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Uno de los carritos de Navidad y Posadas en el siglo XX./ FOTOS: Cortesía Rafael Soldara Luna
Eugenio Amézquita

En Celaya, hace casi 200 años, Fray Mariano Sánchez OFM, entonces guardián del Templo de San Francisco, ideo una forma simple y sencilla de evangelizar a la población en la época navideña: sacar un carrito con escenas de la época decembrina, a fin de sensibilizar a la población en el Nacimiento de Jesucristo, el Niño Dios.



El actual guardián del Templo de San Francisco, Fray Arturo Ríos Lara OFM, sucesor y depositario de esta tradición ideada por su centenario antecesor, así como el Pbro. Rogelio Segundo Escobedo, rector del Templo de la Virgen de Guadalupe de Tierras Negras y el historiador Lic. Rafael Soldara Luna, coordinador del Museo de Celaya, Historia regional, salieron al rescate de esta tradición y este domingo 15 de diciembre, saldrá nuevamente el carrito, como hace dos siglos, a recorrer las calles de los 9 barrios antiguos que componen la ciudad, contándose con el apoyo de los párrocos que atienden los mismos.

El padre Guardián de San Francisco indicó que la tradición iniciada por Fray Mariano Sánchez empleaba básicamente los días 24 y 25 de diciembre para hacer el recorrido, dado que en ese entonces Celaya era una población pequeña. Ahora, la pretensión es no solamente recorrer estos barrios, sino promover la tradición por toda la ciudad, que actualmente cuenta con más de 20 parroquias y dos cuasiparroquias, buscando tentativamente, que cada parroquia y sus colonias promuevan su propio carrito y posteriormente, en un día determinado, efectuar un desfile o procesión con todos los representativos de la ciudad.


Y es obvio que el depositario de la tradición, el Guardián del templo de San Francisco es quien cuenta con la autoridad para hacer los ajustes necesarios para que dicha tradición cumpla los fines, metas y objetivos por la que fue creada en 1840: La Evangelización.

Sin embargo, para esta ocasión, la tradición llevará el recorrido desde el día 15 de diciembre, comenzando en el templo de San Francisco para seguir por el Barrio del Zapote, hasta su templo parroquial de Nuestra Señora dela Asunción.

La escena para ese día en el carrito que presentará el templo franciscano será "La Anunciación", con el doble significado del anuncio de la Encarnación por el Arcángel Gabriel y el inicio del anuncio de las fiestas navideñas, para que al día siguiente, la escena sea San José y la Virgen María embarazada, buscando posada.


Continuaría por el Barrio de San Antonio, Santiaguito, Tierras Negras, Santo Cristo, San Miguel, San Juan Bautista, Tierra Blanca y La Resurrección, hasta donde el proyecto marca para este año 2019 y que crecerá, con el favor de Dios, en el 2020.

La historia de los carritos de Navidad y Posadas

Luis Velasco y Mendoza, historiador celayense y autor de la obra "Historia de Celaya, narra en sus tomos II, III y IV, detalles significativos de esta tradición.

Cita el celayense que "el franciscano Fray Mariano Sánchez, que se había distinguido en la población por su dinamismo y amplio espíritu de caridad, ya que para entonces había hecho que se terminara la suntuosa fachada del templo de San Francisco, ocupándose en seguida de que fuera
derribada la antigua cúpula que tenía el mismo templo, para reemplazarla con la que ahora luce; había reparado la casa y la iglesia de la Compañía, estableciendo allí una casa de Ejercicios y una Santa
Escuela; había prestado su eficaz ayuda al Hospital de Curaciones de San Juan de Dios; y había hecho construir muchas pequeñas casas destinadas para habitación de gentes pobres y menesterosas, en la calle que después llevó su nombre llamándose del "Padre Sánchez" (hoy 3ª de Allende); deseoso de dar mayor auge y esplendor al "Rosario de Navidad" que tenía verificativo durante las nueves noches que preceden al 24 de Diciembre, en cuya ocasión se acostumbraba llevar por las calles un carro adornado en el que iban colocados los "Santos Peregrinos", que era conducido en procesión hasta cada uno de los barrios de indios que rodean a Celaya, mientras que en el recorrido se rezaba el "Rosario" con el que se cantaban villancicos y letrillas al son de panderetas y pitos de aguinaldo; decidió representar en carros alegóricos algunas de las invocaciones de la "Letanía Lauretana" y escenas bíblicas; y como lo pensó así lo hizo ayudado eficazmente por el Ayuntamiento y por algunos vecinos acomodados, que se echaron a cuestas el compromiso de vestir los referidos carros".

El Bautismo del Señor./ FOTO: Cortesía Rafael Soldara Luna


"Así pues, en la Navidad de 1840, tuvo verificativo el primer desfile de estos carros alegóricos, en los que las personas encargadas de arreglarlos desplegaban todo su ingenio, asesorados por el escultor Don Longinos Núñez, no escatimando gastos en el adorno y confección que aquél les sugería; y en esa forma, tenían fama y eran admirados por los celayenses y sus visitantes: "El Paraíso", "La Torre de David", "La Fuente de la Gracia", "La Estrella de los Mares", "El Espejo de Justicia", "La Ciudad de Sión", "La Casita de la Virgen", "La Cabaña de los Pastores", "El Nacimiento", etc., etc., seguidos por la comitiva de los Reyes Magos con su recua de mulas cargadas con cofres y barriles dorados; llegando con los años este desfile a alcanzar un gran renombre y celebridad, pues hubo vez en que llegó a treinta el número de carros que hacía el recorrido por las calles, y para fines del Siglo ya era complementada esta fiesta con una famosa feria, en la que no faltaban las corridas de toros, las peleas de gallos, los bailes populares y el juego en la "Partida" de grandes sumas de dinero".
Las revoluciones y el daño a la tradición

"Las revoluciones, y sobre todo la última, a pesar de las exacciones y de la pérdida de vidas,  alcanzaron en medio de esos males hacer evolucionar las costumbres de los habitantes de Celaya, consiguiendo que con el cambio se acabara en ellos para siempre el carácter campirano y sencillo de los tiempos coloniales; pero aunque se logró encauzar su vida hacia el progreso, también es cierto que mucho se perdió en la emotividad y tradicionalismo de la población, pues la lucha sectaria al acabar entre otras cosas, con las celebraciones religiosas que antaño habían constituido el gozo del vecindario, borró con su supresión una de las características que habían sido más notables en la existencia de la ciudad, en parte por la divergencia de ideas que brotó hasta en el seno de las familias, y en parte por la dura represión de las nuevas autoridades, que se mostraban cada vez más celosas por hacer efectivos los preceptos reformistas de la Constitución del año de 57; por cuya razón hasta el desfile de carros alegóricos que, desde el año de 1840, se venía acostumbrando sacar en la Navidad, había perdido mucho en su presentación y lucimiento; y ya ni los indios organizaban tampoco aquellos ruidosos festejos que en otros tiempos preparaban en la solemnidad de la Santa Cruz, en las de sus Santos patrones y cuando las Juras de los Reyes, pues que habiendo sido muchos de ellos obligados a ingresar en los ejércitos contendientes, volvieron en su mayoría al hogar, ya con nuevos hábitos y manera de ser, que adquirieron en tierras extrañas y en la vida de los campamentos".

En 1876, en Celaya se respiraba tranquilidad luego de la reforma y el jacobinismo existente. "Así estaban las cosas, y se disfrutaba en la ciudad de las ventajas proporcionadas por el renacimiento que allí se operaba, tanto que hasta se hacían ya grandes preparativos para que las fiestas de "Navidad" resultaran más suntuosas que en años anteriores, tomando parte las familias en el arreglo de los carros alegóricos que habrían de desfilar, mientras que los comerciantes se disponían a obtener ganancias de importancia en la feria que tenía verificativo con ocasión de los mismos festejos".

En 1902, "se conservaba sí, algo de lo de antaño, sobre todo en sus fiestas; y en las de "Navidad" no dejaba de salir el tradicional desfile de carros alegóricos, que había llegado entonces a alcanzar una inusitada importancia por su número y por lo vistoso de su arreglo".

"En 1906, Siguieron los festejos para el Gobernador Joaquín González Obregón, y el 23 de diciembre se le ofreció un nuevo Banquete en el interior del mercado que se acababa de inaugurar; por la tarde asistió a una gran corrida de toros, en la que lidió el matador "Reverte Mexicano", y por la noche presenció el famoso y espectacular desfile de "carros alegóricos", que eran el número más gustado de las fiestas de "Navidad", desde que a mediados del pasado Siglo se celebraban en Celaya; volviendo a ver ese paseo el 24, día en que hubo otra corrida de toros, en la que alternaron los diestros "Bonarillo" y "Jaqueta", y el 25 en que también tuvieron verificativo unas "carreras de caballos" y una lucida "Kermés" en el nuevo mercado que tenía su nombre por divisa".
Los carritos y las escenas que se presentaban a principios del siglo XX

"Y aunque de las fiestas populares, con la aplicación de las Leyes de Reforma, se habían proscrito por completo aquellas suntuosas procesiones que antaño constituían la delicia de los habitantes, en cambio se hacía ya muy lucida la celebración patriótica del "16 de Septiembre", no dejándose de solemnizar el día de la "Purísima Concepción", Patrona de la ciudad; y también en ese entonces, la semilla tradicional y romántica que había sembrado en Celaya la inventiva del religioso franciscano, Fray Mariano Sánchez, germinaba de manera aparatosa con la restauración del desfile de carros alegóricos, que con pasajes bíblicos, salía en la "Navidad"; y que por sí solo constituía la mayor atracción de la feria que entonces se organizaba".

"La gente se arremolinaba en espera de la procesión de carros alegóricos, en el que la ciudad ponía todo su orgullo y entusiasmo. Para su arreglo, los Ayuntamientos no escatimaban su cooperación; pues todo lo contrario, aunque las familias se ocupaban de la confección de muchos de ellos, el Cuerpo municipal también participaba en la compostura, y "vestía" varios de los más bonitos y elegantes que desfilaban en la simbólica procesión. Algunas veces su número fue hasta de veinticinco y treinta carros, entre los que nunca faltaban: "el Paraíso", "la Ciudad de Sión", "la Cabaña", "la Fuente de la Gracia", "la Torre de David", "la Estrella de los Mares", "la Casita de la Virgen" y "el Nacimiento"; a los que seguían los Reyes Magos, jinetes en buenos caballos, ricamente enjaezados, a cuya retaguardia iba la llamada "recua" que, en cofres y barriles dorados, simulaba llevar los regalos que los Magos de Oriente iban a ofrecer al "Niño Dios" que acababa de nacer".

"En los últimos meses del año de 1917, en Celaya el tiempo iba poniendo de relieve el carácter ligero y jovial de los habitantes, pues aunque no faltaban motivos de inquietudes porque la paz aun no se
restablecía del todo en la República, algunos de los vecinos apoyados por el Ayuntamiento, se preparaban ya a reimplantar las fiestas de "Navidad", que hacía tres o cuatro años no se celebraban; con el aplauso de las clases populares, que en medio de las estrecheces y necesidades por que habían tenido que pasar, conservaban siempre latente el irrefrenable deseo de divertirse".


Nuevamente, las revoluciones demeritan la tradición

En 1918, narra el historiador Velasco y Mendoza, fueron atrapados unos forajidos que asolaban la región, "pudiéndose entonces celebrar las fiestas de "Navidad" de aquel año, en un ambiente en que el donaire de las conversaciones y el bullicio entre las gentes le daban su mejor y más simpática fisonomía a la ciudad".

"Aunque no con el esplendor acostumbrado en la época de la "Dictadura", el 24 y 25 de Diciembre salió el desfile de carros alegóricos, que desde tiempos pretéritos constituían el mayor incentivo de esas fiestas; pues como no se consiguió que las autoridades permitieran la representación de pasajes bíblicos en la confección de esos carros, el paseo resultó a la postre muy deslucido, porque no fue sino un remedo del atrayente desfile que salía cuando la ciudad disfrutaba de una floreciente situación, ya que no fueron sino unos cuantos carros los que se pudieron arreglar, simbolizando al "Comercio", "la Industria", "las Artes" y algún otro motivo del conjunto de ramos que constituyen la riqueza del país; y eso, con tan poco gusto y mezquindad en su confección, que a las claras ponían de manifiesto la estrechez de recursos en que entonces se vivía, resultando unos verdaderos adefesios, a pesar de que en ellos iban las señoritas más agraciadas de la población".

Ya en el último tercio del siglo XX, la Srita. Sara Montoya Patiño, tomó para sí la organización de los carritos, con alguna participación de parroquias y barrios. Sin embargo, casi 200 años después, la tradición regresa a sus orígenes, siendo precisamente el depositario del mismo, el Guardián del Templo de San Francisco, sucesor de aquél Fray Mariano Sánchez que tuvo la inspiración de hacerlo de manera devota y organizada, sumando a los barrios de la ciudad primero, y luego, en una planeación adecuada y dialogada con los párrocos y rectores de templos, llegar a toda la ciudad para recuperar ese lustre que los celayenses supieron darle a lo largo de casi dos siglos.



Eugenio Amézquita

La localidad de Jalpa de Cánovas está situado en el municipio de Purísima del Rincón (en el Estado de Guanajuato). Tiene 789 habitantes. Jalpa de Cánovas está a 1740 metros de altitud sobre el nivel del mar. Se ubica al kilómetro 23 al sur de la cabecera municipal en la Carretera Purísima-Manuel Doblado (municipio) y a 41.9 kilómetros de la ciudad de León, Guanajuato

Ubicación Geosatelital de Jalpa de Cánovas


Datos históricos

La fundación de Jalpa de Cánovas data de 1542, cuando la Audiencia de Nueva Galicia, en la jurisdicción de la Villa de Lagos, le otorgara al capitán español Don Juan de Villaseñor y Orozco una merced consistente de 4 sitios para ganado mayor y 8 caballerías de tierra, misma que comprendió partes de los Reinos de la Nueva España y de la Nueva Galicia.

Para tener una idea de las dimensiones de este merced otorgada al que fuera tronco de un linaje con descendientes como Hidalgo e Iturbide, un sitio de ganado mayor es igual a 41 caballerías, lo que es igual a 1755.67 hectáreas, por lo que la donación constaba de aproximadamente 7 mil 365 hectáreas. Esta hacienda, Don Juan la dejaría en herencia a su hija María de Orozco.

Sitios de interés

Esta localidad es en sí atractiva debido al pintoresco entorno de calles de piedra natural y las casas y construcciones antiguas que forman parte del paisaje. Además de esto, podríamos mencionar los siguientes lugares:

Templo de la Misericordia
Plaza Principal
Presa de Jalpa
Hacienda de Jalpa

Pueblo Mágico

El día jueves 20 de diciembre de 2012, la Secretaría de Turismo entregó el nombramiento como Pueblo Mágico a Jalpa de Cánovas, en la Ciudad de Purísima del Rincón. El evento se realizó en el templo de la Misericordia, obra del arquitecto inglés Luis Long.

En un ambiente festivo, el acto estuvo presidido por el gobernador Miguel Márquez Márquez y el Secretario de Desarrollo Turístico, Fernando Olivera Rocha. Los habitantes del lugar realizaron una representación de la Judea, que es tradicional en Purísima del Rincón.


Eugenio Amézquita

Gentil como siempre, el Padre Dante Gabriel Jiménez Muñoz Ledo nos ha hecho llegar su obra literaria más reciente, que ha titulado "El Reino de los Niños. Libro Primero: Los Secretos", editado, impreso y distribuido por Editorial La Retama cuyo contenido va dirigido precisamente a los que Jesucristo dijera: "Dejad que los niños vengan a mï porque de ellos es el reino de los Cielos".

La obra, sencilla, a todo color y con lenguaje sencillo, con diálogos que podrían llevar a ser escenificados por los mismos niños, fue lanzado en octubre de 2019 y presentado en la Feria Internacional del Libro por el mismo Padre Dante.

En la introducción del libro, está la esencia de lo que desea de esta obra y el mensaje que siempre llena de esperanza y alegría en Dios.


La Introducción

"Vino hacia mí aquel niño lacrimoso tomado de la mano de sus padres. Su mirada fija e incisiva atravesó mi corazón. Entendí que no venía a mi silla de confesionario para algo sencillo".

-"Nuestro hijo tiene una pregunta para usted -dijeron sus padres-.

"Entonces él gritó:"

-"Por qué los malos en el mundo? ¿Por qué?..., dime, ¿Por qué lo permite Dios?"

"Bajaron, sin parar, dos hilos de lágrimas sobre sus mejillas, no al modo de un niño caprichoso o asustado que busca un consuelo momentáneo, sino como un adulto que no está dispuesto a volver a casa sin la respuesta adecuada".

"Se me erizó la piel; sobre todo en la nunca y la cervical. Una energía eléctrica y a la vez emotiva rebotó dentro de mí en todas direcciones. Se me angostó la garganta. Tragué saliva. Volví la mirada hacia la izquierda buscando a Jesús en mi interior, y lo encontré en el pasaje del trigo y la cizaña. Entonces contesté:"
-"Porque Dios quiere que crezcamos juntos hasta el final, buenos y malos. Este es uno de los secretos de su Reino".

Pbro. Dante Gabriel Jiménez Muñoz Ledo
"El niño se lanzó hacia mí y se me clavó con un abrazo profundo y largo. Entró en mi pecho más que con su frágil cuerpo, con un pacto de alianza:"

-"¿Y mientras tanto qué hacemos? Dime más secretos para sobrevivir a ellos, a los malos".

"Fue así que..., lloré por dentro, tomé su duelo, y supe que tenía que escribir este libro".

"Lo dedico con amor paterno y sacerdotal a los niños y a los adolescentes, a los padres de familia, a las/os catequistas, a los educadores, y a cuantos seguimos siendo niños y decidimos seguir  Jesús y vivir con alegría su Reinado".

El Padre Dante Gabriel Jiménez Muñoz Ledo, es sacerdote de la Diócesis de Celaya. Autor e investigador de libros teológicos, pedagógicos, psicológicos y narrativa. Naciò el 2 de abril de 1962 en Apaseo el Grande, Gto., y fue ordenado presbìtero el 24 de junio de 1993, en Celaya, Gto. Actualmente es rector del Templo de San Juan de Dios, en San Miguel de Allende, Gto.

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Tropas del Gral. Rodolfo Gallegos.
Carlos Francisco Rojas Gómez
Historiador

Durante la década de 1920, principalmente en el centro-occidente y en algunas regiones del norte del país, se desarrolló un conflicto político-social que enfrentó a los mexicanos bajo dos corrientes políticas: la primera fundamentada en el orden revolucionario constitucional representado por hombres como Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Emilio Portes Gil y la segunda apoyada en la tradición católica, influenciada en ese momento por la doctrina social cristiana, representada por grupos y organizaciones como las Damas Católicas, los Caballeros de Colón y la ACJM (Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos)  agrupadas en la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa.

Si bien los orígenes del conflicto entre la Iglesia católica y el Estado mexicano se remontan al siglo XIX, los antecedentes directos de la Rebelión Cristera los encontramos en la Constitución de 1917 y en los acontecimientos  ocurridos en febrero de 1925 cuando un grupo de obreros de la Confederación Revolucionaria de Obreros Mexicanos (CROM), con beneplácito de Plutarco Elías Calles, entraron en el templo de la Soledad en la Ciudad de México, interrumpiendo la celebración, corriendo a los asistentes  y declarando formalmente el establecimiento de la Iglesia Católica Apostólica Mexicana encabezada por el sacerdote católico Joaquín Pérez, mejor conocido como “el Patriarca Pérez”.

El presidente Calles declaró que en México había libertad de creencias y que por lo tanto apoyaba a la nueva iglesia, sin hacer alusión a la forma en que se apoderaron del templo [1].


Un mes después los católicos, que ya estaban organizados en algunas asociaciones conformaron la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa [2] desde donde hicieron frente a la reforma al artículo 130, mejor conocida como Ley Calles, que entró en vigor el 31 de julio de 1926; con esta reforma se cerraron escuelas confesionales, se prohibió la vida monástica, las publicaciones religiosas que abordaran temas político-sociales, se obligaba al registro de los sacerdotes y los templos y sus anexos se consideraron propiedad de la nación [3].

Muchos católicos vieron en esta ley una agresión a sus derechos y sobre todo a una forma de vida con la que habían crecido y a la que estaban acostumbrados. Fue entonces que muchos pensaron en tomar las armas y defender su religión. En la mayor parte del país el levantamiento general se dio los primeros días de 1927, pero en el estado de Guanajuato las armas se tomaron a principios de octubre de 1926.

En Comonfort, los primero brotes de rebelión se dieron al norte del municipio, en las comunidades colindantes con San Miguel de Allende y Apaseo el Grande y se integraron a los grupos que dirigió el ex general federal Rodolfo Gallegos, quien vivía en Celaya y que fue contactado por gente del comité local de la Liga de San Miguel de Allende.

Este grupo inició su movimiento en el rancho de la Lagunilla a inicios de octubre de 1926 y con la ayuda de un sacerdote de nombre José Isabel Salinas, quien probablemente era vicario de ese lugar. Aunque Gallegos fue asesinado el 4 de mayo de 1927 otros jefes cristeros siguieron con su lucha en la región, entre ellos hay que mencionar a Fortino Sánchez, Refugio Avilés, Próspero Jiménez, Casimiro Becerra y Sidronio Muñoz.

Los cristeros tomaron en varias ocasiones el pueblo y asaltaron la estación del ferrocarril, casi siempre con la ayuda de las autoridades locales, quienes eran denunciadas porque hacían caso omiso de las leyes e incluso eran aliados y en algunos casos, subalternos de los sacerdotes [4].

Esta acusación era acertada en Comonfort, por lo menos con algunas autoridades locales, como en el gobierno del presidente municipal Miguel Hernández, quien en febrero de 1927 informaba a la Secretaría de Gobernación que hacía todo lo posible por localizar a los sacerdotes pero no podía encontrarlos [5], cuando de todos era sabido que el párroco Florentino Valencia seguía dando asesoría espiritual a las asociaciones piadosas como la Vela Perpetua [6].

Aunque las autoridades municipales dirigidas por Miguel Hernández “por razón natural se mantienen dentro del orden legal, sin embargo parece que no se hallan muy identificadas con el Gobierno sino mas [sic] bien con los rebeldes”. Hernández era acusado de que el 4 de abril cuando Refugio Avilés se apoderó de la población éste se escondió en una panadería cuando ya había dado instrucciones a sus empleados de que no se opusieran a los cristeros [7].

Y no era la única denuncia, un vecino del pueblo que no simpatizaba con los alzados le escribía al secretario de gobernación lo siguiente: “por todos estos rumbos son muy fanáticos y creo que no pierden la oportunidad de aprovechar cualquier movimiento armado, y como las autoridades civiles tal parece que son complacientes, por eso prosperan los levantamientos.” [8]

Pero los cristeros no siempre gozaron de las simpatías de las autoridades locales. Después de Miguel Hernández, siguió en el gobierno municipal Ranulfo Centeno quien informaba más seguido a las autoridades de los movimientos de los cristeros y salía a perseguir las gavillas con la policía local y los elementos federales [9], llegando incluso a diferir con el presidente de San Miguel de Allende sobre los movimientos de los grupos armados que merodeaban la zona.

En enero de 1928 Centeno avisaba que había alrededor de 100 rebeldes en Las Minas, entre los dos municipios, y el presidente de Allende contestaba que todo eso era falso, pues “todo estaba en tranquilidad” [10] cuando era evidente que la zona estaba bajo control cristero.

Además de la colaboración y silencio cómplice de las autoridades los pobladores también hacían lo propio. Por ejemplo, el 3 de marzo de 1927 la Estación del Ferrocarril de Comonfort fue asaltada y robada; los cristeros, según declaraciones del encargado Agapito E. Lira, no paraban de golpear la puerta y éste tuvo que abrir por miedo a que la fueran a tirar y lo colgaran; se llevaron los fondos y un reloj. Cuando los agentes de Gobernación hicieron la investigación y preguntaron a los vecinos, todos coincidieron en que no habían visto ni escuchado nada [11].

De manera más abierta se vio la simpatía el 4 de abril de 1927 cuando la población fue asaltada por Refugio Avilés y Próspero Aguilera; estuvieron en el pueblo alrededor de una hora y media, dejaron libres a los presos y robaron la Tesorería, la Receptoría de Rentas y la Estación de Ferrocarril además del caballo de un vecino. Mientras andaban por la calles gritaban ¡Viva Cristo Rey!, compraron en las tiendas de la población sin que se reportara ningún abuso contra los negocios; al salir del pueblo  fueron acompañados por un grupo de alrededor de doscientos vecinos que gritaban ¡Viva Cristo Rey![12]

Para 1929 fue notoria la reorganización de los cristeros y la efectividad de sus acciones en la región, prueba de esto fue la orden de reconcentración, estrategia que consistía en mantener a las personas en una hacienda evitando pudieran seguir a los cristeros; muchas personas fueron fusiladas por no refugiarse en una finca y muchos jacales y chozas que estaban en el monte fueron quemados en algunas comunidades de San Miguel, Comonfort y Apaseo, pues eran consideradas “zona rebelde”.

Además en febrero de ese año se perpetró en terrenos del municipio un atentado contra el presidente Emilio Portes Gil. La mañana del domingo 10 de febrero el tren presidencial en que viajaba Emilio Portes Gil, su familia y algunos funcionarios que lo acompañaron a Tamaulipas para una reunión con las autoridades de ese estado, detuvo su camino al volcar sobre las vías debido a una explosión de dinamita.

La volcadura tuvo lugar en el kilómetro 327  entre las estaciones de Rinconcillo y Comonfort [13], en un puente entre las comunidades de San Pedro y Arias. Según el testimonio de don Santiago Valle (†) fue en su casa donde se guardó la dinamita que serviría para este atentado, recordó que cuando apenas era un niño unos hombres llegaban a su casa y sus padres les ofrecían “café y un taco”, un día llegaron con un paquete y al poco tiempo se lo llevaron, después supo que era la dinamita con que se descarriló el tren [14].

En agosto de 1929, un mes después del licenciamiento de las tropas cristeras, en Empalme Escobedo fueron capturados los jefes  Sidronio Muñoz, Jesús Villafranco y Juan Valle [15], el cristero de Orduña,  sobre quienes también había la sospecha de su intervención en el atentado dinamitero, y quienes según don Santiago Valle (†) sí estuvieron involucrados (excepto su tío Juan) y fueron entregados por una mujer, miembro de la Vela Perpetua de Comonfort [16].

La guerra dejó una huella en los habitantes del pueblo, los cristeros tomaron diversos caminos, quien depuso las armas, quien nunca las dejó y siguió en la lucha, quien se alejó de la Iglesia por sentirse traicionado con los “arreglos”, quien se integró a las nuevas organización religiosas. La vida no sería la misma y tardaría en regresar a la normalidad, pero se dejó la huella de una tradición social y política conservadora que se haría presente durante los años siguientes.

Referencias
[1] Meyer, Jean, La Cristiada. El conflicto entre la Iglesia y el Estado, 1926-1929, vol. II, decimonovena edición, Siglo XXI Editores, México, 2005, pp. 148-154.
[2] Olivera Sedano, Alicia, Aspectos del conflicto religioso de 1926 a 1929. Sus antecedentes y consecuencias, Secretaría de Educación Pública, Colección Cien de México, México, 1987, pp. 98 y 99. 
[3] Dooley, Frank Patrick, Los cristeros, Calles y el catolicismo mexicano, Secretaría de Educación Pública, Sepsetentas, México, 1976, pp. 65 y 66. 
[4] Archivo General del Gobierno del Estado de Guanajuato (AGGEG), Fondo Secretaría General de Gobierno (FSGG), Sección 1er. Departamento, 1928, Exp. 12, Clasificación 1.40 (78)12.
[5] Archivo General de la Nación (AGN), Fondo Secretaría de Gobernación (FSG), Sección Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales (SDIPS), Caja 210, Exp. 08, Clasificación 313.1-12 (4.4), f. 116.
[6] Archivo Histórico Parroquial de San Francisco de Asís, Comonfort, Gto., Libro de cuentas de la Asociación de la Vela Perpetua, años 1926-1929.  
[7] AGN, FSG, SDIPS, Caja 247, Exp. 58, Clasificación 313.1-1068.
[8] AGN, FSGG, SDIPS, Caja 2022 B, Exp. 47, Clasificación 313.1-367.
[9] Como el 2 de marzo cuando combatió a los cristeros cerca de la cabecera municipal. AGGEG, FSGG, Sección 1er. Departamento, 1928, Exp. 1, Clasificación 1.54 (9) 1.
[10] Ibídem.
[11] AGPJFG, 1º Distrito, Serie Penal, 1927, Legajo 2, Exp. 40.
[12] Ibídem, fs. 5, 14 y 15. AGN, FSG, SDIPS, Caja 247, Exp. 58, Clasificación 313.1-1068.
[13] AGGEG, FSGG, Sección 1er. Departamento, 1929, Exp. 66, Clasificación 1.54 (10)2. Archivo General del Poder Judicial Federal en Guanajuato (AGPJFG), 1º Distrito, Serie Penal, 1929, Legajo 1, Exp. 19.
[14]Conversación con el señor Santiago Valle (†), 1 de abril de 2016
[15] AGGEG, FSGG, Sección 1er. Departamento, 1929, Exp. 70, Clasificación 1.54 (10)6. 
[16] Conversación con el señor Santiago Valle (†), 1 de abril de 2016.



David Carracedo
Cronista Municipal de Comonfort

Las tortillas ceremoniales se conocían como “tortillas pintadas”, o tortillas con dibujos, no se deben confundir con las tortillas a cuya masa se añade un colorante vegetal y salen en bellos tonos de verdes y rojos o cualquiera otro. 

El término de Tortillas Ceremoniales es acertado, no obstante que sólo se utilice en el contexto de las ferias artesanales, eventos oficiales o promoción turística. 



A grandes rasgos se puede decir que son Tortillas Ceremoniales son una hermosa y antigua tradición que practican algunas comunidades de la cuenca del Río Laja, concretamente de los municipios de Allende y Comonfort, en Comonfort nos referimos a las comunidades de Orduña, Morales, La Palma, por citar algunas, en estos lugares  a las tortillas, en su confección, se les añade un hermoso y simbólico dibujo producto de sabias y depuradas técnicas que trataremos de describir. 


Son ceremoniales porque se les utiliza en las festividades, principalmente religiosas de estas comunidades y, en menos ocasiones, en festejos particulares; es decir, no son de uso cotidiano.
El proceso de elaboración parte de una tortilla común, bueno ni tan común, tortilla hecha a mano y de maíz, como a todos nos gusta.


De paso espero que nunca lleguen a existir máquinas de estampar tortillas, pero quizá cabe mencionar que en alguna ocasión que ponderábamos la exquisitez de las tortillas hechas a mano, don Guillermo Velázquez recordó una cuarteta al respecto:
Eres tortilla corrientede esas de tortilleríatardas pa’ que te calientey luego, luego te enfrías.
Ya cada lector sabrá si extrapola estos versos para referírselos a su pareja haciendo una metáfora no implícita. Regresando a dónde estábamos antes de que me perdiera  en mis remembranzas, si la tortilla se fabrica de manera tradicional, dándole forma con una prensa, el dibujo se impregna con la utilización de un tinte natural obtenido de una planta llamada muicle (justicia spiciglera), que se hierve o se coloca en el comal según el método preferido de la especialista. 



El dibujo se plasma en la tortilla mediante el uso de un molde de madera de mezquite en sobrerrelive, que recibe el congruente nombre de Pintadera. Estas pintaderas tendrán un espesor de tres o cuatro centímetros y el diámetro del dibujo (aunque el molde puede ser cuadrado y con mango), de unos quince centímetros.  El proceso de fabricación es sumamente arduo, como es de imaginarse se trata de quitar a la superficie de la pintadera, unos tres milímetros de todo lo que no se desea transferir a la tortilla, para crear el relieve con el dibujo.

 La buena noticia es que una vez terminada la pintadera, ésta durará varias generaciones, como está comprobado, llenando las tortillas ceremoniales con símbolos religiosos, flores, animales o lo que sea congruente con el motivo de las celebraciones, del gusto del artesano o de quién encargo el artefacto. No es raro que, para aprovechar el mezquite, la Pintadera tenga dibujo en ambas caras.




Últimamente se fabrican pintaderas en madera de pino, lo cual es comprensible y, créame, yo sé de eso, tallar madera de pino es cuatro o cinco veces más fácil que tallar madera de mezquite, sobre todo para hacer un sobrerrelieve.

Pero necesariamente no será tan duradera como la fabricada en mezquite, y no es de dudar que el tatarabuelo de alguien por eso decidió utilizar mezquite, para garantizar, como ya dijimos, que su esfuerzo y su pericia serían patentes durante siglos. 



Como se intuirá, el molde tiene que ser tallado en sentido inverso a lo que se quiere transferir a la tortilla, como se hace con un sello de goma, esto amerita un poco más de cuidado, sobre todo si lleva algún texto, o si, por ejemplo se va a plasmar la Santísima Trinidad, será engorroso que el Hijo aparezca a la izquierda del Padre.



Pero todavía no le digo como es el proceso, a reserva de que mi explicación parezca una receta le diré que la masa, luego de que sale de la prensa, se coloca en el comal, pero no hasta su cocción total, digamos que a la mitad nada más.  Entonces, utilizando un olote como brocha, se aplica el muicle sobre la pintadera y, a continuación, se coloca la tortilla a medio cocer sobre esta y se presiona un poco. La tortilla se impregnará con el tinte y transferirá el motivo. Regresa al comal y se  coloca con la cara que recibió el dibujo hacia abajo.



Eso es todo, se dice muy fácil pero, como es fácil entender, se requiere de mucha habilidad y práctica para que el resultado sea tan bello como lo llegamos a ver. Ahora bien, es evidente que esta es una forma de expresión artística con un significado y un simbolismo muy profundos, pero lo que motivó a los primeros pobladores de estas comunidades a desarrollar esta tecnología, encontrar un tinte y fabricar pintaderas es algo que queda, necesariamente, perdido en los años transcurridos desde entonces, y sabemos, como siempre en estos casos, de testimonios de gente muy mayor que nos dice que su abuela le contó que cuando ella, la abuela, era niña ya se pintaban las tortillas con esta técnica, pero no podemos precisar en que momento surge esta práctica que acabó por volverse una hermosa tradición, pero permítaseme otra digresión, parafraseo a Canek en la obra de Abreu Gómez:


 “—Aunque no se conozca, existe el número de las estrellas y el número de los granos de arena. Pero lo que existe y no se puede contar y se siente aquí dentro, existe una palabra para decirlo. Esta palabra, en este caso, sería inmensidad. Es como una palabra húmeda de misterio. Con ella no se necesita contar ni las estrellas ni los granos de arena. Hemos cambiado el conocimiento por la emoción: que es también una manera de penetrar en la verdad de las cosas.” 

Después de algo tan bello me siento fuera de lugar tecleando mis ideas, pero muy al margen de las verdaderas motivaciones que tuvieron quienes decidieron pintar tortillas, hace muchos años, hoy en día podemos imaginarlo y, más aún, algo de esta motivación se habrá transmitido, más sutil que explícitamente, de madres a hijas y hoy día, cada una de las sabias mujeres que hacen estas tortillas tendrá o intuirá que le significa personalmente realizarlas al mismo tiempo que sabe o intuye que tanto de lo que le viene de herencia se patentiza en cada una de sus pequeñas, y comestibles, obras de arte. 



Ahora permítame otra digresión, hoy ando muy digresor: Chamacuero ha estado poblado por pueblos civilizados desde hace más de dos mil años. Desde que recibió su nombre hace 670 años su poblamiento ha sido constante, cuando los españoles llegaron, casi doscientos años después, había un núcleo de población indígena donde una buena parte, una mayoría,  eran de origen otomí, aunque en esta región convivieron pacíficamente, grupos de diferentes orígenes.

Si uno ve, en los archivos parroquiales, la cantidad de libros dedicados al registro de nacimientos, matrimonios o defunciones dedicados a “Indios y castas” y el número de libros dedicados a “españoles”, comprende en una ojeada, que la población de los primeros era 10 veces superior a la de los segundos, luego entonces, no es un despropósito decir que todos los chamacuerenses descendemos de los otomíes, unos no nos consideramos merecedores de tal honor, otros no se preocupan de asumirse como tales, aun cuando incluso conocen la lengua Ñah Ñuh, lo cual no implica que no se sientan orgullosos de sus abuelos y sus ancestros a los que escucharon muchas veces hablar en esta lengua. 

¿Y por qué mi digresión? Hace unos doce años, esta tradición comenzó, merecidamente,  a llamar la atención de las instituciones relacionadas con la cultura, a nivel municipal y estatal. Qué bien, pero no sé en qué momento se perdió la percepción de que esta tradición se ejerce actualmente en varias comunidades del municipio, sin que a las personas que la ejercen les haya interesado asumirse como otomíes, sin que por ello renieguen de su origen, pero pretender que ésta o cualquiera otra tradición es más valiosa por ser propia de un grupo indígena, o pero aún que es exclusiva de éste, me parece un despropósito y una sobrevaloración que, por ese motivo, brinda una visión demasiado estereotipada de la realidad de los habitantes de nuestro municipio y en este caso particular de las sabias mujeres que con el gusto heredado por esta tradición elaboran sus tortillas, por motivaciones que en realidad sólo ellas conocen pero, me consta, no son nunca una pose para los promotores culturales o turísticos ni para los medios de comunicación que, a veces, y con sobrado merecimiento, reparan en tan bella práctica. 

Ojalá que tan ajenos preceptos no consigan permear hasta el espíritu de la práctica de esta tradición y las personas que a ella se avocan no se crean obligados a decir: “Vamos a hacer Tortillas Ceremoniales Otomíes”, sino que cada uno de ellos se asuma como tal, como otomí, en la medida que por sus convicciones o motivaciones propias así lo considere. No por nada, durante siglos, los chamacuerenses, todos, han ejercido su cultura y sus tradiciones, sin importarles la forma en que los bienintencionados investigadores, incluido este cronista, quieran encasillarlos, aun cuando sea para otorgarles un mérito que nunca han necesitado.


Eugenio Amézquita

Existe un sitio con más de 250 años de existencia y que ha sido de acciones que han sido parte de la historia de nuestro país. Pero, sus orígenes, razón de ser y funciones se siguen manteniendo a nuestros días, una razón espiritual que sigue haciendo el bien en muchas almas no sólo de la región y del estado, sino del país y fuera de él.

"La Casa de Ejercicios Espirituales en Atotonilco, Gto., es un lugar de encuentro espiritual, pero real, con Nuestro Señor Jesucristo", narra el director de este lugar de espiritualidad, el Padre Raúl Ramírez Montoya.


Nuestro entrevistado, Pbro. Raúl Ramírez Montoya, director de la Santa Casa.

"En esta casa tenemos la oportunidad para reconocernos pecadores y arrepentirnos de nuestros pecados".

"Con toda razón le llamamos Casa Santa, casa del amor de Dios, casa del perdón y de la misericordia de Dios, pues en cada tanda de ejercicios espirituales vivimos las maravillas del amor de Dios, por el encuentro vivo con Nuestro Señor Jesucristo Resucitado, mediante la oración, la Eucaristía la predicación, la escucha de la palabra de Dios y la penitencia corporal".

"Podemos decir que en las tandas de ejercicios se vive una comunicación de vida cristiana y se continúa en la vida cotidiana", profundizó el sacerdote de la Diócesis de Celaya..

¿Cuál es el origen de la Casa de Ejercicios en Atotonilco?

"El Padre Luis Felipe Neri de Alfaro, nació en la Ciudad de México, D.F., el 25 de agosto de 1709, fue ordenado Presbítero el 11 de junio de 1733, en la Congregación de San Felipe Neri, en el Oratorio de San Miguel de Allende, Gto,", expresó.


"Construyó la casa de los ejercicios y el Santuario donde predicó la primera tanda de ejercicios espirituales el 11 de julio de 1765, a 25 personas, entre ellas, 12 personas pobres a quienes en suerte les dio el nombre de los 12 apóstoles", abundó.

"Así fundó la Casa de Ejercicios que el 11 de julio de 2015 cumplió su 250 aniversario", recalcó.

"El Padre Luis Felipe Neri de Alfaro siguió el método de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola (siglo XVI), cuyas meditaciones tienen la finalidad de perfeccionar la virtud y fortalecer el espíritu de la vida cristiana", citó.

"Y el Padre Luis Felipe Neri con su espíritu centrado en su amor profundo en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, nos quiso transmitir el asombro que él sentía ante el amor infinito de Dios por la obra de la redención. Y de esta manera llama a penitencia interna y externa para la reconciliación con Dios.

La Casa de Ejercicios de Atotonilco sigue siendo lugar de conversión para que los ejercitantes viviendo el gozo del encuentro con Nuestro Señor Jesucristo, sintiéndose amados y perdonados por Dios vuelvan a su familia y a su comunidad a compartir la alegría y la belleza del Evangelio con su misma vida cristiana", dijo.

¿Cómo se trabaja en la Casa de Ejercicios?

"Actualmente se realizan 32 tandas de ejercicios espirituales, de una semana de encierro, durante el año, 13 para varones y 19 para mujeres", puntualizó.



La tanda comienza el domingo a las 19:00 horas con la Eucaristía y termina el domingo siguiente con la Eucaristía a las 6:00 de la mañana.

"Un número aproximado de 40,000 personas participan cada año. Son personas humildes y de escasos recursos económicos en mayor número, pero también personas de mayores recursos y profesionistas", mencionó.


"Vienen de distintos Estados de la República como: Jalisco, Guanajuato, San Luis Potosí, Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, Querétaro, Distrito Federal, Estado de México, Michoacán, Colima, Tlaxcala, Puebla, Hidalgo, Sinaloa, Sonora, Veracruz, Oaxaca, Tabasco y personas que radican en Estados Unidos", explicó.

"También nos visitan personas de comunidades indígenas: purépechas, náhuatlacas, otomíes y mazahuas", expresó.

"El equipo de sacerdotes de esta Casa te invitan a vivir estos ejercicios espirituales que realizamos en este lugar de encuentro con Cristo vivo y misericordioso", finalizó.

Mayores informes a los teléfonos:
01(415) 185 20 50 y 01(415) 185 20 14

y en nuestro sitio web https://atotonilco.diocesisdecelaya.org

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Eugenio Amézquita

-La calle principal lleva el nombre del fundador de la empresa
-Su esposa, Doña Emeteria Valencia, benefactora de Celaya
-Riqueza y producción textil del Bajío

Hablar del pueblito de Soria, del municipio de Comonfort, Gto., es hablar de aroma a tradición, a tiempos antiguos y trabajo textil, así como de un asentamiento cuyas casas son propiedad de la misma fábrica que en ella está asentada desde hace muchos años.

Su ubicación

El pueblo de Soria Guanajuato se encuentra aproximadamente a 16 kilómetros de Celaya rumbo a San Miguel de Allende, pertenece al municipio de Comonfort y se encuentra a 1,850 metros de altitud.

Ubicación Geosatelital de Soria, Gto.



En su estructura, se encuentra compuesta principalmente por la fábrica textil en la que se elaboran los famosos casimires Soria, cinco calles perpendiculares a ella: Reforma, Valencia, San Fernando, Providencia y Asunción; tres calles paralelas: Don Eusebio González, Industria Guadalupe., dentro de una extensión territorial de aproximadamente un kilómetro cuadrado, cuenta además con escuela e iglesia.

Su historia

La historia de Soria, tomada de las crónicas del padre José Zavala Paz, quien en el siglo XX, en los años cincuentas, fue sacerdote en la iglesia de Soria y que al decir de Javier Rueda Hernández fue escritor, poeta y orador.

"El cargamento misterioso traído a Salamanca desde la lejana Barranca de Metlac aumentó considerablemente la fortuna, ya respetable, de Don Patricio Valencia. Desde hacia tiempo poseía este señor un expendio de loza fina y una tienda de abarrotes, con las cuales, sin ambiciones desmedidas de lucro, procuraba encontrar mayor holgura económica para su familia".

"Componíase ésta de la esposa de Don Patricio y de dos hijas: Antonia que más tarde casó con un señor de apellido Canela, y Emeteria Valencia, reconocida benefactora de Celaya, quien posteriormente sería miembro de la Venerable Tercera Orden de San Francisco, en esa ciudad, habiendo nacido ella en 1833 y que en los días del famoso hallazgo de Metlac, estaba en su más radiante y lozana juventud".

Eusebio González Martínez
"Acertó por aquel entonces a llegar a Salamanca un jovencito español de nombre Eusebio que cayó muy en gracia a la familia Valencia. Nacido había en las Provincias Vascongadas y precisamente en Agϋiera de Yturriotz. Por la casa paterna de Don Eusebio González y López pasaba la línea divisoria entre Santander y Vizcaya. Hacemos hincapié en estas minucias geográficas porque se creyó por mucho tiempo que Don Eusebio era de Castilla la Vieia, de la ciudad de Soria, y que a esto se debía el nombre que ahora lleva la factoría textil donde vivimos".

"Nada tiene que ver el nombre de la ciudad castellana en este caso. Más aún, como veremos más adelante cuando Don Eusebio adquirió en propiedad estos terrenos, ya llevaba el pueblo el nombre de Soria. Ignoramos a la verdad cómo haya sido exactamente el principio de los amores entre Doña Emeteria y Don Eusebio: pero las cosas sucedieron en la forma más sencilla y natural".

"Poseía Don Patricio Valencia en Salamanca, como ya hemos dicho, una tienda de abarrotes a la cual concurría frecuentísimamente el joven Eusebio González. Alguien asegura que no era más que un simple empleado de la casa Valencia y que se pasaba las horas muertas detrás del mostrador esperando pacientemente que alguien fuese a comprar un tlaco de manteca o medio real de azúcar o panocha".

"Otros aseguran que Don Eusebio era ya por aquellos días el jefe de carreros y diligencias que hacían sus viajes a la Capital de la República. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que Don Eusebio era asiduo visitante de la tienda de Don Patricio Valencia, y que al ver a las dos hermanitas enamoróse, porque acontece lo mismo en tales casos, de la más jovencita, que era Doña Emeteria".

En Salamanca, Gto., también se reconoce la obra benefactora de Don Eusebio González

"Acostumbrábase a la mitad del pasado siglo que los novios se valiesen de las sirvientas para concertar su matrimonio por medio de recaditos que éstas llevaban y traían. No sucedió así en esta ocasión puesto que los novios se veían con suma facilidad. Lo que sí debió acontecer fué que ella confió la resolución del sí matrimonial a los pétalos blancos de las margaritas".

"Deshojando éstas iba preguntando en presencia de su novio si era querida o no: sí..., no..., si..., no... Si alguna vez resultaba que no, ella hacía trampa para que resultase siempre que sí. La idolatraba Eusebio y con tales antecedentes y abrumada por tantos síes no hubo más remedio que festinar la boda".

"— ¿Pero con qué me caso?— preguntó angustiado Don Eusebio a un muy amigo suyo, Don Felipe Galatois que por aquellos días trabajaba como tintorero en la fábrica de Cempoala, en Celaya (más tarde trabajó en el mismo oficio en Soria y aquí murió. Doña Tranquilina su esposa lo tendió con zapatos y eso causó mucha extrañeza)".

"—Yo te facilito el dinero que necesites— contestó Don Felipe. El matrimonio se efectuó en Salamanca, y años más tarde la sociedad Valencia-González compraba el Molino de Soria al que iban anexos muchas haciendas y extensísimos campos labrantíos".

"Era un latifundio inmenso, una posesión feudal adquirida con los dineros de la Barranca de Metlac. Pero ¿desde cuándo existía el Molino de Soria? No hemos podido precisar la fecha exacta de su fundación. Más aún creemos que formóse de la manera más simple".

"En un principio se levantaron unas cuantas casitas con techo de paja o para ser más precisos unos jacalitos de pasto. Más tarde construyóse, con muy buen gusto por cierto, la casa de la Hacienda que es la actual casa grande recientemente restaurada. El periódico “El Siglo XIX” en su número 79 del 3 de abril de 1861 dá cuenta en una de sus columnas de que el Ingeniero Agrimensor, Don Antonio María Leyva, de muy distinguida familia celayense fué asesinado en el Molino de Soria el 23 de marzo de aquel año por las gentes de Ibarburen. Es la vez primera que en la Historia, y con letras de molde, encontramos el nombre de Soria".

Tumba de Ignacio Comonfort

"Otro testimonio valioso es el del epitafio en el panteón de San Fernando, de la ciudad de México dice así: “SACRIFICADO (Comonfort) EN EL MOLINO DE SORIA NOVIEMBRE 13 DE 1863”. Hemos buscado en la ciudad de Guanajuato en diversos Archivos para precisar exactamente la existencia oficial del Molino de Soria; pero nuestras búsquedas no han arrojado luz sobre lo que ya sabíamos con certeza por los libros viejos que poseemos en Soria. El Coronel Don Florencio Soria, jefe político de Celaya, hoy lo llamamos presidente municipal, fué dueño de este caserío y estos terrenos y de ahí probablemente vino el nombre de “Soria”, antes llamábase sencillamente “El Molino” y parece que algunos bautismos celebrados tanto en Chamacuero como en San Juan de la Vega y registrados desde a fines del siglo XVIII (mil setecientos y tantos) son de la actual Soria".

"Documentos ciertos y precisos de la casa Valencia-González no los encontramos sino hasta 1876. Al lado del molino de harina levantó el dinámico Don Eusebio la fábrica de manta “La Providencia”. Ya en Salamanca tenía unos telares de madera en los que elaboraba rebozos y manta de algodón. Soria quedó convertida en centro y pequeña capital de los negocios de la firma Valencia-González".

Fábrica de textiles de Zempoala, en Celaya, Gto.

"Instaláronse más tarde los telares de lana. Don Lucas Alamán compró los primeros telares ingleses que llegaron a México y los instaló en la fábrica Textil Cempoala de Celaya. Más tarde, al movimiento político del célebre historiador mexicano, los compró Don Eusebio y los trajo a Soria y con ello impulsó muchísimo la industria de la lana".



"No hemos de omitir la nobilísima acción que por aquellos días hizo la familia González, según la refiere el historiador celayense Don Luis Velasco y Mendoza: Humanamente cede en elogio sempiterno. Sobrenaturalmente esperamos que Dios le haya premiado: En su afán de perseguir a la Iglesia Católica, Lerdo de Tejada trajo a los protestantes norteamericanos y por gruesas sumas les cedió muchos de los templos católicos del país".



"Llegaron a Celaya los protestantes encabezados por el ministro Samuel Graver y se adjudicaron los mejores templos de la ciudad. Fué entonces cuando los dineros ganados tan honradamente con el concurso de los obreros de Soria, repelieron la injuria hecha a la Iglesia de Dios y a la Patria Mexicana. Don Eusebio González rescató el templo del Carmen de Celaya y su esposa Doña Emeteria, la Tercera Orden. Doña Antonia Valencia Vda. de Canela rescaté el templo de San Agustín".

"El siglo declinaba y con él la vida de Don Eusebio y Doña Emeteria: fallecieron ambos en 1893. Fueron inmensamente ricos y universalmente queridos por todos. Las clases altas los estimaban por sus virtudes y buen trato; los humildes recibían ayuda y donativos cuantiosos de sus manos. Fundaron en Soria, Celaya y Salamanca escuelas y casas de socorro para los necesitados. ¡Daban a manos llenas!"

"Fueron visitados en Soria por el Emperador Maximiliano a su paso para Dolores Hidalgo el día 14 de septiembre de 1864. Caído el Imperio los visitaban los Gobernadores del Estado de Guanajuato y los Arzobispos de Michoacán. Poseyeron todo lo que humanamente podían tener y ambicionar y sin embargo... ¡Nunca fueron felices!. . . ¡Las riquezas no siempre dan la dicha!"

"Eusebio González Martínez hijo adoptivo de Don Eusebio González López, heredero y sucesor de él en la Negociación Fabril de Soria había nacido en Trucios, Provincia de Viscaya, España. Aprovechando la paz porfiriana el nuevo dueño intensificó el trabajo y la producción del Molino y de los telares de lana y algodón".

"Las cosechas abundantísimas de trigo de esta riquísima zona del Bajío se recogían aquí. Las mieses doradas cran un mar inmenso que al impulso de las brisas dibujaban olas de oro allá en los campos. Los segadores cortaban los trigales y los hacinaban en montones colosales los cuales después eran trasladados a Soria en el lento rodar de la vieja carreta".

"Ya aquí en las eras, instaladas en los lugares que actualmente ocupan las casas del pueblo, eran trillados por un atajo de mulas. Rubio el grano y libre de la paja entraba al molino para ser convertido en blanca y finísima harina. A Soria llegaban las gavillas de trigo de todos estos campos y de aquí salían las arrobas de harina para toda la República".

"A Soria llegaban también los carros de algodón procedentes de Saltillo y Torreón y de aquí se distribuía la manta por todos lados, y muchas veces aún el algodón para otras fábricas. Séanos permitido a este propósito y para lo que hemos dicho, transcribir algunas cartas de aquellas épocas".

"Por aquél entonces también se intensificó producción de finos artículos de lana. En este largo período de paz y prosperidad construyóse gran parte de la actual Fábrica que, a no dudarlo, presentaba un aspecto mucho más risueño que ahora".

Entrada principal a la Fábrica Textil de Soria
"Emergía la graciosa arquitectura de un fondo esmeralda, como que la alfalfa extendía su verde tapete desde el templo actual torre hidráulica. No existían, ni las casas de los maestros, ni la botica, ni la barda poniente, ni el portón, sino que quedaban totalmente al descubierto las bellísimas construcciones del Molino, los Telares y la Casa Grande. Empezaron a ser famosos los rosales de Soria. Rosas encarnadas y blancas, botón de oro o malebrán, fragantes, exquisitas".

"Había un canal entre la Fábrica y el resto del pueblo y sobre el canal un puente levadizo. Por las noches se quitaba el puente y se cortaba la comunicación. Era algo así como un Castillo Medieval. La más sincera y franca comprensión existía entre patronos y obreros y, en ese ambiente, se trabajaba bien y se vivía mejor".

"También e] pueblo fue construyéndose en esos días por los maestros albañiles: José Valdés y Ponciano Mondragón. Antes no había más que dos calles, la de Guadalupe y la de Eusebio González, con Reforma y Valencia. Todo lo demás data de esta época. Mas en la vida humana no faltan accidentes desagradables y así tuvieron que lamentarse, entre otras cosas algunos incendios".

"En 1896 se quemó una era de trigo. Fué la admiración de toda la comarca. Una antorcha colosal alimentada por el preciosísimo grano. En la noche del viernes de Dolores de 1904 empezaron a arder los telares de mano. Los tejedores que estaban de turno, sofocaron el incendio con el agua fresca de chía, jamaica y limón que aquella tarde habían hecho en frescas y porosas tinajas coronadas de flores".

"El 10 de febrero de 1921 estalló un voracísimo incendio en los telares de pabellón si algunos se salvaron fue debido a que los obreros se arrojaron denodadamente a las llamas. Pero las gentes de Soria no eran ya aquellas que al contemplar el bellísimo cometa de 1882 creían que había llegado el fin del mundo y para escaparse de la conflagración universal huían al cerrito de la Cruz..."

"Habían ganado mucho en el terreno de la instrucción y al llegar las ideas de la Revolución Mexicana encontraron algún eco en el medio de Soria. Hubo una huelga en 1912. Cerró la Fábrica en 1915 al igual que en la otra huelga de 1923. Más como todas las cosas de los míseros mortales debe tener un fin, el periodo brillante de Don Eusebio González Martínez debía tener el suyo".

"Dícese que el origen de su ruina o la causa última, fue el que imprudentemente, sin previo aviso a la Autoridad Eclesiástica, y por su propio dictamen, convirtió en despacho el edificio que había sido templo desde 1884. Decimos imprudentemente porque Don Eusebio fue un hombre de fe profunda y arraigada".

"Con hechos elocuentísimos demostró en mil veces su catolicidad acendrada y el sumo aprecio y veneración sincera que sentía por las cosas de Dios: sostenía el culto divino; velaba por sus obreros; les socorría en sus necesidades; procuraba la educación de sus hijos. Las causas humanas de su caída fueron muchas y se encadenaron unas a otras, como un cataclismo de desdichas".

"La causa determinante fue un tanto dramática: El convoy que venía de Laredo a México aquel célebre 18 de septiembre de 1922, salió de Escobedo hacia la Capital de la República a la hora de costumbre, a las 22 horas. Noche negra como boca de lobo. En la oscuridad el tren avanzaba con valentía como gigante que lucha denodadamente en contra de su destino, y se despedía de la estación con un silbato largo, prolongado, romántico. ¡Las agudas notas de la locomotora tienen tanto sentimiento y tanta poesía!..."

"Más el ferrocarril como eterno peregrino que nunca sabe nada, que de todo se desentiende y que no siente ningún problema, ignoraba que durante todo aquel día había llovido aterradoramente. A hora temprana negros nubarrones habían entoldado el firmamento y el horizonte entero, desde Celaya, hasta San Miguel Allende, era una amenaza".

"No tardó en desatarse la tempestad furiosa y por muchas horas la lluvia estuvo cayendo en catarata torrencial. Había en las posesiones inmensas del Sr. González, un sistema de presas cuyas aguas eran empleadas para regar los trigales cuando Soria era el emporio de las cosechas. En la parte más alta del cerro estaba el vaso de Capulines: en un nivel inferior al de Galvanes y más abajo todavía el de Agapito".

"Y aconteció que el agua de la primera presa rompiendo los diques, cayó sobre la segunda y que ambas cayeron sobre la tercera. Una verdadera catarata de Niágara descendía de los montes en tropel ensordecedor, destrozando nopales, arrancando de raíz los huizaches, tronchando garambullos y barriendo cercas de piedra, hasta que cayó por fin con furia satánica sobre la vía del ferrocarril en los precisos momentos en que este pasaba jadeante en su carrera… todo quedo cubierto por las mas espesas sombras".

"Gotas de lluvia menudita caían indolentemente sobre los arrollados despojos y los siniestros escombros, y, como quien huye de un crimen, el bramido del trueno resonaba allá a lo lejos. Cuando la luz jubilosa de la mañana pintaba de rosa las siluetas de los montes, los cactus enhiestos contemplaban con filosófico estoicismo el drama de la noche anterior".

"El criterio de los ferrocarriles fue muy otro: exigió crecidísimas indemnizaciones por las vidas humanas y por el material desaparecido. Amargado por estas y otras muchas desgracias, bajaba D. Eusebio al sepulcro el 24 de diciembre de 1924".

Bertrand et LIX - Le Monde Illustré: journal hebdomadaire, nº 352, 09/01/1864. La muerte de Ignacio Comonfort.

La muerte de Ignacio Comonfort en Soria

Nació en Amozoc, Puebla, el 12 de marzo de 1812. Fue presidente interino de México del 11 de diciembre de 1855 al 30 de noviembre de 1857, y constitucional del 1 al 17 de diciembre de 1857. Murió en Molino de Soria, Guanajuato, el 13 de noviembre de 1863.

En el Templo de Soria descansan los restos de quien construyera este lugar de culto. Es de destacar la presencia de
milagros de plata localizados en este sitio, como respuesta posiblemente a favores logrados por intercesión suya a Dios.

La Iglesia de Soria

La actual iglesia de Soria fue construida por el padre Moisés Huerta con la cooperación de los fieles del pueblo en honor de la Santísima Virgen de Guadalupe, coronada en 1955 como reina del trabajo por el excelentísimo señor obispo del León Dr. Manuel Martín del Campo.

El padre Huerta murió el 24 de junio de 1945 y el 3 de Septiembre de 1953 sus restos momificados fueron trasladados a la iglesia que el construyó. Hoy en día, en que la mayoría de la gente ha sido desalojada del pueblo, y que solo quedan aproximadamente cincuenta familias, esta iglesia dejó de serlo para convertirse en “capellanía”.


Las casas de Soria

Construidas por los dueños de la fábrica para que ahí vivieran sus trabajadores a quienes solo les cobraban una cantidad para el mantenimiento de las mismas, cabe decir que todas las casas del pueblo están pintadas con los mismos colores: blanco y vino.

La Fábrica de Soria

Cuyas siglas puestas en la puerta de entrada significan: Negociación Fabril de Soria, que durante años ha sido la propietaria del pueblo. En el museo casa del Dr. José María Luis Mora ubicada en Comonfort existen antecedentes fotográficos de su fundación.

SORIA es una empresa en donde la tradición se junta con la modernidad. Fundada en el Bajío Mexicano en el año 1918, ha pasado por diferentes etapas de desarrollo.

Datos tomados de:
-Taller de Actualización de Informática Jurídica. Lic. Juan Ulloa Cruz
-Padre José Zavala Paz, Soria, Guanajuato. Otoño de 1954
-Javier Rueda Hernández. www.mimorelia.com

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