Por Anacleto González
Lucas 1, 26-38: Reflexión profunda desde la fe católica, la Tradición y el Magisterio
El Evangelio proclamado el 20 de diciembre de 2025, sábado de la tercera semana de Adviento, corresponde al pasaje de la Anunciación según san Lucas (1, 26-38). En él, el Arcángel Gabriel es enviado por Dios a Nazaret para anunciar a María que será la Madre del Salvador. Este texto, breve en extensión pero inabarcable en profundidad, es uno de los pilares cristológicos, mariológicos y eclesiológicos de toda la Revelación.
El texto íntegro, según la liturgia de este día
“En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’. Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: ‘No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin’. María dijo al ángel: ‘¿Cómo será eso, pues no conozco varón?’.
El ángel le contestó: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. También tu parienta Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible’. María contestó: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’. Y el ángel se retiró de su presencia”.
La reflexión a la Palabra de Dios
Este pasaje es el umbral de la Encarnación, el momento en que el Verbo eterno de Dios entra en la historia humana por medio del consentimiento libre de una joven virgen. La Iglesia, desde los primeros siglos, ha contemplado este misterio con asombro y gratitud. San Ireneo de Lyon, en su obra “Adversus Haereses”, ve en María la nueva Eva, cuya obediencia desata el nudo de la desobediencia de la primera mujer. San Ambrosio de Milán, en su comentario al Evangelio de Lucas, subraya la virginidad fecunda de María como signo de la nueva creación. San Agustín, en sus sermones, canta la humildad de la Virgen que, siendo criatura, acoge en su seno al Creador.
La expresión “llena de gracia” (κεχαριτωμένη) ha sido objeto de profunda meditación teológica. El Concilio de Éfeso (431) reconoció en María a la Theotokos, la Madre de Dios, y el Concilio Vaticano II, en la constitución dogmática Lumen Gentium, capítulo VIII, reafirma que María “ocupa en la Iglesia el lugar más alto después de Cristo y el más cercano a nosotros”. Su fiat -“hágase en mí según tu palabra”- es el modelo de la fe obediente, libre y total que la Iglesia está llamada a vivir.
Santo Tomás de Aquino, doctor angélico, en la Suma Teológica (III, q.30), enseña que la Anunciación es el momento en que la humanidad es elevada por la gracia a la más alta dignidad: ser morada de Dios. Santa Teresa de Jesús, doctora mística, contempla en María la perfecta unión de voluntad con Dios. Santa Hildegarda de Bingen, en sus visiones, ve en la Encarnación la floración de la Sabiduría divina en el jardín de la historia.
El papa san Juan Pablo II, en su encíclica Redemptoris Mater, profundiza en la fe de María como camino de la Iglesia: “María precede a todos en el camino hacia la santidad; en ella la Iglesia ya ha alcanzado la perfección que la hace sin mancha ni arruga” (n. 10). Benedicto XVI, en su homilía del 8 de diciembre de 2005, subraya que el “sí” de María es el punto de inflexión de la historia, porque permite que Dios entre en el mundo no con violencia, sino con humildad.
La Tradición ha visto en este pasaje una epifanía trinitaria: el Padre envía, el Hijo es concebido, el Espíritu Santo cubre con su sombra. La sombra del Altísimo remite a la nube del Éxodo, a la Shejiná del Templo, a la presencia de Dios que ahora habita en el seno de una mujer. Así, el Antiguo Testamento encuentra su cumplimiento: Isaías había profetizado que una virgen concebiría y daría a luz un hijo llamado Emmanuel (Is 7,14), y ahora esa promesa se realiza en la humildad de Nazaret.
La Iglesia, en su liturgia, revive este misterio cada Adviento, no como recuerdo nostálgico, sino como espera activa. María es figura de la Iglesia que, en medio de la historia, sigue diciendo “sí” para que Cristo nazca en los corazones. Su disponibilidad, su fe sin cálculos, su apertura al misterio, son escuela para todo creyente.
En este tiempo de preparación para la Navidad, el Pueblo de Dios contempla a María como madre, modelo y maestra. Su fiat no es una renuncia, sino una plenitud. No es pasividad, sino cooperación activa con la gracia. En ella, la humanidad alcanza su vocación más alta: ser morada de Dios.
La Anunciación en el arte de todos los tiempos
Los pintores más célebres que han plasmado la Anunciación de María incluyen a Fra Angelico, Leonardo da Vinci, Sandro Botticelli, Caravaggio, Filippo Lippi y Francisco de Goya. Entre todas, la obra de Fra Angelico en el Museo del Prado es considerada por muchos como la más sublime, por su espiritualidad luminosa y su capacidad de unir teología y arte en perfecta armonía.
La escena de la Anunciación ha sido uno de los temas más representados en la historia del arte cristiano. Desde las catacumbas romanas del siglo III hasta los grandes maestros del Renacimiento y el Barroco, el momento en que el ángel Gabriel anuncia a María que será Madre de Dios ha inspirado a generaciones de artistas.
Fra Angelico es quizá el pintor que mejor supo captar la dimensión espiritual del acontecimiento. Sus múltiples versiones, como la que se conserva en el Museo del Prado, transmiten una atmósfera de silencio contemplativo, donde la arquitectura y la luz se convierten en símbolos de la presencia divina. La delicadeza de las figuras, la humildad de María y la reverencia del ángel hacen de estas obras auténticas catequesis visuales.
Leonardo da Vinci, en su célebre Anunciación de la Galería Uffizi, aporta la profundidad del paisaje y la serenidad de las figuras, integrando la escena en un entorno natural que refleja la armonía de la creación. Botticelli, por su parte, ofrece composiciones llenas de dinamismo y color, donde la gracia del ángel y la elegancia de María se funden en un diálogo visual. Caravaggio, con su estilo tenebrista, dramatiza la irrupción de lo divino en lo humano, mostrando la tensión entre la luz celestial y la oscuridad terrenal. Filippo Lippi y Goya también dejaron versiones memorables, cada una con su sello personal.
Entre todas estas interpretaciones, la de Fra Angelico destaca por su capacidad de unir arte y oración. Su pintura no solo representa un episodio bíblico, sino que invita al espectador a entrar en el misterio de la Encarnación. La pureza de las líneas, la luminosidad de los colores y la serenidad de las figuras convierten su Anunciación en una obra que trasciende el tiempo y sigue siendo fuente de contemplación para el Pueblo de Dios.
Las pinturas sobre la Anunciación, sus autores y ubicaciones actuales
-La Anunciación de Fra Angelico, realizada entre 1430 y 1432, se encuentra en el Museo del Prado de Madrid.
-La Anunciación de Fra Angelico, pintada entre 1437 y 1446, está en el Museo Nacional de San Marcos de Florencia.
-La Anunciación de Fra Angelico, hacia 1430, se conserva en la Basílica de Santa Maria delle Grazie en San Giovanni Valdarno, Italia.
-La Anunciación de Fra Angelico, del siglo XV, se guarda en el Museo Diocesano de Cortona, Italia.
-La Anunciación de Leonardo da Vinci, realizada entre 1472 y 1475, se encuentra en la Galería Uffizi de Florencia.
-La Anunciación de Cestello de Sandro Botticelli, pintada en 1489, también está en la Galería Uffizi de Florencia.
-La Anunciación de Sandro Botticelli, hacia 1490, se conserva en la Galería Kelvingrove de Glasgow, Reino Unido.
-La Anunciación de El Greco, realizada entre 1597 y 1600, está en el Museo del Prado de Madrid.
-La Anunciación de Caravaggio, pintada en 1608, se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Nancy, Francia.
-La Anunciación de Filippo Lippi, hacia 1440, se conserva en el Museo Nacional de Capodimonte en Nápoles.
-La Anunciación atribuida a Jan van Eyck, realizada entre 1434 y 1436, está en la National Gallery of Art de Washington D.C., Estados Unidos.
-La Anunciación de Matthias Grünewald, hacia 1515, se guarda en el Museo Unterlinden de Colmar, Francia.
-La Anunciación de Francisco de Goya, pintada en 1785, pertenece a una colección privada en España.
Fuentes:
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy/2025/12/20.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/20-12-2025/
- https://panversia.com/evangelio-20-12-2025/
- https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Anunciaci%C3%B3n_en_el_arte
- https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/la-anunciacion/26bfae24-de87-47cd-9b7b-d15bd9fbb664
- https://artehistoria.com/obras/anunciacion-18
- https://www.omnesmag.com/actualidad/cultura/la-anunciacion-en-el-arte-hasta-el-medioevo/
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