El águila de Patmos: Juan, el discípulo que sobrevivió a todo

Guanajuato Desconocido
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Eugenio Amézquita Velasco 

-El joven pescador de Galilea que reposó en el pecho de Jesús y redactó el Apocalipsis muere en Éfeso como el último testigo presencial de la era apostólica.
-San Juan Evangelista fue el único de los doce apóstoles que no sucumbió al martirio sangriento, falleciendo por causas naturales cerca del año 100 d. C.
 -Conocido como el discípulo amado, recibió de Cristo en la cruz el encargo de proteger a la Virgen María.
 -Sobrevivió milagrosamente a una ejecución en aceite hirviendo y legó a la humanidad el Evangelio más místico y el libro del Apocalipsis.

La historia del cristianismo no podría entenderse sin la figura de Juan, el hijo de Zebedeo y Salomé. Nativo de Betsaida, en la región de Galilea, este joven pescador abandonó las redes junto a su hermano Santiago cuando un maestro nazareno los llamó a orillas del lago de Tiberíades. Jesús, conociendo el temperamento impetuoso de ambos hermanos, los apodó Boanerges, que en arameo significa hijos del trueno.

A pesar de su juventud, Juan se convirtió rápidamente en uno de los tres pilares del círculo más íntimo de Jesús, junto a Pedro y Santiago. Fue testigo privilegiado de momentos que marcaron la historia sagrada, como la Transfiguración en el monte Tabor y la agónica oración en el Huerto de los Olivos. Sin embargo, su distinción más célebre ocurrió durante la Última Cena, cuando tuvo el privilegio de recostar su cabeza sobre el pecho del Maestro, gesto que le valdría el título eterno de el discípulo amado.

Un sobreviviente ante la furia imperial
Mientras el resto de los apóstoles se dispersaba o enfrentaba muertes violentas, la trayectoria de Juan tomó un rumbo de resistencia mística. Fue el único de los doce que se mantuvo firme al pie de la cruz en el Calvario. Allí, en un acto de confianza absoluta, Jesús le encomendó el cuidado de su madre, la Virgen María, a quien Juan llevó a vivir consigo desde ese instante.

La tradición eclesiástica narra que, años más tarde, durante las persecuciones del emperador Domiciano en Roma, Juan fue sentenciado a morir en una caldera de aceite hirviendo cerca de la Puerta Latina. No obstante, salió ileso del suplicio, un prodigio que desconcertó a las autoridades romanas. Ante la imposibilidad de ejecutarlo, el imperio optó por desterrarlo a la árida isla de Patmos, donde, en medio de visiones proféticas, redactó el libro del Apocalipsis.

El legado del teólogo y el anciano de Éfeso

Tras la muerte de Domiciano, Juan pudo regresar a Éfeso, en la actual Turquía. Fue en esta etapa de madurez extrema donde escribió su Evangelio, una pieza literaria y teológica que rompió con el estilo de los otros tres evangelistas. Por su vuelo espiritual y la profundidad de sus conceptos sobre la divinidad de Cristo, la iconografía cristiana lo representa con la figura de un águila.

Se cuenta que, en sus últimos años, ya muy anciano y debilitado, sus discípulos lo llevaban en una silla a las asambleas cristianas. Su discurso se había reducido a una sola frase que repetía incansablemente: Hijitos míos, amaos los unos a los otros. Cuando le preguntaban por qué decía siempre lo mismo, él respondía con sencillez: Porque es el mandato del Señor y, si se cumple, ya es suficiente.

San Juan falleció hacia el año 100 d. C., durante el reinado de Trajano, a una edad que superaba los 90 años. Con su partida, se cerró el capítulo de los testigos directos que vieron, oyeron y tocaron al Verbo de la Vida, dejando una huella imborrable en la liturgia que hoy, 27 de diciembre, lo celebra en todo el mundo. #GuanajuatoDesconocdo #MetroNewsMx

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