Guadalupe: esperanza que no confunde en un México herido

Guanajuato Desconocido
0

Eugenio Amézquita Velasco

-Mons. Spiteri recordó que la Virgen de Guadalupe sigue diciendo: “No temas, estás bajo mi sombra y resguardo”.  
-La Guadalupana es esperanza viva en México, su mensaje de dignidad y servicio sigue vigente tras cinco siglos.  
-El Nuncio pidió sanar las heridas sociales de México con comunión, unidad y amor fraterno entre todos los pueblos.  
-Guadalupe eligió el Tepeyac para recordar a los pueblos originarios que Dios visita y acompaña en la historia.  
-El embajador del Vaticano en México llamó a ser mensajeros de las cosas divinas, como Juan Diego, constructores de paz y esperanza.  
-La Virgen no busca atenciones para sí, sino dirigirnos siempre hacia su Hijo Jesucristo, fuente de salvación.  
-El Nuncio pidió cambiar el corazón de quienes abusan de los más pequeños y desamparados en la sociedad.  
-“Sólo con espíritu de servicio y amor fraterno lograremos algo nuevo por el bien de todos”, afirmó Spiteri.  
-La homilía subrayó que México necesita robustecer acciones para tejer relaciones fraternas y servir al prójimo.  
-Mons. Spiteri concluyó: “Contigo, Dulce Madrecita Guadalupe, queremos construir un mundo más justo y fraterno”.  

En la madrugada del 12 de diciembre de 2025, bajo el cielo de la Ciudad de México y en el corazón de la Basílica de Guadalupe, el Nuncio Apostólico en México, Mons. Joseph Spiteri, presidió la tradicional Misa de Gallo en honor a Santa María de Guadalupe, Reina de México, Emperatriz de las Américas y Patrona de Filipinas. Su homilía, cargada de ternura y firmeza, se convirtió en un llamado a la esperanza y a la reconciliación en un país marcado por heridas sociales, divisiones y violencias que reclaman consuelo y unidad.  

“No temas, no estás tú bajo mi sombra y resguardo”, recordó Mons. Spiteri, evocando las palabras que la Virgen dirigió a Juan Diego hace casi cinco siglos en el cerro del Tepeyac. En ellas, el Nuncio encontró un mensaje vigente para el México de hoy: un país que busca serenidad en medio del “corre-corre de todos los días”, de las dificultades familiares, laborales y comunitarias, y que necesita volver a escuchar la voz materna que ofrece amparo y esperanza.  

El Nuncio Apostólico subrayó que la presencia viva de la Virgen de Guadalupe se ha reverdecido en México durante cinco siglos, y que su mensaje sigue siendo actual: respeto a la dignidad de todos los hijos e hijas de Dios, servicio fraterno y amor que construye nuevas realidades. Recordó que la Virgen Tonantzin Guadalupe se apareció en un momento crucial de la historia, cuando los pueblos originarios y los recién llegados del viejo continente vivían un encuentro lleno de luces y sombras. Hoy, dijo, México enfrenta también sus propios desencuentros, con injusticias, divisiones y falta de respeto a la dignidad intrínseca de las personas.  

Mons. Spiteri vinculó este mensaje con el jubileo de la esperanza celebrado en 2025, convocado por el Papa Francisco de feliz memoria y continuado por el Papa León. “Sólo con un verdadero espíritu de servicio, de atención a las necesidades de los demás, de amor fraterno, lograremos constituir algo nuevo, por el bien de todos”, afirmó, invitando a los fieles a ser constructores de paz y mensajeros de las cosas preciosas, como lo fue Juan Diego Cuauhtlacoatzin.  

El Nuncio recordó que la Virgen no busca atenciones para sí misma, sino que dirige siempre hacia su Hijo, Jesucristo, quien ofrece “la esperanza que no confunde”. En su homilía, pidió a la Virgen que cambie el corazón de quienes se imponen con la fuerza sobre los más pequeños y desamparados, y que fortalezca el espíritu de los mexicanos para no alejarse nunca del amor misericordioso de Cristo.  

En un país que clama por justicia y paz, Mons. Spiteri ofreció un mensaje profundamente amoroso pero también objetivo: México necesita sanar sus heridas sociales a través de la comunión, la unidad y el servicio fraterno. Bajo la mirada de la Virgen, dijo, los mexicanos pueden robustecer sus acciones para tejer relaciones fraternas, servir a los más desamparados y ser testigos de esperanza.  

La homilía concluyó con una oración que resonó como editorial de fe y compromiso: “Contigo, Dulce Madrecita María de Guadalupe, animados por el amor de Dios, queremos construir un mundo más justo y fraterno”.  

Transcripción completa de la Homilía del Nuncio Apostólico en México, Mons. Joseph Spiteri

Mons. Joseph Spiteri, Nuncio Apostólico en México
Queridos peregrinos, qué dicha poder empezar este santo día del 12 de diciembre aquí, en la casita sagrada de la Santísima Virgen María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive.

Nos encontramos bajo su mirada llena de ternura para festejarla y agradecerle su visita al cerro del Tepeyac hace casi 500 años. Durante estos cinco siglos, su presencia viva se ha reverdecido siempre en nuestro querido México. Ella sigue esperándonos porque desea renovar su presencia en nuestros corazones, en nuestro corazón, en el corazón de sus amados hijos e hijas de todos los países del mundo.

La Virgen María Tonantzin Guadalupe, nuestra madrecita, escogió el cerrito del Tepeyac, como cantamos en la guadalupana, como lugar físico para recordar con júbilo su visita a los pueblos originarios habitantes de esta tierra bendita. En efecto, Juan Diego Cuauhtlacoatzin representa no solamente a los pueblos del Valle de México, sino podemos decir a todos los pueblos originarios de este continente que atraviesa el globo terrestre del extremo norte hasta el extremo sur. Además, todos los hijos e hijas de la Virgen María pueden identificarse con San Juan Diego en su devoción y amor a la Madre de Dios.

Todos pueden escuchar y meditar el mensaje de cosas divinas que Juan Diego comunicó para acercarse más a Nuestra Madre Santísima. Ella no busca atenciones para sí misma, sino que nos dirige siempre hacia su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, a quien lleva en su seno, como podemos contemplarla en la imagen de la Sagrada Tilma. Es así también que se presentó, como hemos escuchado en el Evangelio, a Santa Isabel al visitarla para ofrecerle su ayuda en un momento tan importante de la vida, que podía ser muy difícil para una mujer anciana que iba a dar a luz.

De hecho, la Tonantzin María de Guadalupe quiso visitar México en un momento crucial de la historia de los pueblos originarios enfrentados a un encuentro desencuentro lleno de luces y sombras con los que llegaron desde el viejo continente. Ni los indígenas ni los españoles podían vislumbrar todavía el nacimiento de nuevas realidades. El mensaje de Nuestra Señora animaba hacia el respeto de la dignidad de todos los hijos e hijas de Dios, y ella sigue diciéndonos que sólo con un verdadero espíritu de servicio, de atención a las necesidades de los demás, de amor fraterno, lograremos constituir algo nuevo, a veces inédito, por el bien de todos.

Esto no es solamente el ejemplo que ella nos dejó en su visita a Isabel y a Juan Diego, sino es también el testimonio extremo de su hijo Jesús al ofrecer su vida por nosotros. La visita de la Tonantzin en Guadalupe, nuestra dulce madrecita al cerro del Tepeyac, podemos contemplar en esta visita la iniciativa de Dios que viene a ayudarnos. La presencia de María Santísima aquí, en su casita sagrada, nos invita a contemplar a su hijo, nuestro Redentor, que sigue ofreciéndonos la esperanza que no confunde.

En medio de los tantos afanes de la vida, del corre-corre de todos los días, de la búsqueda de soluciones a los problemas que enfrentamos en familia o en el trabajo, Nuestra Señora de Guadalupe sigue repitiendo a cada uno de nosotros, no temas, no estás tú bajo mi sombra y resguardo, son palabras que llenan nuestro corazón de esperanza, al saber que tenemos una madre que nos ampara, porque es la madre del Salvador.

En este año que estamos terminando dentro de poco, hemos reflexionado mucho sobre la esperanza, al celebrar con bendición el jubileo de la esperanza, como nos ha pedido el Papa Francisco de Feliz Memoria, y nuestro Santo Padre León sigue guiándonos en este camino de servicio fraterno. Fortaleciendo nuestra vida cristiana, gracias a una relación más profunda con Jesús y con su Madre María, lograremos sanar las tantas heridas que presenta nuestra sociedad, con sus injusticias, divisiones, falta de respeto de la dignidad intrínseca de las personas. Esto será posible si buscamos la comunión, como nos dice el Papa León, la unidad que nace del espíritu de servicio, fruto del amor fraterno.

De esta manera lograremos ofrecer un rayo de esperanza en medio de las tantas situaciones tristes de la vida. Como Juan Diego, fiel servidor de la Santísima Virgen María, seremos también nosotros mensajeros de las cosas preciosas y divinas. Esto es el significado de su nombre en Náhuatl, mensajero de las cosas preciosas, y también nosotros podemos ser estos mensajeros de las cosas divinas.

Seremos con Juan Diego verdaderos constructores de paz bajo la mirada de nuestra Madre Santísima. Esta noche, queridos hermanos y hermanas, queremos saludar a nuestra Madre Santísima con las palabras de Isabel, bendita eres tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Bendita eres, oh María, Madre del Dios verdadero que da la vida y Madre Nuestra llena de ternura y misericordia.

Estamos frente a ti, oh Madre, tú que estás en la sagrada tilma que nos dejaste y te pedimos mirarnos con cariño materno para recibir nuestras alabanzas, felicidades y aclamaciones que te enaltecen, pero también para entender los clamores de nuestro corazón, a veces triste, que busca serenidad y fortaleza. Escucha, oh Madre, nuestras peticiones de paz, de justicia, de conversión de los que abusan de sus hermanos y hermanas. Cambia, oh Madre Nuestra, el corazón de los que se imponen con la fuerza sobre tus hijos e hijas más pequeños y desamparados.

Fortifica nuestro espíritu para no alejarnos nunca de tu Hijo Jesucristo y de su amor misericordioso que ofrece un verdadero sentido a nuestra vida. Robustece, oh Madre, nuestras acciones para que sepamos cómo tejer relaciones fraternas con todos, para servir a los más desamparados, para ser testigos de esperanza. Contigo, Virgen María, queremos alabar al Señor para recibir siempre sus bendiciones para nosotros, para nuestras familias y comunidades, para todos los pueblos que tú cuidas con amor materno.

Contigo queremos repetir siempre, mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador. Contigo, Dulce Madrecita María de Guadalupe, animados por el amor de Dios, queremos construir un mundo más justo y fraterno que así sea.
#MetroNewsMx #GuanajuatoDesconocido

Publicar un comentario

0 Comentarios

Publicar un comentario (0)

#buttons=(Ok, Go it!) #days=(20)

Este sitio web emplea cookies con el fin de optimizar tu experiencia de navegación.. Revisa Ahora
Ok, Go it!