a cada verso nuestro corazón tu enganches!

Segundo templo antiguo, gran tesoro,
De piedra y barro, fe que no declina,
Más antigua que el grito que fue de oro,
¡Y tu presencia celestial fascina!

Con Pío IX, en mil ochocientos,
Tu dogma fue la gracia reconocida,
Calzada de fervor y sentimientos,
¡Y cada credo es melodía unida!

La Tercera Orden viste tu morada,
Con gremios que en procesión te llevan,
La fe de un pueblo nunca será errada,
¡Y hasta los árbitros a tu fiesta elevan!

La vela, el cohete, danza y el castillo,
Son puente, mas no el fin de la jornada,
Lo sacro está en el culto, no en el brillo,
¡Y el alma a Dios se siente transformada!

La Eucaristía es centro de esta alianza,
Con gremios que se postran con amor,
Novenario que inspira esperanza,
¡Y el ruego sube con intenso ardor!

La imagen es de joven de quince abriles,
De ciento cuarenta y tres centímetros,
Venciendo de la historia los perfiles,
¡Y el aire huele a fe y a sacramentos!

Calleja se postró en aquel octubre,
Ante tu Inmaculada perfección,
Tu bendición la historia siempre cubre,
¡Y la victoria es dulce bendición!

En mil novecientos seis se hizo el reparto,
Los gremios tomaron ya tu fiesta,
Con carniceros, panaderos y harto,
¡Y cada ofrenda es cántico que se presta!

El oro de la corona sin medida,
Fue ofrenda noble del gremio carnicero,
Una joya de fe nunca perdida,
¡Y tu diadema brilla en el sendero!

La tela para el vestido de reina,
La dio el panadero con el comercio,
Cada detalle de tu fiesta se peina,
¡Y de gozo brilla hasta el recio!

La Coronación Canónica fue un hito,
En el cincuenta y cuatro, gran alborada,
Abarrotó de fieles el recinto,
¡Y la Madre del Cielo fue aclamada!

La procesión que recorrió las calles,
De Zacatecas, Baja, Chiapas, Tabasco,
Tu amor borró temores y falles,
¡Y el corazón se rinde sin fiasco!

Oh, Purísima, Madre de la Gracia pura,
Tu Templo es casa digna y remozada,
En ti el dolor se torna en dulzura,
¡Y mi fe te canta con alma enamorada!
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